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Críticas de Lucman
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Críticas 23
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
27 de noviembre de 2012
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asesinato en Rebibbia"

"Estos actores, han aportado la experiencia terrible de su vida" (Paolo Taviani). Certeras palabras que definen el sentimiento de un film descarnado, austero, vivo, sin fáciles concesiones ni retórica victimista. Un lugar donde no se esconden el fraude o la mentira. Sentimiento vivo de unos reos sometidos a largas condenas por delitos que en algunos casos llegaron hasta el crímen. Una bocanada de aire fresco para quienes se ahogan en el aire viciado de sus condenas.
Es la humanidad de estos asesinos -por muy paradógico que nos resulte- donde radican el valor y la fuerza de la pelicula.

Los Taviani optan por una versión muy libre del drama shakesperiano: "Julio Cesar". No he querido evitar un paralelismo entre este film y versión magnífica y ya lejana de Mankiewicz, y lo sorprendente ha sido no poder otorgar la supremacia a ninguna. Frente a la sobria elegancia de una puesta en escena impecable, el sombrio redil de un presidio romano. Junto a la belleza solemne y estoica de un Bruto de matices admirablemente contenidos (James Mason), el dramatismo intenso y desolador del preso de Rebibbia. Al lado de la juvenil belleza de un Marco Antonio pletórico de venganza (Marlón Brando), el insolente desafio de un hombre del pueblo castigado por la vida y abatido ante el cuerpo inerte de su mentor asesinado. Sin olvidar a: Cesar, Casio, Metelo, el Adivino...

Un planteamiento técnico de secuencias cortas y de realismo pleno, donde contemplamos la sordidez del lugar en la que unos hombres alcanzan su momento de libertad a través de la ficción de unos personajes. Me sorprende el márgen de autonomía que el "director" concede a sus "actores", mezclando sus querellas personales con sus papeles del drama, otro acierto más de estos dos veteranos cineástas.

El contrapunto de ruidos, gritos y música acosan los sentidos del espectador sin darle tregua a distanciarse de lo que allí sucede, haciéndole ser "casi" uno más de esos reos comparsas que gritan en la crispación de sus rejas envidiando la fortuna de los elegidos.

El tormento libera a través del tormento, porque en el alma del teatro también habita la esencia de la vida.

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Lucman
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8
12 de noviembre de 2012
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue en los años cincuenta, en la época donde el cine negro americano gozaba de su mayor plenitud, cuando N.Ray rodó este film. Vista la película con la perspectiva de más de sesenta años y acostumbrados a un cine donde el color y los efectos especiales dictan su ley en la taquilla, hay que rendirse ante el talento de directores como él. Su pulso para la narración cinematográfica es perfecto. Debo confesar que el guión de la película (basado en una historia de Gerald Butler) no me parece, en absoluto, superior a: "El Halcón Maltes", "Cayo Largo" o "En un lugar solitario", pero la dirección de los actores, encabezada por Robert Ryan e Ida Lupino, y la aportación de ese secundario eterno que siempre gozó de la predilección de John Ford: Ward Bond, resulta magistral, en todo momento tenemos la sensación de que personajes y actores encajan como mano en guante de seda.

Es el punto de mira del director, mostrando la evolución personal del policia Jim Wilson (Robert Ryan) donde el espectador calibra los mejores matices interpretativos, percibiendo como "el cruel hombre de bronce" sufre esa metamorfosis humanizadora; más en el lenguaje de los gestos y las miradas que en las palabras. Su violencia como agente de la ley adquiere niveles intolerables, hasta para una policia que nunca fue parca en maltratar delincuetes y asesinos, y a la que el cine de la época supo mostrar con meridiana realidad. Hay un momento que me recuerda la escena de "La jungla de asfalto", donde un policia mafioso golpea al soplón de turno (Eddy Donato) en un sórdido cuartucho.

Aquí no hay conflicto a desentrañar, el planteamiento es lineal: búqueda y persecución de un asesino desequilibrado, hermano de una mujer ciega, en un pueblo perdido en la montaña cubierto por la nieve.Dos hombres que se empecinan en darle alcance: uno -el padre de la víctima-, para acabar con él a tiros como a una alimaña. El otro -el policia-, para detenerle y llevarle a la ciudad. Entre ambos, ella, la mujer ciega -hermana del asesino-, que intenta protejerle escondiéndole en una cabaña. En la persecución por la montaña nevada, un alarde de expresividad y contrastes en un blanco deslumbrate, tal vez la secuencia más bellamente plasmada de todo el film, ocurre algo inesperado que altera el rol de los perseguidores. Será en las secuencias siguientes donde se intensifiquen los mejores momentos de profundidad psicológica al estrecharse el vínculo entre el policia y la ciega, con una Ida Lupino plena de entereza y comprensión ante el nuevo giro que adquiere su tragedia personal. Y es ahí donde Jim Wilson, contemplando la desoldora situación de la chica, siente que su misión ha concluido. Aquí, nos sorprende Ray con un final, a mi juicio, romántico en exceso y algo facilón. Único aspecto de la película que yo me atreveria a criticar, pero sin restar por ello un ápice a su valor de conjunto.

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Lucman
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8
12 de noviembre de 2012
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces el cine bélico adquiere una dimensión tan noble, convirtiendo a sus héroes en seres humanos verdaderos, y fundiendo sus conflictos interiores con un profundo amor al deber (la patria, en este caso).

No está de moda mostrar personajes tal como lo hace Otto Preminger, que asuman los valores del sacrificio, el esfuerzo, el deber, la lucha, siempre determinantes en un conflicto bélico, en conjunción a los profundos sentimientos y emociones de hombres y mujeres que ansían llevar una vida de ciudadanos normales. Viendo un film así -con más de cuatro décadas de historia-, se tiene la sensación que hay factores en la naturaleza humana que no son moneda de cambio aún de una sociedad como la nuestra, en creciente contínuo de materialidad y hedonismo, y que, sin arrostrar pesimismos, permanecerán a lo largo del tiempo.

Sirvan de preámbulo estas líneas, para manifestar mi admiración por un cineasta que ha sabido -como pocos-, plasmar la ambivalencia de esas dos posiciones con honestidad y coherencia. La película es creible desde cualquier angulo que se la juzgue y cuenta para ello con un insuperable elenco de actores, encabezado por el duro y sensible John Wayne, y el siempre conflictivo y ambiguo Kirk Douglas, sin olvidar a otros acreditados actores del reparto: Henry Fonda, Patricia Neal, Burgues Meredit, Dana Andrews, Tom Tryon... siempre convincentes y bien ajustados a sus personajes.

Los entresijos, interioridades y miserias del mundillo militar quedan aquí muy bien reflejados, con sus envidias, pequeñas traiciones y -también- afectos profundos, todo ello sin atisbo de patrioteria. Una discontinuidad ambivalente que enriquece la psicologia de esos seres, que, ante las situaciones límite llevadas por una guerra no pierden sus valores humanos mostrándo así su verdadera encarnadura.

Aún sin contar con un gran presupuesto, Preminger, logra escénas bélicas de una crudeza y realidad insuperables -bellísima la escena de los acorazados japoneses llegando por la noche a la isla-, y las debastadoras secuencias de la destrucción del acorazado yanke torpedeado, que culminarán con el estruendoso colofón de la batalla final.

Tal vez el metraje (dos horas y media largas), sea excesivo, y se podia haber aligerado algo en la primera parte, pero, en ningún momento se pierde el interés de su trama. Sinceramente recomendable.
Lucman
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