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Críticas de Rex Mager
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
8
1 de marzo de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Vida oculta", la última producción de Terrence Malick, emana una fuerte personalidad, con una definición clara, cincelada en las últimas décadas... definitivamente una cinta de autor, de calmo desarrollo y extenso (casi 3 horas). Una historia sin concesiones, tales como “El irlandés” o “Érase una vez en Hollywood” (ambas dejadas de lado en las últimas y condescendientes premiaciones del Óscar), que ofrece una tercera cosmovisión referencial a tomar en cuenta para interpretar el cine estadounidense contemporáneo.

Quien escribe ha seguido con atención los filmes de Malick. Desde la (anti) bélica “La delgada línea roja”, pasando por las expansivas y salvajes imágenes de “El nuevo mundo” (su director de fotografía, Jörg Widmer, lo acompaña en este nuevo trabajo) hasta la consagrada “El árbol de la vida”, que marcó un hito en el estilo de Malick, manteniéndolo incólume hasta esta película.

Encontrarnos con una película con un argumento “lineal” y casi “convencional” resulta una absoluta sorpresa, si tomamos en cuenta los estándares que había manejado el propio Malick en su última trilogía “abstracta”, de contenido casi enigmático y abstruso (curiosamente disponible en la plataforma más popular del momento, Netflix) compuesta por el drama familiar (“To the wonder”, 2012), la soledad en medio de la muchedumbre (“Knight of cups”, 2015) y lo inconciliable dentro de las relaciones de pareja (“Song to song”, 2017).

La historia se centra en Franz Jägerstätter, una figura simple, serena y bucólica (de los preferidos de Malick) que rechaza el Anschluss para luego rehusarse al reclutamiento previo a la Segunda Guerra Mundial. Luego de sufrir un largo y tortuoso aprisionamiento, es ejecutado por el régimen nazi en 1943. Luego de cuarenta y tres años, el entonces Papa Benedicto XVI lo declara beato y mártir por su sacrificio y su rechazo a la violencia.

Al ser el caso más documentado de objeción de conciencia en el bando germano, esta historia pudo haber producido una cinta más mainstream (como la de Mel Gibson, “Hasta el último hombre”) o, por su connotación religiosa (Franz es un fervoroso católico) una cinta sensiblera, típica de Hallmark Channel. Sin embargo, Malick da un giro de tuerca y ofrece una obra que va más allá de lo acostumbrado: no obstante, ya no juega excesivamente con los alucinantes saltos temporales, para formar varios arcos narrativos basados en prolepsis y analepsis (como la famosa escena del “nacimiento de la compasión”, con los dinosaurios) ni las escenas oníricas (como la de Jessica Chastain levitando) que poblaron mucho “El árbol de la vida” y la trilogía mencionada.

Al enfocarse en la situación política de Austria y Alemania (ambas unidas en el Tercer Reich), Malick apuesta paradójicamente por un elenco germanoparlante. Sorprende gratamente el desempeño de August Diehl, como el protagonista principal: su papel se desprende ya del clásico y caricaturesco personaje nazi-siniestro de “Bastardos sin gloria” y “Aliados”. Entre los secundarios, destacan actores experimentados como el alemán Bruno Ganz (el recordado Führer en “El hundimiento”) y el sueco Michael Nyqvist (“Millennium”), ambos fallecidos, haciendo sus últimas apariciones en esta película.

Quien escribe puede asegurar lo gratificante que es disfrutar una obra de Malick en la sala de cine, donde su fotografía puede ser apreciada en todo su esplendor, aunque resulta también preocupante que no se haya estrenado en el 2019, que llegue con casi 3 meses de retraso y que esté encasillada en una sola red de cines, donde generalmente no se le dedica un espacio mucho más amplio que el que merece, ni horarios más cómodos.
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Rex Mager
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10
8 de agosto de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo podemos imaginar dos películas tan diferentes como "El lobo de Wall Street" y "Silencio"? La primera es gamberra, apabullante, impulsiva, terrenal, grosera, sexualizada, grotesca, satírica, con un terrible humor negro. Una radiografía de la decadencia bursátil y "emprendedora" de la potencial mundial de nuestros días. Jordan es el epítome de villano que no cree en nadie más que en sí mismo y sus vicios. Tiene sus acólitos, a los cuales arrastra a su espiral de corrupción y, al final, a la cárcel y la perdición.

Scorsese presenta aquí a sacerdotes (que bien pudieron ser de otra religión o demás, son alegorías) que se enfrentan a un bloque social que se vuelve una aplanadora compacta que los aplasta sin piedad. En Japón "no se puede sembrar nada". Pese a la buena voluntad, a su humildad, su desprendimiento, no pueden hacer nada. Al contrario, traen más sufrimiento, muerte, desesperación, crisis, dudas y la posterior "conversión".

Muchos dicen que es lenta... No es una película para pasar el rato. Son aquellas que te hacen pensar, sondear en lo más interno y clarificar las metas que tenemos. Más allá de ser religioso o no (eso es el marco escenográfico) ver silencio significa preguntarse si lo que hacemos tiene un propósito, si en verdad logramos cambiar en algo nuestra realidad, si en verdad hacemos felices a los demás. O todo lo contrario. ¿O somos, al final, como Jordan?
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Rex Mager
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7
17 de agosto de 2019
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el mundo musical, llegar a la sinfonía Nro. 9 ha afectado a muchos compositores (Schubert, Bruckner, Dvorak, Glazunov, Mahler, etc.) pero otros (bajo el espíritu de la insoportable levedad del ser) han buscado sacudirse esa pesada corona en su producción, haciendo algo divertido, irónico y aparentemente superficial (escuchen, en todo caso, la novena de Shostakovich).

Este podría ser el caso de la nueva y esperada película de Tarantino. Tras hacer tres películas arraigadas en conocidos y explorados contextos históricos (la Segunda Guerra Mundial, el sur esclavista, Estados Unidos posguerra civil) ahora nos traslada hacia un ambiente lúdico, despreocupado y psicodélico como fueron los últimos años de la década del sesenta.

Los que busquen al Tarantino transgresor de “Reservoir dogs” y “Pulp Fiction”, los que busquen la acción desmesurada de Kill Bill, se sentirán decepcionados, ya que es una película que gira en torno a la vida de actores, sus dobles y la vida dentro de las rutinas que en ese entonces imponía Hollywood. Aunque tiene ecos de sus últimas películas, como algunas escenas contemplativas de “Django”, el humor cáustico de “Bastardos sin gloria” y la parsimonia y extensos diálogos de su antecesora, “Los ocho más odiados”.

Por lo demás, el soundtrack, el vestuario y la aparición de varios secundarios (entre estos el gran Al Pacino) son de destacar. Todo un gran esfuerzo por recrear una década que ya se fue hace más de medio siglo y que no volverá en su real dimensión, así como el cine de Tarantino de los noventas.
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Rex Mager
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8
22 de noviembre de 2019
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Caracterizaciones graníticas, basadas en la larga y laureada experiencia de los protagonistas principales, empezando por la reunión, por vez primera en la filmografía de Scorsese, de Al Pacino y Robert de Niro: todos ellos ya bordeando los 80 años. Si bien los mencionados actores se juntaron anteriormente en cintas más comerciales y olvidables, ahora lideran una de las películas más esperadas del año, con un presupuesto millonario (brindado por la empresa y productora streaming más importante del planeta, Netflix). Así tenemos al hombre duro de la calle (De Niro), con su flemático, elegante (sin quitar lo avezado) compinche (Pesci) y al divo político envuelto en una serie de corruptelas y manejos turbios (Pacino), que opaca completamente (durante más de tres horas) al plantel de secundarios dentro de esta ambiciosa recreación del mundo gansteril.

Consciente de los cambios actuales que se experimenta a la hora de hacer y disfrutar el cine, Scorsese ha apostado (al igual que Cuarón con su “Roma”) por una película extensa, sin concesiones, combinando muchos estilos de sus últimas obras. Mucho se ha hablado de los retoques CGI de los actores (pese a las críticas, me parecen acertados y se adecúan a la acción, sobre todo con De Niro), de las explosivas declaraciones del propio Scorsese acerca de las películas de superhéroes (aunque menos contundente que González Iñárritu hace más de 5 años, al acusarlas de “genocidio cultural”), pero lo que queda claro es que “El irlandés” se erige como una de las últimas películas de autor, de cine puro y con una identidad forjada a lo largo de medio siglo.

Ya que se centra enteramente en la vida de un irlandés matón y mafioso, Frank Sheeran (aparentemente uno de los acusados de asesinar y hacer desaparecer al sindicalista Jimmy Hoffa), la película aglutina diferentes décadas, que sirven como capítulos casi separados de estilos y temáticas ya abordadas anteriormente. De esta manera, no nos sorprenden algunas secuencias contemplativas y reflexivas de “Silencio”, cómicas y verborreicas como “El lobo de Wall Street” y, por supuesto, los lazos de camaradería, corrupción y bajos fondos como en “Goodfellas” y “Casino”. Aunque ya no encontraremos la violencia trepidante de esas películas: los crímenes y asesinatos que aparecen en “El irlandés” son implacables, rápidos y fríos (sólo hay un amago de paliza con De Niro golpeando al dueño de una tienda, en aras de defender a su hija). En ese sentido, podríamos hablar de un “Goodfellas” crepuscular, más discreto y político.

El film comienza con un fuerte impulso y cierta comicidad. Casi todos los mafiosos que desfilan en la película aparecen con sus respectivos sobreimpresos, detallándose sus destinos fatales (asesinados, acribillados, etc.) casi de modo tarantinesco. Escuchamos los “Vitos” y los “Tonys” (sólo faltaba que mencionaran a Rocco). Los guiños a “Godfather” los vemos a lo largo y ancho de esta obra: desde que Pesci y De Niro cenan por primera vez juntos, hablando en italiano, con un fondo musical que parodia a Nino Rota; hasta el fotograma final, con la puerta entreabierta de la habitación de un abandonado y desconsolado Sheeran en vísperas navideñas, negándose a que le cierren la puerta.

Los planos secuencias son un claro homenaje a “Goodfellas”, pero aquí ya se nota la mano del responsable de la fotografía, el mexicano Rodrigo Prieto, encargado de esa área en dos películas con dos dinámicas muy diferentes: “El lobo de Wall Street” y “Silencio”, tanto así que se convierte en otro personaje cómplice que nos ayuda a brindar esos necesarios saltos temporales que ayudan a oxigenar un film tan largo, que incluso hace digerible la teoría conspirativa del clan Kennedy y su alianza con la mafia, que le urgía liberar a Cuba de los comunistas para retomar sus negocios. Precisamente cuando notamos la ausencia de esos flashbacks, la cinta comienza a flaquear, sobre todo las secuencias posteriores a la presentación mesiánica de Hoffa (con todo su poder político en su máximo esplendor), su caída y encierro en la cárcel. Cuando la narrativa se vuelve lineal, Scorsese se pone en “piloto automático” y se nota con claridad. ¿Sólo queda armarse de paciencia para llegar hasta el final o disfrutar (con cierta condescendencia) el recorrido de este viaje?
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Rex Mager
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6
29 de mayo de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inesperado ganador del Oscar por efectos especiales... Diálogos consistentes, escenarios naturales nórdicos impresionantes, que contrastan con lo aterrador que pueden ser las instalaciones del laboratorio.

Puede considerarse una nueva reflexión sobre la naturaleza (retorcida) humana vs. la inteligencia artificial, que toma conciencia rápida de sí misma, evoluciona y que sólo le queda un camino para seguir evolucionando: libertad.

Al ser pocos personajes, el guión puede profundizar ene ellos. Grata la aparición de Gleeson. Espero que a Isaac no se le encasille en ciertos personajes. Vikander angelical, aunque a veces aséptica y también corrosiva como el ácido más transparente.
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Rex Mager
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