- El niño actor es fumador. Válgame el Señor!! Y fuma mogollón, dando unas caladas largas y reflexionadas para que nos demos todos cuenta. No sabemos si cuando era un cerebrito en Harvard se fumaba también los Malboros a pares, pero fue pisar Inglaterra y ponerse a echar humo como el Gran Caballo de Hierro que antaño surcaba las praderas de Nebraska.

- El niño actor es bebedor. Dios nos asista!! No sabemos si cuando era un empollón en Harvard pillaba esos pelotazos también, pero fue entrar al pub de Londres y beberse las pintas a dos manos como si no hubiera un mañana. Y encima aguantando el nivel de resistencia de los más distinguidos borrachos de la madre patria.

- El niño actor al principio nos dice que en Harvard solo se había peleado con los libros de texto, pero en cuanto vio un partido de balompié se convirtió en el Increíble Hulk, ayudado por los sabios consejos del primo de Zumosol West Ham FC. Menudas ondonadas de galletas Tosta Rica reparte el muchacho de buenas a primeras. Se ve que ese talento él lo llevaba dentro pero hasta que no conoció a los buenos chicos del pub inglés no pudo sacarlo.

- Como todo no puede ser reírle las gracias al niño porque sería ya demasiado cante, nos ponen de comparsa a un personaje muy malvado y muy celosón que intenta hacerle unas cuantas jugarretas, pero el niño actor sale airoso de todas ellas, ni más faltaba.

- La escena del final donde la hermana va con su bebé a meterse expresamente en la boca del lobo es ya el colmo de la imbecilidad. Ni Caperucita fue nunca tan imbécil. Como la muchacha no tenía otra cosa mejor que hacer, va al lugar donde han quedado dos bandas de hooligans locos para matarse entre ellos, y por supuesto lleva con ella a su retoño de pocos meses como ayudante en las negociaciones de paz. No obstante, se muestra muy sorprendida cuando algunos de aquellos distinguidos caballeros no la reciben con la alfombra roja y más bien pretenden teñir de rojo la tapicería de su coche y comerse al bebé con papas.

Afortunadamente, tenemos al cuñado pringado para evitar este desaguisado, y en un acto de generosidad sin límites se inmola y con ello salva las vidas de su familia. No podía haber sido el empollón de Harvard el que se inmolase, no hija nooooo, tuvo que ser el cuñado, con lo tranquilo que estaba él partiendo bocas antes de que llegase el Frodo de las narices.

En fin, hay que fastidiarse. Y para colmo luego lo readmiten en Harvard, y aquí no ha pasao ná. Las invasiones de Atila no fueron nada comparadas con la aventura inglesa del niño fumador pegón.