Incomprensible que un período tan amplio como la Guerra Fría esté condensada en sólo seis episodios. La parte que se lleva más protagonismo es la guerra de Vietnam, pasando muy de pasada por otros acontecimientos tan importantes o más.

Regular, las anteriores entregas están mucho mejor.

Un abanico social amplio es el que muestra Juan Diego Botto con su película. Todo sin sobresaltos, sin forzar con sentimentalismo barato un guión que juega a las coincidencias de personajes en planos donde van entrando y saliendo. Cámara en mano el director sigue a los protagonistas, no tanto para remover conciencias, como para dar testimonio de unas situaciones reales que nos rodean aunque no queramos verlo. Buenas actuaciones, desoladoras en su verismo y muy convincentes en su mensaje.

Una película modesta en su planteamiento, pero muy grande en su alcance emocional. Una reflexión sobre muchos temas, sobre todo la familia y el papel social que cumple, y la importancia que tiene al configurar a los individuos más allá de los lazos de sangre. Una pequeña obra maestra que sorprende a todo el que se acerca a ella.

David Cronenberg nos descoloca, como siempre, con esta su nueva película. Una teorización sobre muchos aspectos (el arte, la tecnología, el sexo, etc.) del ser humano y los desafíos que plantea el futuro. Una visión, entre pesimista y esperanzadora, que supondrá una transformación del hombre y su concepto de vida. Llena de algunas imágenes fascinantes, también es verdad que puede ser muy difícil de aguantar en algunos pasajes y diálogos, aunque en otros ejerce una crítica acerada a muchas obsesiones de la sociedad actual y su obsesivo culto al cuerpo.

Buena película de John Ford, muy desapercibida entre la maestría de su filmografía pero que condensa todo ese espíritu guiado por Dios que inspira la cinematografía del Oeste de este cineasta. Una vez más, la puesta en escena de Ford es acertadísima, muy bien montada y fotografiada, captando los paisajes para convertirlos en un personaje más. A la sencillez de su argumento, se le suma por el contrario la complejidad de unos personajes que Ford sabe tratar con respeto y cierto aprecio también. Un Western casi religioso que supone un retrato de una época idealizada pero no menos fascinante, al menos para John Ford.

Todo un clásico.