Tootsie

Una de las comedias más amables y encantadores jamás filmadas, seguramente.
Aparte de la novedad que supondría, pienso, en los primeros años de los 80 ver una película de un hombre que se viste de mujer. No estamos hablando de travestismo (más asociado al mundo del espectáculo, a actuar como un personaje) ni de transexualidad (identidad real de cada persona), sino de un hombre cisgénero y hetero que ha de hacerse pasar por mujer para conseguir y después conservar un trabajo, con todo los problemas que eso le supone.
Dustin Hoffman estaba perfecto en el papel principal, y su romance extraño con Jessica Lange era de lo más simpático e interesante. Y Pollack orquestaba todo con su habitual maestría.
Una película sin taras.

Michael Dorsey, un actor de gran talento pero problemático, se hace pasar por mujer y le contratan para un papel femenino en una serie de televisión. El personaje se hace muy popular, pero para el actor pronto empiezan las complicaciones.

Gran comedia, con frases tan buenas como "no me gustan los cerdos como amigos, sólo como amantes"; con imágenes tan divertidas como "la actriz" sacando del taxi a un tipo que se le cuela; con escenas tan estupendas como la discusión entre Michael y su representante sobre un papel de tomate.

Para mí es la mejor de Pollack, muy superior a "Memorias de Africa".

Tootsie consigue lo que muchas comedias no consiguen: hacer reír a carcajadas cada vez que se vuelve a ver, y emocionar con total sinceridad, ambas cosas con elegancia y sin histrionismos ni excesos, algo en lo que una historia como la que cuenta fácilmente podría haber caído.

Esta es la historia de un actor en paro, profesional y perfeccionista, tanto que ningún director teatral y cinematográrfico de Nueva York quiere contratarle. Ante esto, decide cambiar totalmente su método: para conseguir un codiciado papel en la típica telenovela de hospital se convierte en una mujer de unos 40 años con mucho carácter, tan perfeccionista como su yo real, pero también desbordada de encanto. Es en esta nueva situación en la que le llegará el éxito que tanto había ansiado, pero también más de un problema, derivado sobre todo de sus relaciones.

Al modo de las comedias clásicas (Con faldas y a lo loco nos viene en más de una ocasión a la cabeza, y no sólo por el travestismo, sino también por la calidad), Pollack rueda uno de sus mejores trabajos, precisamente porque se aleja de las desmesuradas ambiciones artísticas de otras obras de su carrera, consiguiendo una comedia con ritmo y gracia, apoyado en un espléndido guión que acierta tanto en el tratamiento de la comedia como de los personajes, satirizando con una elegante sutileza e inteligencia sobre el mundo del espectáculo y la dura rutina del actor en paro.

A todo esto ayuda una espléndida galería de personajes, en la que todos los implicados en la película cumplen con creces su cometido: el guionista al que da vida un todavía expresivo Bill Murray, la actriz con bloqueos y la autoestima por los suelos Teri Garr, el agente irónico que interpreta el mismo director, el galán completamente inútil que es George Gaynes, y, por supuesto, el precioso personaje de Jessica lange, en otra de sus maravillosas composiciones, aquí una pionera madre soltera y actriz portentosa encerrada en el mundo de las telenovelas, una interpretación sencilla y mágica merecedora del Oscar.

Y el alma y el nombre de Tootsie es, claro, Dustin Hoffman, derrotado en los Oscar ese año por una caracterización mucho más maniquea, la de Ben Kingsley en Gahndi, que consigue tanto con su papel de hombre como con el de mujer convencer, divertir y hacer cómplice de su vida al espectador, en una de las mejores interpretaciones de su dilatada carrera por el perfecto uso de su cuerpo, su voz y sus emociones sorteando con acierto el haberse convertido en una mera caricatura para realmente convertirse en una mujer, llena de vida, personalidad y talento, casi tanto como él mismo.

Al igual que pasó en España con la movida madrileña de los ochenta, en buena parte del mundo los hasta entonces marginados sociales comenzaron a ser vistos de forma diferente. Entre ellos los travestíes, que aunque habían existido de siempre permanecían en un cierto anonimato llevando una doble vida.

El cine también se empezó a “preocupar” por estos colectivos, aunque siempre desde un punto de vista de pura comedia sin entrar en detalles dramáticos.

La gala de 1983 tuvo ese sabor como pocas se recuerdan, dos películas como “Tootsie” y “Víctor o Victoria?” trataban el tema en cuestión y entre ambas acaparaban nada menos que 17 nominaciones. Aunque el resultado no fue el esperado -sólo una estatuilla cada una- al menos sirvió para tocar el asunto en plena administración Reagan.

“Tootsie” en realidad nos habla de más cosas, como la dificultad de encontrar trabajo para centenares de actores amateur en Nueva York, del escaso nivel de las telenovelas, de las complejas relaciones entre hombre-mujer y por supuesto de lo semejantes y a la vez diferentes que somos los dos sexos.

Fue también el descubrimiento de Sydney Pollack como actor, un acierto que él mismo se atreviera a dar ese paso porque su papel es magnífico. También muy brillante su dirección de actores, pero no puedo decir lo mismo del montaje y de algunas decisiones técnicas más de moda que otra cosa.

La historia tiene momentos muy divertidos, con algunos personajes secundarios fantásticos como Bill Murray, pero en general es Dustin Hoffman el que carga con la película haciéndola creíble. Pero a pesar de todo resulta algo cargante, su papel de travelo por circunstancias laborales enamorado de Jessica Lange (papel muy normalito que sin embargo la valió el Oscar) no está del todo bien construido, y su caracterización no deja de ser una horterada y la voz de pito del doblaje muy pero que muy cansina. Además su música y estética ochentera resulta odiosa, y sólo tiene buenos momentos cuando hay escenas de actores por el medio. Buenos e ingeniosos diálogos pero regular historia que daba para más.

Eso sí, el que diga que no le arrancó ni usa sonrisa miente descaradamente.

Nota: 6,6

Maravillosa comedia con un Dustin Hoffman que caracteriza a la protagonista excelentemente, y un Bill Murray que hace las veces de pasota sensato como nadie.
Jessica Lange pasa sin pena ni gloria por la cinta, a pesar de formar parte esencial de la trama.
Sydney Pollack vuelve a sorprender con un registro verdaderamente novedoso (y con un guión digno de ser usado para enseñar en las escuelas).