Ya hay que ser sinvergüenza para pasado un tiempo volver a perturbar a los hombres que has abandonado.

Ya hay que ser sinvergüenza para ejercer ese intrusismo en sus nuevos círculos sociales y remover heridas y sentimientos viejos, todo en pos de un supuesto ¿proyecto artístico?

La película va de que a un hombre de cuarenta años le echan de su empleo por una reestructuración empresarial y lo mejor que se le ocurre hacer para encontrar un trabajo de lo suyo, un cargo relevante en una industria papelera, es asesinar a todos aquellos que considere que tengan una preparación o características superiores a las suyas, información que recaba mediante una oferta de trabajo falsa. Para tal propósito, se sirve de una vieja pistola que le dejó su padre, un arma de origen alemán que habría usado en la Segunda Guerra Mundial.

Al principio al hombre se le ve un tanto desquiciado y ensimismado, lo que provoca un distanciamiento con su familia. Pero termina cogiendo las riendas, haciendo desaparecer las pruebas del hurto de CD's por parte del hijo mayor a un centro comercial, adoptando una actitud que se le presupone a un cabeza de familia. Ese ha sido el punto de inflexión. Entonces manda a tomar por culo al charlatán del asesor matrimonial y a pesar de encontrarse en la misma situación que antes (sin trabajo) ha recuperado la admiración de su mujer que vemos que le mira con otros ojos.

El tema principal de la película recuerda a una de Ken Loach: el hombre sin empleo no es nada. Se comenta que en el puesto de trabajo, los hombres se ayudan y cooperan entre ellos, ahora bien, una vez desprovistos de él se vuelven competidores desesperados y desalmados entre sí. Se hace también hincapié en que se suele despedir a los más veteranos, y que parte de los recursos del Estado son destinados a los jubilados y no a personas que todavía pueden aportar algo a la sociedad. Observo que la película da a entender que a los hombres de mediana edad les cuesta reinventarse y aunque aceptan otros trabajos que distan de lo que se habían especializado, continúan teniendo un ojo puesto en su profesión de antaño, pretendiendo regresar en cuanto se presente la oportunidad.

La película no abandona en ningún momento el tono cómico, en realidad se trata de una sátira que pone en el punto de mira el individualismo del mundo laboral, que en realidad todos nos estorbamos y nos sobramos mutuamente. Cualquier triunfo del prójimo es una oportunidad perdida para nosotros mismos, es un dinero que no va a parar a nuestros bolsillos, lo cual es indicativo de miseria y fracaso social. De hecho estoy seguro de que casi todos nos hemos preguntado si nosotros también seríamos capaces de ejercer de esta especie de 'asesino implacable', -que por otro lado menudo tío más torpe e indiscreto, es inexplicable que salga airoso- de la misma manera que el protagonista, si surgiera la necesidad o se presentara la ocasión.

La "recordaba" mejor. (Es un decir)

La pareja protagonista está descansando en la orilla del lago y aparecen un grupo de chavales maleducados que se hacen notar demasiado, molestando con su presencia de una forma descarada y prácticamente intencionada.

En mi opinión Fassbender (personaje ramplón, sin enjundia) tiene tres opciones y surgen problemas porque no ha hecho ninguna de las tres cosas. Ante sujetos tan conflictivos o les abres la cabeza a todos o si ves que no puedes, te marchas. También está la vía de ganarse su respeto mostrándote persuasivo e intimidante al mismo tiempo, pero eso es más complicado ya que están en un lugar aislado, sin reglas ni ley, ellos son mayoría, y son adolescentes que no manejan unas normas básicas de cortesía y esto no es una película de Statham. Lo dicho, difícil. Él escoge la única que no se podía hacer, permanecer en ese lugar hostil de manera pasiva.

La hija de la chacha es de carácter atrevido porque está acostumbrada a buscarse la vida desde que salió de la cuna, la adolescente patria, de familia acomodada es una chica ensimismada, desatendida por su madre, la cual únicamente se hace notar para ser la cabeza visible de la familia, dejar claro que es ella la que corta el bacalao. Su atención hacia Nora (su hija) pasa por gestos superficiales y restricciones que ponen en peligro el control que pueda ejercer sobre ella. Pero atenderla de verdad no lo hace nadie, en realidad todos pasan, la pobre se pasea con cara de acelga durante todo el metraje y todos están disfrutando de unas aburridas y despreocupadas vacaciones de personas de clase media, sumidos en anodinas distracciones y conversaciones harto insustanciales sin hacerle el más mínimo caso. Igual seré yo, que tendré un concepto ligeramente diferente de lo que es pasárselo bien en unas vacaciones, pero es lo que me ha parecido ver. Parece que la película quiera decir que la gracia de gozar de cierto estatus económico, pasa por denotar una imagen, mantener una apariencia, tener sirvientes (alguien a quien mandar/someter/sobre el que imponerse, eso es lo primordial, sin eso no se vive ni nada podría tener sentido) e intervenir en la vida de los demás tanto como sea posible.

Lo que le pasa a este hombre es que no aguanta su soledad, es un sujeto vacío y mediocre, por eso cuando intenta entablar conversaciones con mujeres trata de desprestigiar a los hombres que éstas tienen cerca, en un desesperado y patético intento de aislarlas de sus círculos y llevárselas a su terreno con su neurótica y absurda cháchara, en la que delata su inseguridad patológica y miedo al rechazo que padece. Es su único tema de conversación en la que dice algo mínimamente coherente, cuando se propone hacer un triste ejercicio de manipulación pero ni para eso vale, es demasiado débil y timorato como para lograr comerle la cabeza a alguien o engañarlo, bueno solo la niña Jodie se quería ir con él a un asentamiento de hippies, pero su carácter pasa por la violencia, pues es su herramienta para demostrar su valía, no contempla otra. Necesita sentirse reconocido y que lo quieran, respeten. Esconde dichas intenciones en hacer ver como que se preocupa por ellas y sus problemas, y si no los tienen, se los inventa para hacerse ver como el caballero que las rescata. Tiene tanta soledad dentro que no conoce los códigos sociales o los ha olvidado por completo, o se mantiene en un aislamiento propio del trastorno esquizoide -es un caso de manual- o bien cuando en un momento dado la persona le interesa, ahí pasa a ejercer de zalamero, pero lo hace tremendamente mal, es demasiado fácil descubrir de que palo va (la conversación con el senador en el taxi, lo fanático que decía ser de su candidatura para luego acabar diciendo que no sigue la política). Toda esa primera parte se ve desde fuera demasiado lamentable, su modo de comportarse inspira vergüenza ajena, no sabe ocultar su desesperación. Esta clase de inadaptados son los mayores maltratadores, pues ante el temor de ser abandonados pasan a ser paranoicos y controladores, un dominio absoluto es lo único que les garantizaría que no se cumpliera su mayor temor, permitiéndoles dormir en paz.

Como es rechazado trata de adherirse a una causa de vida, y la más cercana (y lógica) obedece al odio indiscriminado de un colectivo (el lumpen de la noche en este caso), pero bien podría ser cualquier otro, hay que encontrar algún responsable por el que la vida sea una mierda, la clave es que es movido por el resentimiento al no ser capaz de encontrar un lugar en el mundo, de interactuar con alguien de una forma normal, de fluir en armonía con su entorno. (Detesta las películas de amor porque no es algo que la vida haya reservado para él, es una realidad que le duele y de la que está harto, por ello es por lo que acaba rompiendo la tele.)

No es un ejemplo de nada, bueno, quizás lo de ponerse en forma y convertir su cuerpo en una máquina de matar, como decía Torrente, pero solo eso. Quiere atentar contra Paladine únicamente porque le identifica con Cybill, la que no le brindó el amor que tanto esperaba y necesitaba. Lo mismo que la tiene tomada con los negros, las putas, las drogas y los chulos porque están ahí de por medio y él no tiene otra cosa que hacer, pero no vemos cómo le perjudican (lo de que le tocara limpiar semen de los asientos cada vez que volvía a dejar el taxi podría ser cosa de gente perfectamente normal y cabal, realidad cotidiana, sin ir más lejos, de personas como yo o como tú, querido lector). Así que ni Vietnam, ni trastorno postraumatico ni nada, retrato de un pobre hombre trastornado que a esas alturas ya no tiene remedio y punto.