La vida de Adèle va mucho más allá de una revisión reduccionista que pueda polarizar de manera simple en una temática A (homosexualidad) o B (autoafirmación en la adolescencia), no se ciñe a algo concreto, ni cae en los clichés habituales de este tipo de películas, despierta el ingenio hacia un afinamiento mayor al que estamos acostumbrados. Recuerda por momentos a la película del sueco Lukas Moodysson "Fucking Amal" (1998) pero con un ahondamiento mucho mayor de la trama y la complejidad de los personajes, donde la maduración de los mismos se extiende a lo largo de las 3 largas horas que dura la película, creando un impacto que dota a la película de la madurez necesaria para encandilar a la crítica.

Así pues, Adèle VIVE su sexualidad sin dejar lugar a medias tintas. La cámara nos hace cómplices de ello haciendo un acompañamiento férreo, poniendo atención donde emergen las grietas en su día a día, en los detalles subjetivos, los roles que desempeña, y sobretodo en su intimidad. La protagonista es captada en tal abanico de formas que por momentos solo puedes pararte a absorber esa recreación acotando más si cabe, la distancia entre la pantalla y el espectador, con la ayuda del omnipresente primerísimo primer plano.

Más allá de los pulidos aspectos formales, destacan de forma contrapuesta el sexo y el drama en este film que esculpen poco a poco las aspiraciones y el despertar de la chica hasta llegar al impasse. no me dejo de sorprender el grado de realismo que alcanza las escenas de sexo, de drama, todo en su estado más crudo, en el sexo hay un dejarse llevar, un clímax muy bien estipulado, que en mi opinión no deja de ser difícil de representar, la saliva, los estirones, los gemidos, la cara descompuesta. En el drama los lloros, el moco, los desgarros de saturación, los quiebros de voz de impotencia. En un marco de buenas interpretaciones Adele logra romper y eclipsar, llegando a ir un paso más allá. Seydoux acompasa, pero claramente en pro al foco que supone la magnificencia de Adèle. No es casualidad que sus ojos curiosos, la expresividad desbordante y el carisma de esa belleza a la postre sencilla, contraste con los matices gélidos y antagónicos de un rostro nórdico que espeta aspereza. Las escenas donde se encuentran forman oasis de gran trabajo técnico que vuelven a dotar de fuelle al film cuando su marcha aminora y donde las emociones suceden sin dar lugar al punto muerto, llegando con un dinamismo muy bien conseguido. En contrapunto diré que el ultimo tercio del film se vuelve a ratos correoso, y algunas escenas en un metraje tan largo se me hacen prescindibles o inconexas con lo que viene a ser el jugo de la película y me aleja en parte de ella, el final abrupto deja entrever que aún queda algo más por ver en la vida de Adèle.