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España España · Barcelona
Críticas de Adrián
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Críticas 45
Críticas ordenadas por utilidad
7
27 de setiembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya ha pasado un tiempo desde que Mads Mikkelsen nos deleitara con ‘Ártico’ y ‘Polar’, dos películas de producción decente y entretenimiento de nivel, aunque unas actuaciones por parte del actor que no lograban deleitar lo suficiente a los que nos quedamos maravillados con ‘Hannibal’.

Y siendo honestos Mikkelsen encabeza una buena serie de películas de bajo nivel, pero cuando se pone en manos de directores como Nicolas Winding Refn, Thomas Vinterberg o incluso Hideo Kojima (‘Death Stranding‘), el actor logra dar lo mejor de sí y desempeñar lo mejor de él.

Precisamente ha sido su regreso a los mandos de Thomas Vinterberg que Mikkelsen ha vuelto a brillar con su mejor estrella. Un reencuentro que no se daba desde que actor y director nos deleitaran con ‘La caza’ en 2012 para dejarnos otro drama puro lleno de soberbia y moral.

- Amigos, alcohol, y un experimento social

Mikkelsen se pone en la piel de Martin, un profesor de instituto con una vida monótona, aburrida y carente de emoción. Después de que en una reunión de padres y alumnos todos escatimaran contra él por su mal rendimiento y las bajas notas que pone, presionando por tres de sus compañeros de profesión los cuatro se embarcan en un experimento sociológico inspirado en una teoría del psiquiatra Finn Skårderud: mantener una tasa de alcohol en sangre del 0.5 te hace ser más creativo y estar relajado.

Vinterberg logra acompañarnos en su travesía social como si formáramos parte del experimento que nos propone: la película empieza lenta, pero una vez el grupo encauza su apasionado proyecto el interés por las vivencias de estos cuatro se dispara y consigue cautivarnos, manteniéndonos enganchados en todo momento. Y nos engaña, y tanto que lo hace. ‘Otra ronda’ está inteligentemente diseñada para hacernos creer en ella del mismo modo que Martin y sus amigos creen en ellos mismos, pero en el fondo no deja de ser todo una mentira piadosa con un destino evidente. O no tan evidente.

No son pocas las películas que intentan contarnos el drama tras el alcoholismo, los problemas que acarrean y todo lo malo que conlleva el exceso de alcohol. ‘Otra ronda’ en cambio rompe con lo estipulado y quiere ofrecernos una visión distinta sobre el consumo de alcohol desde un prisma más humano, natural, y centrado en la amistad como eje principal de todo. Por supuesto la cinta no olvida en ningún momento el deber moral y nos recuerda enfáticamente el daño que puede provocar la bebida. Pero sin olvidar tampoco las cosas buenas de la vida.

Otra capa más a añadir en el drama y que suele pasar desapercibida para el espectador es que también nos habla de una crisis, la crisis de la mediana edad, de hombres vacíos e invisibles en sus propias familias que intentan reconectar con su juventud a través de la embriaguez y el autoengaño.

Estamos por lo tanto ante un drama atípico que trata sobre el alcoholismo, la amistad y la vida universitaria, pero de un modo que no hayamos visto antes en ninguna otra cinta. El tono de humor apenas lo tiene y casi podríamos decir que a la película no acompaña la etiqueta «comedia» por ningún lado, pero la ausencia del mismo no la convierte de por sí en una película trágica y deprimente, más bien al contrario: las claves de humor las encontraremos en el estado de ánimo de los protagonistas de forma muy eficiente.

Pasando al apartado técnico, la construcción de los planos y de los escenarios es maravillosa, con un movimiento y desenfoque de la cámara que logra ser decisivo. Vinterberg expone una cinta de autor exquisita y que poco tiene que envidiar al cine comercial, y Mikkelsen nos deja un tesoro de actuación con un papel que le va como anillo al dedo.

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Adrián
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6
16 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jack Ryan ha sido versionado varias veces desde que Tom Clancy creara el personaje para sus novelas de espionaje e inteligencia militar tan populares. Probablemente muchos le conozcamos por la serie de videojuegos ambientados en el universo del escritor, desde ‘Splinter Cell‘ hasta ‘Ghost Recon‘, pero lo cierto es que el personaje ya se dejó ver en la gran pantalla mucho antes, concretamente, en ‘La caza del Octubre rojo‘ junto al reciente fallecido Sean Connery.

Por entonces Alec Baldwin se puso en la piel del carismático agente de la CIA y desde entonces el personaje ha vuelto a ser reinterpretado en numerosas ocasiones por distintos actores entre los que se encuentran Ben Affeck, Chris Pine y John Krasinski. Pero entre todas las adaptaciones que han habido del Tom Clancy destacamos una en particular que se distingue del resto, considerada una secuela canónica de ‘Octubre rojo’ pese al cambio de actor en la piel de Ryan, y que además cuenta con otra secuela más dando lugar a una trilogía. Sí, hablamos de ‘Juego de patriotas’, con Harrison Ford.

- Un thriller de espionaje a la americana

Jack Ryan es un agente retirado de la CIA con una vida tranquila junto a su esposa e hija. Durante unas vacaciones en Londres es testigo de un ataque terrorista perpetrado por el grupo IRA contra la Familia Real Británica, y el ex-agente siente el deber de interrumpir el ataque acabando con la vida de uno de los terroristas: una decisión que le costará una promesa de venganza de Sean Miller, uno de los autores del atentado, arrestado y condenado a prisión.

Clancy es muy conocido por su exquisito gusto por los sistemas avanzados de vigilancia, las armas de última generación y la alta tecnología. Esto en ‘Octubre rojo’ deja verse paulatinamente pero en ‘Juego de patriotas’ es más esporádico aunque también intenso. Hay algo de originalidad que involucra el uso de satélites para inspeccionar e investigar desde una simple oficina la actividad en campos de entrenamiento del Sáhara con el fin de localizar a unos terroristas prófugos. Y esto podría ser con diferencia una de las partes más intensas de toda la película, mostrándonos con que frialdad y silencio se perpetran los ataques militares a grandes distancias.

Por otra parte ‘Juego de patriotas’ reúne las mejores virtudes de dos géneros opuestos: el thriller y el espionaje. Sin pretender ser un apabullante blockbuster de acción y explosiones desproporcionadas, la película logra transmitir la misma clase de emoción que te eriza la piel con una trama de acción e infiltración, y alguna que otra escena de persecuciones realmente cargada de enormes tensiones, y no por lo visualmente excitante de su escenografía, sino por el drama que acontece a un desastre inminente.

Estamos sin duda ante una de las mejores versiones de Jack Ryan que se ha podido ver (con el permiso de John Krasinski), y una de las mejores adaptaciones que nos ha dejado Philip Noyce junto con ‘El americano imposible’. En el guión cuenta con un excelente Don Stewart, y la banda sonora corre a cargo de James Horner (‘Braveheart’, ‘Titanic’). Mención especial a Sean Bean en la piel de Sean Miller y la aparición estelar de dos actores magnánimos: Samuel L. Jackson y James Earl Jones, que ya repetiría también en ‘Octubre rojo’.

Como dato curioso, después de Han Solo, Indiana Jones y Rick Deckard, Jack Ryan es el cuarto personaje que Harrison Ford ha interpretado en más de una ocasión. Y años después volvería a enfrentarse con el IRA en ‘La sombra del diablo‘, una película sin ninguna conexión con el universo de Tom Clancy.

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Adrián
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7
16 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empezaré esta reseña rememorando ‘Fleabag’, una de las mejores series que he tenido el placer de ver. Escrita, dirigida y protagonizada por Phoebe Waller-Bridge, la actriz-directora inició de un modo espectacular su carrera creando un nuevo referente literario para televisión donde tratar temas de índole erótica desde la provocación y con un tono de tragicomedia bastante inusual.

En este aspecto ‘Pure’ y ‘Fleabag’ son dos producciones bastante afines, ya que van en la misma línea pero con caminos distintos. ‘Fleabag’ se sostiene en la comedia negra mientras que ‘Pure’ tira de un humor más apto para todos los públicos, pero llegando a ser igual de incómodo y fascinante. En el fondo ambas tratan un tema común desde un trastorno distinto, rompiendo ciertos estigmas sociales y descubriendo al espectador un problema adyacente y en ocasiones invisible para muchos.

Se trata de una adaptación televisiva del libro de mismo nombre escrito por Rose Cartwright, y dejando las apariencias a un lado, es mucho más que una serie sobre la perversión de una chica anodina de pensamientos indecentes.

- Cuando el TOC es de carácter sexual

La serie nos presenta a Marnie, una joven escocesa de 24 años que desde hace 3672 días sufre la obsesión de tener pensamientos intrusivos sexuales. Después de vivir una incómoda situación que acaba por romper del todo sus esquemas, decide marcharse a Londres para evadirse y empezar una vida londinense desde cero.

Más allá de adaptar una novela de Rose Cartwright (que a sí mismo la adapta de un artículo de The Guardian de la misma autora), ‘Pure’ expone la experiencia que la propia Cartwright ha vivido durante 15 años con su TOC particular: Marnie es una representación de Cartwright, y la historia que nos cuenta es una confesión abierta de la complicada vida de una persona con un trastorno difícil de comprender por muchas personas.

Para enfatizar en ello ‘Pure’ recurre con ingenio a la incomodidad del espectador mediante secuencias intercaladas y repentinas de situaciones variopintas y cargadas de contenido explícito. Entre medias se oye un comentario jocoso endulzado con sarcasmo para mitigar lo que acabamos de ver, el plato fuerte para hacer de esta serie una comedia brillante y provocativa sin necesidad de acudir al humor negro.

En este aspecto ‘Pure’ es más inocente que ‘Fleabag’ pero en el fondo juega en la misma liga. Sabe cuál es su historia y lo que nos quiere contar, y para ello han sabido dar con el tono adecuado en cada episodio. La representación desenfadada de las relaciones sociales trae un aire que recuerda bastante a otras producciones como ‘Love’ y ‘Master of None’, en ese aspecto ‘Pure’ se gana un hueco entre lo que me gusta catalogar como «series cotidianas»: situaciones sociales con las que cualquiera se identifica y plasmadas con absoluta naturalidad por parte de todo el reparto.

Y hablando del reparto veremos muchas caras poco conocidas empezando por la propia protagonista, quien da vida a Marnie y debuta con ‘Pure’, Charly Clive. Le sigue Niamh Algar que también se ha dejado ver en ‘Raised by Wolves’ y aparecerá en la próxima película de Guy Ritchie, y por otro lado tenemos también a Kiran Sonia Sawar y Anthony Welsh. Por último la estrella más destacada de esta producción, el «peaky blinder», Joe Cole, también conocido por su papel de Luke en ‘Skins’.

Con 6 episodios de 35 minutos ‘Pure’ es una excelente comedia dramática con facilidad para enganchar a cualquiera. Una producción morbosa pero capaz de evitar el humor fácil con diálogos frescos e inteligentes, construida sobre una base sólida y un concepto innovador bastante interesante.

Si hemos de buscarle una pega el único hándicap que podemos atribuirle es su corta duración: aunque tiene un final (más o menos) conclusivo se nota la puerta abierta a una segunda temporada, pero Channel 4 ha decidido no renovarla pese a la buena recepción de audiencia que ha tenido, una cosa rara.

Aun así se disfruta perfectamente y se complementa con la ya muy mencionada ‘Fleabag’ (insisto, son dos series maravillosas).

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Adrián
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7
13 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos conocemos a Mel Gibson por grandes papeles en películas como ‘Mad Max’ y ‘Arma letal’, pero el actor se suma también al compendio de actores cineastas que incluso han llegado a dirigirse a sí mismos, como Clint Eastwood y Ben Affleck. Hablamos de un talento innato y un dominio del cine casi perfecto, impoluto.

Sus inicios fueron tímidos y empezó como director con ‘El hombre sin rostro’, un drama fácil donde además de dirigir daba imagen al protagonista deforme. Justo después arrancaría la verdadera carrera del cineasta; dirigió y protagonizó ‘Braveheart’, una de las mayores películas de historia épica.

Si con ‘Braveheart’ creímos que el actor ya tocó techo estábamos equivocados, con la película Mel Gibson encontró las piezas exactas que tocar y lo que sería su cine más personal; películas inspiradas en acontecimientos históricos y cargadas de rigor y realismo. Por ello nos dejó ‘La pasión de Cristo’ y ‘Apocalypto’, dos películas donde el director no dudó en mostrarnos en lado más sangriento del ser humano, además de rodar ambas íntegramente en idiomas antiguos, como el arameo, el latín o el maya.

Tras ‘Apocalypto’ y 10 años sin volver a dirigir el cineasta nos sorprendía una vez más, esta vez con una historia basada en hechos reales transportándonos a la Segunda Guerra Mundial para contarnos la historia de un soldado que no creía en las armas.

Hablamos de ‘Hasta el último hombre’.

- El objetor de conciencia

‘Hasta el último hombre’ narra la historia de Desmond Doss, un joven aspirante a médico militar que siente la obligación de luchar por su país, pero sus propias convicciones y creencias personales le impiden ejercer la violencia.

A efectos prácticos, se podría decir que ‘Hasta el último hombre’ es casi una película biográfica, la cinta arranca con la infancia de Desmond y aquí conoceremos un poco sus orígenes, qué lo motiva, y su amor personal. La película se podría dividir perfectamente en tres actos; la vida personal de Desmond, su entrenamiento militar, y su enfrentamiento en Okinawa, Japón. De este modo Gibson sigue una estructura clásica para contarnos una historia bélica pero haciendo énfasis en el aspecto humano y emocional.

Pero Gibson y guerras sin algo de sangre no podía faltar, por supuesto. Si la tortura de Jesús en ‘La pasión de Cristo’ es cruda o el salvajismo de ‘Apocalypto’ es excesivamente violento, en ‘El último hombre’ la guerra es cruel, salvaje e incluso traumática. De la mejor forma posible el director logra plasmar todo lo malo de las guerras y poner en tela de juicio sus atrocidades recurriendo al humanismo del protagonismo.

Precisamente ese humanismo es el eje y el pilar de toda la película; Desmond Doss fue uno de los primeros objetores de conciencia del ejército de Estados Unidos. Su creencia en la no violencia podía suponer un dilema a la hora del enfrentamiento, pero su deber por para su país le impedía ignorar el hecho de que podía salvar vidas con sus propias manos e ímpetu.

Y es ese ímpetu lo que logra mover toda la cinta y darle emoción suficiente, Gibson hace un buen uso de él para dejarnos algunas de las escenas más impresionantes vistas en una cinta de guerra. Es más, el tercer acto de la película cuenta con un par de situaciones cargadas de tensión que nos recordarán bastante a ‘1917’.

Para el reparto Andrew Garfield encarna el papel de Doss en una actuación casi caricaturizada pero efectiva, y Teresa Palmer encarnando al amor de su vida. A la batalla le acompañarán Sam Worthington y Luke Bracey, mientras que en los secundarios encontramos actores de la talla de Vince Vaughn y Hugo Weaving haciendo su mejor papel.

‘Hasta el último hombre’ es, por ahora, la última película dirigida por Mel Gibson. El cineasta lleva años atravesando una temporada difícil, una de sus últimas películas ha resultado en desastre absoluto, y su popularidad en Estados Unidos no es precisamente positiva, en parte debido a múltiples escándalos sobre acusaciones de racismo, homofóbia y consumo de alcohol.

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Adrián
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8
31 de agosto de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
- Tradición y éxodo

Que sirva como advertencia; ‘El violinista en el tejado’ es densa, larga, y sus más de tres horas de duración pueden antojarse demasiado para algunos. Aún así no estamos ante un musical típico de la actualidad, si no más bien uno de corte clasicista.

La película arranca, como no, con una canción que nos presenta de manera casi entrañable a nuestro protagonista principal, quien rompiendo la cuarta pared nos habla sobre lo más importante de su pueblo; las tradiciones. Y es que básicamente toda la película gira en torno a ese tema, tanto en la importancia sobre la conservación de las tradiciones como de la necesidad de evolucionar y romper con ellas.

Pero antes de ahondar en temas espinosos hablemos del aspecto más fundamental de la película; su música. En este aspecto al tratarse de una película que bebe de un musical de Broadway de mismo nombre, el nivel de la banda sonora está lejos de ser simplemente básico, estamos ante un musical de verdad con todas las letras y probablemente uno de los mejores de su época, ya no del en general.

La película nos transporta a una ficticia aldea ucraniana llamada Anavetka en pleno 1905, donde conviven varios grupos sociales, mayormente judíos y ortodoxos. Conoceremos a Teyve, el lechero del pueblo y al que todo el mundo guarda un profundo respeto. A lo largo de la película Teyve rompe la cuarta pared para hablar ya sea con nosotros como con Dios para cuestionar la desdicha que le ha tocado; pobreza, un caballo cojo, cinco hijas y ni un solo varón.

Pero lejos de parecer un drama agridulce, ‘El violinista en el tejado’ es más bien una comedia, aunque amarga. No tardaremos en empatizar con Teyve pero sobretodo en ver gracia en él. Mediante clave de humor y música iremos conociendo su desgracia, así como la evolución de su dilema interno, pero sobretodo su evolución como persona y padre.

Teyve por supuesto no es el único personaje que conoceremos pero a efectos prácticos toda la historia trasciende a través de su vivencia. El planteamiento moral de las tradiciones y la evolución social no es el único problema con el que deberá lidiar el humilde lechero, sino también con el éxodo, la persecución de su pueblo, y la situación sociopolítica en la que se encuentran. ‘El violinista en el tejado’, siendo mucho más que un excelente musical y con un fuerte valor narrativo sobre las tradiciones, pone en contraste una realidad histórica a veces ignorada; la persecución racial.

- Naturalidad humana

‘El violinista en el tejado’ tiene algo que hoy en día ya no estila ni se ve mucho en el cine contemporáneo, y ese algo me recuerda bastante a películas como ‘El Padrino’. Todo su reparto es fantástico y desprende un talento espectacular, pero lo más maravilloso es la naturalidad en sus actuaciones. Hay familiaridad en ellos y poca intención de “comerse la pantalla”, lo cual al final acaba logrando que hasta se salgan de ella.

Probablemente el reparto más joven tienda a sobreactuar un poco, pero los más mayores, especialmente Chaim Topol (Teyve), logran que nos creamos sus personajes al completo. Destaca especialmente que la gran mayoría del reparto (o probablemente todo) es de origen hebreo.

Una de las escenas más maravillosas de toda la cinta, sin entrar en spoilers, se da en una fiesta que sucede a una tradicional boda judía. El despliegue de bailes, la música, todo el mundo celebrándolo, siempre siendo fiel a la tradición original, da lugar a una de las mejores partes de toda la película, donde todo es tan natural y real que parece un video casero, pero un video casero de calidad. El símil con ‘El Padrino’ lineas atrás no es baladí, al comienzo de la primera entrega de los Corleone vemos exactamente lo mismo; una boda de lo más familiar, clásica y europea.

A lo largo del resto de la cinta se dan más situaciones parecidas; vemos el Sabbath, la unión de un pueblo pequeño donde todo es noticia, el debate político y el menosprecio como respuesta, la ignorancia por incultura, las rencillas personales por cuestiones de orgullo… En definitiva, es una película que desprende cualidades humanas por todos los costados, y es fácil sentirse identificado o mínimo simpatizar independientemente de las creencias de cada uno. No se trata de película de religiosa ni tampoco un drama sobre el pueblo judío, pero si contiene mensajes potentes sobre ambos temas.

Si te gustan los musicales es una opción indispensable en tu lista de visionado personal. Si por el contrario los musicales no son lo tuyo no te preocupes, la película no abusa de las canciones, suelen ser relativamente cortas, y en algunos casos se usan de manera inteligente como parte del diálogo, que ni nos daremos cuenta de que estaremos atentos de la conversación mientras movemos un poco los pies al ritmo de la banda sonora.

Reseña original:
https://desophict.com/cine-y-tv/el-violinista-en-el-tejado/
Adrián
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