Nadie duda de la gran capacidad de Ferzan Ozpetek para narrar esa cosa tan volátil como son los sentimientos. Pero a la hora de crear un guión “Saturno contro” (Saturno en contra), Ozpetek y su fiel compañero Gianni Romoli se han ido hacia la fábula.

Es cierto que son algunos las escenas que están narradas con gran sensibilidad, donde Ozpetek demuestra que sabe de qué habla, pero al mismo tiempo, encontramos ciertas escenas de verosimilitud cero que dan al traste con la idea original de director de acercar la historia a la gente. Stefano Accorsi consigue, como prácticamente todo el elenco, una buena actuación, pero los actos e ideas que expresa el personaje rayan lo abstracto.

Ozpetek, de nuevo, mezcla una excelente banda sonora con la historia. Una delicia llenas de melodías tangueras.

Reconozcámoslo. Esta cinta tan cutre es delirante. Rodríguez ha creado un gran homenaje a todo aquello que inundaba las salas Grindhouse de sesión doble. Lo ha hecho mejor que su compañero Tarantino. Más que nada porque le ha puesto más ganas y más huevos.

“Planet Terror” es una disparatada, bizarra y juguetona aventura cutre de zombis. Es una locura de sangre, sesos, babas y mala leche. Carcajadas a doquier y nauseas no matutinas nos acompañan mientras vemos “Planet Terror”.

Rodríguez además, firma un guión solvente, con diálogos ingeniosos, incluso alguno tremendamente interesante: me impresionó encontrarme entre tanta víscera la conversación del reencuentro entre Fredy Rodríguez y Rose McGowan a la post de una chupa de cuero. Se salvan también un elenco de actores que juegan con su director, que se divierten y disfrutan con esta agradable salvajada.

Quizá no todos se rían con esta cinta (mi novia no lo hizo), pero la multitud de escenas gamberras y locuaces que nos brinda el mejicano roza la hilaridad con gran calidad. Aun así, no deja de ser un divertimiento, una gansada cojonuda de un director bastante irregular.

“La cosecha de hielo” reúne todos los tópicos del cine negro, hasta el punto que nada llega a sorprender. Catalogarlo como comedia negra es todo un atrevimiento, pues lo que es reír, me reí más nada que poco. Los actores simplemente se dedican a cumplir con su papel. Alguna que otra sobreactuada en ciertos momentos y algún que otro momento absurdo tampoco ayudan mucho. Película para pasar el rato, sin demasiadas pretensiones y sin nada que destacar.

1) El cantor de jazz (Alan Crosland, 1927). Don Wilson es una estrella de variedades del Broadway. Actúa con una capa de betún que le cubre el rostro, guantes blancos y smoking.

2) El circo (Charles Chaplin, 1928). Un personaje que por circunstancias adversas acaba participando en el mundo del espectáculo.

3) Época dorada de los Slapstick de Chaplin, Keaton o Mack Sennett:

A) Representación de la compañía de teatro.
B) Don esconde su identidad cuando Ginger entra a su camerino.

4) La cámara muestra Broadway. Con sólo un plano es suficiente para mostrarnos la marabunta.

5) La representación: Lionel Belmore se sienta orgulloso en el anfiteatro. Sólo bastan sus ojos. El talento de Capra siempre fue aflorar los sentimientos del espectador prescindiendo de los diálogos, sólo con imágenes.

6) Sugiriendo: la última escena nos muestra unos pies. ¡Brillante! Es algo ya olvidado. Era una forma de implicar al espectador antes de que este dijera eso de “yo entro al cine para entretenerme, no a pensar”.

Kim Ki-Duk debuta en 1996 con dos películas. “Wild Animals” es el segundo trabajo de un realizador que ya expone en esta cinta los temas que luego le perseguirán durante toda su filmografía y que conseguirá plasmarlos de manera mucho más efectiva. Violencia, soledad, sexo, surrealismo y arte se entremezclan en “Wild Animals” con muchos fallos y ciertas incoherencias. Los desnudos son todos gratuitos: pechos, pecho y alguna cosita más que me recuerdan más a ciertas películas españolas que a una producción coreana.

Si bien es cierto que el director no encuentra una forma brillante de acabar la trama, el guión es correcto, con momentos de cierto interés. Puliría tiempo después, esos fallos garrafales de violencia desmesurada sin sentido que aquí intenta compaginar de mala manera con un lirismo exagerado.

Hay ya, en estos primeros trabajos un toque bizarro difícil de catalogar. Hay ya, un sello extraño que imprime a lo que rueda como el papel de un pez congelado.

La música es muy mala, y no sé si sería la experiencia o los dólares lo que ha conseguido que ahora sus bandas sonoras sean portentosas.