Solo recomendable a los seguidores de la serie, sin esa base y conocimiento de los personajes todo resultaría inconexo, imposible de apreciar los detalles y guiños, por otra parte tampoco es imprescindible su visionado, la serie está cerrada y aquí solo encontramos un buen capítulo, largo, con un villano a la altura, este sería un resumen breve de lo que ocurre.
A los que hemos disfrutado esta serie una última pildorita, la despedida. Perdedores cargados de poesía y melancolía, música espectacular, sentido del humor, filosofía...que más se puede pedir.

El inicio no es para tirar cohetes, seguramente porque este grupo de amigos y sus conversaciones están muy lejos de mis intereses. Una vez se produce el suceso paranormal me encuentro tan perdido como los personajes, intentando razonar lo que ocurre.
El título, una broma ya que coherencia lo que se dice coherencia.... no es que haya mucha, toca dejarse llevar por la paranoia, escuchar como divagan sobre ciencia y teorías imposibles y valorar en su justa medida una propuesta tan modesta como diferente y arriesgada.
Una vez acabado todo, digo sin pudor que no he entendido seguramente casi nada y si la valoro positivamente es por el estado de paranoia e inquietud que llega a provocar.

Hay películas que son esclavas de su premisa inicial. El encerrar a 2 actores en una habitación durante 90 minutos limita mucho el ritmo y confía todo al guión. El resultado final es muy irregular, excesivamente teatral y con altibajos demasiado pronunciados. La construcción de los personajes principales no acaba de ser redonda, al anti-héroe no paran de colocarle frases lapidarias acabándolo por convertir casi en un cliché y la chica durante muchos momentos parece un bonito florero, irrelevante, una espectadora más de la historia.
A favor el excelente Sacristán que defiende como puede el texto y una bella Valverde paseándose desnuda los 90 minutos (una indiscutible alegría a la vista) que sin llegar al nivel de su partenaire aguanta dignamente el tipo.

El 2010 va a ser recordado como un año cinematográficamente hablando catastrófico. Si esto es lo mejor del año... apaga y vamonos. Está claro que hay películas mejores que esta y Avatar (elegir entre Guatemala y Guatepeor es difícil) en la cosecha del 2009, El secreto de sus ojos (ni el más optimista contempla que la academia baje de la nube para mirar una cinta argentina) o Up (¿dibujos animados?, pues si, es un peliculón que narices...) sin ir más lejos y seguro que quién me esté leyendo me podrá citar alguna más.
Hablando de está película (que me desvío) la cosa resulta bastante irregular, una escena de apertura impecable, escenas de acción muy bien rodadas, actores entregados a la causa por un lado, pero por otro repetitiva (que si que si que el tal sargento James es temerario lo sabemos desde su primera misión), emocionalmente nula (te deja completamente indiferente explicándote cosas atroces) y sinceramente una sensación de vulgaridad, de película menor, que todos los premios que le han dado le vienen gigantes.
Resumiendo, como cada año los Oscars un pitorreo y la guerra es muy mala y la gente que va allí voluntariamente no están bien de la cabeza (o sea nada nuevo en el Horizonte).

El retrato de este vampiro moderno, este sociópata inquietante magistralmente interpretado por Jake Gyllenhaal no es un trago de buen gusto. Nadie podrá negar ni la calidad de las interpretaciones, el reflejo certero de la sociedad sensacionalista vomitiva en la que vivimos, ni el ambiente tenebroso bien logrado, el problema que tiene esta película es que es imposible empatizar de ninguna manera con nuestro protagonista, que no deja de ser nuestro operador de cámara, el que nos lo muestra todo, y sinceramente todo es tan decadente, poco agradable y incomodo que uno está deseando que acabe la función.