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Chile Chile · Santiago
Críticas de KRIVO
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Críticas 75
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
12 de junio de 2023
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Sé que Peckinpah tiene muchos seguidores acérrimos que disfrutan de su cine tan personal, a veces nostálgico, a veces visceral, siempre con impronta. Destaco 3 o 4 magníficas películas del director californiano que tengo en mi videoteca y reviso cada tanto.
Sin embargo, respecto a la famosa y legendaria historia de “Pat Garrett y Billy the Kid”, contada y coreografiada (balaceras y similares) en el “modo Peckinpah”, opino que es un western interesante, pero la película se me hace espesa y veo un producto irregular.
No ha sido sencillo el análisis ni comentario. Me pregunto ¿Dónde colocar el foco?
El material que se tiene entre manos es una buena historia, no cabe dudas, y que se puede narrar de diversas maneras y de diferentes perspectivas. Y así se ha hecho.
Pero aquí Sam como que saca a flote sus propios fantasmas, sus reclamos y sus adicciones.

La película está plagada de bebedores (el alcohol es lo que más les importa, casi tanto como el dinero), tipos sin moral (amorales para algunos), ni siquiera tienen sus principios claros. Divagan, en pensamiento y acción. Son bandoleros que escapan de la expansión de la sociedad legalizada (legalidad corrupta también, cómo no). La “civilización” los acosa.
Garrett, cansado de ir y venir como un forajido más, se pasa al lado de la Ley. “Es un modo de seguir vivo”, su gran frase, para justificar la aceptación del flamante cargo que ostenta y de su "nuevo orden" personal. Como si eso fuera un pecado mortal. Y lo es, para sus antiguos compañeros de correrías criminales, incluido Billy. En una escena le preguntan al Niño: “¿Por qué no lo matas?”, cuando tuvo a tiro de cañón a Pat. “Porque es mi amigo”, responde el joven.
Es el propio Peckinpah -como director- quien adopta el punto de vista de los forajidos y su identidad valórica, la cual entra en violenta colisión con los nuevos paradigmas, surgidos al lado de valores como la justicia, la legalidad y el orden. Y está claro que estos principios están mediatizados por los intereses económicos, evidente. Es el inveterado pragmatismo estadounidense como semilla del surgimiento de una Nación.
La manera del director de atrincherarse en el “viejo orden”, y enfocar desde ahí la película, es lo que me provoca ruido. Es la forma, más que el fondo. Como ensalzando esa libertad mal entendida, libertad para asesinar, robar, despojar, destruir (y además, libertad para golpear y violar mujeres). Esa particular autonomía ahora se ve acorralada. Entonces, esos pistoleros desarrollan un perfil psicológico de desencanto y sentido de pérdida, lo cual da el tono a la película. Lo que pretenciosamente llaman “crepuscular”.
Se supone que enfatiza en la amistad traicionada por deberes superiores, pero la construcción y posterior evolución de dichos vínculos de camaradería la veo con poco nervio, no bien perfilada, discontinua.

En todo caso, inmensa interpretación de James Coburn como Garrett, aunque no sé si tan a gusto se sintió con el cariz que le dieron al personaje, salvo por la escena en el burdel, aunque allí aprieta demasiado las tuercas en su trato con las mujeres.
¿Billy, que tenía 21 años en la realidad, interpretado por un actor de casi 37? No se lo cree ni el propio Kristofferson y así le queda el papel. Como pistolero, es mejor cantante, incluso es mejor camionero (“Convoy”). Aunque reconozco que se esfuerza.

La música termina por cansarme, escuchar toda la película la vocecita y el guitarreo de Bob Dylan (hablo de él como cantante, no como compositor) en un western, uf, no me parece. Más encima le dan un rol menor, como actor. Sin comentario. Hay varios momentos en que simplemente no cuadra esa música con la acción, no la acompaña. En varias escenas simplemente no crea “atmósfera”. Estaba bien para un tema, pero no toda la cinta.
¡Qué distinto lo que ocurre con la maravillosa dupla Leone-Morricone!

Finalmente, a destacar la hermosa fotografía y ambientación, unos planos generales fantásticos, todo esto, el punto más alto de la película.

Trama y desarrollo = 5.0
Personajes = 7.0
Fotografía y ambientación = 9.0
Banda sonora = 3.0
PROMEDIO = 6.0
KRIVO
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7
8 de junio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto varios productos del intenso cine de Peckinpah, y entre ellos, tres o cuatro espléndidas películas, que cada tanto vuelvo a visionar. Por eso, esperaba más de "Quiero la cabeza de Alfredo García", que tenía pendiente, no obstante ser una obra bastante interesante y en general bien realizada.

Ha sido complicada de analizar y calificar, por su desproporción y altibajos. Me pregunto ¿Dónde poner el foco? Tiene ciertas incoherencias en su guión, rayando en el absurdo por momentos, junto a aspectos muy destacados, como el buen ritmo en determinadas secuencias (apoyado en el uso de la cámara para la acción y la violencia, marca de la casa) y la construcción del protagonista, quien evoluciona desde un personaje simplón y básico hacia uno firme, con carácter y que defiende sus fines y dignidad con resolución, aunque tenga que recurrir a la violencia homicida.
Como si Peckinpah (con rabia y varias copas de más) volcara aquí todos sus demonios, sus insatisfacciones y sus anhelos de hacer el cine que él quería, más allá de la crítica llamada "seria y especializada", más allá de los lugares comunes y de lo políticamente correcto. En suma, más allá del deber ser. Pero, a mi juicio, le salió una película heteróclita y desigual, si bien personalísima y con méritos propios.

La cinta es un cruce de géneros, con elementos de western urbano, elementos de thriller y del gangsterismo, con dosis de humor negro, y por último, algunos rasgos de romanticismo, tosco y seco, entre personajes socialmente marginales (la pareja protagónica), con un perfil psicológico de trazo rústico, quienes esbozan una relación amorosa que no se caracteriza precisamente por su congruencia.

Vemos personajes secundarios en general correctos, pero aparecen unos sujetos que no cuadran ni calzan en la película, como esos motociclistas sin carisma (incluyendo un opaco y efímero Kristofferson), para terminar siendo eliminados a balazos (véase spoiler). Bien, es la carta de presentación, en cuanto al estilo del director. Y sirve para lucir a la sabrosa Isela Vega.
Tenemos un buen, pero desaprovechado, Robert Webber, como uno de los asesinos a sueldo. Y el ¨Indio¨ Fernández, en un breve papel al inicio y al final (pero fundamental para esta historia), cumple con su oficio habitual. Pero son Warren Oates, como Bennie, y la propia Isela, como Elita, quienes cargan el protagonismo de toda la película. Bueno, ella, solamente hasta dos tercios de la cinta.

La película combina momentos de gran ritmo, con otras secuencias lentas, casi planas, aunque se supone que tienen un halo de sentimentalismo. Pero se alargan demasiado, hasta casi cruzar la "delgada línea roja" (o sea, la del aburrimiento, cosa seria en una película). Digo "casi", porque afortunadamente llega la acción, se dinamiza la trama y la película vuelve a levantar.

En los primeros 5 minutos ya sabemos el meollo del asunto y para dónde va la cosa. Después nos vamos enterando que la historia no es tan simple.
Un potentado y déspota hacendado mexicano que vive en una fortaleza rodeado de guardias, lacayos y sirvientas, en un ambiente de opulencia, religiosidad, hipocresía y matonaje, ofrece un millón por la cabeza (así, tal cual) del hombre que ha embarazado a su hija. Un antiguo trabajador suyo (“era como un hijo para mí” exclama el Jefe).

Y a partir de ahí se desata la frenética búsqueda del sujeto. Unos matones a sueldo ofrecen una recompensa menor a Bennie por cumplir tan peligrosa tarea. En rigor, le están pagando por matar. Como anticipo le entregan 200 mezquinos dólares ¿Quién acepta ese indigno anticipo por labor tan peligrosa?
Bueno, en realidad, Bennie no es un sicario ni un mercenario profesional, es un sujeto decadente, de moral laxa, alcohólico y necesita dinero, movido por la codicia. Y quiere construir (y financiar) una vida de pareja con Elita, la ¿ex? prostituta que ahora lo acompaña y ella también tuvo su affaire con el perseguido Alfredo.

Como son “muchos pájaros en la misma rama”, pronto surgirán los problemas para Bennie, y empezará a desquiciarse, y con razón. Ahí la película va ganando décimas.
Al final, y después de un reguero de muerte y sangre en su camino, de vuelta en la oficina de los inescrupulosos y engolados secuaces del Jefe, que tienen mujeres a su servicio cual geishas mal entendidas, Bennie pregunta, con rabia, dispuesto a no dejarse humillar y levantando la voz “¿Cuánto creen que vale mi trabajo?”.
En realidad, es un momento conmovedor. Es el último recodo de la dignidad y está dispuesto a defenderla. Ya no es sólo el dinero. Uno termina por empatizar con él. Detalles en spoiler.

La trama se desarrolla en pueblos provincianos, caminos interiores, algo de Ciudad de México, oficinas de fachada del crimen, ambientes sórdidos, burdeles, alcohol, miseria moral y material. Hay un tono nihilista y veo una crítica social implícita.
Tiene escenas surrealistas: los guardias inspeccionan a Bennie y revisan la cesta con la cabeza de García y en paralelo aparece la imagen de la cabecita del bebé en el bautismo, luego en el interior de la casona, la guagua en brazos del Patrón frente a Bennie con la cesta en la mano y su macabro trofeo adentro. "Lleva la cabeza" dicen los invitados, niños revisando a los muertos, y algunas más. Y otras hiperreralistas, como las moscas alrededor de esa cabeza, el niño mirando hacia adentro del auto, los tugurios de mala muerte, las ladillas, etc.,

Finalmente, destaco el trabajo de Oates, que va de menos a más (con gafas oscuras hasta en escenas de cama) y una magnífica Isela Vega (hasta canta), que además nos regala sus atributos físicos. La labor de ambos y el tremendo cierre levantan la valoración global de la película, que -guste más, guste menos o no guste- indudablemente tiene un sello de autor, que influyó en cineastas posteriores.

Trama y Desarrollo = 7.0
Final = 8.0
Ambientación y fotografía = 8.0
Personajes principales = 9.0
Personajes secundarios = 5.0
Música = 6.0
PROMEDIO = 7.2
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
KRIVO
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8
3 de junio de 2023
Sé el primero en valorar esta crítica
Tan magnífica (por lo que propone) como controvertida cinta de Peckinpah, la única del género bélico que realizó. Es un feroz alegato contra la inutilidad, el sinsentido y la estupidez de la guerra, de los simbolismos bélicos y del impuesto sentido del deber militar. Se ubica en el frente de la Europa Oriental, con las escaramuzas entre los nazis y los soviéticos, pero desde la mirada de los primeros. Por lo tanto, es una película poco habitual entre el cúmulo de obras cinematográficas sobre la 2da. Guerra Mundial. Rompe esquemas y hace pensar, dentro de la pletórica y a veces algo atropellada acción . Ese es un mérito grande, que deja la hebra para la reflexión. El mensaje se sobrepone a los aspectos más técnicos de la filmación (en este item tiene sus carencias).
Con un frenético uso de la cámara y un sentido implacable de la acción, que son marca de la casa, nos entrega un relato crítico, lleno de de escepticismo sobre este invento humano que es la guerra, pero también con escenas descarnadas que muestran una visión del conflicto bélico desde adentro. Notable personaje e interpretación de James Coburn y muy correctos James Mason, Maximilian Schell y David Warner en sus roles. Senta Berger, episódica y como siempre bella.

En su estreno en EEUU no fue popular, obviamente, pues relata los hechos del enfrentamiento nazi-soviético y más encima, desde la perspectiva del bando alemán. En Europa, en cambio, fue un éxito, en unos países más que en otros. Es una cinta nada ideológica ni tampoco patriotera, como “Buscando al soldado Ryan”, por ejemplo, que destila nacionalismo yanqui por los cuatro costados.

Trama y Desarrollo = 9.0
Interpretaciones = 9.0
Ambientación y fotografía = 8.0
Música = 7.0
PROMEDIO = 8.25 -
KRIVO
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7
30 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienzo señalando que había visto el estupendo western original de 1957, (filmado en un preciosista blanco y negro). Y volví a verlo hace poco para tener un punto de comparación cercano, con éste que nos ocupa ahora, el que he revisado para ver qué nos trae el western del siglo XXI. Y claro que voy a comparar, pues estamos hablando de un remake y vi este nuevo teniendo como referencia el antiguo.

Esta versión de James Mangold no está nada mal, al contrario, es más pletórica en la acción, balaceras y espectacularidad, obviamente efectos especiales mediante. Muy metida en los códigos cinematográficos del cine comercial actual. Para bien y para mal. Pero, por lo mismo, se observan algunas escenas y acciones exageradas, otras atropelladas, rozando el efectismo, y una violencia a veces gratuita. Reconozco que, sin abusar de la cámara nerviosa (ese defecto tan propio del cine de hoy), Mangold construye un relato fluido, de notable ritmo, con una atrapante primera media hora, pero que le falta capacidad de intriga, de crear "clima", y deja un tanto de lado el aspecto psicológico y más intimista de la trama original, que tiene esos diálogos bien hilvanados y plenos de sentido, en un clima de mayor tensión (el gran mérito de la versión del '57) para centrarse en la acción pura y dura y en la forma más que en el fondo. No es que esta del 2007 tenga diálogos inferiores, de hecho los hay y buscan una reflexión, sino que se ven rápidos en ese intento, son menos pausados. Me queda la sensación de que el director necesita introducir esos diálogos y especialmente en la aproximación que se produce entre los dos personajes centrales, para ser fiel (en este sentido) al espíritu del original.

Un correcto Russell Crowe de vida al criminal matón que debe ser transportado en el tren de las 3.10, para ser encarcelado y juzgado a nivel federal. Pero su personaje de Ben Wade es mucho más drástico y perverso (no lo veo carismático), en la forma y en el fondo, que el compuesto por Glenn Ford en la original, quien logra en convincente faena, un personaje irónico, de agudeza y persuasión envolvente en la conversación, más relajado, inquietantemente más tranquilo, de miradas, sonrisas y silencios decidores. Hasta Dan Evans se pone celoso de que su esposa converse con este forajido manipulador que interpreta Ford.
Crowe, no obstante lo anterior, da con el tono que probablemente este nuevo guión le exige, se produce un cierto acercamiento con el personaje de Evans, su cancerbero, pero el bandido se muestra más intimidante y menos empático. Sin embargo, en la parte final, hasta tiene su "ablandamiento", y experimenta un cambio psicológico que se me antoja muy repentino y que, en rigor, no se condice con el perfil que ha mostrado en toda esta historia y como él mismo ha señalado, "soy malo, mi alma está podrida hasta el infierno", le reconoce al valiente hijo mayor de Evans, en cierto momento, tal vez con una dosis de sarcasmo, pero lo dice.
Christian Bale, por su parte, me sorprendió positivamente construyendo un personaje (el de Evans) bien perfilado, como ese padre de familia amenazado, en aprietos económicos, disminuido físicamente y temeroso, que evoluciona hacia un sujeto más decidido, menos pusilánime y más expresivo que el original interpretado por Van Heflin, que cumple correctamente, pero con menos matices. Bale logra un registro más variado, más explícito en evidenciar lo que quiere, por lo que lucha, y por demostrar a su familia y especialmente a su hijo, su valentía. Es creíble en gran parte de la película, salvo en el tramo final. Uffff, ese final, que estropea la película.

¿La banda de forajidos de Wade? Despiadados. En realidad y comparando, la banda original resulta ser una cosa de jóvenes entusiastas que cuando quieren se ponen "malos". La del 2007 no. Son la esencia de la maldad, todos y especialmente el lugarteniente de Wade, un muy bien perfilado Ben Foster, que se solaza en la crueldad y la muerte. Foster -con vida propia- llega a eclipsar por momentos a los dos destacados protagonistas. Pero esa pandilla de bandidos, que seguían lealmente a su líder y se dejan la piel por rescatarlo (y por cierto, un reguero de muertes en el camino), no esperaban tener ese final. Y creo que el espectador tampoco.

Hay que considerar eso sí, que esta nueva versión dura 30 minutos más que la original y, por ende, hay más espacio para el registro de personajes, situaciones y conflictos. Todo depende de cómo se utiliza esa media hora adicional.

¿Y qué pasa con el final, qué decir de este despropósito? ¿Qué lectura darle? Por un lado, es descomunal y rupturista. Al director no le tiembla la mano para hacer pedazos ciertos códigos propios de los westerns clásicos. Por el otro, este desenlace lo veo muy poco coherente y además, ese cuarto de hora final es pura acción desenfrenada e hiperbólica, que le resta credibilidad y baja peldaños en la calificación de este "tren modernizado", que hasta antes del clímax, en general se conducía bien. Amerita spoiler.

En resumen, un entretenido producto y remake de un notable clásico del western. Meritorio por mantener este apasionante género aún en vilo, en tiempos post-modernos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
KRIVO
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8
28 de mayo de 2023
Sé el primero en valorar esta crítica
Solvente película de Brooks, más cine de aventuras que un western clásico propiamente tal. Muy entretenida, con espectaculares escenas de acción y un espléndido guión.
Si bien suscribo varios de los comentarios sobre esta dinámica película, matizaré algunos aspectos importantes, entrando en el juego de las opiniones.

Contexto histórico: está brillantemente ambientada en las postrimerías de la Revolución Mexicana, específicamente en 1917, año de la Constitución de ese país y que muchos historiadores consideran como el hito que marca el fin del proceso revolucionario como tal. Pero algunos grupos de ex revolucionarios y combatientes por la causa, se pasan al pillaje y el robo, cuando no encuentran espacio en el nuevo orden de cosas post-revolucionario. Paralelamente, en dicha época ya está en franca descomposición el Viejo y Salvaje Oeste, con sus códigos, usos y costumbres en absoluta retirada frente a la modernidad ya vigente. Y se muestra aquí, en territorio fronterizo y mexicano. Por ejemplo, el automóvil, ciertas armas de fuego, la legalidad, el vestuario.

La película narra una buena historia, no hay muchos prolegómenos, va directo a lo que se quiere contar y presenta rápidamente cuál es la problemática. Hasta la 1ra. hora de película todo transcurre dentro de lo que se espera que ocurra. Es decir, la misión y sus preparativos a cargo de estos profesionales, cada uno en lo suyo. Los dos protagónicos habían desempeñado funciones bajo las órdenes de Pancho Villa. Sabían de revoluciones y de ofrecer su trabajo sólo por dinero. Magnífico Lee Marvin, como un especialista en armas, líder pensante, responsable, pero también con sentimientos (tiene un pasado sentimental luctuoso que lo marca) y un carismático Burt Lancaster, en una espléndida representación de un dinamitero donjuanesco, que tanto sabe de explosivos como de mujeres no menos "explosivas". En una escena, en pleno rescate lleva al hombro con una mano a la Cardinale y con la otra lanza una dinamita a un carromato. Crack.

La estupenda acción y el soberbio ritmo de esta primera parte se desarrolla muy en línea con el nudo de la trama que se ha planteado al inicio, por lo demás, muy bien presentada. La captura de la mujer, la sensual Claudia Cardinale, de un magnate hacendado estadounidense, buen Ralph Bellamy, personaje prepotente y arrogante, pero de una densidad moral ínfima o nula. Ella ha nacido en territorio mexicano y tiene vínculos con su secuestrador, el revolucionario mexicano y ahora bandolero, Jesús Raza, un destacado Jack Palance.

Pero después -cuando entramos al momento vital del operativo- los acontecimientos toman un inesperado giro y nos enteramos de que las cosas no son como se presumían. Incluso el personaje de Lancaster lo comprende de inmediato y propone la retirada, aunque ya sospechaba algo turbio (véase spoiler). Y, a partir de ahí, viene una 2a. parte de la película, siempre con buen ritmo, por otros derroteros, al parecer los libertadores de la mujer supuestamente raptada se transforman casi en los virtuales secuestradores. Y surgen las dudas y los dilemas de nuestros personajes, con el trasfondo de sentimientos y valores, poniendo a prueba incluso sus lazos de amistad y camaradería.
Estos mercenarios no son tan asépticos y fríos en su labor, como el concepto de mercenario sugiere, y se dejarán "contaminar" por las subjetividades del alma humana. Quedará plenamente demostrado al final de la película. Los ideales por sobre el dinero, pero tal como se ve en la película, no deja de ser discutible considerando su oficio.
Incluso afloran esos sentimientos en el mismísimo Raza, el villano-revolucionario, resaltando un enjundioso diálogo con Lancaster, en el cual el personaje de Palance deja en evidencia su "filosofía de vida" y sus concepciones sobre la revolución. Magistral.

¿Los profesionales? Parecen los 4 "fantásticos", pero por la entretención soslayamos este aspecto, que puede cuestionarse (spoiler).
Principalmente Marvin, como el jefe serio y efectivo (me recuerda su imperial papel en la formidable "Doce del Patíbulo") y el sonriente y dinámico Lancaster, llevan el peso y dan el perfil y el tono verdadero de la condición de "experto", para una misión de tal complejidad. Encargada -contrato de por medio- por el ya mencionado potentado, que será puesto en su lugar al final de la cinta, en un diálogo de antología, sobre los bastardismos de origen y los adquiridos. Marvin sin anestesia con el ricachón.

Un Robert Ryan discreto, lo veo algo desdibujado, en una pálida participación (le he visto mejores) y en la historia no es mucho lo que aporta a sus compañeros, al contrario, algún problemilla les provoca por ahí. Su defensa de los caballos y poco más. Aaahh. sí, hay algo más: la señal de la cruz invertida, con la que avisa a sus compañeros en un momento angustiante arriba del tren.
El morocho Woody Strode, por su parte, cumple adecuadamente como un especialista en lo suyo, un seguro arquero y eficiente rastreador, pero también, en general, en un rol que no permite su lucimiento (en todo caso, aquí figura muchísimo más que en "Érase una vez en el Oeste", estrenada dos años después).
¿Y qué más agregar sobre la Cardinale? Demuestra que no es sólo un cuerpo y un rostro enormemente atractivos. Se gana su participación posterior (mucho más protagónica), en la mencionada cinta de Leone.

¿La música? buenísima y apropiada, sin llegar al nivel de otros de sus trabajos memorables, del consagrado Maurice Jarré, con momentos de gran orquestación, sensacional percusión y otros tonos alusivos a los ritmos mexicanos.
En síntesis, un estupendo e intenso western, con diálogos interesantes no exentos de mirada crítica, (véase spoiler), y una inmensa puesta en escena.
Trama y desarrollo = 8.0
Profesionales (los 2 principales) = 10.0
Profesionales (los 2 secundarios) = 6.0
Personajes secundarios = 7.0
Ambientación y fotografía = 10.0
Música = 7.0
PROMEDIO = 8.0
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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