Decir que "The Help" es una historia sobre el racismo sería adecuado, pero nos quedaríamos cortos. Decir que es una historia sobre el sur profundo de los EE.UU. en los años 60 tampoco le haría justicia. Es todo eso y más, es una fábula con un cierto gusto agridulce, y más. Es una historia coral de mujeres que se conocen y se encuentran, y más.

Es mucho más y se agradece pues de otro modo el metraje se haría excesivo, sin embargo Tate Taylor logra que las más de los horas de película se nos pasen volando. Y lo hace gracias a un reparto soberbio, Emma Stone y Viola Davis están soberbias y capitanean un barco por aguas llenas de escollos con gran naturalidad; Octavia Spencer logra hilvanar un personaje lleno de matices y que al final acabas adorando; y por último Bryce D. Howard en un papel de mala que acaba convirtíendose en la piedra angular de todo el film.

La historia, para quien no sepa de qué va, narra la vida de las criadas negras que sirven en un régimen de semi-esclavitud en casas de blancos, generalmente bajo las ordenes de muchachitas blancas con poco seso y demasiado tiempo libre. Pero lejos de caer en maniqueismo advertimos cómo la presión social en Jackson somete a todos, a blancos y negros. Todos hacen lo que se espera que hagan, pero las ansias de libertad de unos y otros aumentan la presión hasta el punto del estallido. En estas llega a la ciudad Sketeer, una joven bienintencionada que pone todo patas arriba.

La película podría resumirse con uno de los diálogos del final, cuando uno de los personajes advierte a Sketeer que en Jackson no había problemas y que todo el mundo era feliz. "Sí hay problemas, solo que tú no los ves", es la respuesta de la joven; y en eso se basa la historia, en rascar bajo la pátina de aparente felicidad y conformismo hasta descubrir las verdades pulsiones de las personas.

Sin lugar a dudas, una película digna de ir a verla.

Aceptémoslo. Antes de ir a ver una película, hayamos leído o no críticas, nos la hayan recomendado o no, la llevamos juzgada de antemano. Y si no es un juicio (que creemos) más o menos fundamentado, la empujamos a alguna de las categorías que nos son tan útiles: "de vaqueros", "comedia romántica", "drama político", etc... Sí, todos lo hacemos. Nos hace la vida más fácil y nos ahorra ver películas de directores que no tragamos ("oh no, otra de Almodovar no").

Con "Begin Again" Carney rompe el esquema típico de la comedia romántica. Primero porque no busca la risa floja, sino la sonrisa cómplice, y segundo porque el romance es más como un aroma que flota dando una cierta atmósfera a la cinta, y no un elemento fundamental.

Tampoco es una película de músicos ("The Wonders", "Almost Famous", "Music and Lyrics", etc...). La música es importante, es vital para la película, pero también podría ser otra cosa. Como en las novelas de Nick Hornby, los personajes necesitann un tema de conversación, un elemento que ponga en marcha la trama, y aquí es la música.

Así que ni comedia, ni romance, ni música. Así que ¿qué nos ofrece Carney? Pues nos ofrece una revisión de una de sus primeras películas ("Once"), pero más al gusto de Holywood. Amable, simpática, con una ligera crítica al mundillo de las productoras musicales y un palo magistral a la estética del urbanita modernillo. Desde luego, es una sorpresa que se agradece.

En cuanto a los actores, Knigthley está muy bien en su papel de "vecina-que-todos-quisieramos-tener" y Ruffalo... buen, Ruffalo es Ruffalo, si te gusta bien, y si no, pues intentas no prestarle mucha atención.

Lo único lamentable es la subtrama en torno a la familia de Dan. No queda muy claro si van, vienen o se quedan en medio. Una pena, la verdad, sin ese "colgajo" la película podría ganar muchos enteros.

De las orillas de un lago helado de Suecia a la apacible calma de un pequeño pueblo de los Abruzzos. No podríamos esperar otra cosa que calma, y eso es lo que obtenemos. Si el espectador busca la versión Clooney de "Misión Imposible" va sentirse sumamente decepcionado.

Para tratarse de una película de espías, la historia que nos cuenta Corbijn es mínima, no hay grandes tramas internacionales, ni enemigos temibles, ni "gadgets" milagrosos. Todo sucede con una familiaridad pasmosa; casi te esperas que Clooney invite a su siguiente víctima a una café antes de descerrajarle dos tiros... ¿o puede que me esté yo liando y eso mismo pase en la película?

Toda esa calma, esa trama tan escasa y el trabajo de los actores, muy contenido, dan como resultado una película sin sobresaltos. La tensión ni se masca, ni se palpa: no hay tensión. Un par de escenas algo más aceleradas, pero poco más. Eso sí, la fotografía, que resalta los paisajes naturales y urbanos, atrapa la retina del espectador, y la selección del pueblecito, que con sus intricadas y laberínticas callejuelas acaba siendo un personaje más, son, junto a Clooney, los principales argumentos que nos pueden llevar a ver el film. Eso sí, durante una tarde perezosa de domingo, sentadito en el sofá y con el teléfono apagado: con calma, con muuucha calma.

Película correcta, excelente en algunos aspectos como imagen, diseño y efectos especiales (los justos para hacer ver que está ambientada en el futuro, pero sin producir extrañamiento). Los actores desarrollan buenos papeles, aunque a Daniel Brühl no le pasaría nada si aparentase ser un poco más humano.

Sin embargo dejan sin tratar, o lo hacen muy superficialmente, el tema de la identidad, qué es un "ser humano" y cómo distinguirlo de un robot casi humano. En este aspecto, Blade Runner, rodada casi 30 años antes, desarrolla mucho más el debate sobre la naturaleza humana. Parece mentira que solamente podamos apreciar el paso del tiempo entre estas dos películas mediante los efectos especiales y que no se haya avanzado un ápice en un aspecto que podría haber dado lugar a un gran película.

Siempre se ha dicho que no se debe juzgar un libro por la cubierta, valgan como ejemplo las ediciones españolas de Stieg Larson con diseño de Gino Rubert. Pues algo similar ocurre con la versión de las aventuras de Tintín realizada por Spielberg. El trabajo digital resulta asombroso, no es necesario el 3D para maravillarse con la textura, la luz y la naturalidad de los movimientos. Pero una vez superada la sorpresa inicial el guión se muestra bastante flojo.

Para aquellos en cuya infancia Tintín jugara un papel importante van a sentirse muy decepcionados. La historia supone una mezcla de diversas historietas de Hergè con guiños a muchas otras, pero abusa de la acción, de las carreras y del efectismo fácil. Se echan de menos las historias cuidadas del autor belga; en su afan por crear un producto para todos los gustos, Spielberg nos ofrece una chuchería de consumo rápido. Es como pedir un café de Colombia y que te den un descafeinado de sobre, sientes que te han timado.

Solamente se salva Andy Serkis, que borda un capitán Haddock histriónico, divertidísimo y que en nada hace extrañar su versión de papel. Resulta magistral como el actor británico es capaz de traspasar todos los ornamentos digitales y hacernos ver, sentir, al personaje bajo capas y capas de píxeles. Lo logró con Gollum y lo ha repetido con Haddock.