Me gustó mucho, la trama es compleja pero "cierra" perfectamente a medida en que se van aclarando los sucesos y sus protagonistas. Es un tanto truculenta y hay que aceptar algunas acciones de floja credibilidad, pero a quienes les interesen los policiales con suspenso y enigmas nos los debería defraudar. Es un poco larga pero se va haciendo llevadera a medida en que transcurren los capítulos.
Por otra parte, la fotografía y los paisajes son fabulosos.

Es una de esas series que seguramente no quedarán guardadas en tu mente, pero que mientras las miras te entretienen bastante.
El guión de la trama es llevadero y más o menos creíble, y el desenlace lo suficientemente coherente como para aceptarlo, aunque sea un tanto inverosímil. Tampoco es muy verosímil que los personajes hayan ocultado a su círculo íntimo cosas de su pasado de una manera tan eficaz que finalmente los sorprendan al develarse la verdad.
Como suele suceder en este tipo de filmes hay algunas historias paralelas prescindibles; como también una pareja de asesinos a sueldos totalmente extravagantes y de comportamientos absurdos que no se entiende qué hacen en una historia que intenta ser seria (estarían mucho mejor en un cómic).
El guión, con acertados flashbacks, muestra a los mismos personajes con unos 17 años de diferencia, pero ello no se advierte con facilidad porque: ¡están iguales!, ¿o es que solo yo envejezco?
En conclusión: es pasable, si no le pides demasiado, te satisfará.

Una serie que no pretende ser seria. Ya se vislumbra desde el inicio, cuando conocemos a los tres dispares protagonistas.
Si buscamos una clasificación de género diríamos que es un thriller más o menos tradicional, con pistas (de las verdaderas y de las falsas), sospechosos (casi todos, como corresponde en los pueblos pequeños), apariciones de nuevos personajes y de viejas historias, escenas con suspenso y un final a todo trapo que les gustará a algunos y a otros no tanto. (Ver spoiler). Si hasta hay una mención a la inmortal Agatha Christie.
Pero también es una suerte de comedia, pues el humor ─sutil o explícito─ está casi siempre presente: en hechos y dichos de los protagonistas, en situaciones imprevistas, en monjas ciertamente inusuales y en chistes pueblerinos.
Y también un poquitín de culebrón, aportado por padeceres personales, amores a veces correspondidos y otras no, parentescos impensados y, cómo no, un toquecito de lesbianismo.
Todo ello entretiene, y mucho, durante varios capítulos, pero mi atención fue decayendo al promediar el anteúltimo, cuando comienza el camino hacia su desenlace.
Sin embargo, la recomiendo.

Se trata de una serie que puede desorientar un poco, pues se inicia como una historia de espionaje en los finales de la Guerra Fría tomada con seriedad, pero luego va derivando hacia situaciones entre absurdas y disparatadas que nos van sorprendiendo y nos obligan a mirarla de una forma menos seria.

Ello no significa que carezca de capacidad para entretener al espectador, pues entre situaciones que aportan una pizca de intriga, otra de suspenso y una más de acción subyace un fondo con humor (en especial brindado por un torpe policía) y fantasías bien orquestados que causan el suficiente interés como para seguirla expectantes hasta el final, aunque para ello haya que disimular algunas inconsistencias de las que se les permiten a los héroes de ficción y de las que carecen las personas comunes (por ejemplo: disponer de dinero sin límites aunque no se sepa de donde provienen las fuentes; o sobrevivir a accidentes a todas luces fatales).

Creo que sobra una historia paralela inverosímil de un extravagante joven que nada aporta al tema central, y menos aún su esotérico cierre. Y también sobra la conclusión de otra con un final melodramático familiar que no condice con el resto de la serie.

En resumen: me entretuvo lo suficiente como para no reprochar demasiado lo que no me gustó.

Ya desde el inicio debemos ser cómplices de la trama para poder aceptar que un procesado pronuncie el alegato final por sí mismo, desechando los servicios de su abogado; poco creíble, sobre todo en el sistema procesal inglés, vastamente conocido a través de su cinematografía. Y, más raro aún, la manera en que lo hace: narrando todos los hechos desde el principio.

Pues sí, el protagonista es quien ─dirigiéndose al jurado─ nos narra la historia completa desde su atril de acusado de un crimen. Y si esto es bastante inverosímil, más lo serán algunas de las situaciones que se van dando para darle forma a tal historia, que no es demasiado interesante ni original.

Y, para mi gusto, mucho peor es la manera en que los guionistas decidieron el final con el que la concluyeron.