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España España · Calafell
Críticas de kakihara
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Críticas 35
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
28 de octubre de 2013
102 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraña e hipnótica película que nos regala Jarmusch, que recupera el clásico subgénero de vampiros para desarrollar dos horas de reflexiones filosóficas nada pomposas, teñidas de un humor ligero y envueltas de un manto romanticista que poco a poco se va calando en nuestro subconsciente.

Contrariamente a lo que ha denunciado buena parte de la crítica que la vió en Cannes y Sitges, la película no me parece en absoluto pedante; el desarrollo podría extrapolarse, en esencia, a lo que sería una conversación de corte existencialista de algo más de 2 horas en un "Tren Misterioso" que tendría por ruta imaginaria Detroit-Tánger. La pareja protagonista (junto al magnífico pero desaprovechado John Hurt) hablan con una mezcla de ligereza, añoranza y nostalgia por la verdadera Historia de la humanidad, la que ellos han vivido. Aquella Historia reescrita en la que Adam (brillante y carismático Tom Hiddleston) pasaba largas veladas con Mary Shelley y el "estúpido y arrogante" Lord Byron. O aquella en la que el protector vampiro interpretado por John Hurt le escribía en secreto las obras a Shakespeare. Deslices cómicos y agradables que no impiden ver de lo que realmente va esta historia: de dos vampiros eternamente enamorados que ya no comprenden el rumbo que está tomando la humanidad. Que estan cansados de tener que buscar sangre en el mercado negro, y lo que es más grave, tener que rebuscar sangre que no esté contaminada; porque ese es el verdadero quid de la cuestión: La humanidad está podrida. Tan podrida que ni la Eva interpretada por Tilda Swinton ni Adam se ven con ganas de salir de sus madrigueras (un pequeño piso en el casco viejo de Tánger, en el caso de Eva, y una mansión situada en una urbanización abandonada de Detroit, en el caso de Adam). Ambas madrigueras, situadas en espacios nocturnos evocadores y extraños, donde se respira un aire de ensoñación en Tánger, y una profunda desolación y abandono en Detroit.

Cuando el grado de hastío por este depravado y deprimente mundo toca techo, Adam decide llamar a su amada; necesita verla, sentirla a su lado para seguir con las ganas de vivir y no tener que meterse una bala de madera maciza en el pecho. Y es aquí cuando la película vuela, cuando los dos amados se reencuentran (como hacen cada varios decenios) y cuando el film verdaderamente arranca. Eva demuestra su fijación por esos pequeños detalles de la vida, parándose cada vez que descubre una antigua especie de planta en el jardín de Adam ("¡Ohh, qué maravillosa Rosmarinus Officinalis!"), algo que tanto Adam como nosotros mismos necesitamos para continuar viviendo en este mundo en decadencia. Casi como si tuviéramos Síndrome de Asperger: reparar en esos pequeños detalles de la vida en los que nadie se fija...

Muy recomendable si eres seguidor de Jarmusch y deseas evocar sensaciones similares a las evocadas en la Memphis de "Mystery Train"/// Recomendable si eres de mentalidad abierta y no esperas nada de los demás /// No recomendable si esperas una lección magistral sobre filosofía y existencialismo; Jarmusch no es filósofo, es un mero poeta de otro tiempo.
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kakihara
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8
21 de setiembre de 2013
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Lesson of Evil", vigesimosexta película de Miike que he tenido el placer de ver, ha logrado sorprenderme (cosa habitual, tratándose de Miike); pero no se trata de una bizarrada más, no. Se trata de un film cocido a fuego lento, con un trabajo de personajes de partida muy serio (algo atípico en este género) y, sobretodo, una de las películas donde al parecer el director nipón ha dedicado más tiempo y mayor libertad creativa ha tenido, de entre sus últimos films de mayor presupuesto (primer guión que escribe él mismo, adaptando una novela de Yusuke Kishi).

Ya desde "13 Asesinos" (2010), empezamos a notar un mayor cuidado en la estética de sus films, mayores presupuestos (intercalados con films de serie B), un mayor tiempo de gestación para cada película, una mejor dirección de actores, y en casos como el de la mencionada "13 asesinos" o "Hara-kiri" (2011), un maravilloso aroma clasicista. Pero para aquellos que creían que Miike viraba definitivamente hacia estos derroteros, sorpréndanse al comprobar que su última fechoría no deja de tener todos los elementos mencionados, pero añadiéndole a la mezcla el inconfundible sello de Miike. A saber:

-Aparecen cuervos, sello de la casa.
-Guiños por todas partes. Desde los dedicados a "Battle Royale", hasta, más importantes, los guiños al otro gran director japonés que también ha reflexionado sobre la representación de la violencia, Sion Sono, con referencias a su "Suicide Club" (2002) y a "Cold Fish" (2010). Aunque no olvidemos que, a estas alturas, Siono no deja de ser un alumno aventajado de Miike.
-De nuevo hay cabida para lo bizarro, gracias a destellos que nos regala Miike de cómo percibe el psicópata la realidad (atención a ese objeto de atrezzo que habla, y que parece salido de un film de Cronenberg...!!!). Por no hablar del desenlace, para mi de lo mejor de la película.
- Y por último la explosión de violencia. Como en todo film de Miike, siempre existe un tramo en el que la violencia estalla y los personajes se lían a tiros, o se lían a navajazos o se ponen a fornicar con cadáveres, o se ponen a gritar. Pero sorprende ver como en este caso, todo es más frío y premeditado, dejando un mayor impacto en el espectador, y regalándole un divertimento puramente de género, pero inteligente y con diversas lecturas posibles.

Lástima de los primeros 30 minutos de película, que a mí particularmente se me hicieron lentos y no me permitían entrar en la historia. Pero Miike remonta el vuelo (¡y de qué manera!) con un creccendo trabajando los pequeños detalles de ambientación malrollera y una sutilidad y elegancia muy poco característica en el cine de psicópatas (magnífico y maduro uso de elipsis), para acabar deleitándonos con uno de los clímax más largos que recuerdo en los últimos años (prácticamente los últimos 50 min. de metraje forman parte de ese desenlace que no voy a revelar).

Película del Maestro muy recomendable, que parece marcar un nuevo rumbo para el nipón, y con la que no hay que desanimarse durante los primeros 30 minutos y estar atentos a los nombres, a los rostros y a dejarse seducir por la magnífica interpretación de nuestro querido teacher, Hideaki Itô.

****/*****
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kakihara
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7
7 de agosto de 2013
56 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mágica película del ya director a tener en cuenta, Jeff Nichols, que va forjando poco a poco una absorvente aventura sobre la maduración de dos chavales que se ven enfrascados ayudando a un fugitivo, Mud (brillante McConaughey) a escapar tanto de la policía como de aquellos asesinos que lo persiguen, para reencontrarse con su novia (una irreconocible Reese Witherspoon). La película no debería considerarse estrictamente de aventuras a la vieja usanza; se trata más bien de un drama que se detiene en la relación de uno de los dos niños (Tye Sheridan, descubierto en "El Árbol de la Vida" y aqui colosal, y una suerte de precoz James Dean) y el prófugo Mud. Nichols se toma su tiempo (algo más de 2 horas) para narrar el proceso de madurez al que se ve sometido el niño en unos pocos días, descubriendo el amor, la amistad incondicional, y los ideales que parecen estar convirtiéndolo en un hombre antes de tiempo.

La película logra algo que al parecer Nichols viene logrando desde su interesantísima ópera prima ("Shotgun Stories"): absorver al espectador a pesar del ritmo lento y el sobrio y elegante empaque visual. Tan sólo hay que dejarse llevar durante los primeros 30 minutos de metraje para luego verse presa de la lograda narrativa de Nichols y no despegar la mirada de la pantalla.

Se detectan, también, elementos de sus dos anteriores películas, como podrían ser ese gusto por situar sus historias en ecosistemas anómalos o de otras épocas aun vivos en la América actual. Mientras que en "Shotgun Stories" la acción tenía lugar en el extrarradio de un pueblo de Arkansas desprovisto de gente y “Take Shelter” se trasladaba directamente a una región rural de Ohio, en Mud la acción vuelve a transcurrir en Arkansas, en este caso en una pequeña colonia de casas flotantes a orillas del río Mississipi, un entorno a punto de desaparecer y quedarse sin su particular idiosincrasia y antigua tradición pesquera. Y los elementos del particular universo de Nichols no se quedan sólo ahí; el gran Michael Shannon (para mi, uno de los mejores actores estadounidenses ahora mismo), que en “Shotgun Stories” trabajaba en la pesca tradicional de la región de Arkansas, aquí se cuela en el personaje del tío de uno de los niños, que se dedica a recoger chatarra del fondo del río con su escandaloso casco de buzo. Asimismo, la temática de la lucha fratricida por vengar la muerte de un hermano, en la cual giraba toda “Shotgun Stories”, está también presente aquí, con remate final incluído.
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kakihara
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3
6 de agosto de 2013
17 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había una vez, en un país frío y lejano, un director de cine de apellido pronunciable pero fácilmente olvidable que quería revolucionar el mundo del cine. Empezó una breve pero intensa carrera sorprendiendo a todo el mundo con una trilogía sobre el crimen y el lado más oscuro de su país, “Usher”. Luego se aventuró a empresas cada vez más experimentales (el granizado de naranja mecánica “Bronson” y la vikinga “Valhalla Rising” como ejemplos), y fue así como el joven de apellido pronunciable pero fácilmente olvidable (JAPFO en adelante) empezó a ver en sus películas, marcadamente visuales y violentas, una constante que no paraba de repetirse: la exploración de la psique de individuos con oscuros pasados cuyo interior sólo ha conocido la aflicción y el odio. Pero no una exploración psicológica como la solemos entender, no… Era más bien… ¿cómo lo diría? Como… acercarse al interior de los personajes, llamar a las puertas de sus almas y quedarse fuera. De entrar en casa de dichas almas ya se encargaría el espectador. De esta manera, JAPFO se había propuesto hacerle de guía al espectador, acompañarlo de la mano en los llamados “viajes hacía el interior del alma”, envueltos todos ellos por una cada vez más satisfactoria factura visual, hasta llegar a la obra que lo ha encumbrado como precoz autor de culto, “DRIVE”. En ella, consiguió ambas cosas: “sugerir” lo que hay en el interior del personaje de Ryan Gosling mediante un inteligente uso de herramientas cinematográficas (música techno-retro, movimientos de cámara, cámara lenta… y el rostro impasible del actor) y al mismo tiempo narrar una historia comprensible con toda clase de alicientes (desde un romance hasta las logradas escenas de acción), y aderezarlo todo con un curioso aroma a tragedia de anti-héroe. JAPFO logró volver a poner en boca del público el vocablo “Cool”, en nuestras tierras más conocido como el “¡Cómo mola!”.

Pero a JAPFO, tras ver su marcado estilo y ser consciente de él, le empezó a asaltar la codicia y quiso abusar de todo aquello que había caracterizado su estilo, y llevarlo al extremo con su nueva película “Only God Forgives”. La historia era lo de menos en este caso: la simple premisa de un delincuente (Gosling) que vive prófugo en Bangkok y que debe valorar si vengarse o no de “los asesinos” de su hermano. Todos aquellos recursos que funcionaban en “Drive”, utilizados aquí de forma desproporcionada sólo consiguen hacer florecer la vacuidad del conjunto, agravada por la caricaturesca e inolvidable actuación de Gosling, cuya expresión no cambia ni un ápice en toda la película, calcada a la que mostraba en “Drive”, e incluso muy parecida a la que mostraba en otro film independiente como era “Cruce de Caminos” (2012), donde su director quiso aprovechar el éxito de la “Fórmula Drive” para dirigir a Gosling exactamente igual que lo hiciera JAPFO.
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kakihara
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7
19 de enero de 2013
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Dinero Caído del Cielo es una de esas películas populares en su momento, que mucha gente de cierta edad recuerda con cariño, y que uno debe desempolvar como si fuera un pequeño tesoro a descubrir. Una película envuelta de un manto clasicista y ambientada en los años de la depresión norteamericana (una suerte de El Gran Salto, pero vehiculada a través del musical y más transgresora aun que el film de los Coen).

La película de Herbert Ross, de una fotografía, dirección artística y coreografías impecables, ofrece numerosos elementos que transgreden lo que se venía haciendo dentro del género musical e incluso lo que se hizo más tarde (teniendo en cuenta que el musical es un género que tradicionalmente siempre ha venido con el concepto de innovación cargado sobre las espaldas -si no, véase un musical de la misma época tan rompedor como The Rocky Horror Picture Show).

Lo primero que me ha llamado la atención de Pennies from Heaven es la forma como se narra la vida del personaje brillantemente interpretado por Steve Martin, moviéndose en todo momento entre las dos caras de la moneda de la vida: por un lado, la realidad que vive el personaje, llena de desgracias, tristeza y un proceder muy poco ético por su parte en esos años de la Depresión norteamericana (aquí nos situamos en el drama más crudo) y, por la otra, se trabajan todas las fantasías de dicho personaje a través de los numeritos musicales en los que expresa sus deseos. E incluso a medida que avanza el film otros personajes importantes (como la esposa y la amante) pasan a recrearse también en sus fantasías a través del numerito musical, y hasta hay lugar para un extraño numerito musical final con los 3 compartiendo micro (Martin, su esposa y su amante). Sorprende el tremendo contraste (casi incendiario a nivel de emociones transmitidas) que se crea entre la vida real de los personajes (triste y por momentos gris y bucólica) y sus fantasías, que suelen aparecer repentinamente en momentos de crisis y aportan la sorprendente nota de humor y alegría.

Y el propio personaje de Arthur lo expresa en un momento dado: “Quiero vivir en un mundo donde las canciones sean la realidad”. Es la senda que toma el film de Ross de forma casi obsesiva, esa idea de que inmediatamente detrás de esas nubes grises de los títulos de inicio que están provocando una tormenta se encuentra ese cielo rabiosamente azul; detrás de todo problema, se encuentra una forma de verlo positivamente, con otros ojos. Y las fantasías recreadas siempre tienden a ser proactivas, a actuar como motor para el cambio, el cambio a mejor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
kakihara
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