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El caso Almería

Thriller. Drama El Caso Almería es el nombre con que se conoce un trágico suceso acontecido el 10 de mayo de 1981 en España. Ese día, tres jóvenes cántabros, que se dirigían por carretera desde Santander hasta Almería para asistir a una Primera Comunión, fueron torturados y asesinados por miembros de la Guardia Civil, que los confundieron con tres etarras. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
15 de noviembre de 2020
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como persona nacida en Almería capital, esta era una historia que vería tarde o temprano, sobre todo al ser un caso tan relevante en la historia de España de los últimos cuarenta años, y es un caso que a cualquiera que tenga sangre en las venas se le revuelven las tripas.

Dio la casualidad de que recientemente vi 'El crimen de Cuenca' que denunciaba los mismos hechos: el poder de la Guardia Civil para hacer y deshacer a su antojo, y para quien sepa de este caso sabrá de antemano los destinos de los acusados de uno y otro caso.

Este filme da como curiosidad el ver a unos jovencísimos Antonio Banderas, Juan Echanove e Iñaki Miramón, si bien sus papeles son breves y no tenían aún las suficientes tablas para demostrar su talento como harían en años sucesivos. El dueño del 'cotarro' es un Agustín González quien interpreta al abogado defensor (llamado en realidad Darío Fernández) con la solidez y credibilidad que se espera de un actor de su categoría; acompañando a González está también Fernando Guillén como el teniente coronel cuya interpretación no le va a la zaga.

Película necesaria de rodar por su mensaje, un mensaje difícil de asimilar, aunque necesario que es el de denunciar los tejemanejes y la corrupción de quienes deben velar por la seguridad de los ciudadanos. Además, como trabajo cinematográfico es también encomiable, especialmente para quienes les guste el cine de juicios.
Michael Myers
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26 de marzo de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película interesante que por un lado denota que podría haberse pulido mucho más y por otro muestra duramente los hechos. Hay situaciones y diálogos más propios de esas películas de delincuencia de esta época de nuestro cine (Perros Callejeros y demás) que de una peli seria. Son pueriles, evidentes e innecesarias, pero también hay buen retrato de lo que suponía ir a contracorriente y enfrentarse a una institución militar como es la Guardia Civil en esa época de transición. Bien por la valentía. Menos bien por el cómo. Pareciera que se rodase más como una denuncia exprés aprovechando el tirón informativo que por trascender cinematográficamente hablando. Respecto a lo leído sobre la música (su compositor fue arreglista durante dos décadas de Serrat), me parece una buena partitura, pero como el resto del film, no se ha cuidado su adecuación con tiempo al desarrollo de la película. Agustín González está fabuloso. Y me pareció curioso ver los comienzos de Echanove, Ramón Langa, Diana Peñalver o Iñaki Miramón y el propio Banderas.
Charlie Babbitt
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31 de mayo de 2021
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy recuperando películas españolas de aquella época y todas sorprenden por el realismo y la naturalidad con que están hechas, parecen casi documentales. Una de ellas es esta. Otra que vi hace poco es La fuga de Segovia, muy recomendable.

Yo tenía un recuerdo lejano de este caso, que ocurrió cuando yo tenía sólo 14 años, pero ahora he podido conocerlo al detalle y me ha impelido a buscar más información.

Es increíble que una historia tan vergonzosa como esta pudiera ocurrir en España, hoy sería impensable, gracias a las garantías legales existentes. Pero entonces sí pudo ocurrir, por lo que, al menos en esto, parece que algo hemos avanzado.
Ottis B Driftwood
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7 de febrero de 2022
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Año 1984, tan solo tres años después del 23f. Había que tenerlos muy bien puestos en esa época para con la convulsión que existía en el país, atreverse a poner en entredicho al cuerpo de la guardia civil. Y mucho más al abogado que decidió llevar el caso, en la vida real, el magistrado Darío Fernández, quien corrió seriamente un peligro real.

Pero ciñámonos a los hechos, la película cuenta la historia de tres amigos que por diferentes razones trabajan en Santander y por motivo de la comunión del hermano del más joven de ellos, Juan Luque (Juan Mañas en la realidad), coinciden con el atentado terrorista en Madrid del teniente general Joaquín de Valenzuela, saltando las alarmas en todo el país y con ganas de venganza por parte del cuerpo.


Estos chavales son confundidos con los tres miembros de E.T.A y maltratados hasta la muerte. La cual la quieren camuflar más tarde inventando unos hechos que distan bastante de las pruebas periciales.


Pedro Costa entra rápido en los sucesos desde el mismo principio con el atentado y la presentación de las tres víctimas, las cuales hablan más después de ser asesinados que durante su periodo en Almería. El auténtico protagonista de El caso Almería es el abogado Mario Aguilar, magistralmente interpretado por el fallecido Agustín González, una maravilla ver como acosa a los imputados y desarrolla la defensa de forma clara y sencilla para el espectador, sin entrar en tecnicismos legales.


Me ha encantado poder revivir interpretaciones de actores que ya han fallecido pero que dejaron huella en el panorama nacional, el mencionado Agustín González, Fernando Guillén, Manuel Alexandre o Raúl Fraire.


Es increíble como este acontecimiento por llamarlo de una manera entendible, sentó las bases de lo que poco después se conocería como el grupo GAL. Había que combatir a ETA sea como sea, aunque por el camino se quedaran tres inocentes cuyo único castigo fue recorrer 1.000 kms en coche para asistir a una comunión.
THE CROW
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26 de junio de 2023
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cinematográficamente, ha pasado mal el tiempo por “El caso Almería” pero, como testimonio histórico y periodístico, sigue siendo imprescindible para conocer la cara muy oscura de la Guardia Civil de aquel momento y de una democracia aparente con demasiados tintes franquistas que está de regreso, si es que se fue del todo alguna vez.

Estéticamente, es la obra de un tiempo de nuestro cine afortunadamente superado donde el cuidado plástico y la caligrafía visual no era perdurable. Pedro Costa realiza tan meritorio film sin una vocación pictórica esteticista pero con un interés documental valiente y agresivo. Y hay que reconocer la osadía del guión en una cinta de 1984, con Tejero muy presente aún en la conciencia del Estado, para afrontar un tema tan peliagudo. Hubo muchos disturbios en las salas de cine que proyectaron la cinta. En Granada lo sabemos bien, porque nos costó ver un cine en llamas en una ciudad que se caracteriza por tener “la peor burguesía” (no lo digo yo, lo dijo un tal Federico García Lorca). Dicho sea de paso, no creo que hoy día el revuelo hubiera sido menor porque la evolución ha sido nula desde entonces.

El 10 de Mayo de 1981, tres jóvenes que se dirigen a Gérgal (Almería) para la Primera Comunión del hermano de uno de ellos son interceptados por la Guardia Civil y confundidos con terroristas de ETA. Sin piedad ni consideración alguna, sin comprobación ni rigor, con una suficiencia fascista que pone los pelos de punta, desaparecen y nunca vuelve a saberse nada de ellos.

La película bucea a pulmón sobre estos hechos basándose en la sentencia firme que recayó sobre el procedimiento judicial, siendo la reconstrucción de la propia vista oral del juicio la que ocupa la segunda mitad del metraje.

En cuanto al reparto, tan sólo con relacionar los nombres de sus protagonistas ya se entiende que es una cinta que recae en el portento interpretativo de su elenco artístico: Agustín González, Manuel Alexandre, Fernando Guillén, Antonio Banderas, Juan Echanove, Iñaki Miramón… Ahí es nada.

Y ojo a dos nombres propios de nuestra cinematografía que concurren en esta cinta: el gran José Luis Alcaine como director de fotografía otorgando una textura totalmente documental propia de la época y la extraña y desorientadora partitura musical original compuesta por Ricard Miralles (el pianista y músico de cabecera de Joan Manuel Serrat).
Sergio Berbel
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