Lo primero aviso a personas de pensamientos conservadores que no se engañen con el título y la bonita portada de La vida de Adele, no es un melodrama al estilo del diario de Noa, hay escenas de sexo explícito, lo digo por que desde el fondo de la sala donde nos adjudicaron nuestras butacas pude ver todo un molesto desfile de cándidos viejecitos dirigirse hacia la salida a mitad de proyección.
Por lo demás tenemos una obra alargada en exceso para lo poco que tiene que contar, con un primer tramo magistral con un tempo narrativo perfecto y unas escenas realistas muy logradas Pero que se deshincha tras el salto temporal que sufren los personajes.
Hablando de escenas realistas, para lograrlas tampoco hace falta comer espaguetis como un cerdito, quiero decir existen unas cosas que se llaman servilletas, otra que consiste en no comer con la boca llena y ya por poner la guinda intentar evitar desperezarse mientras estás en la mesa, se llama educación y no está reñida con el realismo.
Volviendo al tema de la segunda parte de la historia, el director se recrea más en mostrarnos interminables escenas de la protagonista trabajando en lugar de mostrarnos lo que sucedió con los padres de esta, como se desarrolló su situación con sus familia, padres que solo saben comer espaguetis y luego desaparecen de pronto y no volvemos a saber de ellos, pero que habían creado cierta tensión narrativa por ver ese choque con la familia de clase media conservadora.
De la famosa escena de sexo, como mamífero pienso que podría haber durado las tres horas enteras, pero como cinéfilo me resultó un tanto larga y demasiado explícita, ¿cuantos orgasmos son necesarios para hacernos entender que se desean y se aman?, a veces lo sugerido es mucho mas intenso que lo mostrado y me parece que Kechiche se recrea en exceso con la morbidez de sus protagonistas retozando. Hay una preciosa escena en la que las dos chicas se besan mientras los rayos de sol del atardecer se cuelan entre sus labios mucho más sugerente.
La vida de Adele tiene cosas muy buenas, la química de las dos protagonistas es increíble, brutal. Keniche las exprime hasta la extenuación, en ese aspecto la obra es magistral. Léa Seydoux consigue una actuación muy verídica, pero es Adèle Exarchopoulos la que nos enamora a todos en la primera parte de la historia, hasta que el director se recrea en ella hasta la extenuación consiguiendo lo que al principio parecía imposible, a base de interminables primeros planos y escenas donde Adele lo ocupa todo, acabas cansándote de admirar su morbosa belleza de ratoncito pillo con labios carnosos y melena salvaje.
En definitiva pienso que podría ser una buena película si durara solo dos horas y aún así deja flecos importantes como la relación con sus padres, o lo que paso con su mejor amigo del instituto. La historia de amor y desamor no consiguió hacer que me revolviera por dentro como si lo hizo la obra maestra ¡Olvídate de mí!, al contrario me dejó bastante frío, tenso pero frío, no me transmitió esa sensación de tristeza y soledad que dice tener la protagonista, a pesar que como ya digo las actuaciones son buenas y hay escenas de tensión y violencia psicológica muy logradas, pero que se pierden un poco en el entramado tedioso de escenas cotidianas que monta Keniche.

Creía que el bueno el feo y el malo era mi obra favorita de Leone, pero una vez que te acostumbras a que el malo no sea tan malo y el bueno sea un poco menos bueno y mas gamberro la verdad que esta película podría considerarse como uno de los mejores wensters de la historia en general tanto del spaghetti como del hamburguesa, ya que como muchos aquí, no soy particularmente fan de John Wayne y sus monolíticas películas y si mas de films como Grupo salvaje o The dead man.
Las razones para mí por las que esta película es una de las mejores:
La banda sonora por supuesto, no le pilla a nadie por sorpresa que Morricone da en esta obra lo mejor de si mismo y que cuando acabas de verla te pasas media hora silbando el tema principal.
La escena de la partida de poker, esa manera de disparar que todos imitabamos de pequeños con nuestaras pistolas de juguete.
Los decorados, son de una especie de barroquismo rural sombrío y decadente que tienen su máxima expresión en la escena de la casa del viejo obsesionado con el tren que pasa al lado.
El malo, con esa mirada ausente y profunda, y ese ensimismamiento en el que parece estar sumido durante toda la historia, la obsesión por escuchar una triste melodía de un reloj cada vez que quiere aniquilar a una victima y que al final descubres la causa atormentadora de dicha obsesión, de lo que puede llegar a ser el amor y de lo apartado que se encuentra de conocer dicho sentimiento a pesar de haber presenciado su máxima expresión de la manera mas terrorífica.
El final, sorprendente, no creo que ni el mas listo lo intuyera siquiera hasta el ultimo segundo y ya se sabe que en el oeste si no se es rápido no se sobrevive.

El comienzo te hace pensar que vas a ver algo diferente, un funcionario de prisión en su primer día se ve encerrado por una horrible circunstancia del destino, en el interior de una cárcel en medio de un motín, tras un impresionante y aterrador encuentro con uno de los presos que parece grilladísimo, en pocos minutos debe de hacer verosímil que el es uno más de ellos para que no le maten haciéndose pasar por homicida recién entalegado.
Aqui se termina lo bueno y comienza lo tópico, el novato del módulo se hace amigo del alma y mano derecha del más malo de la cárcel ya desde el primer día, como un flechazo y se hace completo protagonista de todo lo que acontece en la prisión, cuando lo lógico sería haberse limitado a estar en un rincón callandito y esperando que pasara todo el embrollo.
Para empeorar más las cosas, el papel de Resines es del todo incoherente y su afición a jugar con disfraces de antidisturbios coge con pinzas una trama que a medida que llega a su desenlace se torna más y más fantasiosa y absurda. Me recordó un poco a Trainig Day pero más pretenciosa, la película sin ser mala como para dejar de verla, está bastante sobrevalorada es comercial y efectista por no decir tramposa.
Como cine de denuncia no me dió mucha pena por los presos la verdad, es posible que el sistema penitenciario español sea una porquería, por eso yo prefiero portarme bien y permanecer fuera de el.

Tenia ganas de ver a Takashi Miike ponerse un poco "serio" como director y hacer una película de corte clásico pero sin renunciar a su estilo más sorprendente y desgarrador, lo que no quería era verle caer en los tópicos del cine más comercial que es efectivamente lo que termina ocurriendo.

13 asesinos arranca muy bien, y podría decirse que la primera mitad de proyección salva el corte, con alguna escena que nos recuerda el lado más macabro y oscuro de Miike para delicia de sus fans.

Aún así, la presentación y el reclutamiento de los 13 asesinos se hace un poco tedioso, ya que en ningún momento el director logra infundir carisma o simpatía en el espectador hacia ninguno de ellos, es por cosas como esta y por muchas más por las que cualquier comparación con la obra maestra de Kurosawa, Los siete samuráis, es anecdótica.

Llegamos pues a la segunda parte de la película, donde los diálogos que ya no eran ninguna maravilla se tornan meros gritos estilo "acabare contigo".
Los escenarios, el vestuario y los efectos son increíbles eso no se pone en tela de juicio (aunque la escena de los San Fermines llameantes dejó un poco que desear).

Pero de poco sirve este despliegue por que las escenas se embarullan en un amasijo de sables y sangre sin ningún sentido más que el de agotar al espectador y saturarle de mandoblazos, mientras ves como los más de 100 soldados del cruel señor feudal Naritsugu tardan casi una hora en arañar a uno solo de nuestros asesinos, lo cual tampoco te importa demasiado por que el director no ha conseguido que sientas mucha empatía por ellos.

Lo unico que salvaría por su originalidad y sobriedad, es el duelo entre Shinzaemon y su amigo de la infancia y ahora enemigo Hanbei. Y como bien dice el "bueno" de Naritsugu observándolo atentamente: "Prefiero los duelos entre dos sables solamente, son mucho más elegantes".

Lo mismo opino yo con respecto a esta película.

No soy muy seguidor del cine de artes marciales al estilo Jackie Chan y mucho menos de Chuck Norris, porque aunque las coreografías sean estupendas, para mí una película tiene que tener algo más que simples piruetas, mamporros y gracias tontas.
Al ver las críticas tan buenas que le ponían aquí me animé a ver esta que nos ocupa y la verdad tengo que decir pedazo de película, entretenida, con unos decorados increíbles, unas coreografías electrizantes y una historia muy bien contada. El protagonista mola mazo, Yip Man, yo no me enteré que existió de verdad hasta el final, ni tampoco sabía que fue el maestro de Bruce Lee, así que después de lo que disfruté la película, flipe ya en colores con esta información final.
Pero lo que me gustó de Yip Man no es que repartiera leña a todo el mundo sin casi inmutarse, mola porque luego es súper educado, humilde, modesto y con un gran sentido del honor y de la familia, cualidades que interpreta muy bien Donnie Yen llegando a conseguir que le cojas autentica simpatía a su personaje.
Lo que me da rabia es que tenga que enterarme de películas así en esta estupenda página conformándome con verlas en la tele de mi casa y luego a la hora de ir al cine por que tus amigos te arrastran acabes viendo truños del calibre de Prince of Persia por qué es lo único que hay que ver, yo pagaría dinero por ir al cine a ver esta película y pasar una tarde de viernes entretenida, pero por alguna razón a la cartelera solo llegan los truños americanos y de llegar a estrenarse no te enteras porque o no las publicitan nada o solo las estrenan en tres cines de la Gran Vía, una pena.
Gran película de artes marciales, de acción y además con su toque justo de dramatismo y humor.