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Perro come perro

Thriller. Drama. Acción La venganza por la muerte de William Medina y el interés en recuperar unos dólares perdidos son el pretexto inicial que une a los protagonistas de este relato. Víctor Peñaranda (Marlon Moreno) y Eusebio Benítez (Óscar Borda) tienen que someterse a las órdenes de ¨El Orejón¨ (Blas Jaramillo), un poderoso empresario devoto de la brujería, deseoso de vengar la muerte de su ahijado (William Medina) y obsesionado por encontrar su dinero. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
6 de setiembre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto es lo que podría llamarse un western urbano con un estilo que, a todas luces, se asemeja a los spaghetti europeos de los años 60-70: El malo, un psicópata redondo, sin una sonrisa y sin hálito de bondad. Y el “bueno”, también malo, pero este sí con algún aliento en su corazoncito, pues desea el dinero para darle una mejor vida a Gloria y a su hija, sus dos fatigados amores. El resto: sudor, sangre, ambiciones desmesuradas, brujería, fugas y persecuciones, viles asesinatos… y todo lo que convierte este bello mundo en territorio de fango.

El filme tiene sus méritos: unas actuaciones convincentes y muy contenidas de Marlon Moreno como Víctor Peñaranda, el hombre que, contra todo riesgo, decide quedarse el dinero que pertenece a su patrón, y de Oscar Borda como Eusebio Benitez, el pistolero de la casi-eterna paciencia, a quien su jefe pone en manos de yerbas y conjuros que lo vuelvan loco. También convence Álvaro Rodríguez, como el insoportable Sierra, con un cinismo que, a ratos, hasta resulta divertido y matiza un poco la desesperada aventura.

Encuentro también loable la manera como se deja sentado el desmesurado control de las ciudades que alcanzaban los grupos delincuenciales ante la inoperancia y complicidad de las autoridades, pues lo que pasaba en Cali, como en Medellín, era de ese tono: los mafiosos hacían lo que les venía en gana, mataban a quien querían a la vista de todos y a plena luz del día, y la “justicia” se la aplicaban entre ellos mismos… la tarea de la policía se reducía a recoger “los muñecos”, como se llamaba a las víctimas.

Pero, creo que la película tiene dos grandes debilidades: Una, lugares y situaciones tan comunes que se vuelven fatigosos, y la otra, su guión que resulta insostenible: En la mafia, para alcanzar el status de capo, entre otras cosas, había que ser detallista, astuto y avizado, y “El Orejón”, es demasiado ingenuo y burdo para semejante cargo. ¿A quién se le ocurre comenzar a arruinarle la vida con brujería ¡precisamente al hombre encargado de vigilar y controlar al principal sospechoso!? Y claro, el negro se la pasa haciendo arcadas en el baño, atontado a toda hora… y el vigilado, con el diablo a su servicio, guarda y saca las cosas a sus anchas. ¿Cómo puede ser que el capo no haga una visita para examinar la habitación del hotelucho donde se hospeda Peñaranda? Y ¿cómo es que Benitez le da, luego la pista más exacta… y el desenchispado “Orejón”, y hasta él mismo, la ignoran por completo?

Un western a la colombiana, quizás más atractivo para aquellos que disfrutan de las venganzas tipo Franco Nero, Anthony Steffen o Gianni Garko.

Y bueno, al fin ¡¡¡¿Dónde está Adela?!!!
Luis Guillermo Cardona
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14 de agosto de 2008
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi esta película en el Festival de Lima 2008 y pude felicitar a Oscar Borda en persona por su excelente actuación en esta cruda, pero a la vez divertida película colombiana sobre narcotraficantes. La crudeza se encuentra en los momentos de violencia y en los ritos de brujería, de los que es devoto el mafioso de la historia. Marlon Moreno está convincente en su papel, sobre todo, en los momentos en los que lo atormenta la conciencia ya que se encuentra en la disyuntiva de entregarle el dinero a su jefe o llevárselo con su novia e hija a Estados Unidos. Se nota también la influencia estética y temática de Amores Perros de Alejandro Gonzáles Iñárritu y Traffic de Steven Soderbergh.
En conclusión, no está mal para un director novel como Carlos Moreno.
Andyvalman
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2 de mayo de 2011
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las cinematografías latinas están abriéndose a un cine de género abierto por “Ciudad de Dios”: thrillers sudados y sudorosos de sus propios ambientes y mafias locales. Esta vez magia negra es un original contrapunto sobre una cinta de sicarios.

Hacer un plano de 360º sobre un personaje disparando no entra dentro de los estándares de la originalidad. Como también le sobran sus momentos de montaje por vía musical… Su montaje a base de recortes-clips sobre segundos en negro no acaba de cuajar. Si no fuera por la magia negra de la trama y algunos momentos de subrayada crudeza “Perro como perro” sería cinéfilo como lo de siempre.

Personajes distantes que no se ganan al espectador por falta de frases carismáticas y demasiados peros a los perros. Tiene sus momentos, aunque todo queda deslavazado en sus caóticos minutos finales. Peckinpah, por supuesto, a años luz de este tipo de cine.
Maldito Bastardo
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28 de agosto de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ópera prima de Carlos Moreno fue una cinta inquietante con muchas tablas, rebosante de acción, violencia y humor negro. Perro come perro se adentra en el mundo de los sicarios colombianos para contar la historia de dos personajes que trabajan para ‘el orejón’ un empresario sin escrúpulos que hará lo que sea para recuperar una cantidad de dinero. Ambos sicarios conviven en una habitación de hotel a la espera de poder realizar el trabajo que les ha sido encomendado, mientras la traición y la magia negra entran a formar parte de la trama.
Con estos elementos Moreno organiza un thriller muy bien ambientado, con un ritmo no muy rápido pero constante que va satisfaciendo las necesidades de entretenimiento del espectador, y en el que además utiliza imágenes y símbolos muy adecuados para la trama, especialmente en las escenas relativas a la nigromancia, donde ciempiés, peces, aguas fecales y pesadillas ambientan la historia con un aire negro y lúgubre que acompañan las desaventuranzas de los dos asesinos a sueldo.
Lo peor de la película son la escasez de profundidad de los personajes, poco creíbles en general y poco densos, a los que conocemos más por sus circunstancias que por sí mismos, y que en general quitan peso a un guión que podría haber lucido más en otras condiciones, pero la novatada de un director en un país que normalmente tiene poco recursos para el cine, había que pagarla de alguna manera.
El trabajo actoral en general es bastante precario, se salva el personaje interpretado por Marlon Moreno el que da más el tipo de matón y el que además su perfil de personaje también le permite un cariz algo más sentimental. Al otro lado de la balanza estaría la interpretación de Blas Jaramillo en el papel del malvado y codicioso Patrón, puro estereotipo y poca fortaleza de malvado a la hora de dirigirse a sus subordinados.
Así, la película sirve para pasar un buen rato, para no pestañear, para darse alguna que otra sorpresa positiva y para disfrutar con alguna imagen muy cuidada, misteriosa y focalizada para intensificar la intriga más parapsicológica… pero no hay lugar para llevarse algo de conocimiento, para sentir a los personajes o integrarse con ellos. Aún así, la película está bastante por encima de la media en cuanto a la de este estilo se realizan por el mundo.

http://palomitasconchoco.wordpress.com

Frases de la película en Spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Palomitasconchoco
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5 de junio de 2008
10 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Encuentro, una vez más (y quién sabe cuántas veces más... el cine colombiano comercial se está volviendo predecible) sangre, balas, lenguaje soez y escasa variación temática, en esta producción que más parece una horrenda caricatura que un real reflejo de mi Colombia. Lejos de presentarse la nación trabajadora, pujante y amable, se presenta aquí (insisto, una vez más) lo peor del país: narcotraficantes brutales, sicarios y asesinos de sicarios, ladrones, abogados de mafiosos...en un estilo narrativo que si bien fue original hace 20 años ahora es casi la norma, con escenas que por truculentas y desagradables no llegan a ser siquiera bien hechas (aunque más de un despistado crea ver en semejante mediocridad algún rastro de naturalismo), con actores limitados (por no decir castrados) por personajes trillados y de carácter difuso. Otro horror, a mi gusto imperdonable, es el de maltratar tanto el idioma, justamente en un país que se ha preciado siempre del uso impecable que le da al castellano. Además, tomates para el débil argumento (el libretista como colofón para semejante bodrio, decidió acabar con todo), para el racismo y los chistes flojos que ocasionalmente emergen (vulgares y sociopáticos, por demás), y para un estilo de hacer cine que se va atrofiando cada día más.
David Alberto Campos
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