Hermosa película de K.Mizoguchi.

Una película de sabiduría japonesa para todo hombre, lugar y tiempo.

Las maravillosas vivencias, cotidianas y simples, que apenas valoramos, acabamos comprendiendo que son un auténtico tesoro (lo más parecido a la felicidad) cuando las perdemos.

Esa es la lección magistral de estos Cuentos de la luna pálida de agosto.

La historia se desarrolla en un ochenta por ciento durante la noche, en un motel circular en medio en medio de la aridez. Lo que parece romaticismo es un tremendo aburrimiento que puede hacer que uno pierda el gusto por lo que llamamos CINE.

Una mujer y un hombre que viven en distintos años, uno en 1998 y otro en 1997, se enamoran a través de correspondencia epistolar gracias a una agujero negro o de gusano localizado en el buzón de cartas exterior a la casa donde viven. Por medio de esta caja de correo se envían cartas de amor y también regalitos como un sujetador de pelo o un pecesito vivo, ella a él, o unas manoplas, él a ella. Sin embargo, no entiendo como el que vive un año por delante en el tiempo no le comunica a su amante viviendo un año atrás la combinación ganadora de algún gran premio semanal de los que se jueguen en Corea del Sur, algo equivalente a la quiniela, el loto, la lotería, el quinigol, la primitiva, el euromillón, el gordo de la primitiva o cualquier otro parecido con mucho dinero para premio máximo. Pues ya que tienen esa oportunidad de intercomunicarse de futuro a pasado y de pasado a futuro, lo lógico es que se sacarán un montón de dinero que luego les permitiera citarse en una fecha concreta posterior en la que ambos ya sabiendo lo que ha ocurrido tratasen de encontrarse y disfrutar de lo conseguido conjuntamente además de la atracción amorosa que se profesan, es decir hacer presente su en principio imposible unión de pasado con futuro. Yo al menos esto es lo que intentaría, me parece más interesante, práctico y aprovechable que intercambiarse sólo unas manoplas sin fu ni fa.

Se trata pues de un filme sobre romanticismo y ciencia-ficción, pero algo patético, fatuo y aburrido.

Lo mejor de la película, no son ni los actores ni el guión, ni la fotografía ni la música, lo mejor sin duda es el paisaje donde se localiza la mayor parte de la historia, donde se destaca una casa sobre columnas adentrada en un lugar de la costa de Corea del Sur, expuesta al vaivén de las mareas marinas que de vez en cuando convierten esta construcción en un una casa sobre el mar y otras veces en una casa sobre la arena, esto es lo mejor porque se trata de un paisaje de ensueño, bien exótico, solitario y silencioso.

La película es una auténtica perversión según los gustos de las viejas Sodoma y Gomorra, aunque en este caso todo se reducide a la vida de unos pocos personajes en un piso de una ciudad europea a lo largo de cuatro capítulos donde se va de la seducción y mariconeo entre dos hombres (uno de 50 años que le gusta dar y otro de 19 que le gusta recibir y hacer de ama de casa) hasta la inclusión de una jovencita de apetecibles tetas blancas y otra madura de operación hermafrodita.

En fin una película de ensayo sin arte, donde se pone de manifiesto el relativismo del sexo entremezclado entre personas sin consciencia de moral-inmoral, a las que gusta de rebajarse a la altura (un poco más bajo) de los perros. Y poco más.

Como decía la canción "el patio de mi cárcel es particular, y cuando llueve mucho tú te va a mojar, agáchate y vuélvete agachar, que si tú no te agacha alguien en esta web se enfadará.

Ja, ja, bueno, se lo advierto a cualquiera: prohibido ver esta película, cuenta con mi veto por oficial, poco espectacular, cortical y patética a pesar de todo el espaldarazo obtenido.

Puntuación: menos de 3, y dejémoslo ahí por algo de simpatía que le tengo a Ledicia Sola que trabaja aquí en un papel del montón.