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España España · Vizcaya
Críticas de Cazale
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
7
24 de agosto de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clásico básico para los amantes del Hip Hop, vulgaridad sin interés para la masa de críticos y público regular. Una "película hood" de extraña personalidad y gran espectacularidad visual (inolvidable introducción). Menos accesible y a priori apreciable que compañeras de (sub) género como 'Clockers', 'Menace II Society' o 'Paid In Full'.

Su director, Hype Williams, es una leyenda en lo que a videoclips de rap se refiere. El neoyorquino traslada su habilidad en dicho ámbito para crear un film con apariencia de ostentoso vídeo musical que resulta ser una horterada para esa masa de críticos y público regular, pero una celestial visión a ojos de aficionados al arte salido de los guetos negroestadounidenses durante las últimas décadas.

Sus protagonistas, Nas y DMX, son dos de los raperos más relevantes de todos los tiempos. El primero está soso y el personaje del segundo recuerda notablemente a él mismo en la vida real. Hacen de sus respectivas novias T-Boz y la explosiva Taral Hicks (la chavala de 'Una historia del Bronx'). Por ahí anda también Hassan Johnson, el enorme Wee-Bey de 'The Wire'. Y en ésta, la mejor serie de TV nunca creada, sale asimismo Method Man (emcee tan mítico como Nas y DMX), que en 'Belly' clava su secundario. Mención especial para Eric Keith McNeil interpretando a un escalofriante y carismático cachorro gangster.

La historia se sostiene sobre aspectos ya tratados infinidad de veces: práctica de delincuencia variada como consecuencia de vivir en la parte oscura del sistema, familia, amistad, traición, conciencia de raza*, despertar espiritual, etcétera. Esto no le quita de absorber y entretener sobradamente. Desconcertantes escenas humorísticas, simpáticos guiños ('Gummo', 'Scarface') y una banda sonora que sienta como un guante son la guinda de esta brillante (en todos los sentidos) hood movie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Cazale
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6
2 de diciembre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía leídas tres novelas escritas por Alberto Vázquez-Figueroa: 'Tuareg', 'Sicario' y 'Bora Bora'. Todas me gustaron. Tenía vistas tres películas dirigidas por Monte Hellman: 'El tiroteo', 'Gallos de pelea' y 'Carretera asfaltada en dos direcciones'. Todas me gustaron. Era tiempo de abordar la fusión de ambos: 'Iguana'.

Antes del visionado, leí que el argumento se basaba en el irlandés Patrick Watkins, supuesto primer residente de las Galápagos. Supuesto porque ya siglos antes, hordas de piratas se refugiaban allí, en el archipiélago descubierto por Fray Tomás de Berlanga cuando acudía al Perú para reunirse con Pizarro y Almagro.

Una vez instalado en la butaca, los créditos iniciales me mostraron gran cantidad de españoles, como Gil Parrondo en la dirección de arte o Josep Maria Civit en la de fotografía.

El protagonista no paraba de recordarme a alguien. Claro: era Ed Hurley de 'Twin Peaks'. La isla también me sonaba. Con razón, pues era Lanzarote.

Seguí con interés la decisión del deforme Iguana tras sufrir el enésimo maltrato: "rechazar todos los dioses ajenos y declarar la guerra a la humanidad".

Vi cómo Iguana se autoproclamaba rey y esclavizaba a todo el que pillaba, fuera un viejo enemigo o un desconocido. Algunos detalles me chirriaron, como que plantase una bandera que revelaba su posición a los barcos, cuando gran parte de su poder consistía en que se desconociera su existencia.

Contemplé un duelo entre dos hombres retrotraídos a una violencia prehistórica mientras las olas les golpeaban.

Me deleité con el elegante final.
Cazale
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6
4 de abril de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer largometraje de la primera mujer de Perú dedicada a la realización cinematográfica: Nora de Izcue.

El amor surge en Iquitos entre el sociólogo limeño Miguel y la prostituta local Nexy. Ésta se ve acosada por unos seres malignos, por lo que ambos acuden al curandero Melitón. Durante la lucha chamánica, los valores académicos, urbanos y adinerados que encarnan Miguel y sus compañeros chocan contra los mágicos, montaraces y pobres que profesan las gentes loretanas.

La interpretación de Miguel realizada por Johnny Palacios es floja, Silvia Chávez como Nexy resulta mucho más natural. Una irregular voz en off rellena de forma tosca los huecos de guión. Algunos de los recuerdos y alucinaciones de Nexy son atractivos visualmente, pero otros se hacen irrisorios (madre mía esas criaturas dando manotazos al agua). El apartado musical tiene dos bellos momentos: los pianos de Luis Aguilar fusionados con el ruido de la jungla y la canción 'Si te contara' de Fernando Álvarez sonando en el baile.

Mi acercamiento a la película se debe a una experiencia personal en otra región de la Amazonía peruana: Madre de Dios. Allí conviví con un chamán que casi triplicaba en edad a Melitón. Y aunque mi viejo maestro era mucho más directo y sencillo que el del filme, he reconocido multitud de elementos ceremoniales comunes, como el dietar, el purgar, el agitar la rama, el humo de tabaco o los ícaros.

Nunca olvidaré a las personas selváticas y su bonito acento. Permanecerán conmigo junto a los sonidos nocturnos, la majestuosa lupuna y el ancho río (a mí me daba más miedo el pez canero que los yacurunas). Pero 'El viento del ayahuasca' me ha devuelto allí de forma más intensa de lo que me permite la memoria.
Cazale
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7
5 de diciembre de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del ansia por deconstruir no se libra ni el género cinematográfico por excelencia. Cierto es que el western se ha nutrido de propuestas singulares desde siempre. Pero en los años dos mil diez cayó a un soporífero abismo: Kelly Reichardt. 'Meek's Cutoff' y 'First Cow' son dos bromas pesadas.

Hacer dramas intimistas con colonos no es reinventar el western. Para eso es mejor alterar su espaciotiempo sin suprimir la épica. Ahí están 'Comanchería' (gran western sobre la crisis económica de 2008), 'Lejos de los hombres' (muy buen western en la Argelia colonial) o 'La patrulla de la montaña' (atractivo western tibetano).

En Australia han usado más de una vez el truco espaciotemporal. Con poco éxito: ahí está, por ejemplo, la grandilocuente 'The Proposition'.

'The Furnace', en cambio, acierta. Un recio y exotiquísimo western. Su desierto encierra aborígenes, anglosajones, musulmanes, sijs, hindúes, chinos, camellos, caballos, dingos, rifles, lanzas, opio, lingotes de oro y muchas moscas.

Hay multitud de escenas rodadas en badimaya, lengua nativa australiana. Asimismo se escucha pastún, panyabí, darí, cantonés e inglés.

Los conflictos y objetivos están claros. Los personajes tienen hondura y sus relaciones se trazan con sentido. La muerte no se banaliza. Hay suspense y acción.

Las poco denunciadas masacres del Imperio británico aquí se exponen de una manera que no resulta cargante.

La película peca de acaramelarse en algunos momentos. También de introducir un par de personajes de aparente peso para luego no hacer uso de ellos.

Roderick Mackay, guionista y director de este su primer largometraje, no se anda con autorías. Está al servicio de la narración.

Aprende, Reichardt.
Cazale
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7
15 de abril de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encantan las películas deportivas. Sobre todo las que colocan el deporte mismo a la vanguardia de la trama. Sin escatimar fisicidad y espectáculo. Con la actividad en cuestión funcionando como el duelo de un western.

'El buscavidas' (billar), 'The Cincinnati Kid' (poker), 'Junior Bonner' (rodeo), 'Hard times' (peleas), 'Rocky' (boxeo), 'White men can't jump' (basket), 'Evasión o victoria' (fútbol), 'Rush' (automovilismo), 'La fuerza del viento' (vela), 'Cockfighter' (gallos), 'El momento de la verdad' (toros), 'Dreamer' (bolos), 'Over the top' (pulsos), 'The Wizard' (videojuegos)... Dios, qué gran subgénero.

'Jockey' no entra en esa categoría. Es más como 'The Rider', 'The Wrestler' o 'Moneyball': se sumerge al espectador en las entrañas del mundillo, mostrando sólo retazos de competición pura. También aprecio este segundo escalón del cine deportivo.

En su debut como director, Clint Bentley aplica un pulso indie que da lugar a planos de gran belleza. Los llena un pletórico Clifton Collins Jr. que cabalga, fuma, bebe, baila, miente, se derrumba, le hace una peineta a la báscula y observa el cielo sentado en la puerta de su caravana.

Los jockeys sufren lesiones continuas. Destruyen su físico por pasión, para seguir a lomos del caballo, animal esclavizado y amado por el humano desde la noche de los tiempos. Sin embargo, llega un momento en el que la edad y la salud exigen dejar de ser un centauro.

La película tiene otro rasgo que armoniza con mi gusto personal: es minimalista y directa. No fuerza instantes lacrimógenos o subidos de tono. Yo la habría desnudado más incluso, limando una música a veces demasiado efusiva y algún diálogo un poco grandilocuente.

A mí no me interesan los guiones enrevesados ni las piruetas de centro comercial. Prefiero síntesis, franqueza y naturalidad. Prefiero 'Jockey'.
Cazale
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