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El último concierto

Drama Tras 25 años cosechando éxitos y gozar de fama mundial, y en plena preparación de un concierto para celebrar su cuarto de siglo profesional, el futuro de un cuarteto de cuerda de Nueva York recibe un duro golpe que puede poner en entredicho su supervivencia. El violonchelista de la formación está padeciendo los primeros síntomas del Párkinson, una enfermedad que en poco tiempo pondrá fin a su carrera como intérprete. La incertidumbre ... [+]
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Críticas 67
Críticas ordenadas por utilidad
11 de setiembre de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película refleja perfectamente tres temas importantes en la sociedad actual, " el amor-desamor ", " la enfermedad " y " las Relaciones entre los compañeros de trabajo ".
Los diálogos muy incisivos en donde se cuentan la verdad, por mucho que duela, no podrían ser posibles sin ese gran reparto de actores.
En el caso de Philip Seymour Hoffman, está en estado de gracia y cualquier aparición suya en pantalla es buena, incluso en películas malas como
" Synecdoche New York ".
Christopher Walken tiene un papel dramático, alejado de esos personajes cómicos o mafiosos y lo hace muy bien, conteniendo siempre sus sentimientos para que el resto de miembros del cuarteto no se vea afectado por su situación.
El personaje de Catherine Keener es siempre el ancla de unión entre unos y otros. Realiza la mejor actuación de su carrera, repitiendo como pareja de Seymour Hoffman cuatro años después de la película de Charlie Kaufman.
La principal sorpresa es Imogen Poots, que hace una de las mejores actuaciones secundarias del año. La joven y alegre Alexandra es un personaje muy complicado que sufre por los problemas de sus padres, y que la actriz británica solventa de manera muy natural, tanto en los momentos alegres como en los más dramáticos. Una actriz a seguir porque puede tener una carrera muy prometedora.
El único que no está a nivel de la película es Mark Ivanir que , sin hacer una mala actuación, no expresa suficientemente los sentimientos y nunca está a la altura de sus compañeros de reparto.
La banda sonora de música clásica y esas escenas en los exteriores de una ciudad de Nueva York nevada, son los otros alicientes de la película. Destacando la escena en el puente Bow.
El guión es muy acertado, ninguna de las historias pierde su intensidad, con algunos grandes momentos dramáticos protagonizados por Hoffman- Keener y todas las escenas en donde aparece Walken.
Otro gran aspecto es el montaje, en muchos momentos vemos lo que están haciendo los personajes en lugares diferentes, sin diálogos, simplemente con la música clásica de fondo. Nunca se hace nada de forma gratuita, todo lo que ocurre tiene su importancia.
El colofón son los diez minutos finales: una excelente forma de terminar una película que está pasando de puntillas en la cartelera, al lado de esos Blockbusters veraniegos. Si tienen tiempo la recomiendo, seguro que no decepciona, apta para todo tipo de públicos por su sencillez y reflejo de la realidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
WILLY74
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12 de setiembre de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los mayores méritos del delicioso debut en la ficción de Yaron Zilberman es cómo en él encajan fantásticamente desglose de personajes y un minucioso tratamiento de la música, ambos aspectos cuidados a partes prácticamente iguales. Algo que da como resultado que (aún conociendo a los actores que participan en la película) uno salga de la sala teniendo la indudable certeza de que todos los personajes son músicos de alto nivel, al mismo tiempo que seres humanos de carácter tan sutil como bien definido. Y de esta (bellísima) experiencia nace la hermosa sensación de terminar el largometraje con un extraño anonadamiento, algo que uno no acaba de saber si identificar con la dulce empatía que surge hacia los personajes o con la hipnosis que provoca una buena selección de piezas musicales excelentemente interpretadas. Lo que sin duda sí está claro es que ambos aspectos (música y personajes) logran un encaje excepcional que acaba siendo el verdadero motor de la película.

El carácter de los protagonistas de El último concierto se despliega con tal naturalidad que resulta casi imposible distinguir a partir de qué momento queda retratado cada uno. Mediante sutiles detalles vamos percibiendo su estilo de vida y sus rasgos principales, así como el papel que desempeñan en el cuarteto musical del que forman parte. Su interacción es discreta sin que ello impida que entendamos perfectamente (y en ocasiones compartamos) la posición y situación de cada uno de ellos. E igual de discreta es la progresividad con que afloran las consecuencias de descubrir que uno de ellos padece una enfermedad degenerativa: viejas heridas se reabren, tensiones no resueltas se manifiestan y demás conflictos vivenciales forman poco a poco una bola de nieve que, de manera casi imperceptible, alcanza un peligroso tamaño. Y lo mejor de todo es que, a pesar de todos los conflictos, la película no deja de desprender optimismo, como si toda ella fuera un ejercicio de saneamiento necesario para el grupo.

Entretanto, la música del cuarteto acompaña con ternura todas sus vivencias, actuando como único vínculo irrompible entre ellos, salvaguardando cada una de sus experiencias y convirtiendo en eterno su compañerismo. Cada pieza que oímos, lejos de disfrazar las imágenes, complementa a la perfección las situaciones relatadas, es decir, actúa como quinto personaje de la película, logrando junto a los protagonistas una perfecta unanimidad. Incluso, en ocasiones, el director concede a los personajes el privilegio de tomar las riendas de la banda sonora, es decir, de un momento a otro pasan a ser partícipes de una música hasta entonces extradiegética. De este modo comprendemos cómo en ocasiones la música actúa como reflejo de su estado de ánimo; cómo esta puede convertirse en expresión de sus sentimientos en situaciones en que por el contexto no les es posible manifestarlos de forma abierta. En resumen, la música forma parte de la película sin enmascarar las escenas ni contaminar las imágenes.

Estamos ante una profunda reflexión sobre la amistad y las relaciones de grupo que nos cuenta cómo el producto surgido de un proyecto colectivo puede actuar a la vez de detonador de malas vibraciones y de vínculo irrompible entre viejas amistades que han compartido tanto experiencias bellas como situaciones desagradables. En fin, siempre es de agradecer encontrar en la cartelera una película que de forma modesta nos habla de temas tan cotidianos como universales, de temas que tras su apariencia de trivialidad guardan una gran trascendencia. Con todo, El último concierto acaba siendo una bonita forma de reconciliarse con la vida que invita a la reflexión sin pretensiones y que tiene como único propósito exponer con toda modestia una hermosa tesis que a menudo nos convendría recordar. Tal vez sea de esta modestia y de la sencillez con que se nos narra cada situación de donde nace la genialidad que caracteriza a la pieza que nos ocupa; una hermosa historia de amor, enfermedad y amistad que conmueve casi sin pretenderlo.

http://cinemaspotting.net/2013/09/12/el-ultimo-concierto-de-yaron-zilberman/
Martí
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30 de setiembre de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me emocionó de veras y casi lloré. La sensación de que empieza la decrepitud (como en el Diario de Invierno de Paul Auster), el desasosiego y un cierto pánico me hacen consciente lo finitos que somos. Para nada me sobra el personaje de la hija, ya que sin ella el primer violín no habría podido experimentar el dolor del amor y se habría quedado fuera de todo el entramado de aflicciones que asolaban al resto ya que nadie es invulnerable como parecía.
Una elección excelente para la tarde de domingo de ayer. Me encantó.
Rosa De Cyan
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7 de febrero de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es imposible no tener esperanzas en el corazón cuando se lee la sinopsis de una película y descubre que será sobre un cuarteto de cuerdas, que éste se basará principalmente en Cuarteto N° 14 Op. 131 de Beethoven, y que cuenta con ESE nivel de actores. Lo único que hace abrigar algunas inquietudes se trata del director –aparentemente un novato- y que la película, como suena se trate de un juego de sensiblerías, cebolleos y lloriqueos al por mayor.
Aunque no quiero aventurarme en una calificación de la película, por lo menos sí puedo despejar la última inquietud de sus mentes: no es una película llena de ojos vidriosos, ni facilista ni efectista. En cuanto a la dirección de la película…véanla!
Algo si les puedo adelantar: como siempre se ha comentado en el cine, los directores noveles casi siempre flaquean en la dirección de actores, pero este no es caso. Lo sé, puede tratarse de que las líneas de cada uno de los actores estén más o menos bien estructuradas, que sólo le bastó al realizador poner la cámara y que los monstruos que tienen al frente hagan magia…no sé, un montón de posibilidades. Lo cierto es que el trabajo de los cuatro protagonistas está maravilloso, sobre todo –y no cuento ningún secreto con esto- lo bien que actúa Philip Seymour Hoffman.
Ahora bien, ¿de qué va la película? La tesis con que se presenta la película al público puede aparentar que este tendrá un objeto único: el drama del músico que llegó al final de su carrera por una enfermedad. Desde ahí también podría deducirse la generación de conflictos con los restantes miembros del cuarteto…pero no, no es tan obvio. En el filme se nos muestran los caracteres de cada uno de los integrantes del grupo, de cómo ellos se desenvuelven fuera del escenario y cómo es su vida en el mundo “real”. Por supuesto que nacen los conflictos al interior del grupo por la salida de Walken, pero ellos no son causa de ese hecho: esta es la circunstancia que hacen brotar aspiraciones propias, asperezas nunca solucionadas, egoísmo, (des)lealtad, el amor –por supuesto-, la lucha contra la rutina.
La resolución de esos conflictos no queda clara al final de la película, pero al parecer ello poco importa, lo que importa es la música.
No quisiera contar más detalles del film, creo que frente a esta clase de obras cualquier descripción sobra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ocj
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31 de agosto de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una ópera prima y eso siempre crea ciertas incertidumbres en el espectador, que en este caso arriesga poco gracias al plantel de actores que conforman el cartel de la película. En cualquier caso, no hay nada que temer, es una película que merece ser vista y disfrutada más de una vez.

Trata con maestría y conocimiento de causa el mundo de la música (culta/clásica) y cómo las relaciones profesionales y personales se mueven por un permanente precipicio llamado ego, conjuntado con la envida y la competitividad. Todos son amigos, todos se admiran, se necesitan, forman parte de un cuarteto en el que la suma de los cuatro es mayor que los cuatro tomados individualmente como solistas. Pero eso no es siempre fácil de asimilar, y ahí se mueve la trama de la película. Bellísimos planos del invierno en la ciudad de Nueva York, el cuarteto op. 131 de Beethoven y un trabajo brillante de todos los actores (el fuera de serie Philip Seymour Hoffman siempre un nivel por encima) son ingredientes fundamentales unidos a una trama muy bien tratada. Indispensable verla en VO.

-Lo mejor:

Casi todo.

-Lo peor:

Que pueda ser considerada como minoritaria o solo apta para melómanos.
Alguna subtrama algo débil (Pilar...).
Revolamenica
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