1 - Me ha parecido magistral un detalle del momento en que la madre se dispone a abandonar a su robotito en el bosque y ésta no se atreve a hablarle. El robot lanza preguntas aleatorias a intervalos fijos de tiempo, como si de un chat-bot se tratara. ¡A fin de cuentas, el niño no era una reproducción perfecta del ser humano!

2 - La parte final de la película es sin duda alguna un maravilloso ejercicio de imaginación y, sobre todo, de humildad hacia el ser humano. El mismo ser humano que en la película infravalora los robots como meras herramientas de usar y tirar, es el mismo ser humano que acaba por extinguirse a sí mismo. Se muestra un futuro en el que los propios robots creados por humanos han sabido reproducirse, evolucionar y adaptarse a un mundo hostil, pero desprovistos de los sentimientos que a nosotros nos destruirán como especie: avaricia, egoísmo, prepotencia... Unos robots en armonía con la naturaleza tratan al niño robot, ya obsoleto, como una preciada herramienta que les ha ayudado a dar un paso de gigante en su búsqueda del saber, en la búsqueda de sus raíces. Lejos de explotarlo como a un simple animal de granja, en agradecimiento le conceden el deseo por el que esperó siglos o milenios: volver a pasar una tarde con la mujer a quien estaba programado para amar.

Resulta que te tragas una temporada entera, que no es auto-contenida sino que es poco más que la introducción a una historia más grande. Acabó bien, en plan "ostras qué emoción, en la segunda temporada todo esto que se ha quedado abierto se va a desarrollar".

Pues resulta que hubo algunos problemillas contractuales con algunos actores de la primera temporada, que no renovaron para la segunda. ¿La solución? Romper con la trama argumental de la primera temporada y empezar una nueva trama que no tiene nada que ver, en plan: "las 10 horas de vida que has invertido en nuestra obra de ficción no sirven para nada, pero vamos a inventar una nueva trama para tenerte enganchado una temporada más y así ganar dinero a tu costa".

Pues miren, váyanse a tomar viento fresco, que al menos yo no soy un yonki adicto a vuestra basura.