A mí no me gusta especialmente eso de ponerle normas al cine. Nada más contradictorio con su habitual pretensión de llevarlo a la categoría de arte. Normativas aparte, las situaciones surrealistas de esta película llegan a conmover, seguramente gracias a esa puesta en escena tan poco convencional. La falta de banda sonora se solventa con sutileza y detallismo al máximo. No sé si ayudan o no los actores. Entre la dificultad de unos personajes tan intrincados y la extraña expresividad nórdica, no acierto a entender si me parecieron buenas o malas sus interpretaciones. En todo caso, la película engancha.

La guerra tal y como es. O como debe de ser, afortunadamente no he estado en ninguna. Crudeza y más crudeza. Un pastizal se gastaron los alemanes pues ni se escatima un detalle ni se omiten espectaculares planos generales. Secuencias larguísimas con logrados efectos. Mérito tiene convertir las pocas fotos que existen sobre la batalla real de Stalingrado en una película de acción. Encaje de bolillos.

Por lo demás, nada que destacar. El guión no aporta mucho. Sucesion de tópicos antibelicistas con la gracia de que esta vez los alemanes no son los malos. Igual a alguno le sorprende. Como la peli no es americana, nos evitamos las heroicidades y la propaganda nacionalista. Sí que es verdad en algún momento sospechamos que tratan de limpiar la imagen del soldado alemán. Pero tampoco me parece del todo mal.

Por cierto, la música desentona un poco, ¿no?

No sé si tiene demasiado sentido acercarse al cine a ver una obra de teatro. Pero si lo tuviese sería para ver una obra como esta. El argumento no tienes ni pies de cabeza ni falta que le hace. Tras un rato de aburrimiento el guión se desmadra y, verosimilitud a un lado, empiezan a aparecer escenas surrealistas hasta un clímax cómico soberbio. Nada como la pompa inglesa para contraste de una sucesión de chistes. Teatro, sí, pero teatro muy divertido.

Se les fue la pinza. Intentaron basar la película en el espectáculo visual, en escenarios estrambóticos, efectos especiales exagerados y toda la retahíla imaginable de imágenes rimbombantes. Seguro que se lo pasaron bien montándolo.
Pero hay que dedicarle un mínimo esfuerzo al guión. Da la sensación de que ensimismados en llenar de colorido barroco la película olvidaron que la historia también importa. Y tanto exceso en el color, el decorado y el efecto óptico no sólo no impresiona, sino que satura, desborda y desconcierta. Un caos visual vacío de contenido.

Divertidísima. Un grupo de amiguetes utiliza el fútbol como vía de escape de sus frustraciones y fracasos diarios. A mi la historia ya de por sí me suena. Y aunque el guión es un tanto estrafalario los personajes son entrañables. Porque representan el lado más triste de la vida, pintándolo con mucho sentido del húmor. Y es que la realidad es así, y no como las películas serias tratan de mostrar. Constantemente en la peli se te vienen a la cabeza las historias de tus propios amigos, o incluso tus propias historias. Y el lenguaje, por una vez, se corresponde con el lenguaje habitual de grupo de amigotes sin esa palabrería teatral que acostumbran a colar los guionistas. Es verdad que la peli sale un poco exagerada y los personajes meras caricaturas, pero se le perdona. A mi me encantan las caricaturas.