La montaña rusa

He de decir que me encantan las comedias de Emilio Martínez Lázaro, desde “Los peores años de nuestra vida” hasta “Ocho apellidos vascos”, pasando por “El otro lado de la cama”, pero me había saltado “La montaña Rusa” de su filmografía. Y la verdad es que no me había perdido nada.

En cuanto a la historia, es una más de las típicas de este director, pero con más destape y menos comedia. Las pocas escenas de Alteiro o San Juan en las que te podrías reír, son tan iguales a las ya vistas en los fantásticos “lados de la cama”, que ya no hacen gracia.

Verónica Sánchez, no es centro de mi devoción, y para no variar no resulta mejor en esta película, de lo que sólo destaca un muy buen cuerpo, pero la expresión de la cara no dice nada. Pero lo que me fastidia es ver el primer mal papel cinematográfico de dos grandes de la comedia española como son Ernesto Alteiro y Alberto San Juan. Si estas dos caras no consiguen arreglar una comedia, es que no había nada que hacer con ella.

Así que un 4,4 para la montaña rusa porque claro que podría ser peor, pero le falta mucho carril de subida para resultar divertida.

Eso es exactamente: una comedia romanticona, con dosis importantes de sexo (bellísima Verónica Sánchez, muy correcta en las numerosas escenas de cama que el guión, flojito, le propone) y con alguna sonrisa y muy poca risa. Se ve bien, no dan ganas de perderse nada. Eso sí, a los cinco minutos no la recuerdas. Ernesto Alterio, bastante creíble en el papel de canalla perdedor y simpático. Muy por debajo un San Juan que aquí no se sabe qué tipo encarna. La historia, facilona, la saca con oficio el artesano Martínez-Lázaro. Muy lejos de EL OTRO LADO DE LA CAMA o las más que potables CARRETERAS SECUNDARIAS o LA VOZ DE SU AMO.
Pero, mucho ojo, en USA hacen miles de estas películas que se distribuyen aquí con grandes taquillas gracias a un marketing correcto. Pongamos a Julia Roberts o a la Paltrow en el papel de V. Sánchez y a un par de galanes que den bien en taquilla y hecho: éxito seguro.

Agradecemos sobremanera la entrega de Emilio Martínez Lázaro a la hora de desnudar a la muy comestible Verónica Sánchez, que se entrega con entusiasmo al despelote y el folleteo. El argumento es de lo más original, um: una chica de muy buen ver se enamora de un tipo guapo, simpático, buena persona, cariñoso, o sea, un chollo, con el que había ido al mismo colegio. A veces él prefiere no follar, pero en fin, qué le vamos a hacer, y a ella le cuesta alcanzar el orgasmo. La misma chica conoce luego a un hijo de puta, que también había sido compañero de clase, y enseguida cae en sus garras, porque le encanta follar, le provoca orgasmos y, en definitiva, es todo lo contrario del otro. ¿No os decía yo que era original? Eso es lo que cuenta la película, las vacilaciones, titubeos, indecisiones y demás de la chica en cuestión, mientras circula de polvo en polvo y de duda en duda. El guión es como horroroso pero sin el como, y los diálogos hacen sonrojar. Verónica, caramba con Verónica, pone toda la carne en el asador, y vaya carne, menudos atributos tiene la moza, tan recatada que salía en El Caso. Alberto San Juan sale mono y atribulado, tal vez porque piensa en el pestiño que le ha caído encima, y Ernesto Alterio, bueno Ernesto Alterio está de juzgado de guardia, prisión incondicional y destierro forzoso a las Maldivas. Grotesco, ridículo, pasado de revoluciones... Bueno, y encima es el que goza de la carne arriba mencionada. No es justo.
Reservada exclusivamente para incondicionales de la comedia española y coleccionistas de turgencias varias.

Arriesgada película en cuanto a las tan expuestas escenas de sexo. Unas imágenes muy eróticas y muy difíciles de combinar con la dramática historia: un mundo dominado por las rígidas estructuras de pareja de dos.
La posesión del otro y la forma de afrontarlo es un profundo tema que también se toca en esta película aunque tan comediado que carece de dureza.

Salen tetas y culos, si. La historia es muy sencilla, el humor también. Pero funciona, vaya si funciona, no he pasado un rato más divertido con una película española en mucho tiempo.
Hay que verla en pareja, para reirte con tu amiga/novia/mujer, en un perfecto crescendo que desemboca en escenas que te hacen reir sin parar. Las escenas de sexo están ahí, con una bellísima Verónica Sánchez en todo su esplendor, pero para nada sobran. Una pena que muchos no lleguen a disfrutarla por el mero echo de las escenas subidas de tono.