Quiero ser como Beckham

Es que con ese entrenador... Bueno, al entrenador lo dejo para el final porque si no me pongo a hablar y a no parar sobre Jonathan Rhys-Meyers en exclusiva, y en realidad esto es una crítica de una película llamada «Quiero ser como Beckham».

Muy alabada en su momento, esta cinta de la directora Gurinder Chada no es, pese a lo que pueda pensarse, una historia de fútbol. El deporte aquí es lo de menos, sólo un campo que se utiliza para dar las patadas adecuadas a las ideas que se pretenden transmitir. Sobre la constante tensión entre modernidad/tradición y familia/individuo, la protagonista, Jess, tendrá que encontrar el equilibrio entre emprender un futuro profesional que es su mayor sueño, y lograr, al mismo tiempo, el respeto y el apoyo de sus padres. Hay que decir que el tema no es nada superfluo, aunque es evidente que se trata con más optimismo que realismo, algo a lo que tampoco voy a ponerle muchas pegas porque la peli me ha entretenido. Además, Jess, aunque sea más bien tirando a sosa y bastante fría, no me cae mal.

La película tiene un principio penoso que me hizo pensar en la posibilidad de encontrarme ante un completo desperdicio. Aún con todo, mi intuición me decía que una vez apareciese Jonathan la cosa cambiaría, y así es. Las tramas se complican, el romance aparece inesperadamente pero con lógica; los personajes se involucran en más aprietos y las risas aumentan cada vez que ves cómo juegan al fútbol estas señoritas. Aunque ya he dicho, que eso es lo de menos. Cutre, pero lo de menos.

Ahora, por favor, permitidme que diga alto y claro que ¡vaya entrenador! Un hombre como Joe es un peligro andante para cualquier mujer, y más aún si es una aluman jovencita que le ve todos los días. Lo que no puede ser es que sólo una de ellas esté loquita por sus huesos, y que, en todo caso, demuestren tan poco calor, tan poco romanticismo, sin perder un pelín la cabeza por él, que en este caso estaría plenamente justificado. Porque este Joe no sólo tiene el sex appeal sobrehumano de Rhys-Meyers sino que, además, es un tipo con talento, respetuoso, comprensivo, atento, agradable en el trato, simpático, inteligente, nada aprovechado, manteniéndose siempre en su sitio. Claro, que tiene que ser perfecto para que el mensaje de la película tenga éxito: se como Jesse y tendrás un Joe. No sé si será verdad o será mentira, pero lo que sí es, es la máxima felicidad.

En serio, con un hombre así, ¿qué nos importa el fútbol?

Original película que incluye el tema de la auosuperación mediante el deporte. La película aborda temas como la juventud, la multiculturalidad, los tabúes. Una película actual, inclasificable, con mucho encanto. De las primeras películas de Keira Knightley y con una banda sonora perfecta(Texas)

Muy entretenida comedia con trasfondo futbolístico que resultó un exitazo de taquilla en las islas británicas, cuna del fútbol, de Beckham y de Keira Knightley, por entonces una joven promesa que se daría a conocer mundialmente al año siguiente con “Piratas del Caribe” (2003).

A pesar de que el título hace referencia a David Beckham, el filme no cuenta nada de él, sino que lo usa como objeto de deseo (futbolístico) de Jess (Parminder Nagra), una chica hindú a la que le encanta jugar al fútbol y que, además, destaca en ello. Pronto se hace amiga de Jules (Keira Knightley), que juega en un equipo femenino semiprofesional y la anima a incorporarse en él, pero las aspiraciones y sueños de Jess no son compartidos por su conservadora y tradicional familia…

Gurinder Chadha elabora una historia de superación y amistad en la que el fútbol hace de catalizador de todas las emociones y vivencias de los personajes, tanto de la protagonista principal como de secundarios tales como el entrenador (Jonathan Rys-Meyes), los padres y hermana de Jess, y los padres de Jules. Crea similitudes entre todos a la hora de mostrar prejuicios en un deporte generalmente sexista, como se ve en la negativa de los padres de Jess sobre que su hija se dedique a ello, o la visión machista de la madre de Jules por la misma razón.

El filme toca también un tema delicado como el de la discriminación por los orígenes de algunos personajes, como es el caso de Jess (hindú) y de su entrenador (irlandés), aunque de forma superficial para evitar romper el tono general simpático de la cinta. Chadha incluye también ejemplos de las costumbres de una familia hindú tradicional, como su elevada espiritualidad y el fausto de una celebración de boda, que ayudan a enriquecer de matices y originalidad toda la obra.

El mensaje principal que nos quiere hacer llegar Chadha es claro: seguir tus sueños y luchar por ellos, ya quieras ser David Beckham o el sursuncorda. Nos lo hace llegar con una historia realmente entretenida, sorprendente en algunos momentos y, sobre todo, repleta de positividad. Muy interesante.

No deja de ser una comedieta con la excusa del fútbol y los conflictos interraciales de fondo.

Lo más interesante es ver cómo son las costumbres hindúes, y (pese a lo que
creemos) lo poco integrada que está esa comunidad en las islas.

Pasable, como mucho.

Chica talentosa y soñadora sin recursos, apoyo y suerte que quiere alcanzar su sueño de ser futbolista profesional.

Más simple que el mecanismo de un badajo.

¿El resto? Previsible y convencional. La trama es tan de manual que uno se ve venir todo lo que pasara apenas empezando el film:

Complejos paternofiliares, amores imposibles, amistades destrozadas, mentores buenazos, romanticismo metido con calzador, el compañero que contrasta con el protagonista, la lucha por una oportunidad, las peleas con el padre, los fracasos continuados que ponen a prueba la determinación del héroe y el final moralista y facilón sobre el poder de los sueños.

Vaya, que interesante…

Pero la maldita película funciona. Nos ha jodido.

Se gana al público con una habilidad sobresaliente. Los tintes de comedia familiar son tan fáciles y simples como eficaces a la hora de arrancar sonrisas. Y lo cierto es que la película llega a un punto donde parece salirse de los limites preestablecidos en el género, comienza a tornarse más seria, más real, más sensata…

Pero no.

Sueltan la correa y todo acaba como empezó: ni fu ni fa.

Visualmente el film peca de televisivo y Chadha demuestra más habilidad al filmar escenas dialogadas que aquellas que se desarrollan en los partidos (por cierto, el gol que les da la victoria al final es hilarante por la manera en la que la arquera la caga…). Y Jonathan Rhys Meyers es un flojito para cagarse.

Pero en fin. Es cine deportivo, no le busquen tres pies al gato. La película se aplica a la regla de Black Snyder: “Lo mismo pero diferente”. Nadie había tratado con mujeres en el cine deportivo…

Y es una buena línea para un blockbuster inteligente (más hablamos del deporte que le eleva la moral a los ingleses…¡pufff!).

Lo dicho: La película funciona. Hay que joderse.