El meollo argumental, en el contexto de su evidente y deliberada sencillez, resulta gracioso y dinámico, posee un indudable valor estético y fluye sobre la pantalla con naturalidad y desenfado.
La cámara demuestra buen oficio y la interpretación del elenco se atiene a la corrección más absoluta.

Película histórica porque representa la primera aparición en pantalla de H. Lloyd con su nuevo personaje, llamado ”Glasses” o “The boy”.
Con este film se da por terminado el periplo de la personalidad que había acreditado en todas sus películas anteriores.

Un preciosa fotografía y, en general, un estupendo tratamiento cinematográfico seducen al espectador desde el inicio de la proyección.
El estilo narrativo es vigoroso y sobrio de manera que aprovecha a conciencia el potencial del argumento apoyándose en un ritmo ágil y decidido.
La interpretación por parte de los cinco protagonistas es verdaderamente sobresaliente y entre todos consiguen llevar a la pantalla una enorme gama de registros tanto de carácter cómico como dramático.
Los diálogos resultan ingeniosos y muy bien contextualizados, las tramas se superponen con elegancia, la historia es graciosa y posee buen tono.
Además su blandura, cuando la hay, nunca es ñoña.

Una cámara muy hábil y un guión contundente se alían para ofrecer al espectador una historia original y no exenta de ingenio.
Y, en ese contexto, la tensión aparece como invitada permanente en una cinta cruda que encuentra el estilo narrativo adecuado para la naturaleza de la trama.
Sigilosa, psicológica y visceral la acción se desarrolla en una atmósfera de tormenta personal que viene marcada por una amenaza inminente.
A veces puede parecer algo rocambolesca pero, en general, el tratamiento cinematográfico es sobrio, muy correcto,. Ilustra con habilidad los entresijos del espionaje y se ajusta perfectamente al objetivo buscado.

Pinceladas de costumbrismo colorista componen escenas de la vida cotidiana que se asoman a la pantalla y tratan de llenarla contando historias menudas.
Diversas anécdotas jalonan una vertiente social en la que S. Lee se siente a gusto porque puede dar rienda suelta a a sus pensamientos, a sus sentimientos y a sus demonios personales.
De este modo la producción mantiene un perfil psicológico de tono bajo.
Hasta que, inopinadamente, entra en acción la propuesta virulenta y comienza una segunda película.

Al cineasta el importa más el fondo que la forma y eso se nota.

Semblanza biográfica que recoge la última parte de la vida de F. Bach, se centra en el periodo más significativo de su madurez y culmina con su fallecimiento.
Destaca la magnífica ambientación del siglo XVIII y el tratamiento respetuoso y sencillo de manera que la historia fluye con naturalidad gracias a su estilo narrativo directo y lineal.
Se opta por el cuidado de una atmósfera sobria en la que predomina el intimismo psicológico sin menoscabo de lances mundanos.
El argumento posee fuerza y el guión sabe trasladarlo a la pantalla con elegancia discursiva, con buen tono y en el contexto de una adecuada selección musical.
Las distintas tramas poseen equilibrio, la película se ve con agrado y deja en el espectador un buen sabor cinematográfico.