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Argentina Argentina · Argentina
Críticas de Crotalus
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
9
27 de setiembre de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie que haya visto “El otro hermano” podrá olvidarla. Está lo más lejos que se puede estar del mainstream y a la vez es accesible a un público amplio, no es una obra elitista de cine de autor. Hay una historia que contar y Caetano lo hace sin transformar la intriga en acertijo y sin complicarla ni agregar personajes para que el espectador deposite su atención en entender la trama o decodificar un mensaje cifrado -como sucede cada vez más seguido en películas y series del este siglo XXI. Acá no, Caetano se la juega y nos juega limpio porque sabe lo que hace y hacia dónde va. No necesita distractores porque todo es impecable.
Sbaraglia llega en "El otro hermano" a lo más alto de su carrera. Tomó el desafío de encarnar a un ser de voz nasal, sonrisa amarronada y cínica y un espíritu oscuro que se esconde detrás de un lenguaje campechano, con gestos amplios, propios de quien se mueve con la confianza de la impunidad. La construcción por parte de Leo Sbaraglia del personaje de Duarte es extraordinaria, sobre todo porque la sostiene escena por escena de principio a fin y ni por un segundo escapa de sus ojos o su boca o su cuerpo el más mínimo atisbo de una humanidad menos lasciva.
Hendler también hace un buen trabajo, tiene un personaje que no se muestra del todo hasta que no termina la película. Es indiferente, neutro, acotado, nos resulta lejano, lo sospechamos carente de maldad, aunque no lo sabemos, puede sorprendernos en cualquier momento. Este es otro componente que aporta para que la tensión se mantenga desde el primero hasta el último minuto.
La sordidez de Duarte y de la historia encuentra su escenario perfecto en Lapachito, un pueblo del interior profundo de la Argentina, al que los autos del street view no le pasaron ni cerca, un pueblo olvidado, lleno de restos de chatarra,contenedor de restos vivientes de la última dictadura que encuentran allí refugio, lleno de impunidad, de crímenes que no salen en los noticieros de Capital Federal y que por lo tanto no existe para el gobierno ni para el Estado ni para el resto de los argentinos. Es el interior olvidado, el territorio sin país, donde todo es horrorosamente feo: las casas por fuera y sobre todo por dentro, el desorden, la mugre, las ropas viejas, un lugar tan marginal, tan abandonado que hasta parece que se desprendiera mal olor de la pantalla. La película nos muestra que hasta la muerte es allí un hecho deshumanizado que a nadie asombra, que a nadie importa, en una existencia casi animal que lucha por la supervivencia, como en el Far West, pero sin los códigos de honor sobre los que descansa la moral inequívoca de los westerns. Caetano es en esto un maestro que recuperó en esta película la relatividad moral que tan bien supo exponer en “Un oso rojo”.
A diferencia de la muy premiada “El ciudadano ilustre” donde los directores se burlan del atraso del interior argentino, “El otro hermano” es la contraparte que se impone como respuesta necesaria a aquella película tonta, es un cachetazo en plena cara al snobismo de las capitales que aplaude lo que considera de denuncia pero le queda cómodo. La incomodidad es el terreno de Caetano y haciendo una película como esta, aunque no se base en un hecho real, nos revela el mundo que a nadie le gusta ver.
Crotalus
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10
13 de mayo de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El señor Dante Lazarescu es un hombre de 63 años que vive solo y que padece dolencias físicas que le obligan a solicitar atención médica al caer la noche sobre Bucarest. Dada la evidente tendencia que el señor Lazarescu tiene por el alcohol, el espectador sospecha en un principio que sus síntomas son el resultado de esta costumbre. Hay también otros signos que parecerían reforzar esta idea: el desorden y la suciedad de su casa, su rostro ajado, sus gatos pulguientos y el ambiente de abandono que rodea su vida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Crotalus
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9
21 de junio de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Transcurrieron al menos doce años desde que vi por primera vez “Celebración”. Ayer lo hice nuevamente y comprobé la teoría (postulada por mí) que sostiene que a las películas buenas se las puede ver dos o más veces y disfrutarlas siempre (en la teoría, ampliada, ese número de veces es proporcional a las virtudes de la película; en el caso de “El Padrino”, por ejemplo, el número de veces tiende a infinito)
Celebración es, sobre todo, una película precisa. Es clarísimo que el director sabe a dónde va y lo logra. El tema central fue abordado en infinidad de películas y libros. Pero aquí se lo presenta trascendiendo a los hechos mismos, permitiéndonos dimensionar el efecto inexpugnable que la infancia tiene en la vida entera. Más allá de la perversidad de los hechos, la historia nos muestra cómo el desamor materno puede expresarse con silencio, negación e indiferencia; cómo el racismo y la segregación y el desprecio por la diferencia logran su punto más aberrante en la breve confesión del padre a Christian (“Era para lo único que servías”)
Todos los personajes son creíbles hasta la fibra más íntima y es sublime la interpretación de Paprika Steen en el personaje de Helene o la de Ulrich Thomsen (Christian)
La complejidad de cada uno de los personajes es inconmensurable, pero a la vez a ninguno de ellos le falta ni un ápice para estar definidos en forma plena, combinación ésta casi imposible de lograr, mucho menos en algo menos de dos horas.
Que la película es del movimiento Dogma, que no tiene música, que se filma cámara en mano son sólo detalles que aportan una estética nueva para los `90 y a la que hoy ya estamos acostumbrados. Podríamos definir a esta película con un oxímoron: “Es un clásico de vanguardia”, ya que su mayor virtud es que con una lógica innovadora alcanza el mérito de los grandes clásicos y así nos ofrece una mirada nueva y única frente a los tormentos universales del alma.
Crotalus
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10
31 de octubre de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la mejor serie que vi en mi vida.
Después de haber visto las cinco temporadas completas puedo asegurar que, tal como la rankean, B.B. va mejorando a medida que avanza, transformándose en una experiencia más adictiva que las metanfetaminas. Para quienes disponen de una temporada en DVD o en formato avi es casi imposible ver sólo un capítulo por día. Y esa adicción tiene, a mi entender, varias causas con efecto sinérgico.
El guión es sencillamente genial. Vince Gilligan debió haber trabajado muy arduamente para escribir una historia tan elaborada y a la vez tan accesible para el público en general. Tiene la estructura de la cebolla: uno puede quedarse con la imagen externa, que está muy bien, pero también hay capas y capas debajo de la superficie para ir quitando y analizando si uno lo desea, hasta llegar al corazón y encontrarnos con una obra que además de la intriga y la acción, nos muestra que el ser humano es siempre muy complejo, más allá de que cada uno sea capaz o no de darse cuenta de su propia complejidad. No hay personajes planos, todos cambian con el tiempo, como sucede en la vida real, y nos interesa lo que va a pasarle a cada uno de ellos a medida que los vamos conociendo, con una o más facetas que nos son familiares y absolutamente creíbles.
Tiene profundidad filosófica -y no estoy exagerando. Con una obra cuya trama se desarrolla en el mundo del narcotráfico llegaron a lograr, para quien sepa leerlo, una visión existencial frente al universal conflicto de la muerte, que ni aun muchísimas películas europeas de lo más aburridas y que se lo han propuesto han llegado a alcanzar.
W.W es un personaje único. No es mejor que Tony Soprano, pero a diferencia de él no se interesa por las mujeres de los prostíbulos, ni por otros placeres vulgares como la comida en exceso o el juego. W.W. hace negocios con la mafia pero desconoce el código de honor que se respeta en el submundo cuasi ideal de Vito Corleone. Walter no maneja los códigos mafiosos porque él pertenece al mundo académico, un mundo del que es sacado en forma abrupta por la sentencia de muerte de su enfermedad. Es sumamente inteligente pero no usa su inteligencia ni para destruir al mundo ni para salvarlo, sólo la usa para su propio placer sin ser por ello el típico nerd que deviene en asesino serial. Es un personaje sofisticado que no encaja en ningún estereotipo y por eso B.B. es tan impredecible como Game of Thrones, porque vamos conociendo a Walter, pero no tanto como creíamos y eso sucede desde el capítulo 1 hasta el final.
Hay que destacar también el talento de su elenco. Mis preferidos: Bryan Cranston (Walter, ofcors), Aaron Paul (Jesse) y Dean Norris (Hank). Incontables las escenas a rescatar en este sentido, pero como ejemplo, una: el momento en que Walter está dando clases y siente náuseas ¿cómo hace este Bryan Cranston para hacernos ver tan sutilmente que está conteniendo sus ganas de vomitar mientras les habla a los alumnos? Es para que los que estudian actuación la vean una y mil veces, como un simple ejercicio didáctico.
Otra clave de lo más acertada: no se dicen disparates científicos, no subestiman al espectador. Se tiene respeto por quien está al otro lado de la pantalla y eso se demuestra cuidando que todos los detalles que tienen que ver con la química están controlados al milímetro. (Al respecto una pequeña digresión: ¿alguien vio el trailer de la remake colombiana de B.B.? - http://www.youtube.com/watch?v=PoH2gu7snwc - ¡Dios mío! ¡Cómo se atreven! Ni siquiera un poco de respeto. Por supuesto, como lo dice la letra de esos contratos tienen que copiar el formato en forma exacta. Lo que no pudieron copiar, por razones obvias, es el idioma. Entonces le pusieron como título “Metástasis”. Yo me pregunto cuál metástasis porque W. sólo tiene cáncer de pulmón. Pero eso no es lo peor: todos hemos visto que en la presentación de B.B. los nombres de los actores y actrices, tienen cada tanto una letra o dos remarcada en color, con una mayúscula y rodeados por un recuadrito. Bueno, en la presentación del trailer colombiano también, sólo que las letras que remarcan son cualquier par de letras tomadas al azar. ¡No se dieron cuenta de que los recuadros simulaban los de la tabla periódica y que las letras eran símbolos químicos! Como si esto fuera poco, remarcan letras sin sentido dentro de palabras que sí contienen símbolos y algunos recuadros hasta incluyen un acento. Vergonzoso. Eso sí es subestimar al público. Deberían rescindirles el contrato por animales)
Las escenas de violencia tienen la carga justa y están filmadas al mejor estilo norteamericano. No nos dejan sabor a poco y a la vez queda fuera de campo aquello que resultaría desagradable ver. Un equilibrio perfecto.
No sé qué van inventar después de Breaking Bad los que escriben y hacen series. Es una vuelta de tuerca que no tiene retroceso, por compleja, por divertida, por inquietante. Por adictiva. Por todo eso uno quisiera que fuera interminable. Pero un día, muy a nuestro pesar llega el último capítulo y a partir de ahí entramos en período de abstinencia. Aunque pensándolo bien no estaría nada mal verla por segunda vez...
Crotalus
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9
9 de agosto de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo ser sincera: cuando terminé de ver “Sacrificio” no estaba segura de haberla entendido. Busqué entonces material para leer sobre ella y así disipé mis dudas y amplié la comprensión de la obra. Aunque es cierto que lo deseable es que una película pueda explicarse a sí misma, a veces, la complejidad de su construcción nos obliga a hacer un ejercicio de humildad y aceptar que no estamos del todo capacitados para juzgarla de inmediato. Cuando intenté leer “El Ser y la nada” y no lo entendí, no pensé que Sartre era un idiota y un pedante sino que a mí me faltaba formación. La humildad, a mi entender, es el paso primero e ineludible para acceder al conocimiento.
Hay un entorno, un clima y un devenir de los hechos en “Sacrifico” que nos sugieren que estamos frente a algo monumental aunque no podamos asirlo en un primer momento. Desde el existencialismo presente en los diálogos y la confusa naturaleza de la música, hasta la belleza inigualable de cada una de sus imágenes y la melancolía del paisaje marítimo, todo es subyugante. El entorno que rodea a los personajes en el interior de la casa, sus pisos de madera lustrada, las sábanas de un hilo tan pesado que puede palparse sobre la piel desde fuera de la pantalla, las puntillas, los floreros, los muebles de madera noble y el vestuario en algunos casos anacrónico remiten inevitablemente a “Fanny y Alexander”, aún antes de saber que en ambas películas trabajó la misma decoradora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Crotalus
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