Críticas de Bob
4 de febrero de 2007
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es evidente que no es fácil la vida para la mayoría, que en la mayor parte de las ocasiones al perro flaco todo se le vuelven pulgas.
Lo más importante es en este caso el camino, uno entiende desde el principio que en este caso hay un final feliz, o así lo parece. Pero el camino de la historia nos va penetrando poco a poco, nos manipula, nos hace cómplices de los protagonistas, sentimos su dolor y este nos mantiene fieles, coparticipes con su magnetismo, de un sufrimiento que hace masoquistas. Suele suceder que algunos nos acercamos al perdedor, al débil, al que lucha contra la dificultad, al que tiene el camino duro. Los otros los que tienen la meta sin camino, son de otra clase. Seguramente por eso no nos interese.
No deja de recordar “Ladrón de bicicletas”, por el desgarro, pero no es igual, el final, conocido en este caso, nada tiene que ver con el drama permanente, el que se presenta sin solución, el que deja en el aire la monda, que antes de caer de uno u otro lado, mostrará latente la desigualdad, la diferencia de clases, la pobreza como forma de vida, la lucha para conseguir unas mejores condiciones para esos niños, en un futuro más igualitario.
Las lágrimas junto al sudor marcaban una ilusión en los más desprotegidos que hoy en día, muchos años después sigue siendo igual de incierta para la mayoría.
Lo más importante es en este caso el camino, uno entiende desde el principio que en este caso hay un final feliz, o así lo parece. Pero el camino de la historia nos va penetrando poco a poco, nos manipula, nos hace cómplices de los protagonistas, sentimos su dolor y este nos mantiene fieles, coparticipes con su magnetismo, de un sufrimiento que hace masoquistas. Suele suceder que algunos nos acercamos al perdedor, al débil, al que lucha contra la dificultad, al que tiene el camino duro. Los otros los que tienen la meta sin camino, son de otra clase. Seguramente por eso no nos interese.
No deja de recordar “Ladrón de bicicletas”, por el desgarro, pero no es igual, el final, conocido en este caso, nada tiene que ver con el drama permanente, el que se presenta sin solución, el que deja en el aire la monda, que antes de caer de uno u otro lado, mostrará latente la desigualdad, la diferencia de clases, la pobreza como forma de vida, la lucha para conseguir unas mejores condiciones para esos niños, en un futuro más igualitario.
Las lágrimas junto al sudor marcaban una ilusión en los más desprotegidos que hoy en día, muchos años después sigue siendo igual de incierta para la mayoría.
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