Puedo estar orgulloso (o podía) de mis últimas elecciones cinematográficas porque, mejores o peores, me han hecho ver que hacía tiempo que no veía una película tan sumamente bochornosa como ‘Géminis’. Viendo además la gente involucrada en el proyecto, me sorprende en demasía lo que estaba viendo en pantalla.

Siempre que dudo por dónde empezar una crítica, me gusta arrancar por el guión. En este caso han cogido un borrador cualquiera, han obviado cualquier tipo de corrección necesaria y han tirado para adelante. Me sorprende que algo que podría haber sido catalogado como guión de una película de “el de la coleta” (Seagal) haya acabado en tales manos. Un blockbuster que tiene su gran escena de acción (rebuscadísima) a los cuarenta minutos de película y cuyo desenlace se basa en gente hablando en una habitación.

Will Smith parecía haber recuperado el norte tras la nefasta ‘After Earth’ y, al menos en aquella, se le podía echar la culpa de querer encumbrar a su hijo. Aquí no. Es el eje principal de la cinta y, siendo justos, es el menos culpable de que esto no funcione. Lo mismo sucede con los desaprovechadísimos Clive Owen y Mary Elizabeth Winstead.

Sorprendido estoy de ver que esto lo filma Ang Lee, reputado director de ‘La vida de Pi’, ‘Brockeback Mountain’ o ‘Deseo, peligro’. Si me dicen que esto lo ha filmado John Woo en horas muy, pero que muy bajas, pues todavía me lo creería. Lee mea fuera del tiesto, no da ningún ritmo a la acción logrando una cinta muy aburrida.

Por último, y no por ello menos importante, los efectos especiales. Sinceramente, después de haber visto envejecer a Pitt en Benjamin Button, rejuvenecer a Hopkins en ‘Westworld’ o muchos de los personajes de ‘Los Vengadores’ a base de ordenador, me esperaba un resultado mejor. Es inexplicable el acabado final del Will Smith joven, sumamente artificial. Te saca continuamente de la película.

‘Géminis’ es la película a evitar en la cartelera. Un sacacuartos aburrido que no merece vuestra atención. Es difícil hacer las cosas peor.

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Le dedico mi última crítica/revisión de serie a ‘Maniac’, una de las últimas producciones de Netflix que he decidido abandonar definitivamente. Y lo he intentado todo, de verdad, pero no me puede llamar menos la atención lo que sucede en pantalla.

Normalmente no haría una crítica de una serie que no he terminado de ver, pero considero que el hecho de haber visto más del setenta por ciento del metraje me hace poseer un cierto criterio. Así, aunque bien actuada por su pareja protagonista, el empanado Jonah Hill y el torbellino Emma Stone, aunque la dirección de Cary Joji Fukunaga o las lucecitas y look psicodélico (de ciencia ficción) que luce durante su puesta en escena me puedan parecer más o menos llamativo, desisto a continuar con su línea argumental, confusa y mal estructurada.

Siempre le doy unos capítulos de rigor a la serie de turno, como unos tres o cuatro. Creo que una serie tiene graves problemas si es incapaz de transmitirme nada o de avanzar en su argumento principal en cuatro horas de metraje. En el caso de ‘Maniac’, decidí darla algo más de tiempo, conociendo que las producciones Netflix suelen ser de mi agrado. Pero la verdad es que el resultado es decepcionante.

Así, ‘Maniac’ no engancha, no termina de arrancar y ni termina de entusiasmar. Su diseño de producción es, sin duda, su punto fuerte, pero no suficiente como para atraerme.

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Los españoles somos expertos en tener ideas de lo más atractivas y originales, pero el problema es que terminamos llevando estas ideas siempre, pero siempre, por los mismos derroteros. Así, ‘Espejo, espejo’, teniendo un punto de partida de lo más original, decide caer en los mismos errores cometidos en producciones anteriores.

Poco o nada pueden hacer los Areces, Millán, Acosta y compañía para levantar una película que lo único bueno que tienes que dura bastante poquito. ‘Espejo, espejo’ se vuelve en su contra casi desde el minuto dos, cuando se revela el verdadero todo del filme. Desde luego, había buenas intenciones que no le va a quitar nadie y ese juego de espejos como conciencia que remarca la inseguridad de los distintos personajes de la trama podía haber dado juego y resultar simpática. El problema lo tiene el guión, con cotas lamentablemente patéticas y vulgares, con humor casi sacado de otra época.

No me ha gustado nada.

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Pues es una pena que una serie que aporta ideas tan curiosas, originales y novedosas decida tirarse por unos derroteros de tan baja calidad y tan sumamente machacados y vistos en otras producciones. Toda la trama que tiene que ver con las llaves realmente llama la atención del espectador porque, las cosas como son, hay algunas llaves que a ti, a mi o a cualquiera nos encantaría utilizar en según qué momentos.

A partir de ahí, todo se centra en lugares comunes, pues la residencia Locke no es más que la enésima casa que está, aparentemente, encantada. Curiosamente en el pueblo han sucedido cosas “extrañas” que nunca nadie ha investigado. Además, me hace mucha gracia el hecho de que antes de que los protagonistas lleguen al pueblo todos sepan quienes son. ¿Eso sigue sucediendo en la América de hoy?

Luego tenemos a la típica familia traumatizada por la pérdida del progenitor. Está compuesta por la madre, insulsa como ella sola. Confieso que el niño pequeño se me hace un poco pesado, la hermana mediana se puede catalogar como la “rarita” y al hermano mayor como el guay del instituto. Con este último me pasa una cosa bastante curiosa y es que, cada año, consigo encontrarme con un personaje que se me hace estomagante y que no aguanto desde el minuto uno. Este año ese honor ha recaído en él, fatalmente interpretado por Connor Jessup. No es que el resto del reparto esté a un gran nivel, pues todos son bastante normalitos, pero es que Jessup está sumamente exagerado (se le pueden notar las manías interpretativas al cabo de dos episodios), como muy tipificado. Laysla De Oliveira podría llamar mi atención si no fuese porque se le otorga un final tan trillado que no merece mención. Y ojito al tío que es como el Guadiana, aparece y desaparece.

Lo mejor que puedo decir de ‘Locke & Key’ es que es como si a ‘La Maldición de Hill House’ la hicieses descafeinada, muy descafeinada. Quítala dosis de emoción, terror y aventura, utiliza personajes del montón y es el resultado que tendrás. No cabe duda de que luce bien y tiene un gran acabado, pero la falta mucha chispa para enganchar a la audiencia. Desconozco si esto es por culpa de la producción o del cómic en el que se basa.

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Si esto es lo mejor que nos puede ofrecer Disney sobre el universo ‘Star Wars’ que Dios no pille confesados porque, la verdad, ‘The Acolyte’ es una serie sumamente decepcionante a cualquier nivel posible.

Disney está intentando alejarse, tímidamente, de la estela de los Skywalkers para poder expandir el universo y no vivir de las rentas. Pero, siempre que lo hace, los resultados son sumamente decepcionantes y ‘The Mandalorian’ empieza a parecer un golpe de suerte.

Esta historia sobre dobles, jedis y sith alejados de los personajes habituales de la saga está repleta de tramas anodinas, mil veces vistas en otras situaciones y cien veces mejor contadas que aquí. Si uno es avispado, en el capítulo dos se dará cuenta de por dónde van los tiros y casi me dieron ganas de abandonarla.

Además, los personajes no tienen carisma alguno (¡Y tienes a Carrie-Anne Moss por favor!), no hay ni uno solo que me caiga bien o que merezca ser nombrado o recordado para la posteridad. Es más, se recurren a golpes fáciles como meter un wookie para hacer la gracia o el mini-cameo final para intentar que no te bajes del barco en la siguiente temporada. Pero a mi, dos veces en esto, no me pillan.

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