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España España · almeria
Críticas de TOM REGAN
Críticas 5.259
Críticas ordenadas por utilidad
A la búsqueda de Tadzio
MediometrajeDocumental
Italia1970
5,8
116
Documental, Intervenciones de: Luchino Visconti, Björn Andrésen
6
7 de julio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
229/08(05/07/22) Interesante documental producido para la cadena de televisión pública Rai, que sirve como afiche a la Obra Maestra viscontiana “Muerte en Venecia”, sobre todo sirve como complemento a los apasionados de este decadente film (entre los que em cuento). El director acreditado es el propio director Luchino Visconti, aunque al parecer él solo pone el nombre como reclamo, pues la producción le fue ajena a su persona, y eso se nota en la puesta ene scena plana y sin cuidado estético alguno. Es un recorrido invernal (son llamativas algunas tomas de las urbes nevadas, e incluso vemos un barco rompehielos surcar un mar helado)) por varias ciudades de Europa (Munich, Budapest, Varsovia, Venecia, Helsinki y Estocolmo) buscando a la idealización de la belleza núbil con 12 años, esa que deslumbró y enamoró platónica, y turbadoramente al enfermizo Gustav von Aschenbach (en el libro un escritor, en la película un compositor de música)de la toponimia novela del Premio Nobel de Literatura germano Thomas Mann. Media hora que tiene el atractivo de ver a Visconti queriendo el mencionado Gustav, escudriñando en los rostros de decenas de jóvenes querubines.

Vemos a un tipo bastante ajado en su vejez, aburrido, sin empatía alguna con los jóvenes que audiciona, que cual comerciante de ganado hace un impersonal casting, donde solo le falta mirar las dentaduras. Siendo muy incómodo cuando a alguno de los chicos les dice (ordena) que se quieten la camiseta para ver sus cuerpos, sabiendo que el escogido debe lucir en bañador, aunque esto con trampa, pues es un bañador de principio de SXX, que le cubre la parte de arriba. Es un recorrido plano, cual informativo televisivo con una voz en off que narra por donde nos movemos, con las audiciones en habitaciones de hotel adustas, con alguna entrevista al director, y que gana cuando reproduce la voz pasajes del libre de Mann (describiendo a Tadzio: 12 años de edad de cuerpo elegante, cabello dorado que enmarca una cabeza noble con ojos azules, nariz recta, presencia majestuosa, una especie de la reencarnación preadolescente de Antinous”), ello adornando algunas tomas en la hermosa Venecia mientras seguimos al equipo capitaneado por Visconti moviéndose observando localizaciones por la ciudad de los canales (El Lido, los puentes, la playa,…). Ello adornado por bellos temas de música clásica del film.

Y en una de esas ciudades europeas de tournée, en una suite de Estocolmo hayan el m irlo blanco, un apolíneo Björn Andrésen, más alto de lo requerido, pero su belleza desborda la pantalla, y sobre todo a Visconti. Y este ordena al chico despojarse de la camiseta, el rostro de este es de inquietud hasta aparentar temor, y lo vemos posando de torso descubierto enamorando a la cámara en una mezcla de miradas entre director y joven de claro juego homoerótico, donde figuradamente babea mientras suelta ‘Bello, bello!!!’.

"Alla Ricerca di Tadzio" termina con un comentario premonitorio irrespetuoso y aterrador. El narrador declara en tono grandilocuente: "Visconti ha encontrado por fin a su Tadzio en Björn Andrésen. Pero, por qué deberíamos seguir llamándolo Björn? A partir de este momento es simplemente Tadzio, y eso es todo: ¡È TADZIO E BASTA!". Y es que la vida de Andrésen quedó marcada y para mal su vida por este papel.

‘En 2005, Björn Andresen cumplió 50 años (oh, tiempo, tiempo...) y concedió algunas entrevistas - ya conoces el sádico juego de la prensa, "a ver qué tan viejo y gastado se ve ahora!!". Por eso se quejó de cómo se sentía maltratado por Visconti, quien lo llevaba a bares y fiestas gay para “publicitarlo”, exponiéndolo al ambiente gay cuando apenas tenía 15 años, convirtiéndolo de la noche a la mañana en un ícono gay, lo que hizo que Andrésen... un adolescente heterosexual, comprensiblemente confundido y rebelde. Además, afirma que Visconti nunca más lo contrató como actor ni lo ayudó a conseguir trabajos de actuación. Sintiéndose traumatizado por toda la experiencia, Björn hizo algunas películas suecas menores, se casó, enfrentó la trágica muerte de su bebé por el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante, experimentó con drogas y alcohol, ahora está sin trabajo como actor y tratando de ganarse la vida como pianista... en otras palabras, una vida turbulenta de promesas incumplidas. Su rostro no tiene un solo rastro de su antigua belleza, ahora se ve demacrado, prematuramente desgastado, profundamente arrugado, completamente irreconocible. Pero a pesar de que él no era el Tadzio Visconti que originalmente tenía en mente (Estaba Visconti buscando a un Helmut Berger de 12 años?), Björn Andresen siempre será, para bien o para mal, la única encarnación. de Tadzio para todos los cinéfilos. Más que eso: desde el estreno de "Muerte en Venecia" en 1971, se ha vuelto imposible leer la novela y no pensar en Andrésen como LA encarnación de la belleza masculina pubescente perfecta que obsesiona al alter ego de Thomas Mann, Gustav von Aschenbach.’

Es un documental que con la perspectiva del tiempo y sabiendo lo que sufrió el ‘Elegido’ resulta turbador, retratando en lo poco que se deja entrever a un Visconti frío. Gloria Ucrania!!!
TOM REGAN
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7
26 de junio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
214/32(24/06/22) Buen drama que mezcla hábilmente el cine negro con la crítica social. Dirigido con gran pulso narrativo por Jules Dassin en su último trabajo en USA antes de exiliarse a Europa por estar en la Lista Negra de Hollywood del pérfido maccarthismo, adapta la novela homónima de 1949 del turco-estadounidense Albert Isaac Bezzerides (“El Beso Mortal”), que él guioniza, para un relato parecido a otro libro suyo llevado anteriormente al cine como fue “They drive by night” (1941) de Raoul Walsh, con el mundillo de los camioneros también de protagonista. Notándose un acerado ataque contra el sistema capitalista (no será perfecto, pero es el mejor que hay), regido por el darwinismo, donde unos, en esta suigeneris pirámide que compone el film, los del escalón de arriba pisan como pueden al de abajo para conseguir beneficio (ello visto en como el camionero Ed intenta estafar con el precio a los campesinos, y los camioneros van a ser estafados por el intermediario del mercado) , aunque aquí se traspasan las líneas del carroñero empresario hacia el lado criminal directamente, lo cual caricaturiza un tanto esta crítica, pues se puede ser un depredador sin ser un ladrón. La cinta explora los límites de la moralidad, entra en la dureza del trabajo (sea del camionero o del recolector), habla del compañerismo, de la solidaridad, de un mundo de emigrantes, y por el contrario están los que se aprovechan de la labor ajena, la corrupción del dinero y su réditos de intermediarios.

Con el McGuffin de una historia de venganza asistimos a un retrato veraz y con sentido de cuasi-documental en muchos aspectos que retrata vivamente este microuniverso, la cadena alimenticia, desde esa plantación de manzanas Golden que llevan una familia de humildes agricultores, esos camiones viejos que surcan con sus problemas las carreteras cientos de km para llegar al mercado central, y allí el nido de víboras intentando chupar la sangre del que lo ha expuesto, expuesto con gran sentido de realismo. Lanzando sus torpedos Dassin contra los abusos de los de arriba, a los que expone como mafiosillos con sus sicarios e incluso prostitutas a sus órdenes para mangonear a unos y a otros. Exponiendo un Estados Unidos post-WWII (ese toque formidable de camiones excedentes de la Guerra con la estrella militar en la puerta, cual recordatorio) cainita con los suyos, desesperanzado.

Ello narrado visualmente por mor de la cinematografía en glorioso b/n de de Norbert Brodine (“La novia era él” u “Operación Cicerón”), con dramáticos contrastes de grises, gran sentido noir (incluso con ‘femme fatale’ morena vs la ‘angelical’ rubia) mezclado con algún toque neorrealista italiano, esto en las escenas diurnas es notorio, mientras en la noche (la mayoría del film) priman las sombras (esas alargadas que persiguen a la mujer con la cartera), el tenebrismo, proyectando en su semioscuridad la opresión, asfixia y claustrofobia de los personajes, ello en un metraje donde la violencia siempre es latente, el clima de amenaza se cierne por todo el metraje, con algunos estallidos secos, pero dodne también hay lugar a la sutileza como cuando Nick enj un bar habla por teléfono con su novia y al fondo vemos a Polluy escuchar con rostro afligido; Valiosa también es la labor de la edición de Nick DeMaggio (“Cuatro páginas de una vida” o “Manos peligrosas”), para dar electricidad sobre todo a la escena del descenso de Ed (Millard Mitchell) con el camión, alternando con vigor el velocímetro y los planos generales del camión en pendiente, generando angustia en el espectador.

Tiene un sugerente arranque con la llegada de Nick (un simplemente cumplidor Richard Conte) a su casa tras tiempo fuera (nunca se dice porque, se sugiere es por ser tripulación de un barco, hay quien sugiere es por la Guerra, pero esto no se dice). Allí encuentra a su padre en la cocina, los dos se saludan efusivamente, llega su madre y la alegría es enorme, aparece la novia de Nick, Polly (correctita Barbara Lawrence) y se abrazan y besan cariñosamente, los padres les protestan dulcemente. Nick abre regalos para todos, para la madre un vestido asiático, para la novia una muñequita y esto la desilusiona (materialista?), entonces Nick le pide mire el brazo del mismo, y allí un anillo. Tras esto saca un calzado para su padre, y todos apartan la mirada, algo pasa, y su padre le hace ver que está en una silla de ruedas, las piernas las tiene inútiles tras un accidente. El padre tras insistir Nick, le cuenta lo sucedido, está implicado un tipo de San Francisco, Mike Figlia (un siempre arrollador Lee J. Cobb), que emborrachó a su padre tras comprarle fruta, y ya no recuerda nada, hasta el accidente de camión.

Para luego embarcarnos en la sección central en la odisea de cientos de millas para llevar un cargamento de fruta, ello asociado al veterano Ed (un notable Millard Mitchell) con problemas con los recolectores, con transmisiones rotas, con disputas con otro camión, con pinchazo, con problemas graves al cambiar la rueda, y más (no quiero spoilear). Y llegados al mercado central se nos presenta como una jungla rebosante de bullicio, un lugar de carroñeros dispuestos a echarle el guante a cualquier valioso cargamento. Y allí Nick deberá lidiar con Mike Figlia, un tipo con todos los ases en la manga (le raja una rueda, le manda un prostituta para despistarlo, le saquea el cargamento, le manda unos matones, etc), ello como epítome del capitalismo deshumanizante. Con diferentes enfrentamientos y vaivenes entre los antagonistas, con algunas lagunas en el comportamiento un tanto veleta de Nick, en como parece alguien con mundo, y luego vemos como cae en todas las trampas de Mike como un inocentón, se deja mangonear por la fulana (Valentina Cortese en su debut en Hollywood, da bien con el rol de femme fatale) incluso siendo grotesco como grita por teléfono a su novia que tiene casi 4000 $ de dólares consigo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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6
22 de junio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
203/21(15/06/22) Vista hoy día, 60 años después de su estreno (08/01/1962) este es un film interesante, un ejemplo más de la nouvelle vague francesa. Fue el debut en la dirección de Jacques Rozier, que también guioniza junto a Michèle O'Glor. En lo que es un reflejo de la juventud francesa del momento, ello con un punto elegiaco al colocar como fin de este verano de aventuras la llamada del protagonista a filas para ir a la Guerra de Argelia, con lo que en todo momento esta ese ahalo de oscuridad al fondo (esta conclusión es precisamente el título del film). Esto imprime un sentido dramático al relato, en contraste con el espíritu núbil y festivo de las correrías del trío protagónico. Es un lienzo sobre la alegría de vivir, sobre ese tiempo donde nos sentimos sin responsabilidades, una oda a la libertad, frente a ese horizonte del Jinete del Apocalipsis de la Guerra. Pasamos con Michel (protagonista masculino) sus últimos meses, como trabaja de operador de cámara, como tiene una relación con dos jóvenes que no sabe cuál elegir, como las jóvenes intentan medrar para liberar del servicio militar a su pretendiente, tienen tratos con un ‘pícaro’ empresario publicista, viajan a Córcega, tiene roces por la tensión sobre con que chica se quedará Michel, por la pero todo en un aire ligereza acorde con la mentalidad juvenil, pero siempre con ese anochecer de la guerra, cual claro reflejo de aquello del ‘tempus fugit’. Pero el film no puede sacudirse el carácter cuasi experimental de du filmación, con mucho de improvisación (y se nota), con rodaje en plan ‘guerrilla’ por las calles (hay incluso transeúntes mitrando a cámara sorprendidos), con intérpretes amateur y se notan demasiado, la mayoría de los cuales nunca actuó en otra película antes o después de esta. Esto es contrastado por la frescura de muchas conversaciones. A resaltar la banda sonora con mucho jazz, yeyé, y cha-cha-cha, que crea en muchos tramos la atmósfera banal que seguramente se pretende.

Michel (Jean-Claude Aimini) es un joven aburrido en París a punto de ser enviado a Argelia en el ejército. Trabaja como técnico de cámara en un canal de televisión. Un día conoce a dos adolescentes, Juliette (Stefania Sabatini) y (Liliane Yveline Céry), y comienza a salir con ambas por separado. Michel consigue que lo despidan deliberadamente de su trabajo y se va de vacaciones a Córcega para disfrutar de sus últimos días antes de entrar en el ejército. Las dos chicas lo siguen hasta allí y las tres buscan a un director de cine comercial, Pachala (Vittorio Caprioli) que le debe dinero a Michel.

Es bueno el modo en que la Guerra de Argelia siempre sobrevuela toda la trama, y ello con escasas referencias a ello (por mor, entre otras cosas, a la censura gala por una guerra entonces activa; por ejemplo, el barco que va a llevar al protagonista al reclutamiento no puede ser militar, así que será uno de recreo, lo cual hace más turbador el momento, que lo llevará de Calvi al cuartel Marsella), marcado con el inicio con un cartel que pone: "1960, sexto año de guerra en Argelia”, para a continuación pasar a temas triviales sobre el consumismo de vestimentas; Hay un ex soldado que no quiere hablar de la Guerra en Argelia, dejando entrever sin decirlo, el horror del conflicto, los fantasmas internos que asolan al veterano. No se habla de la Guerra en la comida, exponiendo el terror que es este tema

En los márgenes queda una crítica al mundillo de los empresarios, quizás en una visión ácida del capitalismo, ello visto en modo caricaturesco por medio del ‘pícaro Pachala, también ejemplo de productor indolente (en claro guiño de Rozier a los productores con los que tuvo problemas). Reflejo guiñolesco del mundillo de la publicidad, tan ligado al mundo del cine y de la tv, y también entrelazado al universo del arte, donde la fina línea entre lo sugestivo del arte y lo comercial sensacionalista se pueden difuminar. Derivando en tramos divertidos como el rodaje del spot de frigoríficos, todo un canto a lo heterogéneo (un iglú con una planta tropical, más un tío que no se quiere quitar la corbata; o el spot que rueda en Córcega exigiendo ver pechos de las chicas, con anacronismos en un anuncio romano con barcos modernos en el fondo).

Rozier despliega dosis de incisivo gusto visual en varios tramos, como el hermoso baile en que Liliane tiene con el submarinista italiano, recortados en claroscuro con el fondo con la luna, el paseo en bote por el mediterráneo del trío protagónico, todo esto en Córcega, o el baile cha cha cha de Yveline Céry en primer plano, que parece bailar mirando al espectador o danzando con este de modo lisérgico; Y es que en la isla corsa es donde la cámara crea secuencias con halo lírico. Y también donde se da un buen final, sin ser maniqueo, es claro y diáfano en su mensaje.
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TOM REGAN
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5
15 de junio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
200/18(14/06/22) Decepcionante a la par que muy envejecido film dirigido por David Lean y con guión de Terence Rattigan. Obra que falla en casi todas sus vertientes, en una mezcla desequilibrada y tosca de géneros. Pues mezcla varios temas, empezando por la carrera por ser el primero (si es que se podía) en atravesar la barrera del sonido, y da grima enterarte que todo lo que vemos es más falso un euro de madera, y no quiero extenderme para no spoilear, en zona ídem comento todas las grotescas inexactitudes. Naufraga en el melodrama romántico, una relación prototípica donde la esposa es una marujona que desea que su esposo no se exponga al peligro (cual sin fuera alpinista, soldado o torero), y solo es unidireccional en quejarse y más y más. Todo un cliché de relación vista desde la óptica machista, donde la mujer no hace otra cosa que ser ama de casa y poner mala cara con el trabajo vocacional del marido (“Mi padre primero se lamentó de que yo no fuera un chico y después se lamentó de que Chris no fuera el chico que esperaba”), y eso teniendo en cuenta que lo conoció siéndolo. Añádase un conflicto padre-hija bastante grimante, sin profundidad. Una película donde no hay dilemas morales, las personas son como son al principio e igual al final, no hay dudas, todo es lo que es y ya está.

Después del trabajo innovador de su compañía de aviones en la tecnología de motores a reacción en la Segunda Guerra Mundial, John Ridgefield (Ralph Richardson), rico propietario, emplea al piloto de pruebas Tony Garthwaite (Nigel Patrick), exitoso piloto de combate en tiempos de guerra, para volar nuevos aviones a reacción. Garthwaite es contratado por Ridgefield después de casarse con la hija de Ridgefield, Susan (Ann Todd). Las tensiones entre padre e hija se ven acentuadas por el peligroso trabajo de vuelo de prueba de Garthwaite.

Únicamente tiene algo de chicha en reflejar la obsesión humana por superar techos de cristal, cual Cristóbal Colón, Magallanes, Amundsen o Edmund Hillary, superar lo desconocido, y con ello el costo de vidas humanas que genera desafiar a lo hasta entonces imposible. Pero tampoco es que sea especialmente de hondura en este aspecto, moviéndose por el tópico de la fuerza invisible que nos mueve. Es un relato bastante libre, como falso sobre este reto, tratado por la marujona esposa como algo superficial, y el magnate industrial que financia todo no se defiende con que esto es una de las metas volantes para vencer en la Guerra Fría, solo se le ocurre corregir a la hija, con que se llegará de Londres a Nueva York en dos horas (el Concorde).

Es llamativa por las secuencias aéreas en las pruebas, muchas de ellas tomadas de material de archivo (como ya hace Lean en “In wich we serve” de 1942), pero realmente han envejecido mal, aparte de que no me entero bien de lo que pasa, esos picados en tomas generales quedarían espectaculares en 1952, hoy día me son frías, amén de que lo visto es mentira, y esto es crucial cuando la cinta se las quiere dar de solemne, y en realidad en este aspecto te toman el pelo. Entre las actuaciones solo destaca un gran Ralph Richardson, aportando dote regia y carismática su lacónico rol de ‘soñador’ idealista, lástima que sea en un papel tan plano, sin matices, pues es lo mismo al inicio que al final, de una sola nota. Ann Todd (esposa de Lean, trabajando con él por tercera y última vez), en un rol irritante de esposa quejosa; Nigel Patrick cumple a secas con un rol prototípico sin aristas. Extendiéndose en un metraje que llega a producir tedio. Además tiene un giro sorpresa en el segundo tercio que hace que la película tenga un socavón, ello para potenciar el choque del padre con la hija, pero que resulta artificioso. Para acabar de modo previsible y sin emocionarme lo más mínimo. Esto es penoso, tratándose de un tema al que se le podría haber sacado jugo.

El guión se concentró en los problemas recién descubiertos de volar a velocidades supersónicas y también se basa libremente en la historia de la vida real del diseñador de aviones Geoffrey de Havilland y la pérdida de su hijo. Geoffrey de Havilland, Jr. fue el piloto de pruebas de la compañía de Havilland que murió el 27 de septiembre de 1946 intentando volar más rápido que la velocidad del sonido en el DH 108.

Un film olvidable, donde solo me ha hecho algo de tilín el tramo en que Tony lleva a su mujer Susan en vuelo del Havilland Vampire biplaza de UK a El Cairo, muy romántico ver a los enamorados abrazados por encima de los acantilados blancos de Dover, por lo alto de París, por los Alpes, o las ruinas de Atenas, para llegar sobre las Pirámides de Gyza, habiendo efluvios mágicos en este viaje, pero este nivel es un oasis en la película.
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TOM REGAN
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8
15 de junio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
197/15(12/06/22) Refrescante y muy divertido este descubrimiento de esta saga chambara/manga, que he comenzado (mea culpa) por la segunda parte de las seis que se rodaron, por ser esta la que considera la mejor (intentaré ver el resto y juzgaré). En 1970, se publicó en Japón la primera de un total de 114 historias de "Kozure Okami", también conocido como " Lobo solitario y su cachorro". La historia fue creación de Koike Zazuo, quien también escribió "Crying Freeman", y pintó con impresionantes técnicas de pincel de acuarela por Kojima Goseki. En 14 volúmenes, el Manga cuenta la historia de Ogami Ito, el ex Keishakunin del Shogun, quien fue incriminado por el clan Yagyu por traición contra el Shogun, y posteriormente se convirtió en un asesino a sueldo (ronin), con el fin de obtener un millón de Ryo para sobornar a los funcionarios, para que se le permitiera llevar a sus cargos frente al shogun y vengarse. Junto a su hijo, Daigoro, ahora recorre Japón. La serie de películas sobre el manga “Lone Wolf and Cub”, conocida en España como “El Lobo Solitario y su Cachorro”, comenzó en 1972 con el estreno de 4 películas.

Dirigida por Kenji Misumi y con guión de Kazuo Koike, con ritmo feroz, escenas de acción muy imaginativas en su hiperrealismo, de una violencia inusitada, con geiseres de sangre, con decapitaciones, mutilaciones, aperturas de cabeza en vertical, y más secuencias creativas, como esas mujeres ninjas con una saliendo de su traje de un salto imposible, con algo tan transgresor como ver a un niño matar a gente, con gadgets muy jocosos (esas cuchillas que hace salir Daigoro de las ruedas de su carrito contra un ejército de samuráis), pero si hasta hay una cercenación de punta de nariz (hay que verlo!), con acrobacias que desafían a la gravedad, todo tan pasado de vueltas como un comic, un festín visual para gente (como yo) que disfrute del humor negro que emana por todos los fotogramas.

Todo ello enarbolado por un carismático protagonista en la figura del estoico Tomisaburô Wakayama como Itto Ogami, con la mirada cansada, dejando entrever el pesado mundo interior que soporta, sensacional el realismo y fluidez que imprime a sus escenas de lucha, es el ejemplo de la nobleza, de la integridad, y sobre todo guardián del Bushido. En esta ocasión incluso se le humaniza, pues lo vemos herido y desamparado, teniendo que se cuidado por hijito; y a su lado el roba escenas Akihiro Tomikawa como el hijito Daigoro, con escenas tan enternecedoras como cuando va a por agua para su padre, intentan llevársela entre sus manos y se le cae, la solución que da es conmovedora. Como lo es el tramo en que va a tomar comida de una ofrenda a un icono de Buda, y como siente que no está bien, deja en prenda su chaqueta como pago.

Un relato que discurre de modo dual, pues por un lado debe escapar este Lobo (no tan solitario, pues va con su niño) de los sicarios de su enemigo Sayaka Yagyu (Kayo Matsuo) que le persiguen, y por otro debe cumplir los contratos de ‘mercenario’, en este caso tiene que ver con Chuzaemon Makuya (Seishirô Hara) alguien que ha robado la fórmula de un tinte, que tiene la protección de los sanguinarios Hnos. Hidari (Cada uno de ellos domina una técnica de combate específica: Uno el puño de hierro, el otro usa una porra con pinchos y el tercero una garra metálica). Todo para desembocar en un rush final vigoroso, ya desde el tramo del barco, la pelea de los Hnos. Hidari (con sus peculiares sombreros de paja, y sus garras cuasi-oseznas), el fuego, la huida del navío, la pelea con la ‘sirena’, el desconcertante tramo en la cabaña (podemos pensar en una violación, pero...), el desierto con los Hidari y su batalla contra los ‘subterráneos’, y por último el esperado duelo entre Ogami y el temible trio Hidari en las dunas, vibrante.

Es un film notable en como sabe presentar a los rivales de Ogami, otorgándoles alma en su definición a través de sus actos, como por ejemplo el grupo de sicarias que contratan los Kurokawa, Sayaka (buena Kayo Matsuo) es la líder de estas asesinas brutales, que para demostrar los fieras que son hacen una demostración brutal frente al jefe de los Kurokawa, contra el mejor de sus hombres, que intenta huir trepando por el techo, pero las sicarias lo cogen y descuartizan cual enjambre de pirañas dejan el tronco (cortan sus orejas, dedos brazos, piernas, ya la final la cabeza), todo ello sembrando de sangre toda la habitación; Luego esto se encadena a cuando estas se enfrenta a Ogami en un camino disfrazadas de granjeras, descacharrante la coreografía creada por Eichi Kusumoto (También en la saga ‘Zatoichi’), en estilo ancestral de pelea Suiō-ryū Iai Kenpō (SXVII).

La cinta es una sucesión constante de enfrentamientos, la mayoría con el protagonista de por medio, donde no hay reflexiones morales, o remordimientos por estar por medio un niño de tres años, es la acción pura y dura. Ello con hábiles remansos que sirven para definir caracteres. Hay algunas ingeniosas escenas donde la tensión se masca pero no llega a explotar, como el baño en el barreño al inicio9, se espera algo ocurra violento; el encuentro en la bodega del barco de los Hidari y Ogami, donde el respeto entre rivales es la nota predominante; o la escena en la cabaña con Sayaka a la que Ogami desnuda a la fuerza. La creatividad es brillante durante todo el metraje, con aparte de lo mencionado, secuencias tan impresionantes estéticamente como el duelo de Ogami contra un grupo de enemigos en el rio junto a unas cascadas, o el enfrentamiento en el bosque con Daigoro colgando de una cuerda sobre un pozo. Llamando la atención el gran gusto visual para llevarnos por diferentes escenarios de batallas, desde viviendas japonesas, bosques, cascadas, un barco, el mar, o el desierto. Y todo esto solo es el aperitivo del formidable tramo final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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