The Canal

Resulta curiosa, y muy inteligente, la especialización de una cinematografía pequeña y periférica como la irlandesa en el sector terrorífico, con notoria influencia del horror gótico y sus casas encantadas, recorridas por fantasmas renuentes al desalojo, infalible impronta cuando se acompaña de un moderado buen gusto. Ejemplo de lo cual era la estupenda “The Little Stranger” (ídem, 2018). No tan reciente, y un escalón por debajo en cuanto a calidad, esta “El canal” cumple, no obstante, su cometido, y con creces. O sea, dar miedo. Con mimbres modestos, pero encomiable eficacia y evidente mimo, Ivan Kavanagh manifiesta un sabio manejo de los códigos —y no tanto el manojo de tópicos que varios críticos a sueldo le recriminan, a mi juicio, sin razón— para tener en vilo incluso al espectador más escéptico.
Lástima de ese extemporáneo desenlace “alla” “The Ring” (ídem, 2002), cuyo desafuero truculento se descuelga de la moderación por la que hasta entonces había transitado la historia. Pareciera que consciente de ese patinazo final, Kavanagh añade un escalofriante epílogo, mucho más en línea con lo visto durante más de una hora y que le permite reencauzar la película para dejarnos con buen sabor de boca y el corazón en un puño. Asimismo, creo que a “El canal” le hubiera sentado bien abundar en el asunto de las viejas filmaciones. Primero, porque la brevedad y superficialidad con que se las despacha acaba por reducirlas a mero McGuffin, y segundo, porque esas cintas primigenias y sus rígidos protagonistas, moviéndose siempre a cámara rápida —consecuencia de la disparidad entre la velocidad de exposición (16fps) y la de proyección (24fps)—, provocan una inquietud inexplicable, pero muy sugestiva.
En el apartado interpretativo, Rupert Evans —visto en “The Man in the High Castle” (“El hombre en el castillo, 2015-2019)— entrega un trabajo solvente como ese funcionario progresivamente desquiciado por el trauma y —presumo— la falta de sueño. Le da la réplica un Steve Oram igualmente correcto en la cínica piel del policía de vuelta de todo y aquejado de gastritis.

Una película más ambiental que otra cosa, que acabó por convencerme cuando no lo creía gracias a su parte final -menos ambiental pero más terrorífica-. Quizá cansado de tanto terror ambiental, me alegró ver algo un poco más superficial con el peligro que eso conlleva.

También quedé muy agradado de su fotografía, de su capacidad para parecer diferente y apostar por un terror más "local" que a gran escala. Kavanagh no aporta demasiado, eso es cierto, pero por lo menos no estaba resoplando a la hora de proyección.

Es mala, el argumento de lo más visto y comodón de hacer para un director, suspense cero, la actuación del niño que no se inmuta ante nada penosa, y la guinda final ya por si habia alguna duda sobre si era mala la película, ...muy poco recomendable, ...pero podeis hacer caso a filmaffinity y sus extrañas puntuaciones,...cualquier película coreana o iraní...tienen de 7 para arriba por malas que sean..., muy poco recomendable filmaffinity

Estamos ante una historia bien filmada y planteada pero que nos remite a no pocos referentes ya vistos. Un hombre parece derrumbarse poco a poco a medida que determinados eventos se van sucediendo, al parecer provocados por truculentos hechos pasados acaecidos en su actual casa.

Como digo, la sobriedad formal y el buen trabajo interpretativo no pueden obviar que estamos ante un refrito de diferentes obras del terror más o menos reciente. Piensen en cualquier cinta de casas encantadas tipo The Conjuring, en entes malignos propios de Insidious, salpiméntese con Session 9, finalicen con una pizca de The Ring y ya tienen el cóctel. No es que resulte una mezcla muy indigesta pero tanto copy-paste acaba por perjudicar el resultado global. Y a los actores adultos se les ve comprometidos pero el niño, aunque es muy riquín, parece que ni siente ni padece a pesar de todo lo que ocurre a su alrededor.

Hay que señalar que el desarrollo peca de lento, al menos en su primera mitad, y si bien cuenta con algunos momentos inquietantes no son suficientes para sacar a flote este film, que aprueba muy por los pelos.

O una película de terror funciona. O no funciona. Y no hay nada peor que una película de terror a la que se le ven las costuras y donde casi todo recuerdas haberlo visto antes en otras películas del género. Quien diga que el terror es un espacio donde ya está todo contado, se equivoca. Y este es el problema de "El canal", que va a lo seguro, con una historia nada original, bien filmada pero que se hunde en su tramo final porque el guion es flojo y porque la explicación de cuanto sucede, no sorprende. Si a eso le sumas ciertos juegos de cámara, flashbacks, etc que distraen más que ayudan, entonces te encuentras ante una de esas películas que podrían haber sido competentes pero que, en cambio, te obligan a mirar el reloj constantemente a ver si acaba de una vez porque te sentirías culpable de dejar de ver una película que, a priori, parecía buena.

"El canal" tiene sus momentos, pero son pocos y están encajados en el aburrimiento generalizado. Los actores son competentes pero también apáticos. El conjunto parece entretenido, pero fracasa en su intento de contar una buena historia.

Hay dos formas de enfrentarse al terror: una es sin complejos, sin miedo al abuso, a la sangre o al humor, sabiendo que tu público espera algo divertido y entretenido. Otra forma es la de construir una película seria, con una buena historia y una atmosfera adecuada. "El canal" intenta ser lo segundo y acaba por no ser ninguna de las dos formas de comprender el género.

Y eso es lo peor que puede pasarle a una película de terror.