Decía Truffaut que si una película se centraba mucho en la acción, los personajes quedaban sin dibujar; sin embargo, si se detenía mucho en la descripción y desarrollo de los personajes, la acción se resentía mucho y se ralentizaba en demasía el ritmo de la película. Está claro que Grimaldi ha elegido esta segunda opción, pero para que esa elección hubiese tenido garantías de éxito, habría precisado que Moretti estuviera acreditado en los títulos de crédito como director y no sólo como actor principal.

De hecho, no creo que esta película se hubiese estrenado en nuestro país de no haber participado Moretti en ella. La película tiene un buen arranque y se plantea como reto hacer de una plaza urbana delante de un colegio el escenario principal del film. Al principio interesa, pero después se hace repetitiva en exceso. Reconozco que es un reto y se agradece en los tiempos que corren, pero a la película la acaba perjudicando mucho el “quietismo” de sus protagonistas, tanto físico como emocional; por ejemplo, las diferentes conversaciones sobre el futuro de la empresa tienen poco interés inicial, pero a medida que avanza el metraje pierde incluso ese poco inicial, por no hablar de la relación padre-hija.

Sobre la ya famosa escena de sexo explícito, no entraré sobre su onirismo o no, o sobre su oportunidad en función del guión, aunque incomoda un poco la sospecha de un cierto oportunismo en su inclusión.

En fin, y ya para acabar y concretar, una de tantas películas europeas, que dispara a un objetivo más alto o más lejano de lo que el calibre de sus balas puede permitirle.

Después de que Ang Lee dirigiera la hermosa e interesante a ratos “Hulk”, parecía difícil que un director con mucho menos pedigrí pudiera ofrecernos algo digno de mención. Pues bien, Louis Leterrier lo consigue, es más diría que lo supera en muchos momentos.

Toda película de Superhéroes Marvel, aquí más bien antihéroe, tiene unos minutos de introducción previos a la aparición de la estrella marveliana, que deseamos que sean lo más breve posible. En el caso del “Increíble Hulk” me ocurrió al revés. Todo lo que sucede en la primera parte, -desde la escena inicial donde se recapitula a base de cortos flashes el origen de Hulk y sin que se medie palabra, pasando por los acontecimientos de la favela brasileña, y acabando con la poética escena bajo la lluvia ya en los USA,- es cine en estado puro, casi mudo, porque las imágenes ya te lo dicen todo, cosa muy poco habitual en el cine moderno, por cierto.

Incluso la escena de la primera aparición de Hulk, está rodada a lo clásico, insinuando más que enseñando, con un Hulk menos agigantado y más humano que el de Lee; Edward Horton ayuda también mucho a construir su lado humano. Lástima, que ya en la segunda parte, la película se doblegue a la dictadura típica y casi irremediable de los efectos especiales, y es que ya hemos visto tantos…

No me lo creo, no me lo puedo creer, estoy seguro que M. Night Shyalaman es capaz de hacerlo mucho mejor. Capaz de construir unos personajes principales que no sean caricatura de arquetipos que albergamos en la memoria, de presentar unos expertos creíbles, capaz de escribir un guión mejor, sin tantas incongruencias como la que explico, por ejemplo, en la zona spoiler, de no hacer un montaje que parece parodia de serie B, pegando, como exabruptos, planos generales narrativamente muy pobres con primerísimos planos de actores que no se creen su papel. A este respecto, el papel del profesor científico, superado por todo, está a la misma baja altura que su inefable mujer.

Sin embargo, a pesar de todo, de esta parodia sin sentido, un Shyalaman más multiétnico que nunca, es capaz con poquísimos elementos de construir escenas o momentos dignos de mención, por ejemplo, casi todos aquellos en que los afectados llegan al cenit de su trastorno, o la escena de la casa habitada por una mujer solitaria, que casi es una película dentro de la película.

El director conduce la película a través del amor hacia una pretendida transcendencia, transcendencia que ya se apuntaba en sus primeras y más logradas películas, pero que tanto se desbordaba y perjudicaba en “La joven del agua”. Al final, lo que te devuelven los seis euros gastados en taquilla es una película entretenida a ratos, pero intranscendente, que le vamos a hacer.

Me permito utilizar el título de la memorable novela de Proust para titular mi crítica. La película es eso, un retroceso en el tiempo y en el gusto de la saga empezada con “En busca del arca pérdida” durante la década de los ochenta. No creo que quepa plantearse si era necesaria otra película con Indiana Jones, ni hablar sobre un guión inconsistente, sólo se trata de pasar un rato divertido y la película lo consigue. Los personajes han evolucionado y se ríen de sí mismos, lo que nos da la distancia necesaria para poder disfrutar de un film “trufado” de efectos especiales y perdonar la debilidad de la historia que se cuenta. Para acabar diré que Spielberg demuestra que con poco puede hacer mucho y que Harrison está increíblemente veraz para sus 64 tacos. ¿Habrá una quinta entrega? que dicen que no hay quinto malo…..

Frank Darabont se está convirtiendo en un valor muy sólido en el cine actual, baste recordar para demostrarlo “La milla verde” o “Cadena perpetua”. Autor total de sus films, pues él es el guionista y productor también, gusta de contar unas historias con poco elementos ornamentales, un puñado de personajes bien construidos, y un ritmo cadencioso, muy poco habitual en el trepidante cine actual; una calma tensa domina sus films.
La niebla de Stephen King no es una excepción. Esta estupenda película cuenta la historia de una niebla sobrenatural de aparición repentina que se instala sobre un pueblo. Un grupo de vecinos y de residentes ocasionales se refugian en un supermercado, desde donde deberán enfrentarse a lo desconocido y a ellos mismos. La escena final es memorable, sobre todo para aquellos que tenemos retoños. Estamos ante la típica película de terror que quizás no encante a los amantes de cine del género, pero que sí que entusiasma a los amantes del cine en general. Ojalá Darabont rompa su también ritmo cadencioso en lo que se refiere al estreno de nuevas películas y no hayamos de esperar tanto a la próxima.