Espectacular. Sólo así se puede definir la última aportación de Dreamworks al mundo de la animación. Al menos visualmente se trata de una película apabullante. Técnicamente perfecta.

Y no sólo eso, también es divertida, apta para toda la familia, que no trata a los niños como retrasados mentales, que divierte a los padres con chistes o diálogos que seguro que muchos niños no terminan de entender y que, en definitiva, te hace pasar un gran rato.

Por mi parte comentar que ha sido la primera película que hemos visto junto a nuestros hijos y que mientras que el mayor (4 años) sí que ve películas de vez en cuando y por tanto sabíamos que la aguantaría por completo, el pequeño (2 años y medio) no suele aguantarlas, se aburre y se distrae (y nos distrae) pero ésta vaya si la ha visto de principio a fin. ¡Y cómo se reía!

Como decía, técnicamente perfecta, con una historia nada novedosa pero muy bien contada, personajes entrañables, criaturas que parecen salidas de la isla del doctor Moreau… y un ritmo frenético. Sobre todo eso, porque es un no parar de escenas de acción, persecuciones a cual más increíble, peleas, saltos… vamos, un estrés.

Recomendable 100%.

Me gustan las películas tramposas, en las que vives en permanente sorpresa, que cuentan algo que luego es otra cosa, pero que dentro del engaño al que te someten, tienen algo de cosa cierta, de que es posible que eso pueda llegar a ocurrir de esa manera y no de otra.

Lamentablemente no es el caso que nos ocupa. Excesivamente efectista y buscando continuamente el más difícil todavía en espectacularidad, dejando algo olvidada la coherencia narrativa, la película dirigida por Louis Leterrier, y que sorprendentemente contará con una secuela, no deja de ser un entretenimiento muy bien realizado, con un cast de lujo, una puesta en escena apabullante y un final sorprendente, aunque eso sí, poco creíble.

Esto no quiere decir que no se disfrute. Y mucho. Pero puestos a ver una peli sobre magia me quedo con El Truco Final (El Prestigio) (“The Prestige” – Christopher Nolan – 2006). Ahora me ves… es más bien ciencia ficción.

¿Qué hubiera sido de esta película sin tener a Tom Cruise al frente? Con menos presupuesto y por tanto con una inversión mucho menor en promoción no hubiera pasado de un par de semanas en la cartelera. Y no es mala del todo, pero confía demasiado en el tirón de Cruise en la taquilla.

Porque seamos sinceros: la historia no es nada del otro mundo y apenas aporta nada nuevo al género, pero eso sí, el diseño de producción es espectacular y los efectos digitales de primerísimo nivel. El mundo que conocemos, arrasado tras un ataque extraterrestre, con unos paisajes desolados y arrasados, estadios de fútbol semienterrados, la antorcha de la Estatua de la Libertad encajada entre montañas,… Todo perfecto, visualmente hablando.

Pero si detrás de los fuegos artificiales y esa primera capa imponente no hay mucho más, la cosa dura lo que tardas en empezar a perder interés en la historia, y es lo que pasa en Oblivion demasiado pronto. Eso no quita que tenga buenos momentos y espectaculares escenas de acción, lo que nos proporciona instantes de puro disfrute, sin pretensiones, en los que lo de menos es la historia que no termina de arrancar ni engancharte como debería.

Un guionista sumido en una grave crisis creativa, Marty (Colin Farrell), intenta escribir una historia de amor y amistad sobre siete psicópatas y comprobará que no hay nada más inspirador que la vida real, sobre todo si su mejor amigo Billy (Sam Rockwell), cuya principal ocupación es secuestrar perros de gente adinerada para posteriormente devolvérselos y cobrar así la recompensa que éstos ofrecen, le roba la mascota a la persona equivocada: el jefe de la mafia local (Woody Harrelson), que desde ese momento convierte la recuperación de su perro y la muerte de los secuestradores en su máxima prioridad.

Con un argumento tan disparatado y a veces surrealista, la película comienza con las pilas bien cargadas, con un par de sorpresas y un ritmo endiablado para, más o menos a mitad de metraje, ir viniéndose abajo, empezar a desvariar más de la cuenta y terminar por perder todo, absolutamente todo el interés que había suscitado en el espectador.

Una pena, porque con un reparto que incluye a los ya mencionados Farrell, Rockwell, Harrelson más un Christopher Walken en un papel no menos importante que aquéllos, uno esperaba algo más de la historia. Pero no, lo que pudo ser una especie de Pulp Fiction (Quentin Tarantino – 1994), se queda simplemente en el intento.

Newman, Redford, “Raindrops Keep Fallin’ On My Head”… todo un clásico de George Roy Hill.

No se trata de un western al uso, ni mucho menos: tiene un encanto especial y un sentido del humor que no es muy habitual en este género. Ingeniosa buddy movie, sería igual de genial si estuviese ambientada en otra época y otro lugar ya que la clave de la historia está en la relación entre los protagonistas, dos forajidos, asaltantes y atracadores de bancos con un carisma enorme. Y es que no podía ser de otra manera si están interpretados por esta gran pareja de actores que después repetiría con el mismo director en El Golpe (“The Sting” – 1973), sin duda otra enorme película con la que también comparte el humor y el sarcasmo que impregna a estos personajes.

El western no es un género que me guste especialmente pero cuando se sale de los cánones habituales, como ocurre en este caso, tengo que reconocer que son películas muy entretenidas. Podría contar con los dedos de una mano las “pelis del oeste” que están entre mis películas favoritas y desde luego esta es una de ellas.

Versiones hay muchas acerca de la historia de los ladrones Butch Cassidy y The Sundance Kid. Puede que la narrada por esta película no sea la verdadera aunque según parece se acerca muchísimo a lo que de verdad les ocurrió. De hecho, la cinta popularizó la leyenda de estos dos iconos del lejano oeste, interpretada a su vez por dos iconos de Hollywood, ya que tanto Paul Newman como Robert Redford se encontraban en el mejor momento de sus carreras.

Por último, destacar que consiguió cuatro Oscars de un total de 7 nominaciones:

- Mejor Fotografía (Conrad L. Hall)

- Mejor Guión Original (William Goldman)

- Mejor Banda Sonora Original (Burt Bacharach)

- Mejor Canción (Burt Bacharach y Hal David)