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España España · Palma de Mallorca
Críticas de Robert Denigro
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Críticas 224
Críticas ordenadas por utilidad
8
25 de enero de 2024
61 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay algo muy contradictorio en el nazismo. Su oscura mecánica de muerte pretendía construir una sociedad luminosa. Los nazis no eran bárbaros sino que defendían la ciencia y la razón. Resulta incomprensible que el mayor genocidio de la historia se perpetrara desde el imperativo de la civilización. Por eso muchos pensadores siguen buscando respuesta a semejante aberración. El filósofo Theodor Adorno y la escuela de Fráncfort investigaron a fondo las causas del Holocausto. La herida fue tan profunda que algunas corrientes sionistas consideran, todavía hoy, que no se puede hablar del Holocausto. Una especie de respetuoso tabú destinado a sacralizar el trauma. Porque intentar explicar semejante atrocidad es imposible.

La grandeza de “La zona de interés” es precisamente este cuestionamiento ético sobre la forma de abordar un asunto tan sensible. La película, basada en la novela de Martin Amis, narra el día a día del coronel Rudolph Hoos durante su jefatura en el campo de exterminio de Auschwitz. Pero la película no muestra el Holocausto sino la vida de la familia Hoos en la villa que ocupaban a escasos metros del campo. El director Jonathan Glazer cancela la representación del Holocausto al tiempo que dirige la mirada del espectador hacia lo anodino. La cámara de Glazer acompaña los movimientos de la familia Hoss dentro de la casa. Vemos a la familia reunida para desayunar, a los niños jugar en su habitación o al matrimonio paseando entre los rosales del jardín. La vida es perfecta en el lado bueno del muro.

La pantalla queda dominada por la banalidad doméstica y el horror queda en el fuera de campo. En la película no aparece ningún nazi malvado ejecutando reclusos, ni judíos esqueléticos hacinados en sus barracones. “La zona de interés” evita el emocionalismo exagerado de las películas sobre campos de concentración, pero provoca un malestar aséptico. No podemos ver el Holocausto pero podemos sentir su presencia al igual que escuchamos el susurro siniestro de la valla electrificada. En algunas escenas las chimeneas de los crematorios asoman al fondo del plano. También los gritos de los reclusos rebasan los muros.

El debate moral ya no apunta al Holocausto sino a su representación. El acierto de Jonathan Glazer es contar las cosas sin contarlas. El Holocausto cobra más fuerza precisamente porque no se ve. Una ausencia que instala la culpa en la conciencia del espectador. Todos sabemos lo que ocurre al otro lado del muro, pero como estamos en el lado bueno es muy cómodo mirar para otro lado. A la familia Hoss le ocurría lo mismo.
Robert Denigro
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3
30 de mayo de 2023
48 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un cortometraje da para poco. Es un formato que exige capacidad de síntesis. Almodóvar intenta lo imposible, reduciendo a treinta minutos una turbulenta pasión cuyo origen parece venir de lejos. El relato está narrado con ritmo demorado y densidad de telenovela, el problema es que no hay tiempo. En resumen: que cuando la película está empezando, termina.

Queda por aclarar la gran incógnita: ¿por qué un western? El romance homosexual entre Ethan Hawke y Pedro Pascal hubiera podido ocurrir en cualquier época. Ubicar la historia en un western tiene como objetivo boicotear la masculinidad desde el interior de su género más célebre. Hay que reconocer el sentido del humor del director con momentos que fracturan la puesta en escena clásica del western. Sin ir más lejos la charla entre los dos rudos pistoleros plegando sábanas, doblando colchas y haciendo la cama. Por no hablar del homenaje a Pasolini cámara en mano, bota de vino y bacanal.

Otra incógnita a nivel personal: ¿en pleno siglo XXI todavía es necesario hablar de homosexualidad reprimida? Es curiosa la evolución de Pedro Almodóvar que empezó hace décadas con un cine homosexual absolutamente liberado, lleno de prostitutas descaradas, yonquis enrollados y maricones alegres. En fin, un cine desprejuiciado y gamberro que con el tiempo se ha cargado de drama, culpa y una solemnidad un poco plomiza. Extraña forma de vida.
Robert Denigro
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5
26 de febrero de 2023
45 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Irati" tiene tantos claroscuros como la propia Edad Media. Es de agradecer el atrevimiento del director para meterle mano al género de espada y brujería, un terreno poco explorado por el cine español. "Irati" goza de una producción técnica impecable. Una fotografía a la altura de las producciones de Ridley Scott, un sonido apabullante y unos efectos visuales de un realismo sobresaliente. Pero algo en la película va mal desde el principio.

En especial una historia más preocupada por el efectismo visual que por la coherencia narrativa. El resultado es rígido y pretenciosamente solemne. La dirección de actores es un desastre y pese a la belleza de los bosques lo que ocurre en ellos parece impostado. Los efectos de sonido son desmesurados, al igual que los efectos a cámara lenta y los agotadores cantos mágicos de la banda sonora. Nada en "Irati" queda muy claro salvo los esfuerzos de Paul Urkijo por estar a la altura de referentes actuales como "El hombre del norte". En su búsqueda de trascendencia mística y de las raíces del folclore espiritual vasco el director se olvida de lo más importante: saber contar una historia.

Como detalle culinario no puedo dejar de mencionar la tenaz promoción que el popular cocinero Karlos Arguiñano está haciendo de la película en su programa de televisión. "Irati" sale a relucir en cada una de sus recetas porque su productora "Bainet Zinema" es el perejil de todo este asunto.
Robert Denigro
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El limpiaparabrisas (C)
CortometrajeAnimación
Estados Unidos2021
7,0
2.962
Animación
6
28 de marzo de 2022
42 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El limpiaparabrisas" acaba de recibir hoy mismo el Oscar al mejor corto de animación. Una gran noticia para el cine español y para Alberto Mielgo, quien lleva mucho oficio a sus espaldas trabajando en animación.

"El limpiaparabrisas" es un corto de factura técnica impecable, de texturas vanguardistas muy similares a la digitalización de imagen real de "Scanner Darkly" de Linklater. Sin embargo el argumento presenta una historia cuya pretensión poética tiende de forma inevitable a la sensiblería. Su tono de proverbio oriental y esa pregunta en el aire sobre qué es el amor recuerda demasiado a la pregunta de aquel anuncio de compresas: "¿a qué huelen las nubes?". "El limpiaparabrisas" busca la emotividad globalizante del manual de autoayuda, en una historia coral cuya fragmentación nos devuelve de nuevo a Isabel Coixet en "Cosas que nunca te dije".

Enhorabuena a RTVE que tuvo el acierto de emitir el corto en su programa "Versión Española", con conexión desde Los Ángeles con el propio Mielgo, ilusionado y nervioso horas antes de la entrega de los premios Oscar.
Robert Denigro
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6
29 de mayo de 2021
37 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Despierta la Furia" demuestra que la cabeza cúbica de Jason Statham puede ser tan americana como la de Bruce Willis. De hecho es un cráneo de diseño mejorado, un ariete de geometría letal que reparte estopa sin la necesidad de los chistes fáciles de "La jungla de cristal".

Guy Ritchie abandona su londinense zona de confort para rodar en Estados Unidos, liberando su película de cualquier vestigio británico. El director construye un "neo-noir" genuinamente americano, sin ninguna concesión al humor y con unos diálogos más limitados que la charla entre dos neardenthales. Jason Statham, habitual secundario de las películas de Ritchie, conquista merecidamente el papel protagonista. Un héroe oscuro, de pasado torturado que nos devuelve a los vaqueros solitarios del primer Clint Eastwood o al aterrador Kaiser Soze de "Sospechosos Habituales".

La película no aspira a la originalidad. Ritchie se reafirma en el cine negro como su espacio natural y recupera tópicos del género como el vengador implacable o el socorrido robo al furgón blindado. Se echa en falta la ironía británica y el sarcasmo canalla de "Lock and Stock" que, en esta ocasión, desaparecen bajo el peso de la testosterona yankee, una maquinaria rocosa pero de pocos matices. Statham, expeditivo, hace lo único que sabe, y tras él todos los personajes parecen servir mecánicamente al engranaje narrativo de trazo grueso.

Nadie como Michael Mann para retratar la jungla urbana de Los Ángeles. La sombra del maestro es alargada pero sus planos cenitales son para Ritchie una poética inalcanzable. Si tengo que elegir atracos de precisión militar en la avenida Figueroa me quedo con "Heat" y la reciente "Juego de ladrones".
Robert Denigro
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