Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de alegar373
<< 1 2 3 4 >>
Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
6
3 de abril de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ganador de un Oscar por Mejor guión original con ¡Olvídate de mí! Michel Gondry dirige este pseudodocumental sobre la adolescencia, o, mejor dicho, sobre el adolescente. El último día de clase de un instituto se convierte en la única trama que se desarrolla en la película, en una primera capa sólo son adolescentes de regreso a sus casas el último día de clase, con todo un verano por delante. Si rascas un poco más, aparecen las duras y forzadas relaciones entre hormona y hormona, gamberros y pringados, empollones y líderes; en definitiva, Gondry les hace vomitar todo lo bueno y todo lo horroroso de tener esa edad.

Y es vomitar, sí. Porque no hay ninguna delicadeza ni decoro en las actuaciones de ninguno, ni siquiera del equipo de fotografía o de guión. Es una película-documental basta, llana, con actuaciones que se dan día a día en todos los autobuses escolares del planeta y que bien podrías ver más tarde cuando cojas cualquier transporte público. Suponiendo que Gondry sea consciente de ello, sólo queda pensar que lo único que busca del espectador es que analice y reflexione sobre los comportamientos de su adolescencia, porque plasmar la incertidumbre social de ese momento es algo que hace fantásticamente el director francés.

Quizá sobrecargada de realismo y ausente de trama narrativa alguna, podría denominarse más bien como aquel experimento de diseccionar ranas del colegio: hay cierta curiosidad pero da un poco de miedo ver tan directamente lo que hay dentro.
alegar373
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4
24 de abril de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nouvelle vague rompió con las tradiciones técnicas y temáticas audiovisuales de la mano de Truffaut y otros muchos que abogaron, en los años 50 franceses, por la plena libertad de expresión. Algo así como una revolución. En Francia. Triunfaron, claro. El director y coguionista de Un été brûlant, Philipp Garrel, fue concebido cuando las ansias de libertad se estaban peleando, pero arrastra hasta hoy la ambición libre de contar el qué y el cómo a su manera. Los juicios, en libertad, son menos juicios.

Frédéric y Angèle viven en Roma: él es un pintor acomodado que vive la vida, ella es una actriz que empieza a darse a conocer en Italia. El artista invita a pasar unos días en su casa a su amigo francés Paul, que llega acompañado de su reciente conquista, Elisabeth. A pesar del planteamiento inicial, las parejas no se intercambiarán entre sí ni el sexo se interpondrá entre ellos. No es una de esas películas. Garrel quiere desentrañar las relaciones amorosas, el dolor de la posesión soñada y la mirada furtiva que se pierde entre la amistad.

El peligro de convertir a alguien en el único motivo para vivir, el miedo al vacío, el suicidio, el desengaño y los celos: las parejas según Garrel. Está bien explicado, se enmaraña pocas veces, aunque la espiral de recelo y odio-amor es demasiado larga para una intensidad tan fuerte como pretende transmitir. La fotografía logra hacer esperar al espectador, dejar que los planos descansen y que la mirada se limpie. Sin embargo, eso hace que muchas escenas sean prescindibles y algunos minutos coleen sin demasiado sentido.

La historia transcurre apta aunque monótona, pero lo estético no es el punto fuerte cuando todos los actores lucen un pelo demasiado descuidado y un maquillaje sucio, cansado, que desmerece las sensaciones para caer en lo común mientras quiere ser especial. Las pretensiones de gozar de una Monica Bellucci ya entrada en cierta edad que poco le favorece se encuentran con la genial actuación de Louis Garrel (Soñadores), hijo del director, que convence una mirada intensa que siempre encuentra una caída de párpados perfecta para cada toma.
alegar373
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
24 de abril de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde El Indomable Will Hunting (1997) Gus Van Sant ha pasado casi desapercibido para el gran público. Ahora vuelve junto a ese actor protagonista que le hizo grande, Matt Damon, en una historia coescrita por éste y John Krasinski (The Office), ambos dos principales del filme. Con un tema polémico en el medio ambiente como es el fracking (método de perforación de la tierra para la extracción de gas que se realiza con productos químicos contaminantes), Van Sant plantea un arco de guión típico, sin sorpresas, pero aceptable, al menos, por la crítica que subyace a las grandes multinacionales frente a la destrucción del paisaje.

Steve (Matt Damon) y Sue (Frances McDormand, Fargo) trabajan para una gran compañía extractora de gas en Estados Unidos. Su objetivo es convencer a los dueños de las tierras -generalmente granjas- en las que la empresa está interesada en taladrar para conseguir sus derechos a cambio de una gran suma de dinero para los campesinos, aunque ínfima comparada con las ganancias que aportará a la susodicha empresa. En un pequeño pueblo agrícola, cuando parece que van a lograr la autorización de todos los habitantes para llevar a cabo el fracking, aparece un ecologista cabreado (John Krasinski) que les dificultará su labor, por lo que su estancia allí se alargará más de lo previsto.

Una pareja protagonista que convence más de lo que parece y se gana la confianza del público a pesar de pertenecer al lado oscuro es ya un paso sobre firme. McDormand y Damon saben hacerse querer, mientras que John Krasinski prometía alguna carcajada más que no llega nunca. Detrás de ese trío protagonista, las interpretaciones de los secundarios que habitan el pueblo rozan en ciertos momentos la parodia del mundo rural, acariciando la exageración en lo palurdo más obvio.

La fotografía abraza la naturaleza con su calidez, y, aunque el primer time lapse resulte del agrado del espectador, el tercero cansa y logra elevarse como un recurso demasiado mañido para ahorrar trama y fotogramas. La producción de la mano de Van Sant y Damon evidencia su buena relación, a pesar de que e resultado no es original. El guión está resuelto de una forma tan típica y llana que decepciona la última media hora, a pesar de tener un giro eficaz que eleva las expectativas anteriormente. Quizá humaniza demasiado al vendedor toxico: un cierre más potente y fuerte era necesario para la humildad del espectador se reapuntale después de tal perforación.
alegar373
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
24 de abril de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La infancia y los conflictos que se producen durante ese mágico proceso de crecimiento y maduración son difíciles de tratar. Los malos episodios vividos por un niño pueden conllevar un trauma de por vida. Saber llevarlos es importante, para padres, madres y jóvenes. He aquí una clase maestra de Boudewijn Koole, seleccionada en la carrera hacia los Oscar pasados como representante de los Países Bajos y proyectada en más de 20 festivales por todo el mundo. Los adultos quieren aprender.

Jojo tiene una situación familiar complicada: vive con su padre, marcado por la ausencia de su pareja y madre del niño. Con mucha ira reprimida por parte del adulto, Jojo se encuentra solo muchas horas al día y sólo su madre le escucha por teléfono. Un día, caminando por el bosque, se encontrará con una cría de grajo, un pájaro que se convertirá en su cura para la soledad y en la principal causa de su sonrisa.

El cortometrajista y documentalista Koole retrata lo mejor y lo peor de ser un niño, la indefensión y la frustración de no asumir los hechos conjugadas con la energía de los 10 años. La mágica fotografía de Daniël Bouquet logra abrazar todas estas sensaciones con una calidez que los agrava en la eternidad o los hace etéreos en la proximidad más abstracta.

Con una interpretación majestuosamente agresiva de Jojo, el actor Rick Lens asusta y encandila a partes iguales en el que es su primer papel protagonista. Acompañado de Susan Radder -otra niña que mezcla a una infantil Scarlett Johansson con la mirada de Kristen Stewart- realizan el mayor trabajo de toda la película: atrapar al espectador, hacerle retroceder en el tiempo y volver a hacerle sufrir como un adulto mientras juega como un niño, en la catarsis del primer vuelo de un grajo.
alegar373
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
17 de marzo de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Martin McDonagh -guionista y director- lo ha vuelto a hacer. Sin medida y sin vergüenza, con más canalladas y con más sangre. Pero siempre a su manera, sin preocuparle mucho qué pensaran algunos espectadores al ver esto. Porque lo importante es poder montarse esta simpática paranoia como guión y envolverlo para darle vuelta tras vuelta sobre sí mismo: enrollado y con el lazo del metalenguaje como etiqueta.

Ésta es una historia dentro de otra historia dentro de la historia real. McDonagh hace un guiño aquí a su propio trabajo como guionista del filme, insinuando una posible inspiración autobiográfica para el personaje de Colin Farrell, un guionista desesperado por terminar su trabajo en el que lleva inmerso mucho tiempo. Bloqueado y con una única idea clara para su guión -la de que sean siete psicópatas quienes protagonicen su historia-, pide consejo a su amigo (Sam Rockwell), que está inmerso en un negocio de secuestro de caninos junto a Christopher Walken. Este trío de ases tendrá que terminar el guión y solucionar los problemas con un mafioso por la desaparición de su perro.

La chispa de la película reside en que es el propio Farrell quien va escribiendo la misma película final o a la inversa: son los propios acontecimientos los que iluminan su imaginación y decide volcar en su trabajo. Con un hilarante y bien nutrido triángulo de protagonistas al que hay que sumarle unos secundarios que bien se merecían un papel principal (Woody Harrelson, Tom Waits, Abbie Cornish), McDonagh logra las mejores muecas y sinceridad de sus personajes, a veces desalmados, a veces demasiado sentimentales, para el mundo en que les obliga a moverse. Armas, mafias, psicópatas y muy pocas mujeres (que “siempre acaban muertas”, a diferencia de los animales) vistos desde el humor negro pero bondadoso, psicótico pero racional, de trastornados más lúcidos que locos.

Colin Farrell, que ya coincidió y dio lo mejor de sí mismo -otra vez- con McDonagh en Escondidos en Brujas junto a Brendan Gleeson, repite con gusto. Para este escritor de obras teatrales -el anglosajón más representado en Estados Unidos después de Shakespeare- lograr un guión con tanta naturalidad y sin remordimientos en la gran pantalla resulta fácil. Con desparpajo y sorpresa presenta ésta, su segunda película, en medio de ovaciones y fans ansiosos por ver la segunda del genio que lleva las tablas al cine, e incluso se atrevió con un mediometraje, Six Shooter, también con Gleeson.

- See more at: http://cintasperdidas.com/siete-psicopatas-comedia-del-metaguionista/#sthash.UGjjo4kU.dpuf
alegar373
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow