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España España · Valladolid
Críticas de Alberto Monje
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Críticas 69
Críticas ordenadas por utilidad
6
21 de febrero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas adolescentes de la última década. Este dato que voy a decir no es del todo empírico, pero se podría asegurar que no hay chica mayor de 13 años que no la haya visto, y mayor de 15 que no la haya visto, por lo menos, 3 veces.
Pese a la enorme cantidad de películas románticas (de muy baja calidad) que salen de Hollywood en estos tiempos, esta es bien diferente. No estamos ante ninguna obra maestra, ni una película “de festival”, ni tampoco dentro de lo que se denomina cine de autor. “El diario de Noa” es una película con una historia algo previsible, pero atractiva, en la que destacan las dos parejas protagonistas con sus enormes actuaciones. Ryan Gosling y Rachel McAdams, los personajes principales en su juventud, realizan dos interpretaciones fantásticas, columna vertebral de la película. Sin duda, con ese amor juvenil desenfrenado e irracional, se sentirá el público adolescente identificado. James Garner y Sam Shepard, los protagonistas ya de ancianos, son los representantes del amor con todas las letras (sobre todo simbolizado en él), un amor leal, incondicional e inmortal. Ambos tocarán la vena sentimental del espectador en varios momentos. El tema de la vejez, la enfermedad y la memoria están tratados de forma certera por estos personajes en la cinta.

La película empieza con una pareja de ancianos (los ya mencionados). El hombre parece leerle una historia a la señora, que escucha con interés. Poco después nos daremos cuenta de que la historia que cuenta es la suya propia, la de los dos, en su juventud. La mujer, Allie, por culpa de una enfermedad, es incapaz de recordarla ni reconocer al amor de su vida.
Al principio, el relato de los jóvenes comenzando a enamorarse es bastante tópico, muy “Hollywood”, pero no se queda ahí porque la fuerza interpretativa del dúo protagonista la hace gratamente disfrutable. Cabe destacar la escena de la salida del cine, con el plano secuencia de la pareja principal (muy de la trilogía “Before…”). En estos momentos, asistimos a las primeros momentos del idilio amoroso: todo es perfecto, ambos felices, no hay obstáculos en el camino… Pero ambos personajes chocarán contra un impedimento que cambiará el rumbo de sus vidas: su antagónica posición social. La literatura mundial ha tratado miles de veces el amor entre diferentes clases sociales: “Romeo y Julieta”, “Los Miserables”… ni los libros de Nicholas Spark, ni Hollywood se han resistido nunca a este tema. En “El diario de Noa”, este asunto es esencial y, pese a poder haber sido repetitivo, consigue llevarse acertadamente. Sabemos que hemos visto historias parecidas muchas veces, pero no se nos hace pesado atender a otra una vez más.
No será hasta que los enamorados se separen a mitad del metraje cuando la película se alce en todo su esplendor. Nos daremos cuenta de que no estamos asistiendo a un simple amor de verano, sino que hay verdaderos sentimientos ahí detrás. Durante esta segunda parte del filme, se suceden las escenas de los jóvenes y los mayores. De estos primeros es destacable la celebérrima secuencia de la lluvia, culmen del romanticismo en la película, homenajeada millones de veces en las redes sociales (Las veces que habré podido escuchar el “It still isn’t over!” en montajes y fotos de Twitter ). De los entrañables ancianos, también podemos destacar la escena de la visita de los hijos, cómo uno a uno se van “presentando” a su abuela, sin que ella reconozca quiénes son realmente.
Respecto al tramo final de a película, a mí, personalmente, me parece que se termina de una manera demasiado acelerada. Ambas historias, acaban demasiado de repente, casi sin una distinción entre lo que sería el segundo acto y el tercero. Aun así, la dulzura (no demasiado gratuita) de la última imagen del filme, hace que este fallo sea algo más leve.

Ya lo he dicho: “El diario de Noa” no es que sea una película para enmarcar. Pero se sustenta, y se hace recordar, sobre todo por su enorme peso dramático. Tanto Ryan Gosling, protagonista de esta Semana de cine, como McAdams y los dos entrañables ancianos, mostrarán el lado más humano de la vida. Pero centrémonos en Gosling. Sin duda, esta película representa un punto de inflexión en su carrera. Hasta 2004 era prácticamente un desconocido, pero desde el estreno de la obra de Nicholas Sparks, se le empezó a ver como el chico atractivo y mujeriego que encarna muchas veces en sus películas. No es la mejor actuación del estadounidense, pero, sin duda, no es mala. Consigue una química con su compañera de reparto inigualable, (además de levantar pasiones entre las adolescentes, todo hay que decirlo). Sin duda, ya el actor apuntaba maneras hace ya 11 años y sus capacidades interpretativas, por ahora, no han parado de crecer.
Alberto Monje
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2
24 de octubre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine experimental hay que saberlo apreciar, no hay que hacer juicios muy precipitados sobre estas películas, hay que dejarlas reposar para saber comprenderlas en su totalidad. Pero “Lucifer” no es así. Es un film soporífero, aburrido, sin sentido y lento, muy lento. Se suceden las historias y los personajes sin saber muy bien qué estás viendo y luego, el director, parece que intenta dormir al espectador con sus historias de ángeles y milagros. Ya el trailer nos sugería cómo iba a ser el asunto, avisados estábamos, pero esta larga experiencia de más de 100 minutos se hace eterna desde el primero de ellos.

En el pase de prensa de la SEMINCI muchos periodistas se fueron a media proyección, a los que aguantamos (unos dormidos y otros despiertos) al final no nos quedó otro remedio que patalear para que se oyera bien nuestro descontento con el film. Horrible.
Alberto Monje
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3
27 de noviembre de 2015
14 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juliette Binoche, en esta última edición de la Seminci definió a su personaje en esta película como “un pavo real que al final es convertido en un perro”. Se deshizo en elogios hacia la persona de Josephine Peary, a la cual interpreta con maestría, comentando lo genial de su desarrollo psicológico y lo bien que lo narra Coixet, ¿esto es realmente así?

Pues simple y llanamente: no. Sí que es verdad que el personaje de Binoche puede ser descrito de esta manera, pero Coixet no acierta a la hora de narrar la historia. El planteamiento de la cinta es desigual, con buenos momentos, pero, sobre todo, con momentos sin interés. Al final, la historia de ese pavo real que acaba siendo un perro, metafóricamente hablando, se convierte en el típico relato de supervivencia al más puro estilo Hollywood, pero más rancio todavía.

Para los que no lo sepan, la película trata de Josephine Peary, una aristócrata norteamericana que pierde a su marido en el polo norte y va ahí a buscarlo. De esta manera, el “pavo real” que en un principio es Peary (aristócrata, elegante…) se termina transformando en un perro (sucia, sobreviviendo sin comer, en el frío…).

El principal y único foco de atención del film se centra en Binoche. Como siempre, la francesa realiza una interpretación sobresaliente, buscándole los matices al personaje y profundizando en sus emociones. Sin duda, si hay gente a la que le gusta la película, solamente podrá haber sido por Binoche. Coixet patina con la película, y al patinar se cae y se hace daño. La película se hace eterna, nunca sabes cuándo va a terminar y, lo peor, quieres que se termine porque no te interesa lo más mínimo lo que pase. La historia de “amistad” entre las dos protagonistas no te llega, sabes que son dos enemigas que están obligadas a entenderse, pero te da igual lo que les pase.

Si es que de donde no hay no se puede sacar, y de Nadie quiere la noche no se puede sacar más. Mira que la historia tiene puntos que podrían haber sido explotados: el cambio psicológico de la protagonista, la rivalidad entre ella y la esquimal o, incluso, lo claustrofóbico, la ansiedad de estar en medio de ninguna parte. No, no se saca el jugo a toda la historia. Si queréis ver la película hacedlo por Binoche, si no, guardad el dinero para otra cosa.

Alberto Monje, Esencia Cine
Alberto Monje
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5
10 de julio de 2017
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ascenso de la extrema derecha en Europa necesita de una respuesta por parte del cine a la altura del momento y This is our land no lo está. Pauline es una enfermera rural a la que el RNP (partido ficticio copia del Frente Nacional francés) le ofrece presentarse a las elecciones municipales. Pese a pensar que la política no es lo suyo, acepta, lo que le llevará a reacciones muy distintas en su entorno. El principal problema de esta película es la falta de credibilidad del personaje principal. No se entiende cómo una hija de un comunista que nunca le ha interesado la política, de la noche a la mañana haga campaña por la expulsión de los musulmanes del país. Además, el conjunto, lejos de ser un acercamiento a la realidad política actual, es un relato muy ordinario y poco esclarecedor sobre una sociedad intolerante. La película nunca busca comprender el odio de sus personajes hacia los extranjeros. Lejos de sorprender, la realidad que describe es desoladora, aburre y deja muy muy frío.
Alberto Monje
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3
4 de julio de 2017
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué pasaría si se juntara a un ateo Apichatpong Weerasethakul (El Tío Boonmee que recuerda sus vidas pasadas), a Alain Guiraudie (El desconocido del lago) y a una versión muy trasnochada de David Lynch (Mulholland Drive)? El hijo amorfo de esta unión sería esta película francesa que deambula entre el surrealismo fofo y la risa fácil de un espectador que no sabe si le están tomando el pelo. Le Parc cuenta la historia de una joven pareja que se acaba de conocer y pasea por un parque, donde mantienen algún que otro encuentro sexual. Cuando él se va a casa, ella se queda en el parque, donde su comportamiento será cada vez más extraño cuando llegue la noche. Lo único decente de esta película es su duración, que casi no pasa de la hora. La primera parte, la pareja paseando por el parque, aunque no posee casi interés, se salva frente a la segunda en la que al espectador solo le queda la risa para poder tragarse tal cantidad de acciones vacías y falta total de argumento y originalidad. Por favor, que nadie pise ese parque nunca.
Alberto Monje
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