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España España · Sunset Boulevard
Críticas de Cineaste
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Críticas 125
Críticas ordenadas por utilidad
5
27 de setiembre de 2017
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Mi primera aproximación al cine macedonio se produce con “Amok”, la ópera prima de Vardan Tozija, uno de esos directores que emergen desde una Europa balcánica que aún resiste el pulso a las escasas pretensiones económicas dedicadas a un séptimo arte denostado, que siempre ha manifestado mayor preocupación por la producción de documentales que expongan la puberta imagen de un estado que saborea su independencia desde 1991.

Utilizando el mismo esquema que otros colegas compatriotas, el director muestra las inquietudes que referencian su cine patrio. Hablamos de un arte entregado a mostrar los problemas sociales que asolan a una población que, aún en pleno desarrollo personal, se preocupa especialmente por las dificultades a las que se ven expuestos sus estratos más juveniles. De este modo, “Amok” narra la historia de dos jóvenes (Philip y Craw), desestructurados sin hogar que recaen en un centro de adopción juvenil, lugar donde se desarrollará el núcleo principal de la historia. Allí se unirán a otros chicos que viven una situación similar, surgidos de un mundo de violencia y egoísmo en el que deben de luchar por sobrevivir. Con la ayuda de un profesor del orfanato, el señor Goran, tratarán de hacer frente a la corrupción política, periodística, institucional, policial y callejera que continuamente maltrata sus insustanciales vidas.

De la misma manera que el cine kinki o producciones del estilo de “7 vírgenes” (Alberto Rodríguez, 2005) o “Barrio” (Fernando León de Araona, 1998) hicieron aparición en España, la cinta de Tozija refleja la vida de conflictivos adolescentes que asoman de forma paralela en la Macedonia de años posteriores, aprovechando una factura técnica de mayor calidad teniendo en cuenta la coyuntura temporal que les conduce a la gran pantalla. Y es que la película no escasea en valor técnico, sus interpretaciones rayan a gran altura y su dirección es más que correcta, además de contar con una excelente y pegadiza banda sonora que solo peca de intermitente. Sin embargo, el problema reside en la falta de credibilidad de un largometraje sin fuerza estructural, que no tiene claro el objetivo de lo que quiere contar. Quizás sea porque simplemente, no tiene la necesidad de llegar a ningún punto y solo quiere transmitir el poso de un problema cíclico sin solución, a través del cual, hay personas con la imposibilidad de pertenecer a otro status social, sintiendo que no tienen nada que perder en la búsqueda de una oportunidad que la vida y la sociedad les niega, condenados a refugiarse en su propio mundo de rebeldía sin causa.
Cineaste
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7
25 de setiembre de 2017
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“El Ángel azul” es una historia que Josef von Sternberg adapta al cine a partir de la novela “Profesor Unrath” de Heinrich Mann, en un inevitable contexto histórico alemán de tendencia derrotista invadida por el pesimismo existencial, el último intento expresionista de un director que terminaría haciendo las Américas.

En este largometraje encontramos dos partes claramente diferenciadas: una primera a modo de introducción poco explicativa e innecesariamente larga, donde la falta de ritmo nos impide adentrarnos en las emociones personales. Sin embargo, una segunda parte más inspirada, muestra el declive de dos mundos antagónicos encarnados en el alma de los principales protagonistas que mezclan peor que el agua y el aceite: Lola es el aire fresco, la vía de escape hacia un mundo oscuro y lujurioso para un hombre demasiado aferrado a la seriedad rutinaria, sacado de contexto al punto de convertirse en el Peter Coyote de Lunas de Hiel.

La cinta está dotada de una gran técnica, grandes vestuarios y una dirección que recrea una ambientación que comulga perfectamente con los diferentes estados de ánimo que genera la trama y que nos muestra, en este siniestro universo humanístico, el nacimiento de una estrella: Marlene Dietrich, nuestro nuevo ángel…o demonio.
Cineaste
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7
18 de setiembre de 2017
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"El maquinista de La General" es uno de esos grandes clásicos que quedarán para la historia de un cine americano que surgía con fuerza y pasión en un período de bonanza económica antes del crack del 29, con películas que rivalizaban con el expresionismo alemán ofreciendo una visión entretenida y cómica del séptimo arte. Entre los grandes referentes de la época, encontramos a un Buster Keaton que se abrió paso en la industria hasta el punto de poder producir, dirigir y actuar en sus propias películas.

Observamos un cine bastante dinámico, más incluso que el ofrecido por Chaplin, donde Keaton demuestra una gran capacidad de rodaje. Filmando con gran pericia a "pecho descubierto", sin trampa ni cartón, ni bajo efectos o artimañas alimentadas por el montaje o el blanco y negro, acompasa la proyección de una banda sonora que juega un papel crucial en lo vigoroso de la cinta. Destaca su propia actuación así como el gran papel que desempeña Marion Mack (en la única aparición de esta mujer en el cine), y, por encima de todo, nos quedamos maravillados por el gran uso de extas, decorados, movimientos de multitudes, encuadres paisajísticos y efectos como la caída del tren al río que supusieron una impresionante innovación para el futuro del cine.

Además, hablamos de una película histórica que tiene un argumento histórico, una gran historia de amor, de aventuras al más puro estilo americano, con un héroe antagonista torpe y azaroso que hará las delicias de los espectadores...tanto de aquellos que son amantes de los viejos clásicos como de los pasajeros más recelosos que por un día quieran subirse al vagón de este tren que desde entonces no para, para suerte de todos.
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8
15 de setiembre de 2017
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"La cinta blanca" es un fotograma permanente perfectamente enmarcado en el contexto social germano de principios de siglo XX, algo así como los "Santos Inocentes" (Mario Camus, 1984) en férrea versión centroeuropea, bajo la batuta austríaca del ya más que consagrado Michael Haneke.

La gran capacidad de la película es mostrar con elegancia el fiel reflejo social del momento desde un marco objetivo, aun transmitiendo sensaciones a través de las distintas secuencias cuyos personajes narran desde una óptica humanística. Y todo ello lo logra sin salir de la aldea de Eichwald, suficiente para enseñarnos - porque la cinta tiene mucho de aprendizaje-, no sé si tanto como el germen del posterior nazismo, pero sí los problemas sociales del momento, los diferentes estratos sociales y las relaciones que guardan entre ellos. Todo ello lo logra sin discursos vagos, sin enseñar un arma, sin necesidad de adentrarnos en los despachos políticos. Simplemente, todo se entiende en cada fotograma que evoca un suspiro de aliento, cuando la cámara cabalga a espaldas de los protagonistas (honor a Ulrich Tukur), o cuando se te hiela la retina ante el encuadre nítido y emotivo que no precisa de banda sonora. Así, la vida fluye en las frías tierras a orillas del Elba, donde todas las causas acaban teniendo sus consecuencias, vengan de donde vengan. Admiren este cuadro, parece pintado por alguien de su época.
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9
14 de setiembre de 2017
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"Ignorar nuestra propia misión, no nos convierte en personas superiores", rezan las lecciones morales en las férreas casas de un Japón feudal completamente asolado por las consecuencias de las guerras civiles a principios del siglo XVII. Es así como Kobayashi enmarca a una rígida sociedad nipona que se debate entre la libertad individual frente al orden establecido, en una pugna constante para discernir entre el deber, lo ético y lo necesario.

Mediante un portentoso manejo de la cámara, Masaki parece decirnos que la historia tiende a repetirse en un bucle constante de vencedores y vencidos, de jerarquía social infranqueable. Destacan los hipnóticos encuadres, el uso del travelling y una fotografía espectacular, para mostrarnos una trama quizás no muy compleja pero que reporta una tensión permanente invitando a la reflexión sobre las cosas que de verdad son importante en nuestras vidas. Poniendo en tela de juicio los códigos ancestrales de honor y dignidad, nos da tiempo a visionar una historia de esperanza, un relato dramático de necesidad y una venganza de la que beberán futuros maestros como Tarantino, aunque solo sea porque rescatar esta cinta para la eternidad, también era una cuestión de honor.
Cineaste
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