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España España · Madrid
Críticas de OsitoF
Críticas 2.102
Críticas ordenadas por utilidad
6
25 de enero de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí, con lo poco que entiendo de cine, estamos ante una película que refleja lo bueno y lo menos bueno del estilo de Woody Allen. Lo bueno, una historia enrevesada que está fabulosamente bien contada a un ritmo endiablado, con una realización impecable que mima cada detalle de la escenografía y el sonido. Una película que te traslada a los años treinta y en la que se percibe en el reparto la habitual intensidad y energía de todos los que trabajan con el veterano cineasta, cosa que tiene un mérito especial cuando cuantas en tus filas a gente de sangre reptiliana (pechosfríos) como Stewart o Eisenberg.

¿Lo menos bueno? Pues que es de esas películas de Allen te pasas la película esperando un propósito o una finalidad, que nunca llegan. Siempre crees que tras el siguiente sketch la cosa cogerá forma o que tras un extraordinario y chispeante diálogo, algún personaje dará las claves de hacia dónde se dirige la película. En algunas películas de Allen ha ocurrido y la primera media hora era simplemente de presentación o de contextualización o de crear el tono mental requerido por la obra, para luego desarrollar el tema que fuese por grandioso o banal que fuera. Pero había un tema, no como en otras obras suyas, como esta “Cafe Society”, en las que el argumento gira en espiral sobre sí mismo sin ir a ninguna parte con vidas que se enredan por el mero placer de enredarse. Es romántica, sí, Es dramática, también. Pero no en mayor medida que la vida real.

Sí, Allen logra hacerte sentir durante un rato parte de las vidas de otras personas pero, ¿dónde me deja eso? Sí, el cine es hacerte vivir y sentir cosas, pero yo prefiero que sean cosas y vivencias agradables o novedosas, no trasladar mis penurias a otro formato y revivirlas en blanco y negro. Salvando obviamente las distancias, me pasa como con esos videojuegos de escenas increíbles pero escasa jugabilidad donde todo consiste en darle a la misma tecla todo el rato y disfrutar de las vistas. O como unas gafas de realidad virtual que te hiciesen vivir la experiencia de visitar el garage del Ahorramás de Móstoles. Vale, sí, ya digo que no es lo mismo, pero la sensación que te deja es similar. De haber vivido una experiencia inmersiva pero de escaso bagaje vital.

Tengo en bastante estima el trabajo de Woody Allen, al menos lo suficiente como para acercarme a sus estrenos la mejor de mis predisposiciones y “Cafe Society” es, sin duda una buena película. Probablemente, hasta sea una cinta notable. Pero para ciertos públicos con ciertas demandas artísticas.
OsitoF
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5
16 de enero de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como le pasa a todos los géneros en mayor o menor medida, el cine de terror va por rachas o ciclos. Ahora nos encontramos en una fase en la que abundan las series y películas con planteamientos, digamos, serio y profesional, de corte psicológico, intimista y complejo que tratan de activar las palancas que excitan los miedos más internos del espectador con un nivel de detallismo en el contexto y los antecedentes de la historia que resultan, muchas veces, abrumadores. Incluso cuando la película apela a leyendas urbanas, la mitología de la historia es descrita con un rigor casi documental.

“The collector” es todo lo contrario, un exponente de su época, de un terror más simple y explícito, en la frontera gore, un terror de sustos y sangre dirigido a un público no demasiado exigente, que no haga preguntas ni busque explicaciones científicas a las muertes más locas. Hablamos de una época en la que, pongamos por caso, un chica entraba en un ascensor de Ciudad Real y, sin venir a cuento, cuando pulsaba el botón para ir al 6A de la Calle Curtidores, del suelo del elevador salían cuatro motores turbofan con propulsión de combustible sólido que casi la ponían en órbita y, tras describir una trayectoria balística, la empalaban sin escatimar vísceras en la aguja del Empire State de NY... y nadie se paraba a analizar si el modelo FAIN-78C de ascensor tenía las dimensiones necesarias para albergar cuatro motores o, por el contrario, se trataba de un gazapo y soló los OTIS128 (en su categoría) podrían hacer creíble la escena.

La película es violenta y salvaje porque sí, de esa manera injustificadamente inverosímil que sólo se entiende como parte de ese contexto histórico en el que al público le daban exactamente igual las tramas (fuera de la sangre, sólo hay un agujero de guion del tamaño de Carabanchel) y sólo demandaban un hilo conductor entre el desollamiento actual y la siguiente evisceración. Eso sí, con enfoques elegantes y, preferiblemente, en escenarios de lo más rebuscado con trampas mortales que, de ser posible, hiciesen viables primeros planos de sorpresa y sufrimiento. No sé, es imposible de explicar a zoomers que se trata de películas en las que la mitad del público apartaba la vista, la otra mitad se descojonaba y todos pedían más. Hay que estar allí para entenderlo, como los chistes de Arévalo (DEP). Vista bajo esa perspectiva “The collector”, es más que correcta. Desagradable e incomprensible, pero correcta y eficaz.
OsitoF
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5
15 de enero de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las primeras películas serias que recuerdo haber visto es “Días de vino y rosas”, con Jack Lemmon y Lee Remick. La echaban en la tele y tengo la sensación de que vi con menos edad de la recomendada porque me dejó una fuerte impresión (mis padres no tenían en cuenta la violencia o la temática a la hora de autorizar o no tal o cual película, sólo si era picantona o no). Fue el primer contacto con el drama del que tengo constancia y me dejó dos sensaciones fundamentales: la primera, de extrañeza porque acostumbrado a programas infantiles o películas de risa y del oeste, no entendía a dónde quería ir a parar una película en la que no había aventuras ni peleas ni nada (¿cómo podía eso gustar a los mayores?) y, la segunda, de miedo por llegar a caer en las adicciones que hacían tan tristes la vida de unos protagonistas, por lo demás, bastante simpáticos y entrañables.

Es inevitable advertir los paralelismos entre aquella “Dias de vino y rosas” y esta “Tocando fondo”. En ambos casos el alcohol y las drogas tienen son tan protagonistas o más que los personajes principales y, en ambas producciones, la afectación a la vida en pareja, cuando ambos están en el pozo, es uno de los ejes de la película. En muchos sentidos “Tocando fondo” es una revisión del clásico que lo actualiza a un contexto más actual, con sustancias más modernas y aproximaciones más cotidianas. La película es también más dura, más explícita a la hora de abordar los efectos del alcohol y demás, resultando una narrativa con menos tapujos como demandan los estándares modernos.

Pero, a pesar de su crudeza, “Tocando fondo” logra mantenerse en el lado correcto de la frontera con el melodrama. La historia se construye con seriedad y las tramas se desarrollan sin amarillismo. Su mensaje puede no venir dentro del envoltorio más dulce, pero entre todo su fatalismo, tiene el punto de optimismo realista que necesita un producto como este. Poco agradable, no deja un buen cuerpo… pero, de vez en cuando, es necesario pararse en obras como esta para valorar que la vida que llevamos es muchas veces maravillosa, que no hay mal que cien años dure (mi abuela añadía «ni cuerpo que lo aguante» y que de todo se sale.
OsitoF
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5
14 de enero de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos dramas se pueden encontrar como este, tan extremos hasta lo desagradable y tan puramente humanos. Un viaje al lado más oscuro de la sociedad, con vidas miserables y personas que han tocado fondo hace ya algún tiempo y no ven forma de remontar pero que, sin embargo, contra toda lógica y toda esperanza, encuentran y se agarran a un mínimo de luz en forma de fe, de mano amiga o de cualquier motivo para vivir un día más.

No es una película fácil de ver. Ni siquiera entretenida, pero su historia salvaje y dolorosamente real, con perdedores en los que, de alguna manera, encontramos trazas de nosotros mismos (de lo que podríamos ser o haber sido en otras condiciones) entra en contacto con el lado emocional del espectador al mostrar que lo peor y lo mejor pueden habitar dentro de una misma persona y son sólo las circunstancias, las elecciones y el entorno lo que hace que aflore y triunfe uno de los bandos. Y, aún así, el destino no es irreversible y está en nuestras manos. Sabe de lo que habla y lo cuenta bien.
OsitoF
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7
3 de enero de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con todo el caché que supone contar con el reputado director y guionista Giuseppe Tornatore a los mandos, disponer del mítico Ennio Morricone firmando el apartado musical y haber reunido un reparto muy bien cargado con el gran Geoffrey Rush a la cabeza, “La mejor oferta” resulta ser una obra que no termina de poner de acuerdo a público y crítica. Bueno, al público sí porque es más un producto para ir a festivales y aspirar a premios que para romper la taquilla, de modo que cubre gastos y poco más, pero la enorme disparidad en las reseñas especializadas es la expresión manifiesta de que “La mejor oferta” es una película que causa sensaciones muy variables en el espectador, señal de que no todo el mundo conecta con la película o que la película no conecta con todo el mundo.

Yo creo que podemos partir de que es innegable que la película posee un refinamiento técnico desbordante logrado, en muchas partes de la película, a costa de sacrificios en su ritmo. En otras palabras, la película es bella pero lenta de narices y, a partir de ahí, es cuestionable si sus diálogos suntuoso y sus fascinantes composiciones visuales y sonoras son el sofisticado envoltorio a un thriller atípico o simple artificio para aparentar más complejidad argumental de la que, realmente, termina habiendo. Posiblemente, ambas consideraciones sean ciertas y es únicamente en el terreno de las sensaciones personales donde puedo llegar a decir, que “La mejor oferta” me termina gustando. Probablemente no haya percibido ni apreciado la mitad de las conexiones ocultas en la película o los detalles técnicos, pero, por lo que sea, me deja buen sabor de boca.

Me gusta el entorno en el que se mueve la obra, el sofisticado mundo del arte y sus entresijos, así como el enfoque bastante original dentro del género de las películas de estafas en la que las cosas no son lo que parecen, no existe el honor entre ladrones y las mejores mentiras son las que se construyen en torno a una semilla de verdad. Pero también es verdad que muchos de los elementos que dan complejidad a la película no parecen tener una razón de ser más allá de alargar el metraje, aportar colorido o adornar innecesariamente la trama. En estos casos donde la valoración está reñida es fundamental la credibilidad que aporte los repartos y, sin ser yo un gran entendido en expresividad, sí tengo luces suficientes para entender que Donald Sutherland y Geoffrey Rush saben meterse en sus papeles y convencerme de que estoy ante una historia creíble.

Entiendo perfectamente a los que la hayan dejado por la mitad o los que hablen de mucho ruido y pocas nueces. Pero yo creo que es una película destacable.
OsitoF
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