Entre una de las peores temporadas de los últimos años en lo que a "summer movies" se refiere y el patio revuelto con la polémica respecto a una presunta campaña contra DC Entertaiment por parte de la crítica en general y Rotten Tomatoes en particular, finalmente Suicide Squad ha sido el blockbuster más taquillero del verano. Eso sí, insisto, de una parrilla veraniega nefasta como pocas. Desconozco qué esperan propios y extraños de una costumbre bien arraigada hace tiempo en el segmento: guiones de Serie B bajo el paraguas de presupuestos estratosféricos. Mientras este formato funcione no se esperan cambios por más rasgadores de vestiduras que clamen por las esencias, para otras inquietudes acudan a un canal privado. Esto es un producto generalista. Suicide Squad por tanto es el epítome de la praxis, pero no menos que otras a las que se ensalza perdiendo ciertamente la deseable perspectiva. A fecha de hoy esta dialéctica pasa por contraponer Los Vengadores y El Capitán América: Civil War defendiendo sus guiones y desarrollos de personajes como si del Neorrealismo italiano se tratase. Yo creo que uno con este cine de planteamiento rudimentario y complejidad tan técnica como efectista se entretiene como quiere, y son legítimas las preferencias, pero otros argumentos más elaborados me resultan confusos. Suicide Squad es una peli esquemática, rutinaria, que vacila entre una visión disparatada de los Doce del patíbulo, Cazafantasmas y los Power Rangers, se suelta con algún chistecillo y Margot Robbie en shorts. Esto último ya vale la entrada. El resto puede ser más o menos entretenido conforme a las expectativas de cada uno, pero está en la media de cualquier blockbuster regulero.

Barra libre de monstruos con este empaquetado que en apenas 71 minutos saca cinco símbolos del terror de la Universal, en un arrebato de más y (cosa más que cuestionable) mejor. Algunos apenas de paseo, como Dracula, en una de sus encarnaciones más guaperas a cargo de John Carradine, el creador de la incesante saga de los Carradine, otros más profundos como el papel de Karloff, que por cierto deja el papel del monstruo de Frankenstein al ya por aquel entonces solvente Glenn Strange. Acompaña el atormentado jorobado y el rey de los amargatti, el hombre lobo. La pirueta argumental para ponerlos juntos e hilados resulta asombrosa, pero en general la peli resulta floja.

Me gustó mucho la primera peli de este señor, Margin Call, y su segunda tampoco me ha defraudado. Esta es otra película ardua de recomendar ya que sin duda es una obra que tiene difícil cabida en las grandes salas. Es prácticamente muda y eso, salvo excepciones recientes, ya pondrá a la defensiva a gran parte de los espectadores. Es un abuelo puteado en un barco y agua por todas partes, y aunque tiene un destacado ritmo, ya va sumando cosillas para irse mejor a tomar un bocata de calamares. Al final es lo que ha ido pasando, de esas pelis que florecen parabienes en la crítica y dejan frío al espectador de a pie. All Is Lost con todo no es una peli de festivales, pero su comercialidad está rebuscada. Un hibrido y una patata caliente en toda regla, aunque yo la veo muy disfrutable por todos si quieres meterte en la peli. Hace un par de años teníamos Life of Pi, el año pasado Gravity y éste All Is Lost. Filmes que hablan de la supervivencia ante lo abrumador, de la pequeñez del individuo, de la soledad y de la monstruosa naturaleza de la que no somos rival. De no ser nadie. La dos, grandes, películas de Ang Lee y Cuarón por otro lado son elocuentes y con mucha guarnición, principalmente digital, para comértelo tibio. All Is Lost te lo sirve caliente y te puede quemar la lengua, aquí no hay siquiera los viajes interiores y los quehaceres humanistas de las anteriores, no hay tiempo, hay que salvar el pellejo cómo sea. El viejo Redford, recuperándo la lucha por la vida que nos ofreció en Jeremiah Johnson, va perdiendo uno a uno sus recursos pero lucha como un titán de asilo con un valor y una constancia que estoy seguro que encantaría a Josef Conrad. No he dejado de apretar los dientes durante los tres primeros cuartos de película, pensando que se me comía. Quizás la última decae al instalarse en algún que otro lugar común, pero digo sí a las agallas de Chandor.

Ellis vive su adolescencia en un pequeño y ajado pueblo de Arkansas y su mundo acaba en los eternos humedales que sirven de frontera al resto del mundo. Esa USA poco vendida al exterior, esos microcosmos deprimidos pero tranquilos dónde el tiempo se ha congelado y el idilio cosmopolita de la potencia mundial es sólo una nota a pie de página de las barras y estrellas. Ellis vende pescado con su padre y vive en una casa flotante, no ve la tv y pasa sus días con su amigo Neckbone viviendo la naturaleza bella y hostil o, simplemente, con los pocos pasatiempos que ofrece el pueblo. En su ingenuidad Ellis tiene un concepto muy elevado del amor, el cual conoce apenas por la turbulenta relación de sus padres, y lo combina con unos huevos de plomo donde no hay reto que disuada o rival que amedrente. Todo un pequeño caballero sureño sin problema en tostar rostros si se le sube el genio a la mollera. Así que cuando los chicos se encuentran a Mud, un misterioso prófugo que esconde una historia épica propia del romanticismo más decimonónico, Ellis identifica en él sus ideales y esperanzas pese a que la crueldad de la aventura destape la dolorosa realidad del mundo. Tercera película de Jeff Nichols (Shotgun stories, Take Shelter) que confirma definitivamente el pedigrí de este joven realizador. Nuevamente una historia del sur con personajes de mucha personalidad que ha hecho que se le defina como una suerte de Mark Twain cinematográfico, principalmente porque el propio Nichols ha señalado al escritor como su favorito, aunque creo que sus obras tienen un giro más taciturno. Son como temas en movimiento de Drive-by Truckers o Lucero, Jeff es hermano de Ben Nichols frontman de esta última banda, y gozan de fantásticas BSO's impregnadas de country-rock y folk, ya sea con su hermano o con la inestimable colaboración del “Bad Seed” Warren Ellis. Una historia de pérdida de la inocencia, rodada con una poesía magistral, cuyo único obstáculo pudiera ser un ritmo algo irregular, pero pretendidamente buscado para sumergirnos en un entorno de 35º y 90% de humedad relativa. Muy buen cine para este 2013, altamente recomendable.

Tema candente y preocupante es el fenómento de las "fake news", y no menos las suspicacias respecto a las intenciones reales de los llamados poderes fácticos tras los mass media, sirva la conspiranoia. Lo cierto es que se ha ido instalando una progresiva desafección y desprestigio del periodismo profesional. Creo que esto ha provocado una reacción en forma de repunte del docudrama periodístico, género que vivió sus mejores momentos en los setenta pero que ha sido últimamente especialmente recuperado. The Truth (2015), Spotlight (Oscar 2015) y The Post no cabe duda que persiguen la reivindicación de una ética periodística cada vez más en tela de juicio. Sielberg, profano en el subgénero, aporta una película muy centrada en actores, también poco habitual en él, y de corte clásico. Bien realizada, con habilidosos planos secuencias, pero también poco personal y algo rutinaria, de narrativa irregular cuando acude a recursos en ocasiones morosos y otras incomprensiblemente superfluos. A valorar sin duda Hanks y Streep, y como van tallando sus personajes a medida que transcurren este par de horas de película más bien tirando a correcta que destacable.