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España España · Somewhere Far Beyond
Críticas de Richy
Críticas 1.340
Críticas ordenadas por utilidad
7
16 de setiembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquiera diría, después de ver “Rango”, que la supremacía de Pixar en el cine de animación tiene sus días contados, y el comentario no estaría del todo desacertado. Bien es cierto que la tecnología es la misma para todos y el verdadero talento está en saber utilizarla, algo que el equipo de Gore Verbinski ha hecho de forma espectacular con esta maravilla de largometraje.

Para empezar, “Rango” no es la típica historieta de dibujos animados destinada a los más pequeños, sino que su dimensión es mucho más extensa y su discurso presenta más lecturas que las historias de Disney, muchas ellas excelentes (“Toy Story”, 1995 y, en especial, “Toy Story 3”, 2010, son verdaderas obras maestras) pero cortadas con el mismo molde. Claro está, que la productora que ha dado vida a esta “Rango” no es cualquier desconocida, sino que se trata de la todopoderosa Industrial Light and Magic de George Lucas, por lo que estamos ante un mastodóntico duelo de tecnología y creatividad en el que ganan el cine y los espectadores.

El filme de Verbinski (“Piratas del Caribe”) nos presenta a un flacucho camaleón, actor de vocación, que se pierde en el desierto de Mojave y encuentra un pueblo, Dirt, donde el bien más preciado es el agua. Para sobrevivir en tan pintoresco lugar y caer en gracia a sus rudos habitantes, se hace pasar por “Rango”, un pistolero arrojado y valeroso a quien nadie le tose y ayuda al pueblo a descubrir quién les está robando el agua.

La capacidad física del camaleón para mimetizarse con el entorno ante un peligro se refleja también en su capacidad social de ocultar sus defectos de los demás haciéndose pasar por quien no es. La trama se hace interesante cuantas más mentiras va acumulando “Rango”, previendo un desenlace poco satisfactorio para nuestro flacucho camaleón. De esa forma, la narración se asienta en la pura comedia típica del género, y desarrolla virtudes morales tales como la amistad o la valentía, también típicas, sin faltar la consabida moraleja y del inevitable desarrollo convencional, algo en lo que casi todos los directores de animación caen en algún momento, por desgracia, a pesar de la originalidad de la propuesta. En el caso de “Rango”, se nota un descenso de nivel hacia la mitad de la cinta, que luego recupera en los minutos finales.

Aparte del evidente mensaje del “sé siempre tú mismo”, destinado al espectador más joven, Verbinski no se corta a la hora de desarrollar también otras facetas más “oscuras” o “adultas” que entran dentro de las debilidades humanas, como son los abusos de poder, la codicia o el desamparo.

Otra de las grandes bazas del filme es su espíritu de homenaje al spaguetti-western, incluyendo un “cameo” digital del mismísimo Clint Eastwood. La sensacional fotografía captura un desierto de Mojave más árido y desolado que nunca, incrementando así la sensación de estar ante un notable “western” animado. Esto, unido al ya comentado casi perfecto aspecto técnico, hacen de “Rango” uno de los filmes de animación más destacados por su complejidad innata y su excelente factura.

Muy recomendable.
Richy
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6
15 de setiembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
James McTeigue debutó bajo el mando de los hermanos Wachowski con la notable “V de Vendetta” (2006), desinflándose con su siguiente obra, “Ninja Assassin” (2009) pero sin perder su peculiar estilo visual, el cual mantiene con ésta, la tercera película de su filmografía.

La premisa inicial es suficientemente atractiva: la misteriosa muerte de Edgar Allan Poe (John Cusack), desarrollada dentro de una trama detectivesca de estilo decimonónico en la que la oscura obra del poeta es el “leit motiv” de un asesino fanático que mantiene en jaque a la policía de Baltimore. La película muestra la inmersión de Poe en la investigación, ayudando al inspector Emmett Fields (Luke Evans) gracias a pistas que el asesino va dejando relacionadas con sus obras. Ya esto es algo que nos suena de otras veces en infinidad de películas de corte policíaco, especialmente las relacionadas con asesinos en serie, y de hecho es lo que falla en la cinta de McTeigue: lo excesivamente convencional del guion.

El filme muestra a un Edgar Allan Poe triste, fracasado y susceptible, que ve cómo los fantasmas que le han inspirado sus poemas cobran vida, y se siente responsable de todo el mal. Cusack interpreta a un Poe quizás algo sobreactuado, con continuos cambios de humor que lo predisponen a un estado depresivo debido a la falta de dinero, al firme rechazo del padre de su amada (Alice Eve) y, sobre todo, a la falta de aceptación de sus obras por la crítica del momento. El estado anímico de Poe parece ser imitado también por la conseguida atmósfera general, neblinosa y oscura, de tristes tonos grises y azulados, y siluetas a contraluz.

La inspiración de McTeigue por el cine policíaco más reciente es evidente, tan evidente que prácticamente ha realizado un "copy-paste" de un popurrí de películas que van desde la referente por excelencia del género, “Seven” (1995), hasta coger estrategia y estilo de “Sleepy Hollow” (1999), pasando por alguna que otra producción de la Hammer.

En cuanto a interpretaciones, el Poe de Cusack más parece un personaje sacado del bestiario burtoniano que de una caracterización más o menos seria del poeta de Boston. El que sí brilla con luz propia es Luke Evans en la destacada interpretación del inspector Fields, un actor cada vez más carismático sin todavía ningún papel protagonista, aunque Gary Shore le va a dar una buena oportunidad en la última revisita de Drácula.

“El enigma del cuervo” se queda, pues, como un aceptable thriller de ambiente pero con el regusto final de lo que podría haber sido una gran película. No pasa de interesante.
Richy
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7
10 de setiembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva entrega de la exitosa serie de “Harry Potter”, nuevamente de la mano de Chris Columbus con los mismos personajes que la anterior, que consigue, como mínimo, igualar en calidad a la primera parte.

El filme se desarrolla con la misma profusión de efectos especiales y la encantadora y fabulosa ambientación de Hogwarts, con todo el mundo mágico que rodea a la ya mítica escuela de magia, pero además se añade una trama detectivesca en la que se incluyen asesinatos y un misterio en el más puro estilo tradicional inglés, que enriquece sobremanera el interés de la cinta. Las aventuras de Harry Potter (Daniel Radcliffe), Ron (Rupert Grint) y Hermione (Emma Watson) alcanzan así una dimensión menos infantil y más madura, aunque la película siga destinada al público juvenil.

Columbus demuestra su conocimiento de la obra de J. K. Rowling y además consigue plasmar todo el universo potteriano de manera magistral, con un gran trabajo digital y realista. La cinta contiene una gran profusión de escenas coloristas y otras en la que el estilo gótico-barroco se impone. En otras, quizás las mejores de la película, destaca la tenebrosidad de las formas y consiguen un efecto aterrador en las escenas de las arañas, recordando en muchos aspectos a reminiscencias visuales tolkianas del Bien y el Mal.

En el extenso reparto destaca el shakespeariano Kenneth Branagh con un papel bastante estúpido pero gracioso al fin y al cabo, aunque la mayoría de las veces parece estar de más. Con todo, el resto del elenco cumple sus funciones con soltura y con la precisión justa para no brillar en las interpretaciones y dejar todo el protagonismo al elaborado guion, sin duda lo mejor del filme junto con otro “score” inmortal del infalible John Williams, sin duda el compositor con más olfato cinematográfico de Hollywood.

Esta secuela de “Harry Potter” es considerada como la mejor de la saga, algo de lo que al día de escribir esta crítica no puedo opinar, pero sin duda hay que reconocer el mimo y el esfuerzo que pusieron Columbus y su equipo para que sea mejor que la primera, lo cual prácticamente se puede decir que consiguieron.

Muy recomendable.
Richy
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7
2 de setiembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Ridley Scott se le puede tachar de irregular, o de inclasificable dentro de un género concreto, pero nadie que haya visto al menos una parte de su filmografía puede acusarle de no hacer películas de diseño. “Black Rain” es todo un ejemplo de cómo aprovechar ese talento innato de ambientador (no de coches precisamente) que el señor Scott lleva dentro, y del tirón de su nombre tras la claqueta después de firmar dos inmortales obras maestras del celuloide como fueron “Alien” (1979) y “Blade Runner” (1982).

Precisamente de esta última se alimenta el aspecto visual y la estética de “Black Rain”. Ambientada en Osaka, la colorida e imaginativa arquitectura asiática y la publicidad kabuki que veíamos en las calles y rascacielos de “Blade Runner” parece repetirse aquí y evocar aquellos buenos tiempos de Deckard persiguiendo replicantes. Esta vez no es Deckard, pero será Nick Conklin (Michael Douglas) quien, en compañía de Charlie Vincent (Andy García, en un papel que es el que más recuerdo de su filmografía), se encargan de escoltar a Sato (Yusaku Matsuda), un peligroso Yakuza, para entregarlo a las autoridades niponas. Pero algo les sale mal y se les escapa, por lo que se las tendrán que ver con la férrea disciplina policial de Osaka para conseguir volver a echarle el guante y meterse así en un lío mucho más gordo relacionado con la mafia autóctona.

Aparte de ese evocador estilo visual, “Black Rain” es un notable thriller al uso, con una trama que si bien no es nada original ni sorpresiva, sí que engancha por la manera en que Scott enlaza las situaciones, aportando toques dramáticos por un lado y mucha acción por otro. Siguiendo la estela de las “buddie movies”, de gran éxito en los ochenta gracias a películas tan recientes como “Arma letal” (1987), Scott construye la trama con las mismas pautas pero con menos humor, aunque pueda parecer en algún momento que Michael Douglas quiera emular a Mel Gibson: mientras que su personaje estaba loco de remate, el personaje de Douglas es más oscuro, no es de fiar y resulta fácilmente susceptible, pero su sentido del deber es lo que realmente lo impulsa, a pesar de darse de bruces continuamente. Su compañero Charlie hace de contrapeso en el equilibrio de la pareja, y el agente asignado para ayudarles (Takakura Ken) tendrá gran protagonismo en el crecimiento personal de Nick.

El casting de la película cuenta con un notable reparto de secundarios asiáticos como son Tomisaburo Wakayama, Yusaku Matsuda y, sobre todo, Takakura Ken como el honrado y sufrido policía nipón. Andy García y, en especial, Michael Douglas, realizan también un trabajo destacable. Sin embargo, el reparto femenino, encabezado por Kate Capshaw, no pasa de ser mera anécdota.

Scott baja un tanto de nivel después de acostumbrarnos a grandes películas, pero “Black Rain” sigue estando a muy buen nivel dentro del extenso mundo del thriller gracias, sobre todo, a los detalles que sólo su director consigue plasmar en sus películas, con más o menos acierto según el caso. Con “Black Rain” dio en el clavo.
Richy
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5
27 de agosto de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercer título de la saga de los simios y quizás el más flojo del quinteto de películas que la conformaron.

Después de que Taylor (Charlton Heston) destruyera la civilización simia en “Regreso al planeta de los simios” (1970), Zira, Cornelius y Milo consiguen escapar con la nave espacial que llevó a Taylor y viajan a través del tiempo a pleno siglo XX, donde son encontrados y enjaulados para su estudio.

El cambio de signo que se da respecto al tono de la saga pretende insuflar algo de novedad a la trama subvirtiendo los papeles de amo y esclavo; ahora son los humanos los que someten a los simios y son doctores humanos los que estudian su portentosa inteligencia, empatizando con ellos al igual que la doctora Zira y Cornelius hicieran con Taylor en “El planeta de los simios” (1968). El tono de la cinta es preeminentemente humorístico y resulta interesante en su primera mitad, con los toques de ironía de los simios y los intentos de dar una explicación científica a su aparición, pero se va diluyendo en su segunda mitad por culpa del ritmo cansino y desganado que le imprime Don Taylor.

Aunque se desentiende de las dos películas anteriores, enlaza con la historia de las dos siguientes películas de la saga con el nacimiento de César, en un intento de mantener una franquicia que aún seguía dando buena taquilla a pesar de ir desinflándose poco a poco.

Sólo para fans de la serie.
Richy
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