Una película de desarrollo predecible pero no por ello poco atractivo. Los primeros planos de Marlene son limpios, puros, lumínicos. Las esculturas demónicas de la escenografía y la actuación del Zar Pedro aproximan el film a las estructuras góticas expresionistas. Las secuencias durante la cual Catalina ( Marlene ) apaga los cirios y la de la boda imperial alcanzan un grado perfecto de belleza fotográfica que legitima y redime y absuelve cualquier pecado óptico o argumental.
Huele a clásico y entretiene.

Rafael Teicher

En el arte cuenta la maniobra imprevista, el golpe, la discontinuidad lógica. Vale decir: el arte discurre por efectos. Contra los que señalan como defecto de una pieza estética su volumen de efectos —y a esto lo denominan pirotecnia, estallido, Hybris plástica ( es muy nootrio en las críticas casi malignas contra Lynch o Greenaway )—, es preciso apuntar, que toda obra requiere una cierta vertebración mediante golpes, mediante episodios repentinos, mediante rayos. Es el caso de esta película.
Logra cristalizar algunas escenas poéticas como la primera aparición pública del monstruo.
Explora las ingenierías del absurdo y de la sátira en estilo asiático ( Miike, Ming-Liang ). El resultado es prometedor. Vale la pena investigar al director.

Rafael Teicher

Una de las mejores películas de toda la historia de la cinematografía. De trazo decantado ( sin barroquismos preciosistas ), consuma una dinámica de planos integrada y cohesiva; se articula con naturalidad y sin perder en ningún momento el volumen de revelación por la sorpresa plástica sobria. Una lección óptica ingeniosa, lírica. La trama es harto simple, una excusa para el desarrollo visual, para la festividad del discurso de la luz. La música es popular, inmortal, precisa.

Perfecta

Rafael Teicher

La película gesta una cierta tensión dramática mientras la ausencia de Laura impera estéticamente ( al estilo "Rebeca" ). Luego decae mucho la integridad estética entre velocidad de la trama y fantasmagoría psíquica —nivel de sugestión o de encanto del film—. La escena culminante es de gran talla. Por afinidades melancólicas resulta una cinta un tanto sobrevalorada por los cinéfilos racionalistas.

Rafael Teicher

Un film perfecto. La originalidad morfológica ( el trazo ) de los dibujos es radiante. Es una película con trama firme, atractiva, que se despliega a tempo. Sumerge al espectador en una danza de Shiva perfecta. La música de cierre es bella, serena y pura; un lied. Uno siente al egresar de este mundo una gran desazón, un cierto descenso. Este es el signo inequívoco de haber participado de una experiencia poética genuina.

Rafael Teicher