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España España · El Bierzo
Críticas de Ambu
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
10
8 de setiembre de 2017
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Revisión del, probablemente, film fantástico que mayor impacto me produjo de jovenzuelo y aún ahora –no sé si solo por el cacareado efecto “nostalgia” o poco o nada tiene que ver eso- está ahí, en lo más alto de mi particular ranking del género. Y gozoso reencontrarse con él en estas épocas del año, imbuirse en las nieves y fríos vientos cortantes, mientras en el exterior el calor nos acosa. Era poco antes de las vacaciones escolares a principios de los 90, ya con calor, y al día siguiente todos la comentábamos en clase: “¿visteis esa peli? Acojonante (perdón la expresión, tal cual)…”. Siempre me ha parecido –incluso cuando era crío- un film basado en el suspense y la paranoia y, por eso, me sorprenden las extendidas opiniones, entre ciertos sectores, de ser una película “al servicio de repugnantes efectos especiales”, los cuales actúan en realidad de catarsis y cierre de cada bloque del film, siendo el monstruo descubierto, de un modo u otro, y por tanto verosímilmente queriendo escapar descubriéndose en todo su esplendor. Entiendo que para el que le disguste lo sangriento, no le guste el film, pero que sea una película “basada en el gore” es de una casi divertida exageración, pues objetivamente, dichas escenas con bicho (impactantes y alucinantes, sin duda) y el par de autopsias (necesarias para comprender a un mínimo nivel la naturaleza de la amenaza) son un reducido metraje entre largos bloques de misterio y tensión (quizá esa gente se dormía cada media hora y despertaba justo en el momento-monstruo). Pero vamos al asunto.
Un ente alienígena capaz de copiar exactamente a cualquier ser vivo que asimila, siembra el miedo entre los miembros de una estación antártica americana, aisladas las comunicaciones ante la llegada de una gran ventisca invernal. Soberbia adaptación de un relato largo (75 páginas) de John W. Campbell, “¿Quién anda ahí? - Who Goes There? (1938)”, obra ya de por si notable (adaptada vagamente en “El enigma de otro mundo” y un inocuo remake-precuela de 2011), casi un spin-off de “En las montañas de la locura” y sus Shoggoths de Lovecraft; que Carpenter y el guionista Bill Lancaster (hijo de Burt) consiguen sublimar el material de base, extremando la densa atmósfera de paranoia que envuelve a los personajes, la inventiva en las icónicas apariciones de la criatura, creando un nuevo primer bloque (todo lo del perro y la base noruega) y modificando otras cosas, como el final. Dicho sea, las alteraciones todas curiosamente para bien, puliendo aspectos (de las más de 30 personas de la base polar en el libro, se quedan en 12) y diversos largos discursos sobre la naturaleza y comportamiento del bicho, incluida su telepatía: que hubiera sido curioso de ver, aunque seguramente complicaría ya demasiado el juego de intrigas.
A través de la ajustadamente cruda fotografía de Dean Cundey -que irá oscureciéndose- y la grave y pesadillesca BSO de Morricone; asistimos a un impresionante (hipnótico, misterioso) ya mentado primer bloque, que a partir de la escena de la perrera, irá progresivamente torn(enturbi)ando la narración hacia un curioso y fascinante experimento narrativo: una fragmentación de escenas e información (increíbles elipsis) insondable aún viéndola hoy (que puede parecer en tender el film a lo arrítmico, pero que potencia el miedo, la confusión y desconfianza al cubo) y que asemeja un (sofisticadísimo) whodunit a lo Agatha Christie, pero sin una solución, sino varias posibles, mecanismo que a partir de la justamente famosa escena de la prueba de sangre, irá “abriéndose” para llegar al climax final. Última escena, de lúcido nihilismo, que a parte de las muchas teorías que despierta, no consigue disimular la realidad del único destino de los supervivientes. Aparte de Grandes Escenas, existen numerosos pequeños brillantes momentos que ayudan a compactar la atmósfera, inaprehensible inquietud y la moral que impregna la película: el perro observado despegar el helicóptero, deambulando por los pasillos hasta que encuentra a alguien solo (y fundido en negro … uf), el diálogo entre Blair y Clarke sobre los perros (otro uf), el terror de Fuch al apagarse las luces, una sombra cruza delante y él sale al exterior … a su destino (el que fuera), el rostro de Blair observando los datos en el ordenador y cogiendo casi al momento un arma (plan ya trazado), la escena Kurt Russell /grabadora, largo etc…
Destacar un elenco actoral, de personajes definidos desde el principio (estupenda presentación… brutal la de Kurt Russell ) por un simple comentario y/o gesto, rostros adustos que transmiten una eficaz, adecuada y progresiva pesadumbre. La dignidad de Garry, la creída sorna de Palmer, el inquietantemente distante Clarke… ; y se hacen dueños de la función: el alter ego del director, McReady (Kurt Russell), su “contrincante” Childs (Keith David) y el enigmático Blair (Wilford Brimley). No puede uno despedirse sin nombrar a Rob Bottin, cuyo increíble trabajo es ya legendario, siendo las escenas de la perrera (más que ayudado ahí por Stan Winston) y en especial, todo lo de la llamada escena “de la cabeza con patas”, de lo más alucinante en cuento a fx físicos que se ha hecho nunca y que apunta como ninguna otra escena a la angustia y corazón conceptual que maneja la peli: esos entes semi-humanos (cabezas, incluso pequeños brazos se vislumbran), el miedo a perder la humanidad, la personalidad y ser reducido a una caricatura (hablamos de ser “asaltado”, pero ser infectado y modificado lentamente, desde dentro es lo más terrible a imaginar).
Ambu
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6
8 de setiembre de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extrañísimo film independiente, con sonido pero sin diálogos (aunque voz en off) . Mezcla de noir y horror expresionista con mucha alegoría psicoanalítica (quizá demasiado obvia a veces) destacando sobre todo un sensacional comienzo, con la cámara de la negrura y las estrellas pasa a introducirse por la ventana del hotel hacia la cama de la dormida y sus pesadillas, y su posterior preparación para salir a las calles; y las visiones con gente de rostro en negro, sin facciones reconocibles. Pese a una voz en off que sobra y algún pasaje menos interesante (la algo alargada fiesta jazz hacia el final), interesante pieza de culto y bajo presupuesto, recomendable para degustadores de rarezas
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ambu
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8
8 de setiembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraño film fantástico que, a pesar de parecer un producto para tv, se las arregla para crear un clima realmente inquietante. Una chica desaparece misteriosamente mientras va del colegio a casa cruzando un bosque. A partir de esto seguimos la historia de otra chica y sus padres, y el destino poco halagüeño para uno de ellos. La historia es simple, centrada en apenas un par de situaciones, pero recuerda, ella y el tono y las sugerencias que se van deslizando, a las historias clásicas de Arthur Machen, en las que aparecen jovencitas introduciéndose en artes oscuras feericas. Pese a que el consenso general es destacar solo la (realmente alucinante) primera escena de la peli, en que... desaparece la chica, diciendo que el resto no está a la altura o no tiene interés alguno, a mi me encantó toda ella: el alargado e inquietante segmento central en la casa, de noche; y la parte final con el climax del "accidente", soberbiamente filmado y que hace palidecer a un "Destino Final". Lo que me gusta mucho es, que pese a que casi todo resulta claro (pese a la cantidad de gente que dice que no entiende la película), tanto en general como una ... SPOILER ABAJO ... la peli no explica absolutamente nada de forma verbal. En unos tiempos en que los directores sacan pizarras y los personajes explican porqué respiran cada vez, esto resulta de lo más estimulante de ver.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ambu
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9
8 de setiembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el clásico relato corto “La pata de mono” de W.W.Jacobs, unos padres utilizan un amuleto mágico “de los deseos”, para rogar por el regreso de entre los muertos de su hijo, fallecido en accidente (muchos recordarán un famoso episodio de “Los Simpson”, pata de mono incluida). En el comienzo de “Crímen en la noche”, escuchamos las plegarias de una madre para que su hijo Andy vuelva con vida de Vietnam, justo cuando las imágenes congelan el frame del instante de la muerte del muchacho (no hay talismán… ¿se supone algún influjo “mágico” por coincidencia temporal de ambas situaciones?); todo con fondo sonoro estridentemente sobrecogedor, no menos que el siguiente recorrido de… por supuesto, la vuelta a casa. La película sigue donde el relato se cortaba, de forma preventiva, ante el súbito terror que asaltaba a los padres.
De más evocador título original “Death Dream” (también “Dead of Night” y “The Night Andy Came Home”), este canadiense film es la Obra Maestra de Bob Clark y un más que posible, diré que seguro, título en mi Top Ten del género terrorífico. Aunque el film funciona primariamente como un drama muy oscuro y claustrofóbico, descripción de los escombros dejados por aquella guerra en la moral americana, la disolución del núcleo familiar: de una recuperada felicidad en principio, al progresivo enrarecimiento del ambiente en la casa, la madre en su obstinación seguirá sin “ver” nada, pero el padre empezará a no aguantar el extraño comportamiento del retornado; todo lo cual no es ni extraño ni spoiler que no acabe de forma halagüeña. Drama relatado de forma perfecta, que no es óbice para que el film (y gran virtud) funcione simultáneamente y de igual excelsa manera como turbio film de género: la atmósfera siniestra, desde el prodigioso arranque pasando por el ya “accidentado” viaje de regreso del chico; Andy inquietantemente sentado a oscuras, balanceándose en su mecedora; los arranques violentos (el perrito de la familia…), toda la extraordinaria secuencia del asesinato, “el doctor y la sangre” (muy similar a una del posterior “Martin”) o el climax final, que quizá se va una pizca de las manos, pero la terrible y demoledora resolución en el cementerio bien lo vale (maquillaje de un Tom Savini en su primer trabajo). Metáfora sobre las consecuencias internas USA de Vietnam y película psicológica de ¿zombi / vampiro? conviven con soltura.
La puesta en escena de Clark (que sorprenderá a quien solo conozca su “Porkys”) consigue una recargada atmósfera sombría (“sucia” fotografía, en un buen sentido), que -como se suele decir- casi se corta con un cuchillo, con un ajustado e intuitivo gusto por la planificación “ de lo siniestro”(que se estilizó más en el inmediato film de Clark: “Navidades Negras (1974)”); y el director también narra con fuerza el maltrecho estado, las latentes cuitas, de las relaciones personales de los habitantes de la casa familiar; y sirve con eficacia a un guión apoyado por un notable reparto, en especial John Marley y Lynn Carlin (los padres), conocidos ambos por el “Faces (1968)” de John Cassavetes; y buenos cumplidores Richard Backus como Andy y Anya Ormsby como su hermana. Uno de los films de horror con carga dramática más intensa (y malrollera). Clásico a recomendar y visionar de forma inexcusable.
Ambu
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10
8 de setiembre de 2017
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra Maestra de la perversidad sado-masoquista en el cine de terror y que puede formar espectacular pareja con la necrofilia de esa otra cima llamada “El horrible secreto del Dr. Hichcock” (1962, Riccardo Freda). Christopher Lee es un noble arrogante –primero vivo, luego como espectro- que utiliza un látigo para la excitación sexual, siendo su ¿víctima? una Daliah Lavi dando la talla bajo la sombra-recuerdo de Bárbara Steele. La película, al ser italiana (es decir, no cuadriculada) avanza la narración a golpe de sensaciones: el placer, el dolor y su recuerdo, poder y sumisión, horror y culpa; con un Mario Bava on fire, que al son de una música de ópera romántica, mueve la cámara elegante e incisivamente por la estancias de ese castillo al borde de un acantilado en la costa, y que usa - emergiendo de una densa penumbra general- unos arrebatadores, bien elegidos y colocados azules, verdes y rojos, que potencian la fuerza malsana del texto. Puro romanticismo negro gótico y alucinatorio. Imprescindible.
Ambu
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