La historia trata de un inglés, tratado como si fuera un ser superior, que marcha a Granada, cuyos granadinos salen retratados como paletos, que sin embargo, practican mucho el sexo libre, con posturas atravidas y todo... Pero bueno, salvando esas cosas y esa inevitable falta de orgullo española que tan de moda está entre ustedes, la película tiene un buen guión, con una trama que va de menos a más y unas interpretaciones aceptables sin más. Un 5,75 es lo que le pondría, sí señor.

Vaya patraña de pelícua. Un abuelo casi de residencia tiene que proteger a unas chavalas (de 13 para arriba que reproducen tener 17), que son animadoras y están muy buenas, de un enemigo que no sabemos qué busca ni qué intenciones tiene a lo largo de todo el filme. Lamentables los gags sin pizca de gracia que sólo sirven para aburrir al espectador o lo que es peor, producirle vergüenza ajena. De poca credibilidad un aspecto que aclaro en el spoiler. Se pasan toda la película recordándonos lo guay que es Texas y su bandera, y lo corruptos que son los del FBI en comparación con sus Rangers.

Teniendo en cuenta el bajo nivel medio que tuvieron las películas yanquis del 2008, se puede concluir que esta película puede estar entre las 20 mejores del país imperialista en dicho anuario. Al menos ofrece erotismo, algo de humor y unas chicas muy hermosas de diferentes tipos, que, aunque no saben actuar, saben bien hacer su trabajo y saben cómo triunfar en los Estados Unidos.

Aguantar las tonterías del Rob Schneider se hace muy difícil de soportar, pero si a ello añades un guión estúpido e improvisado, con aires moralistas extraños e incoherentes o personajes que cambian de actitud en dos minutos de metraje sin ton ni son... En fin, otra americanada más, con respeto máximo a latinoamérica, no va contra ustedes.

Tratar a un pueblo ex-soviético de inútil, tonto y conservador es algo fácil para una mente enferma americana. Lo peor de todo, es que se les llama coprofílicos, machistas, racistas, senófobos, antijudíos y demás, cuando resulta que de esas cosas, los americanos son, en su mayoría, el 75%. Pero, le salva de la quema final un par de geniales gags, y unas cuantas buenas risas que inevitablemente te echas.