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España España · Madrid
Críticas de Melmoth
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Críticas 66
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
28 de enero de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aturdido no sólo por la batahola de acontecimientos sin sentido sino también por la incoherencia de las situaciones y de los personajes, me introduzco de lleno en la personalidad (entre imbécil y genial) del protagonista (Matt Damon, en soberbia actuación y caracterización), megalómana y soñadora, metirosa y excepcional. Se trata de un tipo que gana 350.000$ a principios de los años 90, y que por razones que aún se me escapan, empieza un juego con el FBI, con el Gobierno Federal y la Fiscalía que sólo puede conducirle a la cárcel; pero aún así, lo juega, lo inventa, lo recrea y, sobre todo, se lo cree... ante el estupor de los agentes (Scott Bakula, que tiene una ristra de gestos que abarcan lo cómico y lo trágico de manera magistral. ¿Quién lo iba a decir o a pensar de un actor al que sólo recuerdo en una serie un tanto floja y un par de pelis de secundario?), los directivos de la empresa para la que trabaja, la prensa, su propia mujer y, cómo no, el espectador (es decir, yo mismo), que no sale de su asombro.
Soderberg rueda con maestría, eligiendo planos que no marean ni condicionan, en ambientes grises y oficinescos, con la voz in off del imaginativo (o bipolar) soplón, sin abandonarle en ningún momento... y dejando al albur de las mentiras concatenadas, un desenlace lógico, aunque imprevisble. No deja uno de asombrarse ante tanta locura serena, tanto engaño disfrazado de verdad (luego, descubriremos que algo de verdad había en el discurso y en el argumento de Matt Damon, no mucha, pero suficiente para hacernos una idea de lo que ocurre en el mundo de las altas finanzas).
La cinta es un pelín extraña, lenta y pesada. Sobresalen los actores y una trama que sin ser cómica, te hace sonreír. Pero no esperen una trama sólida o bien construida. La primera hora resulta enmarañada, y para cuando quieres darte cuenta de lo que está ocurriendo, no sabes si sentir lástima o asco por el personaje. Tendría que verla de nuevo (y ni se me ocurre) para recuperar parte de lo que Soderberg quiere contarnos, pero, creo no equivocarme, cuando afirmo que la película es bastante irregular y torpe.

LO MEJOR: Matt Damon interpretando a un personaje casi imposible; y Scott Bakula, absolutamente encarnado (no se me ocurre otra expresión para describir la caracterización del agente Bryan). La recreación de los ambientes de época (apenas unos 20 años atrás y cómo hemos cambiado), la música de Hamlisch -que acicala el histrionismo de la historia y la hilarante sucesión de travesuras- y una dirección tan sobria que pudiera parecer aburrida.

LO PEOR: La técnica narrativa desespera incluso a los incondicionales del cine intimista. Jugar al despiste con los espectadores es un riesgo que pocos directores están dispuestos a correr, y al hacerlo, no siempre sale bien, como en esta ocasión en que uno termina un tanto idiotizado por tanta información que no acaba de comprender ni asimilar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Melmoth
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8
23 de enero de 2010
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mejorará cuando aparezca el profesor Moriarty, el archienemigo de Holmes. Y eso será, en la segunda parte (que dicen, nunca fueron buenas, pero como no se ha hecho todavía, quizá se equivoquen ellos). Esta primera, dejando a un lado la controvertida por antagónica (y acaso, inverosímil) visión del detective creado por Conan Doyle, un Watson más involucrado en las historias que en escribirlas, y más bravo que el modoso doctor, tímido y "sanchopanza", el caso es que la película funciona como tal, al servicio del entretenimiento (y Guy Ritchie o acierta o se estrella, no hay término medio. Si no, repasen la última que yo he visto, "Revolver").
La primera hora no da concesión ni tregua: acción a raudales hasta cuando Holmes duerme el sueño de los vagos y perezosos (en realidad, se aburre debido no a su extraordinaria inteligencia, sino a la inminencia de la boda de su mejor amigo); diálogos ingeniosos, muy propios de la época como si el gran Wilde hubiera decidido resucitar y se fijara en Holmes para dotarle de su lengua viperina; fotografía y sonido exultantes, con una recreación de época fascinante, en plena construcción del puente de Londres, con un Támesis en ebullición, con barcos yendo y vieniendo... Es decir, un trabajo faraónico y espectacular, muy a la americana, y con resultados muy americanos. Pues eso.
La segunda y última hora decae por su propio peso, en parte porque uno (el espectador) se cansa de las bravuconadas -que eso son, no se engañen- del Chuck Norris del siglo XIX y su acólito rubiales; de un guión falso que acaba por descubrir el engaño como un mago bien pagado, y un final previsible y poco dado a la sublimación.
Carencias muchas, pero no olvidemos, al menos yo no lo hago, que el cine es entretenimiento y espectáculo (no todo va a ser rendir culto al intelectualismo para ver si después de ir al cine, salimos más inteligentes, sabios y envanecidos bienhablados); o cabría decir, también es entretenimiento y espectáculo, y cuando uno sale de la sala, divertido y juguetón, bromista y alegre, habrá que concluir que ha dado en el blanco (como con la trilogía de "Los piratas del Caribe", por poner un ejemplo para todos los públicos)... y si bien es Ritchie el que lo ha logrado, uno se lo perdona al productor... que es quien paga, como nosotros la entrada.
La interpretación de Downey es magnífica, sobre todo, porque es muy particular. Ha creado su propio Sherlock Holmes, como ya hiciera con otros personajes de la historia, que se le dan francamente bien. Y hasta el sosainas de Law parece que no pretende seducirnos con su mirada de chico 'malibueno' y se dedica a interpretar un Watson algo más hombre de acción que de mero comparsa del genial y lunático detective.
Creo que, al recomendarles ver esta película, estoy haciendo una buena obra. Dejarán por un tiempo de hablar de crisis. ¡Dios! ¿He dicho "crisis"?
Melmoth
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6
23 de enero de 2010
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mí, que me hubiera gustado vivir en Nueva York, donde residí apenas un año, hace ya muchos, Staten Island me resultó siempre anodina en comparación con los otros 'hoods' de la Metrópoli. No obstante, cuando iba, por motivos que eludiré mencionar, tenía un no sé qué de barrio olvidado, y no por sucio o maloliente, más bien era de esos lugares a los que uno se acostumbra pero no se fija en ellos y pasan los años y no sabe qué ha cambiado o por qué o cómo. Eso es Staten Island. [Si no he logrado explicarme bien, acudan a la bendita Wikipedia o pregunten por ahí, coño.]
En cuanto a la película (perdonen el arrebato intimista) es un cuento, a la manera de "Historias de NY" o "Los chicos de Scottboro ", sin grandes ambiciones, modesta en las formas (planos sencillos, diálogos sólidos, aunque poco interesantes o ingeniosos, interpretaciones previsibles -salvo de Cassel, viejo actor de notables y tiernas facciones- y desenlace algo agotado por muy usado), y, en el fondo, historia fofa, sin músculo ni nervio, que se deja ver con cierta desidia y complacencia (por no decir, displicencia).
En caso de equivocarme, pueden reclamar a la SGAE (muy de moda hoy, pues no hay quien la calle, la muy...), pero, creo, sinceramente, que acabará en las sobremesas de los fines de semana en alguna cadena fusionada, como mucho en 'late night' de un domingo cualquiera en TVE-1, eso sí, sin anuncios.
No pierden mucho si van a verla, tampoco ganarán gran cosa. El olvido tiene estos vaivenes. ¡Qué le vamos a hacer!
Melmoth
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4
22 de enero de 2010
45 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada es tan rotundo como un criterio... pero esto es una crítica. Y mala.
Mis intenciones, cuando entré a la sala, era buenas y no pasaban de ser algo ingenuas y torpes, a la espera de otra gran sorpresa del director alemán y sus "divertidos juegos" visuales. El nombre de Haneke se escuchaba con respeto y admiración, y cierta reverencia icónica. Pero, transcurridos algunos minutos, desenfocado por el blanco y negro inmaculados, los planos largos y los ángulos traviesos y atravesados, empecé a ser presa de un aburrimiento que no recordaba ni cuando mis padres me obligaron a presenciar la "Medea" de Montserrat Caballé hace ya unos cuantos años en Mérida.
Las metáforas en el cine no funcionan igual que en la literatura; tanto es así que cuando uno quiere decir algo hermoso de la boca de su amada recurre a expresiones como "fresas salvajes y letales, veneno para mis ojos" (sí, lo sé; la amada se me escapó con un atleta de pocas palabras y músculo ubicuo); pero si ese mismo (es decir, yo) pretende hacerlo con imágenes en movimiento (no mucho, para qué engañarnos, en el caso de Haneke) y saca fresas salvajes en lugar de la boca jugosa y sensual de una joven, en un semiplano estático, el fracaso es estrepitoso y te surgen atletas por todas partes, como sabañones en las orejas en los fríos inviernos o como troyanos y otros virus griegos que te dan por el hanoi cuando abres lo que no debes en tu e-mail (metáforas de variado culo para que vean que no he mejorado como poeta).
"La cinta blanca" funciona dentro de un contexto pseudohistórico para explicarnos qué sucedió y por qué en la Austria de primeros de siglo XX y las cosecuencias posteriores que todos conocemos. Para ello se vale de un grupo de muchachos (nazis en potencia), hartos de la tiranía de sus padres y de una sociedad feudal, triste y angustiada, dedicados en sus ratos libres a matar o a dejar medio muerto a todo aquel que representa la alta burguesía ramplona y perezosa, violenta pero cobarde, religiosa pero injusta, limpia pero viciosa. Y todo ello a la velocidad del caballo del Malo, o, si lo prefieren, a la de los lentos y sabios movimientos de la Muerte en "El séptimo sello" del gran Bergman, que yo también voy de culto y refinado.
En resumen, un verdadero peñazo. Más de dos horas sin sentir algo parecido a una emoción que no fuera la desesperación. No ocurría nada, y cuando lo hacía, te cogía desprevenido (y no porque contuviera grandes momentos de suspense, sino porque estabas mirando a otra parte, o con la mente en blanco, o pensando en los pechos de tu primera novia, que no fue, ni con mucho, la de los labios de fresa).
Créanme: esto, aunque se considere cine, es, en toda regla, una batallita intelectual de medio pelo cámara en mano y un público muy dispuesto, y con miedo a parecer tonto del culo si se le ocurre decir lo que piensa de verdad. No hay más que leer las críticas de este 'site'.
Por una vez, diré basta y "NO A HENEKE". Vaya tostón chorra y facilón.
Melmoth
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4
25 de noviembre de 2009
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pero ¿qué clase de subproducto es éste? esa fue la pregunta que me hice a medida que me adentraba en el estúpido laberinto de fucking cerveza americana, mujeres muy calientes y hombre muy machos, motos muy chulas y venganzas muy tarantinianas. Mediocre es la condenada película. Quizá en manos del propio Quentin hubiera salido una 'road movie' sangrienta, irónica y nihilista; pero dirigida por el Obispo Larry, con esa cara acartonada y de rayos uva, era muy difícil que no acabase siendo un ridículo homenaje a 'Easy Rider', la shakesperiana 'Kill Bill' o la coppoliana y primeriza 'Outlaw'. Momentos tiene como meigas haylas: uno de ellos es la frase genial que Dennis Hopper (Eddi Zero) le dice a Eric Balfour (Comanche) después de morir hasta el cactus: "Date prisa que tengo cosas que visitar y muchos sitios que hacer". La cachonda presencia de Madsen (no sé si un Oscar, pero subirle el sueldo es un derecho de este actor, que lo borda en cada escena, como si no se lo tomara en serio) permite al espectador (Yo mismo, para no irme muy lejos) disfrutar un rato, no mucho y terminar la cinta con un sabor agridulce, como si nos hubieran engañado con tanto motero revenido y trasnochado, tías tan estupendas de tan putones y tanta sangre a mala hostia.
Ni siquiera el gran y fallecido David Carradine (Deuce) puede salvar este pequeño engendro del infierno ... en la carretera.
Melmoth
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