Ser madre marca mucho, todos lo sabemos, y el empeño por salvar a una hija en riesgo, puede llevar a cometer alguna locura. Esta madre viaja desde Oslo a Jerusalén para intentarlo, y efectivamente, las comete. Se pasa, que decimos hoy. Y encima es poseedora de un secreto bastante comprometedor. Bien realizada e interpretada en general, si hay que mencionar algún fallo, está en el guión. Por lo que no puedo desvelarlo ahora. En cualquier caso se ve con interés y como los episodios son tan solo de media hora, pues como que se pueden ver tres a la vez.

El tema de esta peli, aunque nada original en el cine americano, está tratado con bastante frescura y una buena dosis de irreverencia, pero se queda corta precisamente en eso, en esa faceta irreverente. Bastaba haber cambiado la parte final, buscando un desenlace explosivo (tipo el inolvidable final de "El graduado"), pero no, parece que los autores no se han atrevido a tanto. Eso la deja reducida a una comedia mediocre. Una pena, porque lo tenían a tiro..

Parece más la filmación de una obra de teatro, que una verdadera película. Los pocos flash backs que tiene, son ineficaces y no aportan nada visualmente, ni sirven para entender mejor la historia. Se echa mucho en falta no llegar a conocer en ningún momento al hijo de la pareja protagonista, y verdadero protagonista en la sombra. Los diálogos entre ambos, aunque interesantes, resultan demasiado farragosos y difíciles de seguir. Destaca la interpretación de la desesperada madre. Todos esos defectos le impiden ser una gran película, como parece prometer al principio. Una pena, ya que el tema del racismo y la violencia delincuencial y policial en los EEUU, es un problema tan antiguo como de la más candente actualidad. Una pena, ya digo.

Un gran despliegue de medios y efectos especiales para un argumento que no tiene sentido de principio a fin. Harrison Ford parece un robot de última generación (porque sonríe y todo) y Ben Kingsley se diría que pasaba por allí de rodar otra peli (de guerreros samoanos, seguramente) y le preguntaron si tenía un ratito para salir en ésta (bien pagado, eso sí). Los niños hacen lo que pueden (que no es mucho) y a cambio perdiendo clases en sus colegios (y los padres tan contentos...) Total, peor que un videojuego, porque, por lo menos, allí eres tú el que puedes disparar y matar a los insectores.

Como los críticos la ponían tan mal, yo me he preparado para ver los quince primeros minutos y dejarla, pero he seguido, quince minutos más y luego media hora más, y para terminar otra hora, hasta el final. Y, la verdad, me ha resultado una comedia agradable, con buenos toques de humor, bien interpretada (incluso en sus personajes más grotescos), y con bastante sensibilidad, sin caer en la sensiblería. Vale que para esos sesudos críticos no será comparable a esas comedias en blanco y negro que ellos tanto adoran (a pesar de lo mucho que ha llovido sobre ellas), pero para los que no somos tan exquisitos, resulta un película fresca, con algunas irreverencias que se agradecen y con referencias cinematográficas tan explícitas y divertidas como la escena de la última gran granizada, Dediquenle un par de horas, si quieren relajarse, divertirse y huir de la sobre dosis de violencia, terror y más violencia de la que hacen gala muchas de las películas en cartelera.