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España España · san sebastian
Críticas de Izeta
Críticas 1.429
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
4 de junio de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Creo que es muy, muy difícil que los espectadores de hoy consigan conectar con esta película, con esta visión de una época que un día fue muy real.
Es difícil que la gran mayoría de nosotros nos reconozcamos ya o conservemos alguna reminiscencia de oídas a nuestros mayores de un periodo tan lejano como fue el de la posguerra italiana.
En esto Italia y España siempre se han parecido mucho. Por cultura, por religión, por política, por razones económicas...El caso es que a estos dos países les ha tocado vivir situaciones parecidas y, sobre todo en sus comedias, yo siempre he tenido la sensación de que compartían algo mucho más intangible que el mismo sentido del humor.
Guardias y ladrones alude a un juego de nuestra infancia, unos corren y otros los persiguen pero en esta película este juego se transforma en relación real.
Totó es un ladronzuelo callejero de baja estofa, un buscavidas que malvive a base de chanchullos mientras trata de sacar adelante a su familia (el matrimonio, el abuelo, los hijos, el cuñado...No olvidemos que en la época, toda la parentela vivía unida como cola de pegamento).
Aldo Fabrizi es el guardia. Es un poco más afortunado pero sólo un poco, porque tiene empleo estable lo que le permite dar de cenar todos los días a su también numerosa prole.
Cuando pille in fraganti a Totó en un intento de timo a un guiri y este se le escape, los de jefatura le pondrán contra las cuerdas. Su negligencia será castigada con suspensión de empleo según las ordenanzas, si bien tendrá un plazo de tres meses para tratar de revertir la situación atrapando al raterillo y así conseguir recuperar su empleo.
Cual inspector Clouseau aplicando toda su astucia y estrategia, Fabrizi tratará de infiltrarse entre la familia de Totó, utilizando métodos poco honorables tales como utilizar a su hijo para que trabe amistad con el de Totó y así iniciar una relación con la familia que le haga llegar hasta él. Pero resultará que esa suerte de relación improvisada entre las dos familias, ignorantes de la condición de enemigos de los cabeza de familia (ya que los dos antagonistas no conseguirán verse entre ellos hasta casi el final), propiciará un entendimiento no previsto y un acercamiento afectivo natural con el que ninguno de los dos contaban.
La película presenta algunos momentos brillantes. El retrato de costumbres es sensacional. Siempre es de agradecer la oportunidad de contemplar aquellos grises modos de vida. Esa Roma gris y devastada. La pobreza que inundaba sus calles, descampados, barrios, tabernas y viviendas. Esos hogares humildes (aunque el de Fabrizio presenta un piano en el salón, recuerdo heredado, sin duda, de tiempos más felices). Esos niños jugando vestidos con pantalones cuatro tallas más grandes, ese espejo roto que el abuelo trata inútilmente de disimular con la foto para ahorrarse la bronca que le va a caer).
El do de pecho de autoridad que marca el cabeza de familia Totó al llegar a casa y no encontrar a su familia esperándole con la cena y las zapatillas. La honesta redacción escolar del hijo acerca de la vida de su padre con el consiguiente disgusto de este regañándole por no aplicar algo más de "fantasía" a la tarea.
Esa carrera inicial torpe y desmañada (aunque excesivamente larga) entre perseguido y captor que da más penita que otra cosa.
La cinta cuenta con bastantes momentos interesantes, que no cómicos, pero sí entrañables. Ahora bien. A esta cinta le sobra metraje y mucho. Fácilmente se podían haber cortado veinte minutos o más y no habría pasado absolutamente nada. Muchas de las conversaciones y diálogos consiguen incluso resultar cansinos. Quieren darle aspecto de cotidianeidad al film para hacerlo más realista pero para mí sobran. Su ritmo se demora y nuestro interés se enfría. También es muy posible que muchas de las cosas que vemos sí funcionaran entonces y que hoy nos resulte difícil apreciarlas bien. Hay ratos que se me ha hecho aburrida.
El final sí que es bastante bueno y conmovedor porque !atención!, recuerda mucho a "El verdugo" de Berlanga y este último es de 1963.
En cualquier caso es un loable intento muy meritorio para la época ya que pone en el mismo plano moral a los agentes de la ley y a los embaucadores. Ninguno es mejor que el otro e incluso se critican determinados métodos sucios empleados por la ley y los dos hombres salen beneficiados de su relación mutua. Un pensamiento poco usual y explotado en el cine de entonces.
Izeta
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4
1 de junio de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desafortunada comedia de un poco inspiradísimo Cukor en la que ni unos esforzados actores de la talla de Norma Shearer, Robert Taylor y George Sanders consiguen elevar de su mediocridad ni provocar otra cosa que un velado aburrimiento (y cierto estremecimiento de repulsa).
Partiendo desde el mismo argumento que resulta ya de por sí bastante tontorrón y no muestra ni el más mínimo recorrido.
Shearer encarna a una damisela que se encuentra completamente encoñada (literalmente) de un varón dandy de la alta sociedad encarnado por Sanders que la trata como a la mierda. Taylor, a su vez, está enamorado de Shearer y además tiene una deuda de juego con ella.
Shearer le contratará para que se haga pasar por su novio y la proteja de su propia ausencia de dignidad, impidiéndole por todos los medios a su alcance que se arrastre ante el Don Juan ya que su propio orgullo y voluntad resultan inútiles frente al magnetismo del caballero.
Y esto es todo en sus 90 minutos.
Veremos una y otra vez a Shearer intentar zafarse de los cuidados de su protector para acudir a la llamada de la droga dura que le supone la persona de Sanders, mientras Taylor pelea con ella para tratar de curarle del síndrome de abstinencia.
Discusiones, peleas verbales y trucos ingenuos que se suponen cómicos son expuestos una y otra vez. La cinta no presenta mayor recorrido. No es más que una reiteración constante que no avanza ni muta ni tiene mayor desarrollo. Al cabo de treinta minutos, sientes que la cinta ya ha dicho todo lo que tenía por decir y ahí se acaba el interés si lo hubiere. Ni siquiera el film puede presumir de presentar algunos gags bien construidos o chisposos ni las réplicas entre ellos se revelan agudas o interesantes. Ni tan siquiera nos presentan un enredo propiamente dicho que preste un poco de imprevisibilidad a la trama.
-"Yo me quiero ir con él".
-"No te dejaré hacerlo cariño"
Y eso es todo. El resto no es más que matraca estridente, sin humor, sin gracia y sin fortuna.

Ni siquiera podemos decir tampoco que los secundarios aporten algo a la trama a pesar de ser también muy carismáticos y profesionales. La verdad es que esta cinta no me ha gustado nada de nada y me ha decepcionado mucho. No esperaba yo que Cukor pudiera llegar a patinar así.

Por mencionar algo positivo. El sentido estético del elegante realizador se muestra por todas partes. El casino, la vivienda, la decoración, el vestuario...Casi te puedes entretener más admirando los vestidos de Shearer, esos teléfonos tan elegantes, ese casoplón rodeado de ventanales...
Y, bueno, la pelea final entre Taylor y Sanders que tampoco está nada mal. Incluso tiene su punto cómico cuando ambos se pertrechan con los tapacubos y las fregonas.
En todo lo demás, un borrón en la cuenta de todos estos grandes.
Izeta
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6
31 de mayo de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Esta es la típica película que yo suelo describir como "bonita y relajante".
Una trama de suave misterio detectivesco que se forja en un entorno literario. No es "El nombre de la rosa" donde Fray Guillermo trataba de localizar un libro perdido de Aristóteles, en una laberíntica biblioteca de una lúgubre abadía del siglo XI, sino que aquí la historia transcurre en nuestro siglo y nuestro moderno detective es un crítico literario empeñado en desenmascarar al verdadero autor de una obra maestra apócrifa que una joven editora dice haber descubierto y que ha presentado ante el mundo como obra de un autor ya fallecido y totalmente desconocido e iletrado. Un humilde vendedor de pizzas cuya viuda asegura que no le vio leer un libro en su vida y que el texto más largo que escribió en su presencia fue la lista de la compra.
¿Estamos ante el descubrimiento de un nuevo gran autor o de una gigantesca campaña de fraude?.

En realidad la trama no es tan original como la pintan pero sí hay que conceder que viene bien envuelta por un entorno cálido, pasteloso, casi bucólico como pueden ser los pueblecitos rurales de la Bretaña francesa que es donde transcurre gran parte de la historia (y que no tienen televisor pero sí !atención!, una biblioteca en sus casas que para sí la querría Pérez Reverte y que se sentiría muy acomplejado si la viera).
Si a ello se le añade esa trama de misterio bien engarzado con sus pequeños descubrimientos y giros, pistas falsas y sospechosos a descartar, más ciertas atinadas reflexiones acerca de las relaciones entre lector y autor o la necesaria impronta personal que cada autor ha de dejar en sus textos, como si de unas huellas dactilares se tratasen, nos daremos cuenta que hemos seguido la historia con interés, nada realmente asombroso, sorpresivo o diferente pero sí con el suficiente encanto como para dejarnos deslizar un rato por el suave misterio. Aquí no hay ningún asesino ni se nos muestra ningún suspense, sólo el de descubrir si el crítico tiene la razón o no. Se deja ver aunque sin echar cohetes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Izeta
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6
30 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nacimiento, auge y caída de un pez gordo que quiso controlar el mercado de la carne mundial allá por los albores del siglo XX.
Esta película es un ensayo sobre el poder, sobre la ambición sin límites y sin sentido y que tan sólo se justifica por la borrachera continua en la que sumerge al que la padece, como si de una droga poderosísima se tratase que vuelve incapaz al enfermo de disfrutar de nada más en la vida mas que de escalar más y más alto en las esferas del poder, sin un objetivo claro, ni siquiera el de la acumulación de riquezas, diría yo. Más bien parece la crónica de un drogadicto, cuya única felicidad se encuentra en el chute de adrenalina diaria que le proporciona la cuenta de resultados.
No tengo la menor idea de si esta historia está basada en algún personaje de la vida real pero desde luego, lo parece. Tiene muchísimas similitudes con Ciudadano Kane de Orson Welles, donde también se nos relataba una historia de ambición y poder en la figura de Randolph Hearst.

El gran Edward G. Robinson es el encargado de dar vida al joven Hayden, hijo de uno de los grandes enlatadores de carne de Chicago hacia finales del siglo XIX.
Conoceremos al muchacho que fue, un idealista de altas inquietudes culturales y artísticas, preocupaciones sociales e ideas progresistas. Con deseos de mejorar el mundo y a sí mismo, desprecia los negocios de su padre, que un día heredará y de los que ha prometido hacerse cargo. Puro mercantilismo sin razón de ser, comerciantes de corazón vacío, eso es lo que piensa de ellos y cuando se ponga él al frente, las cosas cambiarán, a mejor, si de él depende.
Poco después fallece el padre y Robinson hereda el negocio. Al principio pasa olímpicamente de él, lo deja todo en manos del consejo, él tiene otras inquietudes: mejorar su ciudad, la calidad de vida de sus conciudadanos. Conocerá a la que será su esposa, la hija de un competidor rival, una mujer, como él, que parece preocupada por temas sociales más que de finanzas.
Pero cuando su negocio atraviese un momento difícil y esté al borde de la bancarrota reconsiderará su situación y queriendo salvarlo comenzará a descender un peldaño o dos en sus propias exigencias de la calidad de su producto e iniciará una frenética actividad de reducción de costes con el fin de abaratar el producto. La guerra de Cuba será una magnífica ocasión para ofrecer su mierda enlatada a los soldados y volver a reponer sus pérdidas. El descenso hacia la cima del infierno habrá comenzado al fin.
Kay Francis interpreta aquí el papel de una joven cantante de ópera con la que Robinson iniciará un romance cuando su aventura matrimonial con Genevieve Tobin se haya enfriado por completo.
Tengo que decir que todo este idilio no he llegado a comprenderlo bien. Se supone que la amante le empuja a aspirar a llegar a lo más alto para su propio beneficio y así dar impulso a su carrera, aunque no se sabe bien para qué, ya que una vez lo alcanza desaparece de escena para labrar su propio éxito en Europa, así que no tengo muy claro el por qué de ese discurso megalómano con el que le arenga y que se supone hace despertar la ambición en él.
Supongo que había que justificar de algún modo que un hombre jamás hace nada malo sin el mal consejo de una mujer. Napoleón nunca habría lanzado su ejército si Josefina no le hubiera azuzado antes, ni Hitler hubiera invadido Europa si Eva Braun no le hubiera instigado, eso que conste.
El caso es que a su esposa le importa una mierda que su marido esté envenenando a las tropas en Cuba primero, a los soldados de la I Guerra Mundial después e incluso que también venda la carne al enemigo. Lo que a ella le jode es lucir la cornamenta. Eso le fastidia ligeramente a la niña por lo que espera pacientemente por unos largos 20 años a que su marido se estrelle bien estrellado para cobrarse la revancha. Eso es lo que se llama sentir un ligero resentimiento, ¿no creen?.

Hay que destacar que Robinson lo es todo en esta película de principio a fin. Creo que sólo él la sostiene. Los demás personajes están bastante estereotipados y apenas aportan matices. Su personaje es el único que muestra un considerable desarrollo a lo largo de toda una vida y por el que nos interesaremos. Si no fuera por él, creo que este film no tendría nada más que ofrecer.
Y aun con todo, te tiene que interesar bastante el tema porque a mi personalmente, estos tejemanejes de asquerosos ricos manejando los hilos con sus asquerosas manos no me agradan particularmente. No tengo a nadie hacia quien dirigir mis simpatías y no digo que ese requisito tenga que ser imprescindible para poder apreciar una buena película, es sólo que suelo preferir encontrarme con personajes que despierten en mi algo más que indiferencia, asco o hastío.
Izeta
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7
30 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues a mi me ha resultado divertidísima esta pequeña cinta de "caza al asesino".
Lo primero que sorprende es su reparto. Los intérpretes ya eran actores de primer orden así que no entiendo muy bien que accedieran a protagonizar esta pequeña producción. El imaginativo Nathan Juran toma las riendas de la dirección, dejando el fantástico a un lado por el momento, para regalarnos una road movie de persecución, si no perfecta, sí francamente divertida.
El comienzo es de lo más sugerente y prometedor.
Richard Conte es un licenciado de guerra que conoce en una bar a una rubia despampanante en horas bajas (Mary Beth Hughes). Le invitará a una copa, tendrá una bronca pública con ella en mitad del bar y luego se la ligará, también a la vista de todos, con lo que ya dejará patente cierto vínculo inequívoco que le ocasionará problemas.
Y así es. Al día siguiente la policía se presenta en su casa para arrestarle. La muchacha aparece estrangulada y Conte se convierte en el sospechoso número uno.
El exsoldado saldrá por patas y emprenderá una huida por carretera. Una huida que va a resultar muy divertida ya que Juran no nos va a ahorrar ninguno de los sobresaltos inherentes al género.: controles por todas partes, averías, escapadas por los pelos, reconocimientos in extremis, viajeros o gasolineros obstaculizando o retrasando la huida...Incluso reserva un poco de sitio al humor en algunos personajes que siempre nos resulta bienvenido. El fotógrafo del hotel y su reacción al conocerle es un guiño muy simpático que dota de cierta travesura al film. También el encontronazo con los polis en la hamburguesería o ese gasolinero displicente que trabaja medio dormido resultan elementos muy bien colocados ya que sirven para tensar la acción al tiempo que divierten en su cualidad de "piedras en el zapato" para el pobre Conte.
No me olvido de señalar lo más importante pero es que quería dejarlo para el final.
Conte no irá sólo en esta escapada. Le acompañan dos mujeres, Joan Bennet y Wanda Hendrix. En un principio voluntariamente. Conte se las habrá camelado ayudándoles a reparar una avería. Pero poco después querrán deshacerse de él, en cuanto averigüen su condición de evadido.
No podrán conseguirlo. Conte las tomará como rehenes y aquí nos ofrecen una pequeña pista y un pequeño giro que hubiera sido gran cosa si se hubieran limitado a dejarlo ahí pero, al parecer, los responsables consideraron que habían sido demasiado sutiles para con el espectador. Craso error. Comienzan a ofrecernos más y más pistas, cada vez más burdas y notorias. No era necesario. El espectador hace demasiado tiempo que sabe por dónde van las nuevas intenciones y sólo está esperando a ver cómo se va a resolver el asunto, ya a todas luces evidente.
El vestido blanco impoluto de Bennett no está porque sí en esta historia. Es que ha de protagonizar una última escena, ya sí, surrealista toda ella. Juzguen ustedes hasta ahí si esta cinta merece la pena. A mi si me lo parece si bien ese final y ese romance nacido también in extremis, no es el mejor colofón en un relato que podría haber tenido un clímax más decente y acorde a lo que nos habían ofrecido hasta entonces. Bennet perdiendo la compostura y la elegancia pues como que no me pega.
Izeta
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