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Dublineses (Los muertos)

Drama El día de la Epifanía de 1904 está a punto de empezar una de las fiestas más concurridas de Dublín, la de las señoritas Morkan. Entre los invitados se encuentra Gabriel Conroy, sobrino de las anfitrionas y marido de la hermosa Gretta. Esa noche, los invitados disfrutan de una magnífica velada. Gabriel, muy enamorado de su esposa, observa su emoción cuando suena una antigua canción de amor. De vuelta a casa, Gretta le confiesa un secreto. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 70
Críticas ordenadas por utilidad
5 de setiembre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
He cambiado mi puntuación de esta película tiempo después de verla. Cuando leí el libro Los muertos, de James Joyce, hice mentalmente lo mismo. El "no pasar nada" del costumbrismo del relato (de todos los de Dublineses) es una falsa apariencia. Obviamente, este libro no es Ulysses, cuya adaptación cinematográfica sería imposible.
En Dublineses se ve lo que en Los muertos se lee, y eso es la gran maestría de un Huston enfisematoso, en silla de ruedas y portador de oxígeno: que el mismo trazo que describe con apariencia desapasionada Joyce se siente en la cinta; y es tan solo apariencia porque destila ternura, homenaje, cercanía, intemporalidad.
No sé cuántas vesces he leído el final; ni sé cuántas veces he visto el (ligeramente cambiado) final de la película. Cómo me he sentido traspasado por esa nieve que cae oblicuamente tras la ventana mientras el protagonista reflexiona en un monólogo interior (preludio de obras futuras) sobre la vida y la muerte, sobre sus sentimientos, sobre su esposa y aquel novio que dio la vida por ella. Cómo cae la nieve sobre toda Irlanda...y sobre los vivos y sobre los muertos.
Sapristioca
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26 de marzo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace rato quería dedicarle un post o un especial a esta hermosa película que me gusta tanto. Esta historia tiene dos hitos, primero, es un relato original del gran escritor irlandés James Joyce. Un relato que hizo parte de una colección de otro 14 relatos, que se tituló “Dublineses”. La historia que adapta el filme, es uno de los 15 relatos, precisamente aquel que se titula “Los Muertos”. Que de paso, es el mejor de toda la colección. Y el segundo hito de esta gran historia, además del literario, es que en el año 1987, el gran director norteamericano John Huston, cerró su excelente carrera, filmando según en silla de ruedas y con cámara de oxigeno, la que sería su última obra. Precisamente la adaptación del relato “Los Muertos”, que se conocería como “The Dead” o “Dublineses”.

“The Dead”, cuenta una historia, ambientada en Dublín, que inicia en una celebración familiar. En la primera parte del filme o en la mayoría del filme somos espectadores de esa reunión familiar, en donde desfilan diversos personajes, cada uno con sus detalles y características. Dentro de la reunión, encontramos a una pareja, Los Conroy, Gabriel y Gretta, quienes durante toda la cena pasan desapercibidos, se camuflan y se mezclan dentro de sus familiares, pero a medida que pasa el filme, la cámara se fija cada vez más en ellos, hasta su regreso nuevamente al hotel, en donde Gretta hará una gran revelación a su marido.

El filme es relativamente corto, dura solamente 81 minutos. Pero en esos minutos, no sobra ni falta absolutamente nada, todo está a su perfecta medida. Huston, creo que nunca hizo un filme tan centrado en sus personajes como en este filme. Ya que hay otro protagonista invisible en el filme, así como en el relato de Joyce, y es la misma muerte. Tal vez, Huston quien ya se encontraba bastante avanzado de edad, alcanzó una gran sensibilidad en esa etapa y llegó a conocer y a saludar a ese viejo amigo que seguro lo rondaba mientras filmaba la película. Porque John Huston moriría el mismo año en que el filme es estrenado, el 28 de agosto de 1987 en Estados Unidos. Dejando su última obra maestra y su último gran aporte al cine.

La película es preciosa, lírica, nostálgica y melancólica. La dirección, la música, la adaptación del guión, absolutamente todo funciona. Y los eslabones más importantes, los actores también están excelentes, encabezados por los protagonistas, la gran actriz Anjelica Huston, hija de John Huston, que la dirigió creo que dos veces, precisamente en dos de sus mejores interpretaciones y Donald McCann. Pero absolutamente todos brillan y se mezclan con el ritmo poético del filme.

Y qué decir de ese magistral final, en donde vemos la reflexión de Gabriel sobre la confesión de su esposa. Un monólogo que engloba en sí la esencia del filme y del relato. La guinda del pastel para este paseo hacía nuestros más profundos y dolorosos recuerdos. Un filme imprescindible de uno de los más grandes directores norteamericanos.

http://asbvirtualinfo.blogspot.com/2013/03/the-dead-dublineses-john-huston.html
Alejandro
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13 de julio de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en el relato de James Joyce titulado Los Muertos e incluido en el volumen Dublineses, la película de John Huston se presenta como una obra sólida, profunda y rematada con maestría. Podría parecer sencillo el trabajo de un director de cine que parte de un relato como este, de una calidad inmensa. Y no lo es. Siempre he pensado que las adaptaciones suelen arrastrar más sentido literario de lo deseable. Sin embargo, Huston traduce este relato al lenguaje cinematográfico con admirable oficio y buen gusto, haciendo una lectura muy exacta de lo que dice el texto original. Tan sólo, al finalizar la película, el discurso del personaje masculino principal es absolutamente literario y se ciñe mucho al texto de Joyce. Pero claro, es de una belleza tan abrumadora que sirve de cierre al trabajo dando más lustre (si es que eso es posible) al conjunto.
Se celebra una reunión de familiares y amigos burgueses en Dublín. Año 1.904. La película de Huston (del mismo modo que el relato de Joyce) trata de ser una fotografía de lo que eran esas reuniones y esas gentes. Decadencia, vivir de los tiempos pasados porque fueron mejores, de recuerdos, con miedo a cualquier tipo de variación en el entorno. Todos opinan sobre asuntos superficiales y cuando toca hacerlo sobre lo importante procuran no hacerlo. Lo fundamental se arrincona y allí nadie mira. Frivolidad y aislamiento respecto a otras gentes, respecto al continente, ajenos al mundo entero. Los hombres beben y desprecian los elementos cultos con los que las mujeres flirtean como si fueran juguetes.
Me gusta, especialmente, un momento en el que vemos cómo un hombre recita un poema. Para la época es vanguardista, arriesgado y extraño. Nadie entiende nada. Hasta la poesía ha llegado lo nuevo. Y conmociona a todos. El poema, por cierto, es de una belleza inmensa.
Todo parece moverse alrededor del pasado, de frases hechas que perdieron su sentido mucho antes de ser pronunciadas, frases elevadas a los altares por su ignorancia y su frivolidad.
Es verdad que aparecen algunos destellos de modernidad. Una mujer sufragista que abandona la reunión pronto, un borracho que relata lo que ve durante sus salidas pegando al mundo una reunión que roza el patetismo. Pero son sólo destellos.
Para los personajes el mundo es adorable porque lo necesitan. Pero es un deseo difícil de cumplir.
Y, finalmente, el discurso de Gabriel (Donald McCann) que habla sobre su esposa Gretta (Anjelica Huston) y sobre todo lo que ha sido su pasado. Aquí llega el gran mensaje de la película. Todos somos ahora. Y eso es tan cierto como que pronto todos seremos. Porque entre los muertos que nos precedieron y los que nos seguirán, están nuestros cadáveres jugando a vivir.
Las interpretaciones de McCann y Anjelica Huston son el ejemplo de lo que el director busca con su película. Se ven difuminados entre una fauna compuesta por iguales. No es que los trabajos se defiendan sin eficacia. Al contrario. Se logra ese efecto con un ejercicio de contención muy bien llevado.
La película (esa es la verdad) es muy lenta. Aunque su brevedad ayuda a que ningún espectador (incluso los amantes del cine de acción más exagerado) pueda llegar a aburrirse. Al contrario, la emoción arrastrada por unos diálogos muy bien construidos va creciendo según pasa el tiempo. Y a esa lentitud le acompaña una banda sonora (Alex North) exquisita y muy a juego con la decadencia que se dibuja en pantalla.
Muy bien el vestuario. Muy bien el guión. El mundo se va desnudando frase a frase sin remedio. Sin vuelta atrás. Muy bien casi todo, puesto que la puesta en escena es espartana en exceso y es ese casi.
Desde luego es una película necesaria. De un excelente director. Una película madura, exquisita. Si tienen un momento no dejen de echar un vistazo a Dublineses. Les gustará.
inventodeldemonio.es/blog
lavidadelreves
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23 de julio de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se acostumbra a decir que The Dead (Dublineses, Los Muertos, 1987) fue el testamento cinematográfico de John Huston. Lo cierto es que el director rodó la película en unas condiciones de salud pésimas, teniendo que utilizar incluso una mascarilla para respirar oxigeno. Pero más allá de estas anécdotas morbosas, lo cierto es que Dublineses es una película tan poética y sensible que incluso resiste pocas comparaciones con cualquier otra película de John Huston, un director que nos tiene acostumbrados a otras poéticas.

También hay que decir que el filme puede coger desprevenido a más de uno. Porque en realidad, Dublineses no habla de nada…Y a la vez habla de todo. Es lo que tiene adaptar a uno de los genios de la literatura del siglo pasado, como es James Joyce. Una de las cosas que más ha señalado la historiografía es que la adaptación de Huston es una perfecta transposición de los valores de la novela pasados al cine. No hace falta recordar las singularidades de la literatura de Joyce, aparentemente tan poco adaptables (como tantos genios de la literatura) como parece a primera vista. Sin embargo se acostumbra a señalar que Dublineses es un gran acierto en este sentido. De todas maneras la película forma una entidad propia, e incluso ofrece algunos diálogos que no estaban en la obra original.

Dublineses no está hecha para un público cualquiera. A pesar de su corta duración (81 minutos) puede resultar cargante y reiterativa. La película nos introduce en el Dublín de inicios del siglo pasado, mostrándonos una serie de personajes de clase alta, que se dirigen a celebrar una cena de navidad, festejando la epifanía. Toda la película, exceptuando el último tramo final, acontecerá en la casa donde se celebra esta cena. Esto sirve a Huston para elaborar un relato lírico sobre la frugalidad vida, con diálogos que ponen de manifiesto temas mundanos, especialmente las ausencias de aquellos que debían haber asistido a la cena, pero que se perdieron (metáforicamente hablando) por el camino.

Y es que el gran tema de la película son las ausencias. El propio Huston estaba relatando su inevitable final, la cuenta pendiente que tenía con la parca. Siempre se acostumbra a citar en este sentido una secuencia que resulta bastante simbólica, como la nieve que cae de fondo sobre Dublín, mientras nuestros protagonistas se encierran en sus casas. También hay que decir que sin el brillantísimo final de la película no entenderíamos lo que Huston plantea.

Porque a lo largo de la película, en la cena, los personajes van desvelando una serie de traumas que no resolvieron nunca, y que los tienen clavados en su alma. Por este motivo, en la secuencia final vemos al personaje de Gretta relatar su amor perdido, muerto a los 19 años, pensamiento que mantenía oculto pero que ha vuelto a revolverle el corazón, al escuchar en la cena una canción que le recordaba a él.

La puesta en escena tiene una importancia básica en el film. Gracias a ella Huston refuerza el mensaje de su película. Como apunta Joaquín Calomarde[1] el director recrea las escenas sin recurrir generalmente a los primeros planos, incluso cuando un protagonista está acaparando la atención de la escena. Por ejemplo, cuando uno de los protagonistas toca el piano, Huston no nos muestra una dedicación especial hacía el intérprete, sino que realiza un barrido con la cámara para mostrarnos las caras de los personajes, porque lo que interesa al director es enmarcar las reacciones de los protagonistas ante este estímulo ajeno. Una de las claves de la película son las respuestas de nuestros personajes ante los diálogos y situaciones que provoca esta cena, lo que en muchas ocasiones les hace evocar su propio pasado. Por este motivo Huston no generaliza las respuestas de los personajes, sino que son enmarcados en un conjunto más global.

Por otra parte la fotografía es sencillamente magistral. En el primer tramo de la película podemos ver el empleo de la genial técnica de Fred Murphy, no sólo con la detenida recreación del vestuario, sino en la iluminación de la propia mansión, o en detalles tan sublimes como la caída de la nieve a través de las ventanas. Dublineses es sin duda una película que ofrece más en cuanto más rascamos en su estilizada apariencia. Quedarnos sólo en la capa externa del filme sería un tremendo error. Otro apunte magnífico tiene lugar en la secuencia en la que Gretta recuerda su pasado. En ese momento la película emplea una fotografía pálida, que se refleja en la cara de la intérprete, y que va en perfección con el mensaje melancólico al que se refiere al personaje.

[1] Joaquín Calomarde, Los objetos penúltimos, Ed. Huerga y Fierro, Madrid 1997,p.p177

http://neokunst.wordpress.com/2014/07/23/dublineses-los-muertos/
Kyrios
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17 de febrero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Majestuosa, limpia, expresiva, ordenada y elocuente. Basada en la obra LOS MUERTOS de James Joyce, es de los quince relatos que componen DUBLINESES, el mejor resuelto literariamente, a la vez que mas significativo, convincente y revelador.

Una obra estructurada en torno a un baile, con desarrollo teatral. Su opulento elenco de actores, desarrolla un guion que ofrece una historia protocolaria, sobre comportamientos y actitudes de la alta sociedad de Dublín.

John Huston rodó esta película como colofón a una impresionante carrera cinematográfica; apoyado por su hija Anjelica, interpretando uno de los principales papeles.
MIRADA MILENARIA
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