Lo interesante de este filme, es la descripción magistral que hace de un intelectual común, que bien pudiera ser cualquiera de nosotros, un hombre "bueno" corriente, cuando es alabado por un sector, partido o poder, cuando se deja engatusar, alabar, acobardar, todo a cambio de conservar un puesto de trabajo, adquirir relevancia, fama, seguridad o salvar el pellejo.

El protagonista es un hombre "bueno", un profesor de universidad; pero acalla la voz de su conciencia cuando entra a militar en un partido político, en este caso socialista (son los hechos que describe el argumento de esta película, hechos terroríficos ocurridos en la Alemania de 1937, cuando gobernaba y mandaba el partido socialista de Adolf Hitler).

En esta película vemos al pacífico e intelectual "good" de partido político, salir a la calle en la Alemania de 1937 a dañar a gente que no compartía su ideología; génesis que degeneró en los crímenes nazis posteriores que ya conocemos. Pero resulta que analógicamente en la España de 1931, en concreto durante los días 11 y 12 de mayo, intelectuales españoles, gente "good", se transformaron también en fanáticos y se pusieron a perseguir personas sólo porque pensaban distinto de ellos o porque eran católicos, dando lugar a los primeros episodios de persecución religiosa en el marco de una España que era republicana. Y meses más tarde, el 1 de enero de 1932, también intelectuales de partidos políticos de izquierdas, hombres "good", decretaron desde el poder del Estado la expulsión de los jesuitas de todo el territorio español.

Ya me lo decía mi abuelito, me lo decía mi papá y me lo dijeron muchos que saben por haber vivido (entre ellos Fej Delvahe): "En santo que mea no creas, y mucho menos si es santo de partido."

Otra película más sobre Alcatraz, sobre el tema carcelario y sobre un juicio. En definitiva, Marc Rocco con este filme no nos aporta gran cosa. Sí, ciertamente trata sobre el hecho que provocó el cierre definitivo de la famosa cárcel californiana de Alcatraz, pero el resto, sobre todo el abogado, el preso y el juicio son más de lo mismo y no aportan nada nuevo que sea verdaderamente interesante.

Kevin Bacon interpreta a un preso de la citada prisión que fue conducido allí por robar 5 dólares, que se trató de escapar, que fue torturado y metido en un zulo durante tres años seguidos con sólo media hora para ver la luz al año. A partir de esta tamaña injusticia todo se hace bastante tenebroso, judicial y aburrido.

Dos películas hizo en España el actor Stephen Boyd, aquel mismo que interpretó al romano malísimo-malo de Ben-Hur (William Wyler, USA 1969), y las dos las hizo a las órdenes de José Antonio Nieves Conde, "Historia de una traición (1971) y "Casa manchada" (1975).

En "Casa manchada", Stephen Boyd hace un papel elegante y firme, acompañado de notables y bellas actrices como Sara Lezana y Carmen de la Maza, y junto a actores españoles de enorme calidad como el gran Rafael Navarro.

El guión trata de un un terrateniente de la provincia de Cuenca (aunque las escenas de la gran casa de campo y sus alrededores están rodados en la finca de "El Quexigal", situada en Cebreros, provincia de Ávila) que vive con su esposa (Carmen de la Maza) en la enorme casa de campo herededa de sus antepasados, un lugar precioso pero marcado por la desgracia, pues ahí fueron asesinados su bisabuelo, su abuelo y su padre (todos interpretados por el mismo Stephen Boyd) en distintos momentos de la historia de España. Un día, cabalgando a caballo encuentra en sus tierras a una mujer preciosa (Sara Lezana) inconsciente sobre el suelo...

¿No había anunciado Clint Eastwood en su anterior película que era la última que dirigía? ¡Vaya!, pues muchos nos alegramos que haya regresado; ahora bien, esta película no da la talla de las últimas que llevaba haciendo. Se trata sólo de un filme bueno y aceptable. El guión y la historia se pierde demasiado en el juego del rugby.

Lo más emocionante son las escenas donde se muestra la calidad humana del líder Nelson Mandela, hombre singular donde los haya y de un capacidad conciliadora, un carisma y un don de aceptación de la crítica que demuestran su magnanimidad como persona.

Para muestra de lo anterior un botoncito. Al principio de la película hay una escena en la que el ya Presidente de Sudádrica sale con sus dos guardaespaldas muy de madrugada a andar por las proximidades de su zona residencial y se paran ante un paquete de periódicos del día a leer la portada. Ésta habla de su reciente elección, el día anterior, con el siguiente títular crítico:

"PUEDE GANAR UNA ELECCIÓN, PERO ¿PUEDE PRESIDIR UN PAÍS?"

A lo cual uno de sus acompañantes le comenta: "Ni siquiera un día de trabajo y ya están tras de Usted." Entonces Nelson Mandela, en su conocida línea de ser reflexivo y sabio, contesta de forma ejemplar, con esa forma tan magistral y tolerante que le caracteriza:

"Es una pregunta legítima".

Muchos políticos de otros países, que se creen diocesillos y no aceptan la más mínima oposición ni crítica, deberían aprender de esta película y del líder Nelson Mandela.

Es un filme interesante, pero como todos los que ha hecho hasta el día de hoy el director Takashi Miike, y son muchos ya, suelen ser obras cinematográficas sin fu ni fa, sin excelencia, simplemente cine para hacer consumir cinematografía a mentes poco exigentes.

Inspirándose en los famosos "Siete samuráis", Miike los eleva a 12 + 1 y en lugar de ser éstos unos samuráis que van a vengar los abusos cometidos contra unos campesinos, en este caso van a vengar a varios inocentes muertos atropelladoramente por un gran señor especie de virrey y jefe de clanes japoneses. El tipo es un descerebrado y abusador de gran magnitud, por lo cual los espectadores estarán ansiosos a lo largo del desarrollo de la película porque le llegue el momento crucial que ha de llegarle también a todo cerdo: "san Martín".

Pero lo cierto es que la película se atiborra de muerte y más muerte como si no tuviese fin tanta sangre y violencia, hasta tal punto que se sale asqueado y atragantado de tanta lucha y destrozo a espadas.