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Críticas de Benjamín Reyes
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Críticas 117
Críticas ordenadas por utilidad
6
18 de noviembre de 2016
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La mayoría de los países, en algún momento de su historia, han vivido una guerra civil protagonizada por sus habitantes. España sufrió la suya entre 1936 y 1939, Guatemala vivió una lucha fratricida entre 1960 y 1996, pero la guerra civil que todos conocemos es la de Estados Unidos, en gran medida gracias a su cine, que ha ofrecido títulos como “Medalla roja al valor” (1951), “Tiempos de gloria” (1989) o “Gettysburg” (1993), así como la popular e irregular serie “Norte y Sur” de la década de los 80.
Los primeros momentos de “Los hombres libres de Jones” recrean el escenario bélico de la Guerra de Secesión (1861-1865) centrándose en sus consecuencias funestas (muertos y heridos), mostrando toda la crudeza de la contienda. Pero, hete aquí, que al igual que en “La delgada línea roja” (1998), lo importante no es la acción sino las reflexiones, las palabras y decisiones que adoptan los personajes.
“Los hombres libres de Jones” está inspirada en hechos reales, pero se toma ciertas libertades cinematográficas. Newton Knight desertó del ejército confederado para rescatar a sus hijos de las garras de un familiar inmisericorde no por sus convicciones raciales. Sin embargo, en el filme, se le presenta como un adalid de la lucha contra la esclavitud. Al margen de estas imprecisiones históricas, la película, caracterizada por su sobriedad, se constituye en un sólido alegato antibélico sin llegar a las cotas de “Senderos de gloria” (1957), de Stanley Kubrick o la mencionada ““Medalla roja al valor”, de John Huston.
La principal razón para ver “Los hombres libres de Jones” es Mattthew McCounaughey. Antaño actor ramplón, que protagonizaba paparruchas como “Ed Tv” (1999) o rarezas como el remake de 1994 de “La matanza de Texas”; en los últimos años se ha forjado una sólida carrera fundamentada en grandes interpretaciones como “Mud” (2012), “Paper Boy” o “Dallas Buyers Club” (2013), sin olvidar la imprescindible serie “True Detective”.
Benjamín Reyes
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La velocidad de nuestros pensamientos
Documental
España2016
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Documental, Intervenciones de: Aïda Ballmann
6
25 de junio de 2016
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Caspar David Friedrich pintó a principios del siglo XIX el cuadro Monje en la orilla del mar, que muestra una miniaturizada figura humana contemplando la inmensidad de un paisaje natural. Así se sentirá el espectador tras la proyección de La velocidad de nuestros pensamientos, empequeñecido ante el infinito universo.
La velocidad de nuestros pensamientos es un documental ficcionalizado que se plantea qué es la luz. Un trabajo cinematográfico de esta índole difícilmente llegará a las salas comerciales. Afortunadamente, los festivales de cine, como el Festivalito de La Palma, especializado en la temática de las estrellas, vienen a cubrir este vacío que deja huérfanos a la mayoría de los espectadores de un cine diferente que plantea cuestiones que nos hacer reflexionar sobre nosotros mismos.
La velocidad de nuestros pensamientos tiene la voluntad divulgativa de llegar a un público medio empleando todo tipo de recursos de la cultura popular como el cine, el grafiti o la música rap para hablar de conceptos desconocidos para la mayoría de los mortales como son la materia oscura o las ondas gravitacionales, aunque la razón central de la película es: ¿Qué es la luz? y la influencia real que esta ejerce sobre los seres humanos, para lo cual emplea como hilo conductor al personaje de una racional documentalista germana que llega al sur de España para rodar un documental sobre la luz.



La estructura narrativa de La velocidad de nuestros pensamientos sigue la estela de El libro negro, de Pappini, que cuenta el viaje de un excéntrico millonario que decide hacer un viaje por el mundo con el objetivo de encontrar respuestas, al igual que la documentalista alemana que protagoniza la cinta y que está encarnada por una convincente Aïda Ballmann, idónea para el papel ya que es herreña de origen alemán, que se vio sometida a duras condiciones climatológicas durante el rodaje, que fluctúo entre el frío a bajo cero en Sierra Nevada y el duro desierto de Almería.
Cinematográficamente concita la atención el uso de cámara subjetiva y el constante uso del plano semisubjetivo que muestra lo qué ocurre y cómo alguien asume lo qué ocurre. Entra la variedad de secuencias destaca la escena, en travelín horizontal, que nos muestra las diferentes edades de un grupo de mujeres, de anciana a bebé, para acabar con un vientre en estado de buena esperanza.
Una de las razones de que cine y ciencia casen en La velocidad de nuestros pensamientos es que la parte cinematográfica está dirigida por Nacho Chueca, que aparece en el documental ficticio, y la científica por Emilio García. Por otro lado, las respuestas que ofrece el documental no son estrictamente científicas y las mismas dejan perpleja al personaje de la documentalista alemana, que en el fondo, es la intención de La velocidad de nuestros pensamientos: dejar perplejos a los espectadores.
Benjamín Reyes
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Mavis!
Documental
Estados Unidos2015
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Documental, Intervenciones de: Mavis Staples
7
13 de marzo de 2016
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Una parte de la tercera edición del Monopol Music Festival (MMF), que se celebra hasta el 13 de marzo en el marco del 16º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, se proyectará este fin de semana en Aguere Espacio Cultural. Seis son los títulos que se podrán ver en el espacio lagunero: “Mavis!” (2015), “Made in Japan” (2016), “A Band Called Death” (2015), “David Bowie: Five Years” (2013), “Leonard Cohen: Bird on a Wire” (2015) y “Lemmy” (2010). Todas se podrán ver en versión original subtitulada al módico precio de 3,50 €.
Nos centraremos en “Mavis!”, de la canadiense Jessica Edwards. Tras ese escueto y admirativo título se encuentra Mavis Staples, que a sus 75 años sigue subiéndose a los escenarios y maravillar al público con su torrente de voz. La película que inauguró MMF es un notable documental que glosa la importancia de una de las más grandes cantantes góspel del siglo XX a través de sus seis décadas de fulgurante carrera musical. Artífice del primer disco de góspel que rebasó la barrera de un millón de copias y de himnos musicales como “Sit Down Servant”, “Help me Jesus” o “If You Ready Come With Me”, que todos hemos tarareado alguna vez sin saber quién era su intérprete.
La septuagenaria Mavis Staples sigue siendo un animal escénico a pesar de necesitar un bastón para andar. La cámara nos muestra a una dicharachera Staples que graba en el estudio, que se desenvuelve como pez en el agua en el escenario y en el “backstage”, que ríe socarronamente cuando habla de la atracción de Bob Dylan hacia ella o que se emociona al contar la pérdida de un ser querido. El brío musical de este auténtico torbellino musical se contagia al espectador. Es imposible ver “Mavis!” sin balancear la cabeza o golpear el suelo con el pie al ritmo de la música que inunda el metraje. Y es que su música vitalista y libertaria contagia al más pintado. “Mavis!” es cine que te hace sentir que estás vivo.
En definitiva, “Mavis!” es un documental clásico, pero vibrante, que muestra un acertado equilibrio entre entrevistas, imágenes de archivo y actuaciones en vivo recientes. Contado en primera persona no cae en la hagiografía y refleja cómo forjó su estatus de leyenda del góspel y del soul, pero también varios reveses en su dilatada trayectoria como el fallecimiento de su padre o el estancamiento de su carrera en los 80, del que salió, en parte, gracias al apoyo de Prince.
Después de visionar “Mavis!” uno siente el impulso irrefrenable de escuchar toda la discografía de una cantante imprescindible en la historia de la música popular de las últimas seis décadas. Y Jeff Tweedy (el cantante de Wilco) lo sabe mejor que nadie.
Benjamín Reyes
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6
25 de octubre de 2015
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En marzo de 1998 asistí a un concierto en Bar Rock de La Laguna (Tenerife) de un grupo llamado M-Clan, al que apenas asistieron 400 personas, del que guardo un recuerdo indeleble, ya que su sonido de blues-rock sureño era muy potente en directo. A pesar de la gran calidad de sus dos primeros elepés (“Un buen momento”, 1995 y “Coliseum”, 1997) no fue hasta su tercer trabajo discográfico “Usar y tirar” (1999) cuando alcanzaron una audiencia mayor, gracias a la producción de Alejo Stivel y a hacer concesiones comerciales que les haría empezar a sonar en radio fórmulas, sobre todo, gracias al “hit” “Llamando a la Tierra”.
“Las calles siguen ardiendo”, que se estrena hoy, a las 18:00 horas, en Canarias en el marco del Festival Internacional de Cine DocuRock, que se celebra en el Círculo de Bellas Artes de S/C de Tenerife (C/ Castillo, 43) con entrada libre, no es una biografía musical al uso dirigida solo a los seguidores de M-Clan sino destinada a todo aquel que le interese ver y escuchar cómo se ha forjado una de las bandas fundamentales del rock en castellano de las dos últimas décadas, liderada por Carlos Tarque, su carismático “front-man”. Y la prueba estriba en que en el documental tiene cabida tanto su potencia escénica, con claros influjos de The Rolling Stones, Led Zeppelin o Black Crowes (con los que tocaron en directo en el Bilbao Live del 2011) hasta los momentos más oscuros de la banda como las salidas de diversos integrantes y el fallecimiento de Pascual Sánchez en 2010.
Los bautizados en sus inicios como “Los Black Crowes de Murcia” ofrecieron su primer concierto como Murciélagos Clan en 1993, con el sexteto original conformado por Carlos Tarque (voz), Ricardo Ruipérez y Santiago Campillo (guitarras), Pascual Saura (bajo), Juan Antonio Otero ‘Oti’ (batería) e Íñigo Uribe (teclados y órgano), de los cuales ya solo permanece el tándem Tarque-Ruipérez. La película, cuyo título alude a la canción “Las calles están ardiendo” de su disco “Memorias de un espantapájaros” (2008) hace un completo repaso a la carrera de M-Clan desde que grabaron su primer elepé en Memphis, “Un buen momento” (1995), hasta la celebración de su veinte aniversario con dos apoteósicos conciertos en el Teatro Circo de Marte de Madrid, ofreciendo un equilibrio entre música y declaraciones de Ariel Rot, Fortu (Obús), El Drogas (exBarricada) o Miguel Ríos.
Las directoras, Cristina y María José Martín, son dos hermanas granadinas que se han curtido trabajando en todo tipo de rodajes hasta que deciden montar su propia empresa: Las del Cine, con la que ruedan “Las calles siguen ardiendo”, su primer largometraje. Al unísono graban “En Granada es posible”, en la que intervienen Miguel Ríos, M-Clan, Lori Meyers o Niños Mutantes para narrar en imágenes la historia del rock en Granada en los últimos 50 años. “Las calles siguen ardiendo”, que optó a seis candidaturas en los premios Goya 2015, nos hará entender la esencia de los artífices de temas tan redondos como “¿Dónde está la revolución?”, “Para no ver el final” o “Gracias por los días que vendrán”.
Benjamín Reyes
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5
6 de julio de 2015
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“Jurassic World”, en su primer fin de semana, ha establecido un nuevo récord histórico de 511,8 millones de dólares de ingresos a escala mundial. Esta cifra da una idea de lo mastodóntico de este “blockbuster”, que ya ha rentabilizado los 150 millones de su coste y que aspira a desbancar a las tres películas más taquilleras de la historia del cine: “Avatar”, “Titanic” y “Los vengadores”.
La primera película digna de mención que se adentró en el fascinante mundo de los dinosaurios fue “The Lost World” en 1925, en plena época del cine mudo. Muchas décadas después Steven Spielberg presentó la apabullante superproducción “Parque Jurásico” (1993), repleta de efectos especiales, pero que en el fondo seguía el espíritu del clásico “King Kong” (1933): los seres humanos queriendo convertir en atracción turística la fuerza indómita de la naturaleza, pasado por el tamiz de “Almas de metal” (1973). El resultado fue una película sumamente entretenida. El morrocotudo éxito de la cinta de Spielberg propició que se pusieran de moda los dinosaurios con un sinfín de productos propiciados por la mercadotecnia, que acarreó dos secuelas olvidables, en 1997 y 2001.
El regreso de la saga jurásica iniciada por Spielberg se ha hecho esperar 22 años. Ya no dirige el artífice de “Tiburón”, que produce, y delega en Colin Trevorrow, que solo ha dirigido otro filme, “Seguridad no garantizada” (2012). Esta cuarta parte la historia transcurre dos décadas después de la primera película, cuando un grupo de científicos crea en una isla un parque temático sobre dinosaurios. En realidad esta cuarta entrega no tiene ninguna vinculación narrativa con las anteriores simplemente es una revisitación de la primera, por lo que sigue el mismo esquema que el título primigenio de Spielberg, en el que un feroz dinosaurio (Indominus Rex) pone en alerta la seguridad del parque, de tal manera que todo el mundo sabe lo que va a acontecer en pantalla antes de verlo, lo cual es precisamente, en gran medida, lo que persigue el gran público: ver una película para pasar un rato entretenido y no hacerse preguntas. “Jurassic World” sitúa al espectador en el lugar de los asistentes al parque de estos animales antediluvianos con la única intención de entretener y hacer dinero, que es lo que hacen en la vida real la inmensa mayoría de parques que exhiben a los animales como una atracción de feria. Sobre el elenco, simplemente comentar que tanto Chris Pratt (“Moneyball”) como Bryce Dallas Howard (“Más allá de la vida”) cumplen en sus roles estereotipados. Les secunda el actor de moda del cine francés: Omar Sy (“Intocable, “Samba”).
Lo que sí varía es la banda sonora de Michael Giacchino, que tras repetir efímeramente la conocida partitura de John Williams, toma su propia senda. En definitiva, “Jurassic World”, es un vehículo de entretenimiento que cumple su cometido sin más pretensiones. Y el mérito no es del director sino del equipo que ha creado los efectos especiales del filme que devuelve a la vida a esos fascinantes saurios prehistóricos. Ya lo escribía Guillermo Cabrera Infante con ocasión del estreno de “Parque Jurásico”: “¡Hemos visto dinosaurios devueltos a la vida!”.
Benjamín Reyes
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