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España España · Cáceres
Críticas de Sinhué
Críticas 1.384
Críticas ordenadas por utilidad
7
22 de noviembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, pues es muy posible que algún día, cuando el tiempo se haya encargado de apisonar prejuicios, esta primera obra larga del director, actor, productor y guionista madrileño, adquirirá categoría de comedia sociológica. Es cierto que el avispado Santiago Segura siguió explotando la mina y consiguió seguir vendiendo como pepitas de oro pedruscos deleznables; fenómeno que también merece un estudio que podría titularse: "Un millón de moscas sí pueden equivocarse...". Pero este histórico nacimiento es más que meritorio, es casi épico; es la cristalización de un individuo español, de "rancio" abolengo, del que todos podríamos aportar cuarenta conocidos calcados y otros cuatrocientos que comparten muchos de sus tics. Todos hemos tenido algún Torrente cerca y tal vez hayamos practicado el torrentismo en alguna etapa de nuestra existencia, sobre todo aquellos que peinamos canas, o no peinamos ya casi nada.

Torrente, el personaje que ya nunca podrá tener un alter ego que no sea su creador, es de un realismo insultante, es el pícaro hispano de la segunda parte del siglo XX pero desprovisto del más mínimo escrúpulo, lealtad o dignidad; representa todo lo negativo y cicatero del españolito medio y bajo: Ignorante pero atrevido; bocazas y cobardica; mujeriego de boquilla; clasista, xenófobo y racista; machista insensible; mal amigo, traidor y chapucero... No hay virtud que podamos señalar en semejante energúmeno, y sin embargo casi todos le profesamos un afecto o simpatía inexplicables. ¿Será porque nos recuerda a algún tío, primo, abuelo, amigo de la mili, vecino del barrio, colega del bar...?; ¿de veras nos parece tan próximo para otorgarle familiaridad? o ¿es que forma parte indisoluble de las tradiciónes de este país, que según algunos hay que proteger: toros, procesiones, terratenientes y puticlubs?

Aprovecha el muy hábil realizador para hacer una especie de 13, Rue del Percebe, esa colmena de historietas de España, creada por Francisco Ibáñez, donde la gente sobrevive con imaginación, trapicheos y mentiras; porque en las tierras abonadas por la corrupción no tienen cabida los limpios y los honrados.
Sí, "Torrente, el brazo tonto de la ley" es un retrato crítico, aunque no sea apreciado por la mayoría, de un país que sigue más rehén de lo que cree de las casposas influencias del NO-DO. Hay mucho homo-hispanicus que no ha superado todavía el blanco y negro y lo que es peor, no tiene ningún interés en hacerlo.

Una de las cosas que más me llama la atención es que habiendo acudido miles de "Torrentes", a ver esta película, y las posteriores, ninguno ha salido ofendido de la sala, más bien todo lo contrario. ¿No se dan cuenta de que no han tenido delante una pantalla si no un espejo? o ¿es eso precisamente lo que les mola?
Aunque parezca mentira, en pleno 2017, la máquina de clonar garrulos funciona a pleno rendimiento.
Sinhué
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6
7 de noviembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé quién es el responsable del cambio de título, al trasladar la obra a España, ni tampoco llego a entender su intencionalidad; a menos que intente dulcificar y vender como comedia tres historias, que pueden ser solo una, zarandeadas por una tragedia de monstruosas dimensiones; lo cierto es que resulta injusto, o al menos confuso, para el mensaje que el director, y sus dos guionistas (Odile Barski, Danièle D'Antoni) quieren transmitir.
Aunque es verdad que se sobrevive con dificultad a un drama genocida a menos que cierto sentido del humor se abra paso en la noche oscura del alma, que debe ser el estado de ánimo habitual de quienes han vivido una experiencia tan tenebrosa.

Las tres amigas, que consiguen reunirse quince años después de salir del campo de concentración, rememorarán sus días en Auschwitz y de qué manera todo aquello influyó en sus relaciones posteriores y sus vivencias, tintadas para siempre por el horror y el cariño, verdadero motor que las empujó hasta la salida del infierno.
Pero ahora es tiempo de catarsis, de procurar que el sol llegue hasta la oscuridad más recóndita, de hacer crecer lo que el cautiverio amputó. ¿Podrán?. ¿Sabrán?

Todo cabe en una vida, parece decirnos Jean-Jacques Zilberman y si no consiguen levantarse tres valientes mujeres, nadie lo conseguirá.
Sinhué
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6
30 de octubre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Western australiano que transcurre por los territorios del verismo, enmarcado en una fotografía espectacular y unos paisajes agrestes o acogedores según quien los transite.
Hace cerca de un siglo la mayoría de los granjeros blancos de nuestras antípodas, al igual que los americanos, poseían caballos, vacas y negros sin deferenciar demasiado su valor. Con el agravante además de que los tipos "civilizados" habían sometido, esquilmado y esclavizado las tierras de Oceanía y a sus nativos. Ni siquiera se tuvieron que molestar en comprarlos o en ir a cazarlos a África. En este deshumanizado panorama transcurre la odisea de Sam Kelly, un sensato e íntegro aborígen que se ve obligado a defenderse de un colono borracho y desalmado.
La jauría de los racistas y los funcionarios corruptos abogan por su muerte inmediata, pero un jurista defensor de los derechos de los individuos consigue llevarle a juicio para que argumente en su defensa.

Warwick Thornton, nacido en Alice Springs (Australia) hace 47 años, es un defensor de la cultura de sus ancestros y aunque ama a su tierra de ahí el título (Sweet Country) no duda de que el mayor peligro vendrá de algunos de sus habitadores, de ahí el lamento del predicador: ¿Que será de este país?
Aunque lo que se cuenta tuvo lugar en el primer tercio del siglo XX, los comportamientos de unos y otros son extrapolables a nuestros días. Y es que la pobreza, ignorancia, abuso, injusticia y falta de escrúpulos siguen dañando la convivencia de los seres humanos. Y el esclavismo, que escondía algunas raicillas, ha rebrotado de forma violenta disfrazado con fórmulas que huelen a vaselina y neologismos hipnotizadores.
Sinhué
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8
30 de octubre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aúna, esta cuidada obra de Samuel Maoz, una serie de componentes, a veces no demasiado ortodoxos; que animan al visionado de Foxtrot:
- Un espectacular comienzo que, por fortuna, no será el único sorprendente durante las cortísimas dos horas de metraje.
- La difícil cualidad de ejercer la crítica sin tener que eviscerar para mostrar principios incontestables.
- Una fotografía fija que son auténticos cuadros en movimiento.
- Sólidas interpretaciones.
- Y una extraña capacidad para mantener una válvula escapatoria, e incluso humorística, próxima a los momentos más dramáticos.

Demuestra el realizador israelí, que consiguió en el 2009 el León de Oro, como mejor película, por Lebanon (Líbano), que es capaz de ser dinámico en sitios pequeños y con presupuestos escuetos, habilidad que solo poseen los grandes. También sabe de qué habla cuando saca el ejército a colación, no en balde fue militar y tanquista.
El Jurado de la 62 Seminci, creo que injustamente, no se ha acordado de Foxtrot a pesar de que el público la recibió con aprecio.

El cartel, pleno de fuerza y cromatismo, del joven militar marcándose unos pasos de baile con el fusil, traerá recuerdos a quienes vieron Soldados de Salamina (David Trueba/2003).
Sinhué
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7
25 de octubre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este primer largometraje de Elene Naverieni que debe su título al revolucionario, psiquiatra, filósofo y escritor caribeño Frantz Fanon (Martinica, Francia; 1925–Maryland, Estados Unidos; 6 de diciembre de 1961) ha caído como una losa sobre los espectadores de la segunda sesión de tarde del Teatro Calderón, en esta 62 Seminci, del 2017.
Su crudeza, sencillez, poesía del feísmo, blanco y negro granujiento y destilación de la realidad en el extrarradio de Tiflis (Tbilisi), capital de Georgia, ha conseguido los dos efectos más encontrados, y por otro lado habituales, entre el público:

Por un lado los que argumentando que no se va al cine a sufrir, se rasgan las vestiduras y se cortan las venas (¡debe ser que eso no duele!); y por otro aquellos que se dejan impactar, de buen grado, y en este caso además sin chichonera ni coquilla, por los directos y ganchos de una jovencita que, con dinero suizo, nos hace un retrato naturalista de la ciudad en la que nació y en la que, casualmente, existen pobres, prostitutas y negros que, ¡no se lo va usted a creer!, tienen las mismas necesidades de afecto y de visibilidad que el resto de los mortales.

Dudo mucho de que esta ópera prima consiga distribución en España, pero les puedo asegurar que Elene ha sorteado en su presentación el enemigo más temible de cualquier creador: la indiferencia. Y en lo que a mi respecta no la olvidaré, ni quiero, y me mantendré al tanto de sus futuros trabajos.
Sinhué
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