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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
7
10 de mayo de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé qué piensen ustedes pero, en lo que a mi respecta, desde chico me resultaron encantadores aquellos héroes cinematográficos marginales y arriesgados que robaban a los ricos para dárselo a los pobres. Los asaltantes de bancos -que sin hacer un disparo desocupaban las cajas fuertes- me motivaban aplausos, y todo aquel que expusiera su vida para dignificar al pueblo, se merecía un buen lugar en el rincón más agradecido de mi corazón.

Robin Hood era el prototipo, y después conocimos al Capitán Blood y al Pirata Hidalgo… hasta llegar a este Raffles en ambiente moderno quien, además de ser un famoso jugador de críquet, de cuando en cuando hurta en una galería de arte, en una ostentosa joyería o le roba a cualquier señora aristocrática algún collar que, luego, con algún necesitado hace devolver, para que, así, a éste le paguen la recompensa. Es decir, Raffles es un ladrón devolvedor. Roba con elegancia, pero de mentiritas.

Y lo que más nos gusta de Raffles es que es un galán, elegante, bien hablado, caballeroso y capaz de llevarse de maravillas hasta con el sabueso que lo persigue dispuesto a pescarlo como a un buen salmón. Entre tanto, enamora y termina haciendo su cómplice a la misma mujer que, un día, también se metiera en el corazón de Hood y hasta del mismo Blood ¿pueden creerlo?

Bueno, lo explicaré por si alguien no está al día: David Niven hace de Raffles “El ladrón aficionado” como él mismo firma sus mensajes de despedida. Y Olivia de Havilland, la enamorada de Errol Flynn en “Robin de los Bosques” y en “El Capitán Blood”, es ahora Gwen, la chica que de nuevo se gana el corazón del héroe de turno. Y para eso tiene con qué: belleza, dulzura, constancia y accesibilidad. Una dona con crema chantilly.

El filme tiene encanto, curiosas estratagemas, agudeza de ingenio y una que otra situación realmente divertida. La historia atrapa sin dificultad alguna y uno se siente bastante a gusto con un puñado de encantadores personajes. Créanme, es una película de detectives… y aquí no hay malos, todo el mundo es casi honrado. No por nada, la misma historia fue llevada al cine –en apenas 23 años- en cuatro exitosas ocasiones.
Luis Guillermo Cardona
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10
13 de diciembre de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada país tiene, de tanto en tanto, su propia crisis, y ésta es la consecuencia –entre otras cosas- de la manera como, durante largo tiempo, se ha venido manejando colectivamente, la banca, la industria, la política y el comercio en general. La explotación, los abusos, la usura, la mala administración, los productos de mala calidad, las trampillas por donde se presten… van horadando el equilibrio del universo y la crisis estalla como la necesaria sacudida que, según la Ley de Resonancia, estamos mereciendo, porque, por más que lo parezca, la impunidad no existe, y siempre el búmeran compensatorio ha de hacer su camino de retorno.

En época de crisis, los que nunca han sido honestos siguen igual, en su mayoría, porque no entienden el mensaje. Lo que les pasa –creen- se debe a otros o al simple azar, y por lo tanto, vuelven a armarse de todas las formas oscuras, que bien conocen, para enriquecerse de nuevo y para preservar lo que, quizás, todavía les queda... y la gente de bien y del común, es la que padece sus embates, sus infamias y atropellos.

Para aquellos, su rol es el de causar sufrimiento. Para el pueblo manso, es la ocasión de ejercitar su templanza, su fe, su resistencia… y a flote salen magníficos sentimientos que corroboran su grandeza humana.

La familia de, Tom Joad, es de este talante. Tras el crack de 1929, se han visto abocados, por las presiones de los terratenientes, a dejar su tierra y a marcharse con rumbo a California, donde guardan la esperanza de encontrar trabajo en la recolección de frutos. En un desvencijado camión, viajan los doce miembros de la familia. Se sienten desarraigados, pero mientras unos piensan que lo han perdido todo, otros alientan la imperdible esperanza de un futuro mejor. Se parecen a los ocupantes de La Balsa de la Medusa, el inmortal cuadro de T. Géricault, donde se refleja la crisis y la actitud que asumen los diferentes seres humanos ante ella.

Con una eficaz y realista puesta en escena que deja ver la profunda pobreza que afrontan tantísimas familias de aquella época; una fotografía que transluce a la perfección las emociones de cada instante en que se presenta el mal trato, la decepción, la ira, el inconformismo… y con un conjunto de actores que da la plena medida a cada personaje, el director John Ford, ha conseguido otra obra que permanecerá en el historial del arte cinematográfico por excelencia.

La novela homónima de ese gran escritor que fuera, John Steinbeck, es, como este filme, un grito contra la injusticia y la explotación, y es una luz de esperanza que aspira a que, un día, consigamos entender que, TODOS los seres humanos merecemos vivir con dignidad.

Henry Fonda, tiene aquí una de las mejores actuaciones de su vida y, Jane Darwell, es una Mamá que serviría de ejemplo a todas las madres del mundo.

Este es el cine que sirve al pueblo… a ese pueblo que permanecerá por siempre.

Título para Latinoamérica: VIÑAS DE IRA
Luis Guillermo Cardona
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10
6 de noviembre de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Cuan mágico es el sonido del amor cuando fluye como un río, dando incondicionalmente! ¡Cuan grande su poder cuando el bienestar del otro se convierte, por sí mismo, en mi propio bienestar! El amor es emanación, proyección, desprendimiento… es también soltar y preservar, al mismo tiempo, la separatidad y la unicidad, es decir, te dejo ser sin manipulación alguna, pero me siento uno contigo porque me importa, plenamente, tu felicidad.

Y el amor luego vuelve a mí, porque dar es igual a recibir a condición de que, el recibir, no sea lo que se espere, pues, lo que se da con un interés preclaro de compensación, con frecuencia recibe como paga la significativa y merecida decepción. El amor que se expresa en el dar por el simple gozo de fluir, es glorioso, bendito, y puedes identificarlo porque, al vivirlo o sentirlo en el ejercicio que otros hacen, te llenas de una emoción plena e inconmensurable... y es cuando se reconoce lo grande que es el Ser Humano.

<<EL APARTAMENTO>>, es una película grandiosa, precisamente porque consigue expresar a cabalidad ese amor excelso y limpio que, un modesto empleado de una compañía de seguros, siente y manifiesta por una bella ascensorista que, como él, no parece tener muy buena fortuna en el amor.

Para Baxter (un maravilloso Jack Lemmon), su apartamento -estratégicamente localizado en el 67 de la calle oeste– se ha convertido en el refugio de cuatro altos empleados de la compañía que han decidido tomarlo para desfogar allí, cada tanto, sus ímpetus amatorios. Esto le significa a Baxter, el simple expedidor de pólizas, no poder estar en, SU apartamento, cuando él quiere... en consecuencia, las trasnochadas, las salidas a la calle a deshoras, y uno que otro resfrío, se han convertido para él en algo que tiene que soportar so pena de que… bueno, ya ustedes saben como son los jefes.

Fran Kubelik, la ascensorista (una adorable Shirley MacLaine), es una chica con carácter que no está dispuesta a ser aventura pasajera… pero ha caído en las redes del jefe Sheldrake, un don Juan que no se toma en serio a nadie y que, además, es casado y tiene dos hijos... y llega el día en que, Sheldrake, sabe de lo que pasa en el apartamento de Baxter y, entonces, decide usarlo.

Comienza así, una difícil, pero radiante, febril y memorable historia de amor, donde cada personaje nos llega al alma y nos hace sentir lo maravillosa y envolvente que es la vida. El director, Billy Wilder, dotado de una sensibilidad capaz del más sutil entendimiento humano, teje una historia en la que, cada plano, cada movimiento y cada palabra, confluyen a plenitud para darnos una de las más bellas y conmovedoras historias de amor que haya alcanzado el séptimo arte.

Una obra maestra.

Título para Latinoamérica: PISO DE SOLTERO
Luis Guillermo Cardona
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10
4 de febrero de 2022
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En física, la Ley de Cargas afirma que, las cargas de igual signo se repelen y las de signo diferente se atraen. El átomo está constituido por protones (carga positiva), electrones (carga negativa) y neutrones (unidos por la fuerza atómica). En las fuerzas electrostáticas, una carga positiva y una negativa, generan atracción.

Ésta, Ley de Cargas, funciona también, con más frecuencia de lo imaginable, entre las personas. Dos individuos que, en casi todo piensan igual o con muchas semejanzas físicas, no suelen sentir conexión el uno con el otro. En cambio, al negro le gustan las rubias; al blanco lo atraen las morenas; al alto lo enamoran las chicas menudas; a la chica pobre la atraen los ricos; a las gorditas las enamoran los flacos; al viejo le gustan las jóvenes… y al tipo tímido le despiertan admiración los extrovertidos. De esta manera, unos y otros se complementan, encuentran aquello que quisieron ser y no son, o aquello que antes fueron y ya no son… y al tener cerca a una persona con aquella cualidad que tanto desean, se sienten plenos y muy a gusto. Cuando ésto se tiene claro, ya no se juzga porque se comprende.

Roberto, el estudiante de derecho y, Bruno Cortona, el comerciante, son también dos hombres opuestos por donde se les mire: El primero, es muy joven, de temperamento reservado, dedicado a la formación y muy tímido con las mujeres. Cortona, por su parte, es descomplicado, sociable, seductor, bromista e incluso un poco fanfarrón y, aunque ésto no agrada a todo el mundo, a Roberto lo atrae bastante porque, en el fondo, así es como quisiera ser.

Un día cualquiera de verano, Roberto y Bruno, resultarán dando un largo paseo en el coche descapotable que posee el aventurero y, aunque en principio, el estudiante pondrá toda suerte de resistencias, cuando comienza a captar el entendimiento del mundo, y de la gente, que posee quien se ha movido a gusto entre la sociedad, algo comenzará a removerse en su interior… y quizás lo cambie para siempre.

El director, Dino Risi, nos entrega una comedia y una trama sociológica de primera línea, donde, la Ley de Cargas, queda bellamente demostrada… y quizás podamos recordar que, también en nuestra vida hay alguien muy opuesto a quien seguimos aferrados porque de buena manera nos complementa. El guion, escrito por el propio Risi, con la colaboración de, Ettore Scola y Ruggero Maccari, ha sido bordado con hilos de oro porque, en cada escena, sentimos que ahondamos un poco más en el alma de ese par de aventureros, y con el uno o con el otro (o quizás con ambos) comenzamos a sentir una gran cercanía y un aprecio impostergable.

Vittorio Gassman, resulta magnífico en el rol de Bruno, y aunque no logremos estar de acuerdo con todo lo que hace, lo vemos con suma simpatía porque sabe ser leal y aleccionador como muy pocos. Su sentido de la observación y su gusto por la vida y por la gente, resulta admirable. Jean Louis Trintignant, como Roberto, lo complementa estupendamente, al tiempo que se convierte en su casi incondicional alumno…. y por ahí estará esa guapa muchacha llamada, Catherine Spaak, también aplicando la Ley de Cargas, y quizás dispuesta a tener un affaire con el amigo de su padre… pero quién sabe si sucederá.

Al final de, <<LA ESCAPADA>>, aquella frase que con la foto de, Brigitte Bardot, lleva adherida al coche el aventajado Bruno, va a tener todo su significado… y también entenderemos por qué el titulo original es, “Il Sorpasso” (El Adelantamiento).

Título para Latinoamérica: LA VIDA FÁCIL
Luis Guillermo Cardona
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8
1 de febrero de 2020
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminada la guerra civil, el confederado, Jim Trask ha vuelto a Abilene, el pueblo donde fuera sheriff antes de enlistarse. Todos lo daban por muerto, así que, grande es la alegría cuando lo ven volver, pues, lo que ahora se ha implantado es la ley de los ganaderos… y estos están dispuestos a arrasar a los granjeros para satisfacer sus necesidades y sus desmesuradas ambiciones. Pero, Jim, resulta ser amigo de Dave Mosely, el mandamás de los ganaderos y también lo fue de su entrañable hermano, Tad, muerto durante la guerra… pero, otro amigo suyo lo va a poner al tanto de la situación: “Si te quedas no podrás permanecer al margen, tendrás que escoger de qué lado estás”.

Una historia de Clarence Upson Young (1895-1969) titulada “Gun Shy”, trasladada a guion por Berne Giler, fue la base para esta película que, con presupuesto de serie B, dirigiera Charles F. Haas, un director de marcado talento que ¡vaya a saber por qué razones! -aunque no es difícil deducirlas sabida su posición “progresista”- no tuvo tantas oportunidades como, siento, que se merecía.

Lo que nos ofrece, <<LUCHA SIN CUARTEL>> -película que realizara inmediatamente después de terminar su brillante “Star in the Dust”, es otra lucha de clases donde, “unos tienen que perder para que otros ganen”, según reza la ley de los prepotentes. Haas, resulta muy efectivo para dar aliento de vida a sus personajes, y como en su filme anterior, consigue de nuevo que podamos ver almas en vez de cadáveres fisiológicamente activos como los que solemos ver en tantísimos viejos westerns.

Su composición de planos es bastante efectiva y, como botón de muestra, esa escena clave en la que, Dave, es visto ante un espejo que se interpone entre Jim y Peggy (su, ahora, prometida y, antes de la guerra, la novia de Jim). También la ambientación resulta bastante convincente y la trama ofrece suficientes elementos de western-psicológico como para lograr la trascendencia.

Una vez más, estaremos ante un personaje “progre” que quiere ver su ciudad sin más armas que las que deben portar los hombres de ley, y con sumo carácter, impondrá su ley recurriendo, solo en situaciones extremas, al uso de la pistola… ¡otra razón para que, a Haas, no se le quisiera más haciendo westerns!

Un buen reparto que incluye a notables actores como David Janssen, Lyle Bettger, Martha Hyer y Ted de Corsia, solventa este filme que, 11 años después, tendría un afortunado remake con, “Gunfight in Abilene”.

Título para Latinoamérica: EL DEBER DE MATAR
Luis Guillermo Cardona
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